LO QUE SOY

Puedes ver mis manchas en

enero 31, 2010

DEJAR IR




Quizás sea momento de dejarlo ir, después de todo hay cosas que uno carga y terminan por mimetizarse a lo que somos, se vuelven parte de nuestra piel, de nuestros huesos, nos penetran hasta el tuétano dejándonos sudar fluidos de ese algo que cargamos, de ese algo que ya somos, de ese algo que ya soy, y ya no soy más que un fantasma de ese fantasma, deje de sentirme el corazón hace años, deje de escuchar latidos, deje de ver la resequedad en mi piel, los cabellos teñidos, los aromas que pasaron y dejaron huella, y dejaron rastro de eso que persigo.

Pero al final ¿Qué piel tiene un fantasma? ¿Qué aroma? ¿Qué sonido? ¿Qué late dentro?

Y late dentro, o eso es lo que he querido creer durante todos estos años, que lato, que late, que soy y que existe, que es real, que puede materializarse un día y no desvanecerse jamás cuando el viento de la tarde indique que está por salir la Luna

¿Puede un fantasma dejar de ser fantasma? ¿Puede convertirse en huesos? ¿En piel? ¿En un beso? El vacio que descubro entre mis manos me indican que no ha sido así, que quizás no pueda ser así, los rastros de emociones ficticias han desaparecido de las comisuras de mis labios, no tengo rastros más que de mi propia piel entre mis manos, y de oleos, y de aceites, no respiro más que el humo, y el sabor que guarda mi paladar es tan solo el del café, no ha quedado ya huella o rastro alguno de que un día aquel fantasma tuviera piel, o decidiera por fin materializarse, y cambiar la historia, y cambiar mi historia, y que fueran diferentes los finales, y que fueran diferentes los principios, que fuera diferente todo… pero no ha sido así, y quizás sea momento de dejarlo ir.

Soltar amarras y dejar que el barco flote a la deriva, que esta vez naufrague hasta el cofre donde se esconden los latidos que ya no son míos, que jamás fueron míos, ni de nadie, ni de la nada, y que solo fueron esas cadenas que arrastraba un fantasma para dejarse escuchar, para dejarse perseguir, ¿Cómo pretendí retener a un fantasma? ¿Cómo pensaba guardarle, mantenerle, platicarle?

Supongo que la búsqueda me hizo valiente o demasiado pretencioso, tanto así como para dejar a un lado lo que era y volverme simplemente un sabueso que olfateaba rastros de éter, rastros de algo que simplemente jamás pude alcanzar, jamás pude tocar, jamás pude mirar, y que tan solo fue su imagen espejismos sobre dunas blancas tapizadas de lunares, de estrías, de cabellos rozados o lacios, de labios húmedos, de manos tibias que escondían navajas de hielo, de pieles que cobijaban y que al amanecer se desvanecían con el primer rayo de sol, con la primera mirada ajena que les rozaba, que les llamaba.

Quizás perdí hasta la voz, y sea que no tengo fuerza en la garganta para decir lo que hay dentro, lo que veo, lo que descubro, quizás las palabras solo sean eso, palabrería barata, palabrería sin peso, sin noción de saberse algo más que símbolos, que sonidos que no dicen nada, que no se adhieren a nada, que no tienen eco, que jamás tuvieron eco, quizás es mi falta de voz lo que me hace no tener peso, no tener valor alguno para quien le hablo, para quien he latido y soy como esos símbolos como esos latidos sonoros que al final son nada, soy nada, pues nada se decir.

Perdí tanto por buscar un fantasma que termine perdiéndome a mí mismo, ya no tengo identidad, ya no soy más que esa búsqueda de algo inexistente, me volví un fantasma también, hasta para mí.

Quizás es tiempo de dejarle ir, quizás sea tiempo de darme cuenta de la realidad, que nada soy, que nada fui, que por más empeño que puse en entregarme a esa búsqueda nunca fui digno de poder encontrarle, quizás fue defecto de fabricación, quizás no puse en mi maleta todo lo necesario para encontrarle en esta vida antes de nacer, quizás me falto lo principal, quizás simplemente me falto todo, y nada tengo y nada soy, solo un fantasma que se aferro a encontrar a otro fantasma y que mi vida tuviera sentido.

Ahora quizás sea tiempo de despertar, de abrir las cortinas y dejar que entre la luz, y la sombra, y el polvo, el real y no estos rastros y restos que guardo anidando esperanzas, apolillando latidos, disecando el aire para poder creer que dentro hay mas, que afuera hay mas, que soy nada, que no fui nunca más que eso, nada.

Quizás es tiempo de dejarle ir, de dejarme ir, y desaparecer cuando sacuda el viento la estúpida nube sobre la que floto, sobre la que flote, y desvanecerme esta noche que rendido me doy cuenta de lo que no soy y jamás seré y del fantasma que cerró la puerta al salir porque nada encontró que valiera la pena para quedarse.



Quizás en tiempo de partir y…olvidar





...

enero 30, 2010

NO ME ESPERES

...



No me esperes entre distancias

No me esperes mordiéndote las ganas

No me esperes porque te espero, porque llego y aun no estás, y aun no estoy

No me esperes cuando no tengas ganas de esperar, cuando te ganen los antojos febriles, cuando te venza el tedio y la ausencia, y te pese la distancia y no encuentres en el eco de tus tacones mis tenis acompañando tus desvelados pasos

No me esperes cuando llegue alguien y pregunte por ti, y pregunte por tus ganas y pregunte por tus labios, no me esperes en ese momento, no me digas que lo harás porque no pretendo que lo hagas

No me esperes por querer ser tú, porque ya eres tú, y aunque no esperes de la forma en que te espere y te espero seguirás siendo tú

No me esperes cuando tengas frio y otro abrigo te ofrezca latidos

No me esperes cuando llegue el viento a despeinar tu cabello y otra mano sea quien te roce el rostro para despertar el rubor de tus mejillas

No me esperes si tienes que salir, si tienes que seguir buscando sin que quieras buscar y encuentras sin que tengas que encontrar todo lo que desde donde te espero te dibujo en un rincón que reservo para tu mirada

No me esperes que aún es temprano, no me esperes como yo te he decidido esperar



Espérame en el café con canela de la mañana, en el ticket del tren que aun te espera en la taquilla, en la butaca del cine, en el chocolate que guardas dentro del cajón de tu escritorio

Espérame en las gotas de lluvia que empañan tu ventana, en el frio de antes de dormir que te cubre y te hace acurrucarte envuelta en mis pensamientos

Espérame en la banca del parque cuando una alfombra morada cubra el adoquín del quiosco, y las palomas ya no bajen a comer

Espérame en el bostezo de la tarde que nace de tu tedio y que pueda al llegar cambiar por una sonrisa, en la canción cursi que tarareaste camino al trabajo, en la pareja de amantes que en un semáforo detuvieron el tiempo en un beso, en la burbuja de jabón que te reventó en la nariz y te hizo carcajear

Espérame entre tus cabellos enmarañados, en tus parpados sin maquillaje, entre tus labios húmedos que susurran cada soledad un sollozo

Espérame cuando no tengas nada que esperar, cuando no haya nadie a quien esperar, cuando no haya nadie que te espere como yo te espero, cuando no tengas ganas de decir adiós, cuando no tengas ganas de ser solo piel y manos y sudor y jadeos, cuando tengas ganas de ser mas, espérame

Espérame cuando te sientas sola, cuando creas que no eres distinta, cuando tambalees entre piedras afiladas, cuando tropieces y te espinen las rosas, cuando una lagrima salga de tu corazón sin razón, cuando la primavera llegue y regrese el frio y se nuble el cielo y sepas entonces con una brizna que sigo a tu lado, que espero a tu lado sin que me esperes, y no haciendo yo más que esperarte

Espérame cuando flaquees, cuando enfermes, cuando te haga falta un pañuelo que te limpie la nariz, cuando haga falta un desvelo entre papeles y horarios y un sol que amenaza con llegar en lugar de ser promesa y esperanza

Espérame cuando pienses en el amor, y también cuando no pienses en el, cuando a tu puerta nadie toque, cuando tus labios nadie los busque, cuando no haya viento alguno que roce tu piel que susurre tu nombre, que despeine tu cabello

Espérame cuando el café se enfríe, cuando no haya flores en tu jardín, cuando no haya charcos sobre las calles desoladas que no te miran entre tantos ojos

Espérame cuando escuches un adiós, cuando estalle el llanto, cuando creas que perdiste algo y que te perdiste a ti, cuando nadie más te encuentre, espérame,

que será entonces cuando sepa llegar,

cuando pueda llegar,


pero hasta entonces,

no me esperes ni una sola noche, ni un solo amanecer, ni una sola tarde de lluvia,

no me esperes,



y menos como yo te he estado esperando a ti,



sin esperar que me esperes.




...

enero 28, 2010

MEJOR QUEDARSE QUIETO

Algunas veces es mejor quedarse en silencio

No decir nada

Paralizarse hasta los cabellos

Inmovilizarse hasta el alma

Algunas veces es mejor quedarse escondido

Agazapado

Atrincherado

Guardar distancia entre uno y los oídos de los demás

Esconder las jeringas bajo la cama

Cerrar las persianas

Tapar los espejos y tapiar las puertas

Quedarse encerrado

Aislado

Algunas veces es mejor el color pálido de la piel tras días sin salir a la calle

Desteñirse las pestañas

Secarse la sal sobre las yagas

Cerrar los ojos para dejar de soñar

Esconderse bajo las sabanas en lo más profundo del colchón

Sacar a orear la vergüenza que se enmoheció dentro del closet

Exprimir las ganas en el lavabo hasta que caiga dentro de la coladera la última gota

Algunas veces es mejor quedarse quieto

No respirar

No parpadear

No dejar que le vean

Que nadie escuche

Que nadie vea

Que nadie sienta

Quedarse en silencio

Quedarse en coma

Quieto

Paralizado

Algunas veces es mejor quedarse en absoluto silencio






Sobre todo cuando solo se saben decir cuatro letras




...


I WISH......




Que alcancen esta noche los suspiros

Que escuches mi voz nombrándote entre mis sueños, incluso aquellos que aun no despiertan

Que las hojas que aguantaron el viento de los huracanes te digan cuan fuerte es mi amor por ti

Que esta noche el frio te recuerde que entre mis brazos tenias refugio a tus soledades

Que la taquilla del cine solo tenga dos boletos, uno con tu nombre y otro con el de mi soledad

Que el metro solo se detenga en la estación donde estas sin saber qué esperas, que me esperas

Que tus pies pequeños quepan en las huellas que dejo mientras camino hacia ti

Que sepas en silencio que grito cada noche tu sonrisa cuando mengua la Luna

Que seas mi Luna

Que sea esta noche tu noche y las que aun se esconden tras ese rayito de sol que perezoso te despierta antes de iluminar el cielo

Que sirvan mis manos para colorearte de rojo las mejillas y el corazón de arcoíris

Que sirvan mis letras para evitar el tedio y que como los clips que hay sobre tu escritorio sostengan mis letras tu sonrisa colgada en tu rostro

Que pueda ser yo más que tus antojos, y ser más que un antojo

Que no te calles los latidos ni aunque te invada el silencio cuando se va la luz por la tarde

Que sea mi alma esa vela que enciendes para alumbrarte del comedor a tu recamara, de la puerta al closet, del closet a la cama, y que me quede en tu cabecera velándote los sueños

Que sepas que no te pido nada a cambio de cada suspiro

Que no te cubra el miedo por creerte obligada, que no hay contrato que yo necesite para quererte, que no hay acuerdos, ni treguas por latir lo que lato con tu nombre

Que no esperes sin esperarme, que no te espero aunque llegaste, que no te encuentro aunque te siento

Que sea todo real esta vez

Que las mentiras queden lejos, que se pierdan, que se entierre bajo la arena que revuelca el mar con las olas

Que tus miedos sean lo irracional, que sea mi amor lo lógico

Que te llenen mis suspiros, que no necesites otros labios respirándote entre besos

Que sea tan grande como tus vicios, que sepas que mis abstinencias solo buscan tu espalda

Que encuentres en mis letras lo que buscas en las miradas de otros, cuando pasean sobre tu piel los deseos de ellos, que te tienen a la mano, que caminan de tu mano

Que no te despierte vergüenza el nombrarme, que no te provoque cambiar el tema cuando te preguntan por mí, que no escondas un latido, aunque no tengas uno solo que repita mi nombre

Que no termine esta noche sin que puedas escucharme hasta donde estés, decirte lo que siento sin que amanezcas con la sal de tus lágrimas sobre el rostro

Pero si es así y no puedo ser tu noche, ni puedo ser tu sonrisa, ni pueden ser mis manos, ni puede ser mi voz, ni puedo ser todo, ni puedo ser nada, si solo soy ese rastro de sal,

entonces déjame ser quien por estúpido se considero más grande de lo que era,

de lo que es

y solo supo hacerte feliz cuando aprendió a decir adiós.



I WISH...



Quisiera encontrar dentro de ti la esperanza quebrada de un latido con mi nombre

Quisiera encontrar dentro de ti, todo lo bueno que puedo ser y no el daño que mis pasados me han mostrado soy capaz de hacer

Quisiera encontrar dentro de ti, una mañana sin frio a pesar de los desvelos y no esté frio que siento al medio día después de que sobreviví a tu ausencia una noche más

Quisiera encontrar dentro de ti, un presente sin sollozos y no esté pasado constante que miro una vez más en tu distancia

Quisiera encontrar dentro de ti, una razón para perdonarme y no estás justificaciones que le invento a tus evidentes hartazgos

Quisiera encontrar dentro de ti, la fuerza con la que te tomo la mano y no este miedo que levanta muros entre tú y yo

Quisiera encontrar dentro de ti, algo nuevo, algo jamás encontrado y no esas ganas de fingir y pretender que no ha pasado nada, que desgastamos las palabras tanto que ya no existen, que jamás se sintieron

Quisiera que las cosas fueran distintas y encontrar en ti lo que nunca pensé que tendría mi nombre, que los miedos no se clonaran en tus ojos ante lo que siento, que los silencios solo fueran silencios mientras escuchas y escucho el latir de un solo corazón, que fuera distinto esta vez y fuera solo uno y no la mitad de uno, no está mitad que soy ahora y que desentona arrítmicamente al eco de tu mitad

Quisiera de verdad que fuera todo diferente, que esta vez no fuera tanto tiempo una tarde caminando a mi lado mientras tomo tu mano, que hicieran falta horas al día y días al calendario, que no tuviéramos que festejar aniversarios ni un solo evento especial, que fuera desde el principio un solo día, una sola vida, entera, total, plena, en un suspiro, entre tú y yo

Quisiera con todas mis ganas, que tu tuvieras ganas de que fuera así esto que siento por ti, que no te duela, que no te pese, que no sea ese lastre que encuentro dentro de ti cada vez que me miras, cada vez que te digo –te amo, buenos días, que no fuera esa urgencia de escapar, de correr, de olvidar, que no fuera yo la razón para hacer una máquina del tiempo y regresar a tu pasado sin mí, para tener un presenten si mis ridículos latidos rezumbando en tus oídos

Quisiera, de verdad poder hacerte feliz, pero si no soy yo la sonrisa de tu mañana, si no soy yo más que un pretexto para quedarte horas extras en el trabajo, si no soy yo más que tus ganas contenidas de ya no tener ganas, si no soy yo más que esto, entonces déjame encontrar dentro de ti la puerta que me saque de tu vida,

…aunque dentro de la mía tardes mas en salir




AUSENCIA DE MI

Arañando las palabras dejo que el tiempo escurra sus largos dedos sobre el reloj chino que se esconde apenado por mi impaciencia

Pero por más que entre segundo y segundo suspiro la memoria de tu sonrisa sigues sin aparecer

Sigues sin llegar mientras espero con el café frio y el cigarro consumido, así como consumidas ya quedan debajo de las cenizas, mis ganas de encontrarte

Y empequeñezco ante los dedos del reloj, y empequeñezco ante el frio que esta noche regreso, que llego cuando a las doce y media mencionaba tu nombre entre humos aceitosos que soltaba mi pincel sobre ese lienzo en blanco que me he vuelto ahora

Ha llegado el último tren al andén y sé que es tarde ya, tarde incluso para esperarte, para nombrarte con cualquier nombre que quieras tener, con cualquier mirada que quieras deslizar sobre mis esperanzas rotas, sobre mis soledades lanzadas al exilio para tener espacio donde recibirte, pero es tarde ya y no llegaste, es tarde ya y llegaste sin llegar

Y llega como cada noche solo tu recuerdo imaginario, que me hace cuestionar la temperatura de tu cuerpo, el sabor de tus mejillas, el aroma de tu cabello y el tiempo que sobraría entre tus labios y los míos, quizás tan solo sobre el necesario para decirte un te amo y tu nombre, tan solo para que sepas que es a ti a quien le responden mis latidos.

Y llega sarcástico tu olvido, y llega paranoica mi desmemoriada colección de pasados, de errores que se repiten una y otra vez, mis carencias, mis justificaciones ridículas que me ofrezco para no dejarte de esperar, y entonces me digo

–quizás se rompió un tacón, quizás le dio frio y regreso por su abrigo, quizás olvido su reloj y nadie le ha dicho la hora, quizás una mariposa paso volando o se distrajo con la luz de una luciérnaga, quizás, quizás ya venga en camino-

Pero sé que nada de eso es lo que te tiene esta noche ausente entre este frio,

y pesan entonces mis ridículas excusas, tan solo soy yo el mejor pretexto para no llegar,

es lo que te lato lo que te aleja de mí,

es lo que te nombro cada noche aquello que te pierde, que te ensordece

y es este corazón lo que te ciega para no encontrar el camino hasta donde estoy,

y estas,

entre el humo y los aceites, entre mis pretextos y la realidad que me estremece y me da miedo

estas entre rayo de luz que entra por la ventana y que me dice que afuera hay Luna,

estas entre las cursis canciones que escucho para aminorar las horas de esta espera,

estas entre los sonidos que traen los autobuses y que dejan en la autopista un suspiro que no es tu nombre,

estas porque te pienso, porque lato tu nombre muy bajito, aunque no lo sepa, aunque no lo escuches, aunque no vengas, estas, porque tu ausencia es lo mas solido que acaricio noche a noche, y aunque es tan solo eso, tu ausencia, es lo único que tengo para saber que estas.

enero 27, 2010

SOLLOZO

Te espere desde hace varios meses, te espere desde hace más de seis años, te espere desde siempre, y ahora aun te espero aunque estés sin estar, aunque llegues y no llegues.

Y de nuevo mi amor se condena a no ser amor, a no ser tan fuerte, no dentro de mis huesos que aun me mantienen en piel soportando la distancia,

no dentro de mi alma que aun late y latirá tu nombre,

no dentro de mí que soy más grande ahora por gritarte lo que siento,

si mi amor empequeñece es porque no es capaz aun de hacerte latir, de hacerte dejar a un lado las torturas de tus antojos, de tus apetitos nocivos, y se empequeñece ante tus tentaciones, y me empequeñezco yo entonces.

¿de qué sirve encontrar algo, si para ese algo no le eres útil, no le despiertas nada?

Es entonces que no puedo dormir y que

Por los brazos que te cobijan

Por las manos que te rozan

Por las palabras que escuchas

Por esta distancia que me ciega

Por todo el aire entre tú y yo

Por el poco aire entre tú y el

Por la lluvia que te moja y que no me salpica a mi

Por el frio de tu espalda que mis brazos no pueden terminar

Por tus miedos que te elevan

Por las alas que no tengo para alcanzarte

Por encontrarte y encontrarme tan lejos

Por perderte sin haberte visto

Por ser tú mis latidos

Por no ser yo nada en ti

Por no ser yo con quien sueñas

Por todo eso y más,

no puedo dormir,

y esta noche lloro



enero 26, 2010

HISTORIA DE UN LATIDO



Habían pasado muchas vidas desde que aquella horrible criatura había sido exiliada como condena por haber buscado el amor en un ser diferente, durante esa última vida en que reciclaba sus latidos cada vez que se veía al espejo no veía más que su nauseabunda piel cubierta de costras, cubierta de infecciones que le pululaban y que pútridas emanaban un aroma que ya no toleraba y que le resultaba tan repugnante como su imagen.

Había aprendido a evitar los reflejos, había aprendido a volverse una sombra en las fotografías, había aprendido a desvanecerse cada vez que alguien le miraba, y evitaba a toda costa su reflejo dentro de las pupilas de alguien y más cuando ese alguien era una Princesa.

Había aprendido a sosegar el grito que escapaba de su pecho, ese grito que aullaba cuatro letras, ese grito lastimero que apenas era un gemido dentro de aquel negro y reseco corazón que tenia la bestia, tan negro como su piel de humo, como el cáncer que le generaba tumores en las manos para matar su sensibilidad ante el roce de otro ser.

Cada mañana maldecía su apariencia, cada mañana apretaba los puños para no romper el espejo, cada mañana pasaba sin el arrepentimiento de aquel acto que le condeno, ¿habría valido tanto la pena su osadía? ¿Habría sido tan sublime ese momento en que su corazón latió como para dejarse condenar y no vivir arrepentido?

Aunque amorfo pasaba desapercibido entre la gente, a pesar de su insipiente espíritu podía deambular sobre las calles sin llamar la atención, con los años había aprendido a pasar discreto, a no ser notado, tanto así, que aprendió a desaparecer sin dejar rastro, a desvanecerse cuando el miedo le encendía los sentidos y le prevenía de la mira de alguien, era entonces que su instinto de supervivencia le hacía desvanecerse en el aire, y se volvía tan solo un deja vu, una sombra, una mancha, un no-humano.

Es cierto nadie podía salvarle, nadie podía redimirle, pues parte de su condena era ser su propio verdugo, ser su propio asesino, así por todas las vidas que había andado, caminaba al mismo tiempo el condenado y el verdugo, la bestia con la cadena al cuello, y el amo que tirano jalaba la cadena para ahorcarle cada vez que trataba de liberarse de su mano.

Así lo había decidido el, así lo quiso para poderle rendir tributo y voto de fidelidad a quien amo tanto, a quien le despertó lo que jamás le habían despertado, a quien le miro como jamás le habían mirado, a aquella que le enseñó que no era el demonio que creía ser, y que supo quitarle la piel para liberarle el corazón y sucumbir a sus latidos.

Pero habían pasado ya demasiadas Lunas, habían quemado ya su piel demasiados soles, habían brotado de él demasiadas cicatrices, pues a pesar de tener en el corazón un solo nombre, había amado en todas las vidas que vivió, y cada amor trajo el desamor, no podría ser de otra manera en una bestia como él.

Así que cada desamor había hecho brotar nuevas yagas, y desgarrado las costras que otras vidas le habían dejado, así reafirmaban las heridas su condena, su realidad, la de ser una bestia, la criatura más horrible y mas nauseabunda que la vida pudiera llegar a contemplar, la realidad de ser un despojo que el tiempo condenaba a repetir una y otra vez sus errores para no dejar de sangrar, para no dejar de recordar lo que era, y lo que jamás podría ser.

Pero seguía en pie, seguía con ese gemido en el pecho que gritaba cuatro letras, que gritaba todo lo que esas letras le despertaban, seguía a pesar de el mismo, a pesar de nuevos desamores, de nuevas mentiras, de nuevas burlas, seguía desvaneciéndose, seguía perdiéndose entre olvidos, entre sabanas que como carpas de circo le exhibían la piel para después ser arrojado sin piedad a los leones de la indiferencia, del desengaño, de un fingido rubor al terminarle de arrancar las costras solo para morbosamente verle sangrar.

Al terminar el espectáculo despertaba lejos, despertada de nuevo a la realidad, despertaba con nuevas heridas, con nuevas manchas de sangre sobre la ropa, con nuevos hedores deshaciéndole las fosas nasales, carcomiéndole los pulmones mientras extasiado por el recuerdo se cobijaba unos días en el capullo de sensaciones que aquellas batallas le dejaban.

Y se envolvía en aquel capullo, y se perdía por días incubando dentro, mientras el aroma de las caricias le drenaba un poco el veneno que le recorría por dentro, y se sedaba entre los restos de humedades que aun tenia sobre la piel y saboreaba aun en el paladar la piel y los labios, la saliva y el sudor de aquellas batallas, pero al final, al final tan intoxicada tenía el alma que el veneno terminaba por ahogarle dentro de ese capullo de recuerdos y salía vomitando su realidad, la de ser una bestia, la de no haber podido creer una sola de aquellas caricias, uno solo de esos besos, y al encontrarse aun solo, reafirmaba su pestilente verdad, su nauseabunda existencia de soledades, de miserias que ofrecer, de la nada entre sus manos, de la nada bajo cada costra, bajo cada poro, y entonces era que sus lagrimas le ahogaban, entonces era que su condena pesaba más.

Se volvió experto en desvanecerse así como también en olfatear y reconocer que la lastima también genera hambre de caricias, así como la gratitud, y odiaba entonces mas aquella hambre, y evadía con más rabia las miradas sobre él, y odiaba no poder despertar otra hambre, y solo despertar lastima y caricias por gratitud, sexo por compasión, besos por capricho y no por esas cuatro letras que le reventaban a diario los tímpanos y que sordo ya le habían dejado, tan sordo que solo escuchaba esas cuatro letras, aunque fueran tan inexistentes como su humanidad.

Es cierto nadie puede salvar a un condenado, y menos de si mismo

Pero la vida es caprichosa, tan caprichosa que existen milagros, y a pesar de ser él, tan solo una bestia, la vida le regalo un milagro.

¿Quién diría que un Ángel sería capaz de poner sus ojos en aquella bestia? Pero así fue, quizás porque un Ángel es capaz de ver mas allá delo que los humanos vemos, quizás porque solo la mirada de un Ángel podría haber taladrado aquellas costras y encontrar debajo de la pus de aquel repugnante ser el eco de esas cuatro letras.

Sin que él lo buscara, sin que el pidiera una redención, una absolución, la vida se la dio, pero nada es fácil, y menos para obtener tan apreciable obsequio como el perdón.

Ella se acerco a él, él como siempre se desvaneció, se perdió en el aire, se perdió entre las manchas de humedad que había en el andén del metro, en los techos de hoteles de paso, en los asfaltos de las calles que no le reconocían ya.

Aun así la mirada de un Ángel es más veloz, y bien le pudo encontrar siguiendo su rastro de gotas de veneno que dejaba a pesar de ser éter, de ser nada, de ser olvido.

Le encontró tantas veces que aquella bestia dejo de desvanecerse, dejo de escapar a las pupilas de aquel Ángel, y al verse reflejado en los ojos de ella, la bestia lloro, lloro al verse tan horrendo, lloro al verse siendo nada, al verse tan indigno de ella; lloro hasta que sus costras se humedecieron, lloro hasta que sus huellas sobre la cama se volvieron lagunas sobre ese desierto que era su cama.

Ella se acerco y la bestia tembló, y tembló el miedo, y tembló el eco de esas cuatro letras.

La asquerosa bestia como el animal que era se sintió acorralado y no supo hacer más que enconcharse y cubrirse con las manos el rostro lleno de odio por ser lo que era, no deseaba ver su reflejo, no toleraba su reflejo, y menos si danzaba su reflejo dentro de las pupilas de un ser tan hermoso como era aquel Ángel.

Ella se acerco y se arrodillo ante aquel bulto que tembloroso escurría lagrimas de entre las manos como naciendo de las laderas de una montaña, ella estiro su mano y la puso sobre las garras de aquella bestia, le apretó fuerte y la bestia tembló.

El eco de aquellas cuatro letras resonaba con más fuerza, violentamente le golpeaban dentro de su tórax, dentro de su cabeza, dentro de su boca, debajo de su en gangrenada piel.

Ella escucho ese eco, y escucho su miedo, y escucho las maldiciones que en idiomas antiguos aquella bestia lanzaba contra de sí mismo, pero ella con más fuerza apretó las garras de aquella bestia, fue lentamente retirando sus garras hasta que su rostro putrefacto quedo a la vista y el viento soplo haciéndole sentir heladas las lagrimas sobre su rostro.

El Ángel puso su otra mano sobre la cabeza amorfa de aquella bestia y le acaricio, enredó sus dedos entre sus cabellos, y la caricia la sintió la bestia en los huesos del cráneo, en su extinguido cerebro, en sus moribundas neuronas, sintió la caricia como jamás había sentido el roce de nadie.

Ella lo miraba y su mirada le resbalaba sobre las cicatrices y las costras, le rascaba la piel del rostro, y le nadaba en sus desorbitados ojos, y mientras su mirada le recorría a la bestia, la bestia no dejaba de temblar, no dejaba de tener miedo, quizás como nunca jamás había sentido, quizás como cada vez que alguien le miraba, la única diferencia esta vez es que no tenía a donde ir, no podía escapar de la mirada de ese Ángel, de esa mirada que le estaba salpicando su podrido corazón con los tonos de sus cuatro letras.

Jamás la vida tuvo tanto miedo de lo que podía pasar, aquello quizás era un experimento, aquel encuentro quizás solo era un capricho de un ser superior, el mago de oz moviendo los hilos de las marionetas, aun así se vio tentada la vida a ocasionar aquel encuentro, sin preocuparse en las consecuencias, que si habría consecuencias la bestia era quien las asumiría, por ser lo que era, y no ser mas.

Mientras su mano derecha se enredaba en los cabellos de la bestia, la otra mano de ella le acariciaba el rostro, con la misma fuerza y ternura que su mirada, y el lloro con más fuerza, lloro por saberse indigno de aquel roce, lloro por no ser mas, por ser solo una bestia, lloro por miedo a ensuciar las manos de aquel Ángel, lloro por miedo a que su veneno le penetrara por los poros a ella, lloro, lloro y tembló mas, de miedo, de incertidumbre, de desconcierto, de dudas, de ignorancia plena, ante aquellas manos recorriéndole el rostro, cerró los ojos para no ver su reflejo en los ojos de ella, cerró los ojos por miedo a que todo fuera un sueño, cerro lo ojos por miedo a que todo fuera real, cerró los ojos tratando de no dejar escapar mas lagrimas.

Pero las lágrimas seguían recorriéndole el rostro y humedeciendo los fríos dedos de aquel hermoso Ángel, que por más empeño que ponía en detenerlas no conseguía parar aquel rio de sal que le brotaba entre los parpados a aquella bestia.

Ella le tomo con las dos manos y giro su rostro hacia ella, sus manos frías y suaves le despertaban tantas cosas añejas a aquella bestia, tantos recuerdos y engaños, tantos latidos y errores que cíclicamente le golpeteaban una y otra vez su lacerada piel, las costras de aquella bestia se ibas cayendo al paso de la mirada de aquel Ángel el rostro de aquella bestia.

Ella le sujeto fuertemente el rostro y le pidió que abriera los ojos, pero la bestia tenía miedo, demasiado esta vez, pero el tono de voz de aquel hermoso ser le hizo abrir los ojos, entonces ella dijo – es real, esta vez es real-

Sus palabras se le clavaron en el pecho que se abrió como jaula de aves y dejo salir el corazón de aquella horrible criatura, su corazón estaba cubierto de navajas afiladas que cada herida habían dejado dentro, navajas de doble filo, navajas que así como le perforaban el corazón de un extremo a otro apuntaba hacia afuera sus mortales filos, haciendo que fuera intocable aquel pedazo de bestia que se suponía era su corazón.

El Ángel acerco su mano para tocar aquella madeja de filos, pero la bestia rápidamente le detuvo la mano evitando que el Ángel se cortara los dedos al tratar de tocar su corazón.

Ella estiro la otra mano mirándole fijamente, pero el sosteniéndole la mirada le detuvo con la otra mano antes que pudiera acercarse demasiado.

Y los ojos de la bestia que había cesado de brotar sal, una vez más dejaban escurrir lagrimas mientras contemplaban su reflejo en las pupilas de ella, ella que con la mirada le decía que no tenía miedo, ella que con la mirada le afirmaba que era real, ella que con sus manos le regalo los más profundos roces que su purulenta piel habían llegado a sentir.

Ella lo miraba, y la bestia miraba a su Ángel, se quedaron así un muy breve instante, el sujetando las manos de ella para evitar que rozara su afilado corazón, su afilado corazón en medio de ellos, su afilado corazón que mas que corazón era tan solo una madeja de filos que herían a quien se acercara demasiado, su corazón poco a poco fue regresando dentro de su pecho, poco a poco el miedo fue acallando el eco se sus cuatro letras, poco a poco su pecho fue cerrándose, como el prisionero que tras no obtener la absolución regresa resignado a su celda, una vez dentro de su pecho aquel despojo de filos, la bestia soltó una última lagrima y se desvaneció en el aire.

Regreso a su rincón, regreso a su refugio de soledades, regreso a su mazmorra, a su calabozo donde la humedad de la ausencia le congelaba los huesos, regreso y estallo en llanto por ser lo que era, por no ser mas, por ser esa horrible bestia, lloro por no poder creer que aquello fuera verdad, lloro por no saberse digno de aquel roce, de aquella mirada que le acaricio de manera tan especial como jamás había sentido, lloro por no poder redimirse, por no poder perdonarse, y después de aquel encuentro cargaba ahora una lapida más pesada sobre su espalda.

Lloro durante varias noches, lloro durante varias lunas que le vieron llorar deshaciéndose en maldiciones hacia el mismo, hacia lo que era, hacia lo que no podía ser, lloro hasta que sobre aquellos muros de su calabozo comenzaron a brotar manchas de humedad que parecían pintar aquella escena, aquel momento en que un Ángel le miro, le toco, le rozo, y le hizo sentir que aquello era verdad, que aquel corazón ponzoñoso podría ser liberado y tocado, que podía ser salvado.

Es cierto nadie puede salvar a nadie, y menos de sí mismo.

Y eso fue lo que aquella bestia comenzó a entender.

La sensación de aquellas frías y blancas manos sobre su piel le despertaban la necesidad de transformarse, de mutar para ser algo mas , para ser quizás aquello digno de poder ser rozado por tan hermoso ser como era ella.

Comenzó a tener sueños en los que recordaba una y otra vez las manos de aquel Ángel, sueños en los que sentía en sus cabellos los dedos enredados de ella, sueños en los que le rozaba los labios, en los que el deseo insípido que hacia tantas vidas no le brotaba sobre la piel, volvía a aparecer, volvía a agitarse, volvía a correr sangre tibia dentro de sus venas.

Pero cada sueño solo era eso, un sueño, y le regresaba de nuevo a la realidad frustrante de ser solo una bestia una horrible criatura, y volvía a sentir su odio descender sobre sí mismo.

Pasaron varias Lunas así, paso varios amaneceres con el frio atrincherado en una esquina mientras la tibieza de aquellos sueños le despertaba violentamente con la piel erizada, pasaron muchos soles quemándole las costras, secándole la ausencia de aquel Ángel que sobre su rostro había dejado surcos, pasaron varios ecos, pero ninguno retumbaba tan fuerte como el que aquel Ángel le había dejado retumbando dentro de su pecho, el eco de poder ser cuatro letras.

Pasaba el tiempo imaginando que el Ángel le tocaba el corazón que no evitaba hacerlo, que permitía a sus fríos y suaves dedos deslizarse entre las cuchillas que le salían de su ponzoñoso corazón y que al mínimo roce todo se transformaba, toda su historia cambiaba; pero la realidad le sacaba de su trance siempre, con un reflejo, con su sombra sobre algún muro, con ese miedo que le tenía a jamás poder ser digno de aquel hermoso Ángel.

En uno de sus desvaríos al recordar aquel momento en que sus garras detuvieron las manos de su Ángel, llego su respuesta, imagino que después de detener sus manos, el poco a poco iba sacando las cuchillas que le perforaban el corazón, poco a poco iba dejando solo yagas de las que no escurría sangre si no arena, entonces ya libre de filos que pudieran dejarle marcas a ella, el tomaba su corazón y se lo entregaba lleno de devoción, ella lo tomaba con ambas manos, sin despegar su mirada de los ojos de él, y con un roce sus labios aquel corazón volvía a latir, aquel roce de los labios de ella le despertaba una intensa luz que dejaba escapar ráfagas por los huecos que dejaron las cuchillas, una luz que nacía del centro de aquel corazón y que poco a poco iban sellando las heridas para volverlo una esfera rojiza que flotaba entre las manos de su hermoso Ángel.

Era entonces que el asombro y la esperanza, pero sobre todo la emoción de volver aquel sueño realidad, le despertaba, y despertó.

Entendió lo que debía de hacer, entendió lo que necesitaba hacer, entendió que nadie más que el podía otorgarle la redención, pero había tenido que ser rozado por Ángel para entender lo que tenía que hacer, tenía que haber sentido esas cuatro letras despertando por la mirada de ella para entender que debía hacer, que quería hacer.

Fue entonces que volvió a meterse dentro de un capullo, fue entonces que volvió a tejer con recuerdos imaginarios y esperanzas reales una seda para envolverse en ella y mutar, y salvarse.

Dentro de aquel capullo fue desprendiendo cada costra, fue escarbando las cicatrices hasta volverlas heridas abiertas, fue drenando su veneno por las heridas, fue ahogándose entre su espesa y mala sangre, casi a punto de extinguirse su último aliento, apareció frente a él la imagen de ella, de su Ángel, y hecho una masa que sangraba y drenaba podredumbre rompió aquel capullo.

Quedo expuesto a su obscuridad, quedo expuesta su carne, sus huesos, sus nervios pero sobre todo quedo expuesta su alma, su negra alma; camino hacia la salida de aquella mazmorra, la obscuridad le cubría, y no se distinguía su sangre de su carne, camino hasta respirar el aire de la madrugada, hasta que el hedor de su podredumbre quedo encerrado en aquella mazmorra, hasta que la ultima costra le termino de resbalar quedando atrás, quedando dentro de aquella prisión que tenia por refugio.

Sobre la noche brillaba la Luna, una Luna diferente a todas las Lunas pasadas, una Luna que sus ojos de bestia jamás habían visto, o era que sus ojos habían cambiado también.

Miro a la Luna y esta noche no le despertaba nostalgias ni melancolías, no le recordaba sus ausencias, no le abrillantaba las costras y cicatrices.

Esta noche la Luna le traía una luz diferente, un rostro en medio de ella le sonreía, un rostro que era el de su Ángel, un rostro que mencionaba su nombre, un rostro que le iluminaba solo a él, aunque fuera solo en ese momento una masa de carne y sangre, una alma obscura.

Fue entonces que la Luna escapo un suspiro con cuatro letras, y las cuatro letras le retumbaron a él en el alma, y su alma brillo.

Un pequeño punto de luz poco a poco iluminaba todo su interior, un destello de esperanza, de ternura, de esas cuatro letras se extendía dentro de él, volviéndose mas intensa la luz, iluminándolo de la misma manera en que en su sueño el roce de los labios de su Ángel le había iluminado su corazón, de la misma manera en que las heridas de su corazón en el sueño habían cerrado, así también de detenían las gotas de su sangre y se aferraban a su carne, y de la carne brotaba piel, piel sin marcas, piel sin costras, piel sin hedores, sin pus, piel viva, que cubría su carne viva, su alma viva y encendida, y su corazón, su corazón radiante con esas cuatro letras que tenían el nombre de ella, de su Ángel.

Se volvió una silueta de luz iluminada por dentro, una silueta de hombre y no de bestia, una silueta que latía, que vibraba, que había dejado de llorar por dentro.

Perdió el sentido y ya no supo mas, al abrir los ojos se encontraba en un bosque, un bosque mágico que conocía muy bien, pues muchas noches había visitado para llenarse de la magia que aquel bosque resguardaba.

La luz de la Luna aun iluminaba la obscuridad de las copas de los arboles, y dejaban pasar luz rayos hasta la yerba de aquel bosque, el se puso de pie y tambaleando dio unos pasos hasta acercarse al rio donde ya la magia del bosque cobraba vida, y en lugar de agua corrían cristales brillantes que al descomponer la luz de aquella mágica Luna despertaban a las aves de aquel bosque, y que con su canto dibujaban notas que florecían sobre la copas de los arboles, de los viejos arboles.

El aun refugiando en la sombra de esas copas se quedo contemplando aquella magia que tantas noches había visto, pero esta noche el aire le sabia diferente, encontraba un aroma a vida, un aroma a todo lo que hacía muchos años había dejado de sentir, a aquello que hacia muchas vidas había dejado de latirle dentro.

Tuvo miedo de aquella sensación, tuvo miedo de que fuera un sueño o una alucinación, pero llego el viento y sacudió las copas de los árboles para que un rayo de luz de Luna le iluminara su garra, y sorprendido se dio cuenta de que ya no era una garra, la luz le mostro una mano, una mano de hombre, de humano y no de bestia, miro iluminada su mano y quiso ver más, y salió de entre las sombras

Camino hacia aquel rio de cristales y se arrodillo, odiaba ver su reflejo, odiaba verse como lo que era, y lleno de miedo fue acercándose hacia aquellos cristales para enfrentar su miedo, su odio, y entonces descubrió su nueva realidad

El reflejo que aquellos cristales le mostraban era el de un humano y no la bestia que cada día veía, miro sus cejas, miro su nariz, toco con sus manos cada parte de su rostro completamente sorprendido, el asombro le estallo en lagrimas, lagrimas que no dolían al salir, lagrimas que no dejaban surcos sobre su rostro, su rostro de humano y no de bestia, se miro los brazos y las piernas re conoció cada parte de su cuerpo como humano, como hombre, como lo que muchas vidas atrás había dejado de ser, y entre sollozos y sonrisas se levanto, miro a su Luna y ella lo miro a él, y dentro del reflejo de las pupilas de aquel Ángel que aparecía sobre la Luna vio su reflejo como hombre y a su Luna sonreírle.

Inhalo fuertemente hasta que el aire le penetro por cada poro de su piel de hombre y sintió nueva aquella sensación de respirar, aquella sensación de sentirse vivo de nuevo, de sentirse humano.

Una lagrima de alegría se escapo de su ojo derecho, mientras miraba a su hermoso Ángel reflejado en la Luna y supo que había sido ella, que había sido por ella, que decidía ser de nuevo un hombre para poder amarla siendo digno de ella, sin cicatrices, sin heridas, sin vacios, y con un corazón que latía cuatro letras solo para ella, solo por ella, y era por ella que había decidido purgarse de su condena y salvarse.

Es cierto nadie puede salvar a nadie, y menos de uno mismo, pero por amor bien vale la pena rescatarse uno mismo y redimirse, para volver a nacer en un latido que cuatro letras le hagan a uno renacer.