LO QUE SOY

Puedes ver mis manchas en

octubre 19, 2011

A DESTIEMPO (treceava parte)

-Sabes, a veces también pienso que no me crees cuando te digo que te amo…

-¿cómo podría ser? Prácticamente todo sucedió muy rápido.

-Lo sé, pero he de confesarte que poco a poco, me hiciste sentir algo… es difícil explicarlo, una necesidad de darte algo, ¿afecto? ¿Cariño? ¿Amor? y no por lástima, como estoy segura que pensarás.

-Has aprendido a conocerme bien

-Si, eres fácil de descifrar, aunque es dificil quitarte todas las corazas que tienes, pero bueno, una noche, cuando me hablaste de esa parte de tu vida, sentí necesidad de darte algo y no por lastima, sino porque sentí que eras como yo. Había algo en ti que también yo tenía. Y algo despertó en mí… me gusto lo que provocaste esa noche, me gustaste cuando vi por primera vez tu rostro en aquella foto, me gustaste aún más cuando te vi en persona sentado en aquella fuente, mucho antes de que tuviera valor para acercarme, mucho antes de que tu amigo se fuera. Y todo lo que provocabas en mí, ¡dios! abrazas bien, tus abrazos transmiten tantas emociones. Por vez primera después de mucho tiempo volví a sentirme tan dichosa ¡como cuando tenía 8 años!, entre tus brazos dejaba de ser yo y me sentía una parte de ti. ¿Era verdad?, ¿en realidad yo podía hacer feliz a otra persona? era increíble que existiera esa persona, me encantaba que fueras tú ese alguien.

-A mi me encantaba ser ese alguien que pudiera demostrarte que podías ser feliz, que merecías ser feliz, pero sobre todo, ser ese alguien que te amaba.

-Gábriel, tu sabes que no creo en el amor a primera vista, sabes que me costaba mucho trabajo simplemente creer en el amor, creer, tan solo eso, creer. Yo me enamoré de ti antes de tenerte frente a mí, me enamore de lo que podía percibir a través de tus palabras, de lo poco que dejabas ver de ti mismo en tu fantasía, me enamore de lo que creabas y cuando te conocí simplemente confirme que no eras un sueño que tenia cada noche cuando descolgaba el teléfono para escucharte, que respirabas, que caminabas, que eras real. Así te amo, por lo que eres, porque estás, no conmigo, pero estás!, te amo porque eres como un niño pequeño, porque conoces el dolor y parece que entiendes el mío, te amo porque das, porque sientes, te amo porque siento que eres como yo.

-Estoy contigo, lo he estado desde la primera vez que llamaste por la madrugada, pero siento que me quede esperando un momento, y que fuera mi nombre el que latías, y no el de esos pasados que no pudieron ser, entiendo que tengas miedo, que hayas marcado limites por esos otros que te lastimaron, pero nunca me acerque a ti con la intención de lastimarte, nunca quise hacerte daño, y cada oportunidad que tuve para demostrártelo, lo hice, pero solo pedía que dejaras de ver tus pasados en mi, y me vieras sin el nombre o el rostro de uno de esos fantasmas que sigues guardando, quería volver realidad todos esos planes que teníamos, pero que fueran como sueños nuevos, y no solo opciones por si las cosas no te salían bien en otro lugar.

-Gábriel, tú crees que te amo por tratar de corresponderte, insistes en decir que eres “el premio de consolación”, ¡por Dios! Me duele que pienses eso, y mucho, pero sé que tuve la culpa, se que muchas veces me frene, y otras corrí, se que debí desesperarte al verme avanzar y después esconderme, y si, se que al principio temía que fueras a ser como cualquiera de esos fantasmas pero, jamás me había enamorado de alguien como lo estoy de ti, nunca había sentido tampoco esa correspondencia de afecto. Pero es imposible tratar de explicarlo con palabras, eso simplemente se siente y punto. Es obvio que no te hago sentir amado, mucho menos feliz. Y aquí podría darte la razón, porque siempre te lo dije Gábriel no sé amar, no sé amarte. ¿No te hago feliz, cierto?

-Lucía me haces feliz, como no creí poder serlo al lado de alguien, y menos al lado de alguien como tú.

-¿Qué pasa entonces Gábriel? ¿Qué nos está pasando? Extraño tus historias para hacerme dormir, extraño tus fantasías llegando a despertar las mías, extraño tantas cosas ahora Gábriel, ¿Qué nos está pasando?

-¿te hacían soñar aun?

-Siempre, incluso en esas noches en que no me las cuentas, o en que hablas de cosas que esconden tu pasado o esos secretos que no me compartes, que no me dejas tocar. Justo en este momento hay mucha melancolía en ti, como cuando se extraña a alguien amado. ¿Estas enamorado de alguien más? ¿Regreso Karla a tu vida? Aunque no lo digas se que ella te busca aun y sé que ella conoce cosas de ti que yo no. ¿Es ella? ¿Es por ella que estas así? ¿Estas enamorado?

-No, no es ella, o más bien, no es eso Lucía, sabes que el amor para mí no es así, sabes que es más grande.

-Gábriel tu estas enamorado de todos, hasta de los seres que solo existen en tus cuentos y todos, a su manera, corresponden a ese tipo de amor, si quieres llamarle así. Pero he concluido que yo no sé amar, te lo dije muchas noches, no conozco el amor, y mucho menos he sabido amarte, y no tengo felicidad que ofrecerte, así que he decidido alejarme de ti para aprender a hacerlo. Para aprender a ser feliz conmigo misma pues injustamente te confié mi felicidad como si fuera una misión en tu vida.

-Lucía, por favor no es así como pasan las cosas.

-Gábriel, me alejo sobre todo para amarme un poquito más, para aprender a verme como tú me ves, para dejar de creer que soy insignificante a tu lado, para dejar de sentirme incapaz de dar amor, para aprender eso muy tuyo que es no esperar nada a cambio de algo, para no pensarte con tristeza y desilusión, para tratar de recuperar un poco de lo que yo era antes de conocerte, tú lo llamaste conformismo pero justo ahora necesito un poco de ello, extraño mi tranquilidad, mi paz… extraño despertar por las mañanas pensando en cosas reales, extraño desbaratar mentalmente mi desorden mientras voy rumbo al consultorio, extraño llegar a casa quejándome de mi día, extraño, me extraño, y demasiado.

-Te lo dije muchas veces, tu mundo y mi mundo son muy diferentes, pero el trato era crear uno nuevo, uno en el que pudieras dejar de quejarte de tus cotidianidades, uno en el que no hubiera pucheros al despertar y que aun después de la ducha, siguieras soñando, te lo dije muchas veces Lucía, no puedo hacerle bien a nadie, y el amor en el que creo duele por falta de entendimiento, de ese razonamiento que tu usas para todo y que no existe dentro de mí, pero precisamente, sin razonarlo, sin pensarlo debes de saber que te amo, que pese a lo diferentes que somos me enamore de ti, desde antes de encontrarte me enamore de ti, y aunque no lo creas eres lo que jamás creí merecer para ser feliz, te amo por todo lo que eres, incluso por eso que no puedes ver aun, te amo con todo y tu racionalidad, con todo y esa forma tan calculadora de analizar cada paso que darás, amo tu agenda en la que de poco en poco fuiste llenado renglones de horarios con mi nombre, amo tus despistes selectivos que mañosamente hacen que olvides desayunar, amo llegar a tu consultorio antes de que llegues para dejarte el desayuno con la recepcionista, amo imaginar la cara que pones cuando pasa eso, amo que cuando te pregunto si crees en el amor, agaches la mirada y te quedes en silencio, porque así tengo nuevas oportunidades para enseñarte que es real, pero sobre todo, que si crees, amo todo de ti Lucía, de verdad te amo tal como eres y no me sentía tan feliz al lado de alguien como me siento contigo.

-No digas mas Gábriel, ya no digas mas, me has hecho muy feliz, no miento cuando te digo que hace años que mi corazón no latía de la forma que lo has hecho latir, me diste cuerda, me diste vida estos últimos meses a tu lado, gracias por atraer vida para mí. Gracias por los sueños, por haber sido mi sueño hecho realidad, por tus historias para hacerme dormir y que amo, por cada canción y cada poema que me dejas escuchar por la bocina y que me acercan cada noche a ti, para soñar contigo aunque no durmiera a tu lado, cada expresión tuya que me hacía caminar entre nubes rosas, por los besos y abrazos que hicieron sentirme viva, gracias por estos meses que me has dejado estar contigo y que me han hecho conocer que el amor es más grande de lo que había escuchado, gracias por todo, ¿puedo pedirte algo? No dejes de ser mi amigo, ahora no puedo verte como tal pero prometo que puedo hacerlo, así como Karla, también puedo aprender a quedarme a tu lado y verte como mi amigo. Sé que no tiene sentido lo que te estoy pidiendo, crees que es una contradicción ¿no? Lo que deseo es que me permitas ser tu amiga, algún día y por qué no, la más cercana, más que Karla. Ahora quiero liberarte del título de novio, no quiero que pienses en mí como la mujer que moriría por ti sino como la que moriría contigo.

Gábriel al escuchar esa última frase sintió un escalofrío recorrerle la espalda, y sintió miedo, miedo de estar viviendo lo que estaba viviendo en ese momento, y un par de días atrás, era cierto, Gábriel había visto a Karla, pero no porque ella regresara a su vida buscando continuar la historia que él se negó a continuar escribiendo, si Lucía creía que no sabía amar, Karla ni siquiera había tenido el valor para intentarlo, para ella Gábriel había sido un juego, pero la complicidad que había gracias a ese juego habían hecho que fuera Gábriel quien la buscara en lugar de acercarse a Lucía, no porque no le tuviera confianza a Lucía, más bien porque no quería que ella lo viera con tanto miedo encima.

Karla podía ofrecer muchas cosas a cualquier persona, pero algo que no ofrecía, era lastima, y Gábriel en aquellos momentos necesitaba esa frivolidad con que Karla se movía, con que ella se comportaba, necesitaba que no lo miraran con condescendencia, necesitaba no ver miedo ni tristeza en los ojos de quien lo viera, y pensaba que Lucía al saber lo que pasaba, tendría miedo, y sentiría tristeza, y no quería hacerla sentir nada de eso, no quería que ella pasara por todo eso, bastante miedo y tristeza tenia él.

En aquel momento en que Lucía soltó esa última frase Gábriel supo que estaba perdiendo todo, su vida, su amor y todas las vidas que había esperado para mirarse en los ojos de ella, y todas las vidas que había guardado en su pecho, para vivir al lado de ella, los planes de futuros que creaba al lado de Lucía, las ilusiones de nuevos horizontes, de nuevos mañanas, todo lo comenzaba a perder, la única persona con la que él había imaginado un mañana, se iba, la tenía que dejar ir, porque no podía hacerla vivir lo que Gábriel estaba viviendo en esos días.

-Gábriel, necesito encontrar equilibrio no pretendo olvidarme de ti, eso no podré hacerlo. Pienso en ti con solo mirar la Luna. ¿Sabías que ella y yo manteníamos un romance desde hace mucho tiempo? Cuando te conocí descubrí que la Luna te ama más a ti. Muero de celos, prefiero verte realmente feliz al lado de Karla o alguien más, alguien mejor que ella, pero muy bonita, que sea además la mujer que pueda hacerte inmensamente dichoso. Hoy no me lo digas, hoy no me digas que te has enamorado de otra mucho más de lo que alguna vez creíste estarlo de mí porque lloraré. Lloraré toda la noche y el día siguiente y el siguiente, ¿cuántos días son suficientes para guardar luto? ¿Un mes? ¿Dos? Probablemente después podrás decírmelo, y te odiaré, también odiaré mi vida porque si fuera justa, sería yo quién caminaría tomada de tu mano sin complejos ni temores. Nos odiaría menos de un par de semanas porque no soy rencorosa. Cuando eso suceda me habré resignado a oírte hablar de ella y de lo feliz que eres a su lado. Y te amaré, con un latido escondido en el bolsillo, por el resto de mi existencia o hasta que olvide recordar.

Quería contarle todo en ese momento, quería decirle lo que pasaba, desmoronarme en sus brazos y confesarle que tenía miedo, que tenía mucho miedo, que no quería morir, quería contarle todo, quería llorarle todo, pero sabía que no era justo, sabía que no podía hacerla pasar por todo aquello que me espera, sabía que no era justo lastimarla con mis dolores, con mi miedo, con la muerte de todas nuestras vidas juntos, hasta las que aun no vivíamos, sabía que no quería hacerla pasar por todo eso, ni yo quería pasar por todo eso, quería contarle todo, quería gritarle todo, quería llorarle todo, pero sobre todo, quería decirle que la amaba, como solo a ella podía llegar a amar, como jamás creí que merecería amar y sentirme amado, que la única persona con la que quisiera morir era ella, quería decirle todo, pero las lagrimas que comenzaron a salir de mis ojos me impidieron hablar.

-no llores Gábriel, mira que yo no lloro, no porque no tenga ganas, pero no quiero que me recuerdes así, llorando, no llores Gábriel, es lo mejor para los dos, además, ¿recuerdas que cuando te hablaba de alguna persona que había amado, me decías que había historias que no tenían final, que solo eran pequeñas pausas para crecer y que después, quizás, nos volveríamos a encontrar? ¿Recuerdas eso? Pues ahora debes de tener más fe en eso, y pensemos que solo es una pausa, que sin que tú ni yo lo sepamos, la vida nos tiene deparadas nuevas mañanas, juntos, nuevas noches, nuevas sonrisas, y aun juntos, anda Gábriel no llores, que me haces sentir mal, ya lo decidí y no quiero arrepentirme ahora, en serio es lo mejor para los dos, y dijiste que respetarías siempre mis decisiones, así que deja de llorar y dime adiós, para que pueda seguir creyendo que siempre me dijiste la verdad, y que respetas mi decisión, aunque duela, aunque no la entiendas, pero ni yo la entiendo, y también a mi me duele.

-no quiero decirte adiós, no puedo decirte adiós Lucía.

-por favor Gábriel, necesito dejar de sentirme así, necesito estar en paz, necesito…

Algunas veces amamos tanto a alguien que no quisiéramos nunca verle con dolor encima, algunas veces amamos tanto a una persona que desearíamos que todos sus días despertara con sonrisas en el rostro, algunas veces amamos tanto, pero tanto a una persona, que no quisiéramos nunca hacerla sufrir, ni siquiera por algo que nos pase a nosotros, y es que todo aquel que ha amado, sabe que al amar se comparte todo, al amar uno siente lo que la otra persona siente, si esa persona esta triste, sentimos esa tristeza, si esa persona es feliz, sentimos esa felicidad, Gábriel amaba a Lucía de esa manera, desde que se habían encontrado él había buscado la manera de apagarle las tristezas a Lucía, y de encenderle en su vida una luz en que ella tenía poca fe, pero a cada momento que pasaban juntos, él se encargaba de alimentar sea flamita, y poco a poco Lucía fue defendiendo ese brillo dentro de ella, incluso hasta de ella misma, de sus pasados, de sus complejos.

Lucía y Gábriel habían conseguido hacer un puente entre sus mundos, entre sus vidas, cada uno de ellos tumbo los muros tras los que se escondían por separado, y que los alejaban, siempre hubo algo presente entre ellos, algo que sin que lo pudieran percibir iba creciéndoles dentro, ese algo que les hacia sonreír cuando un ligero detalle en sus cotidianidades les hacia recordar uno al otro, las llaves de casa, un cajón en la oficina, un roce del viento en mitad de la calle mientras esperaban la luz verde, se hacían presentes, uno en la vida del otro, aun estando lejos, aun sin estar juntos, se encontraban en esos detalles que formaban ese puente entre sus vidas.

Poco a poco fueron extrañándose, fueron volviéndose una razón para sonreír, o para hacer a un lado las cosas que pesaban de sus días, se fueron rescatando sin saberlo, si algo salía mal en sus días, bastaba recordar que existía el otro para que las cosas se vieran mejor, por las noches Gábriel esperaba a que Lucía regresara del consultorio para que tomara el teléfono y le contara de su día, había aprendido a reconocer su estado de ánimo por el tono de su voz, entonces, si algo estaba mal, antes de que Lucía le contara lo que pasaba, Gábriel hacia algo, o decía algo, le contaba algún cuento, le describía algún rincón salpicado de color, eso hacía que la flamita que ella tenía dentro, brillara un poco más fuerte, Lucía suspiraba, y al exhalar el aire, dejaba escapar todo el tedio y la pesadez de aquel día, entonces más tranquila le contaba a Gábriel lo que había salido mal.

Era fácil hacer sonreír a Lucía, pero más que nada era adictivo, ella escondía en sus labios, millones de maneras de sonreír, y todas le resultaban a Gábriel hermosas, conocía varias, pero también muchas de esas sonrisas que Lucía tenia, Gábriel las veía por primera vez, razón por la cual cada sonrisa que ella le regalaba, era como si fuera la primera, y bastaba eso, tan solo eso, para que Gábriel encontrara una nueva sonrisa que amar de ella, y un detalle nuevo de Lucía, que lo enamoraban, si pudiera decirse, un poco más.

Cuando uno ama, cada mirada es nueva, cada sonrisa, cada mueca, cada puchero, cada ceño fruncido es nuevo, Gábriel así veía a Lucía, y cada momento que pasaba a su lado era algo nuevo, era algo hermoso que le hacía sentir la felicidad que no pensó poder llegar a conocer, desde la primera vez que escucho su voz en el teléfono, sintió esa necesidad de hacerla sonreír, por ella, y por él, porque a él le gustaba su sonrisa, verla, escucharla, e imaginarla, Lucía tardo un poco más en darse cuenta de que le gustaba regalarle sus sonrisas a Gábriel, ponerle una etiqueta con su nombre en la comisura del labio izquierdo, para que no se confundiera y supiera que esa sonrisa era para él, no hay nada mejor que se le pueda regalar a quien se ama que una sonrisa, y Lucía le regalaba todas sus sonrisas a Gábriel, no hay nada que exprese mejor cuanto uno ama a alguien que despertarle una sonrisa, y a Gábriel le encantaba despertarle sonrisas a Lucía, cuando no había razón, cuando había razón, cuando caminaban por la tarde bajo lluvias de ocre, cuando sentados en alguna banca en un parque, un puchero y una lagrima por su pasado se dibujaban en el rostro de Lucía, en cualquier momento él encontraba una oportunidad de despertarle una sonrisa a Lucía.

Gábriel amaba ver sonreír a Lucía, descubrirle nuevas sonrisas, y volver a ver algunas que sin ser repetidas, le seguían pareciendo hermosas, amaba verla sonreír, amaba verla feliz, tanto, que no podía contarle a ella lo que pasaba ahora en sus días, y que le hacían alejarse, y que le habían hecho acercarse a Karla, y que le hacían, como consecuencia de todo eso, tener que decirle adiós a Lucía, porque la amaba, porque no quería verla triste, porque no quería verla preocupada ni con miedo, porque lo que más quería Gábriel, era hacerla feliz, y la amaba tanto, que sabía que en esos momentos, él no podía hacerla feliz y tenía que dejarla ir.

-está bien Lucía, también creo que es lo mejor en este momento, pero quiero pedirte un favor antes de que te vayas, bueno, es más bien una promesa que quisiera que hicieras.

-no puedo prometerte nada en este momento Gábriel.

-lo sé, y lo entiendo, pero aun así, espero que puedas cumplirla un día, quiero que me prometas, que pese a este adiós, que pese a estos últimos días, y que pase lo que pase, nunca dudes que te amo, que te ame, es lo único que quiero que hagas, o que no hagas mas bien, no dudes nunca, nunca, que te amo.

octubre 15, 2011

A DESTIEMPO (doceava parte)



-pero pensaba en ti Gábriel, era en ti en quien pensaba

-pero a mí no me sirve eso, no me sirve que sea en mi en quien piensas cuando besas a alguien más, no me sirve que sea a mí a quien extrañas cuando te abrazan ellos, no me sirve que sea yo quien espera de ti uno de esos momentos que gastas con todos ellos, no me sirve Karla, no me sirve que sea yo quien te ame, mientras tú dices amarme, cuando amas a cualquier otro.

-pero Gábriel, hace mucho que ya no estás, que ya no estás ni contigo, ni con nadie, hace tiempo que dejaste de ser tu, después de Lucía dejaste de ser tu, y es cierto, te juro que es cierto, pienso en ti cuando estoy con alguien más, pero últimamente, así como te extraño cuando estoy con ellos, también te extraño cuando estoy contigo.

-son cosas muy diferentes Karla, lo que paso con Lucía es muy diferente, así que no lo menciones por favor y tú siempre preferiste estar con alguien más, que quedarte conmigo, pero sabes que no te lo reprocho, tú sabes que entendí, siempre, el lugar que ocupaba yo en tu mundo, si te he buscado estos días, no es para recibir las dadivas de lo que te sobra, de aquello que les das a ellos, si me acerque a ti, es porque pese a todo, creo que la única persona que me conoce bien, eres tú, me conoces tan bien, que gracias a ti supe lo que yo valía para alguien.

-¿Por qué me dices eso ahora? ¿No ves que me duele recordar que te lastime tanto? ¿No me has perdonado nada verdad? Creí que lo habías hecho, de verdad lo creí cuando me buscaste lleno de miedo, cuando me dejaste acompañarte, cuando me dejaste estar a tu lado, cuando ni siquiera Lucía lo estaba, de verdad creí que me habías perdonado, pero creo que me equivoque.

-no me refiero a eso, y Karla, sabes bien que no tengo nada que perdonarte, al contrario, me enseñaste a abrir los ojos, me enseñaste lo que soy, lo que valgo, me enseñaste a ver la realidad y a ser fuerte, quizás no fue la mejor manera de aprenderlo, pero hay cosas que solo se aprenden con la caída, y contigo caí hasta donde jamás creí que podía caer, y me viste caer, pero también sé que no lo hiciste deseando lastimarme, simplemente es tu manera de ser, fría, cruel, insensible, por eso te busque cuando todo comenzó a estar mal, cuando llego el miedo, cuando mi mundo comenzó a desmoronarse, porque lo que menos necesitaba era la lastima de los demás, porque sabes que nunca me gusto ser tratado con lastima, con compasión, como si fuera un perrito que se queda bajo la lluvia esperando que alguien le quiera abrir la puerta y le de cobijo, no quería eso, no quiero eso, y por cómo eres tú, se que la única persona que no me ofrecería lastima eres tú, jamás me verías como si necesitara ser salvado, como si necesitara ser curado, no me ofrecerías redención, ni me ofrecerías olvido, no me ofrecerías nada, y ahora no necesito nada, solo que me dejen estar, que me dejen ser, aunque sea así, como tú dices que me he vuelto, ausente, y la única persona con quien puedo estar así, sin que me lo reproche eres tú, ¿me equivoco?


-la verdad si, te equivocas en muchas cosas Gábriel, has estado equivocado en muchas cosas, y creo que yo también me equivoque contigo, pensé que podías ver todo de mi, pensé que me conocías mejor de lo que yo me conocía, pero creo que no es así, es cierto, puedo ser fría, cruel, insensible, puedo ser la lacra que todos conocen, la tipa que le vale madres que le manoseen bajo la falda, que no pide nada a cambio, puedo ser esa promiscua que todo mundo cree que soy, que no le importa siquiera que se despidan después de un revolcón, puede ser que nunca haya sido como tú Gábriel, que nunca haya buscado en un beso, más que un beso, que nunca haya buscado en una caricia, eso que tú me hacías sentir, pero si no soy así, si nunca pude ser así, como tú me enseñabas que podía ser, era por miedo, por cobardía, y por eso, por dejar que el miedo fuera más fuerte, yo me tengo lastima, y no sabes cuanta Gábriel.



La primera vez que Karla y Gábriel se encontraron, ella vio en él, algo que hizo que se acercara, de manera poco común, pero la impulsividad de Karla había hecho ese encuentro posible, Gábriel en aquellas noches no entendía que hacia ella a su lado, porque lo dejaba estar, porque lo dejaba acompañarla, porque lo dejaba descubrirla, pero estaba a su lado, y la acompañaba y la fue descubriendo, Karla no entendía porque a su lado se sentía capaz de ser ella, como nunca lo había sido con nadie más, Gábriel no entendía porque ella lo dejaba verla como a nadie le permitía, no entendía porque ella se desnudaba hasta de ese disfraz de femme fatal que ella usaba, no entendía porque ella se abría con él y le mostraba lo que había debajo, lo que nadie mas había visto, tampoco entendía eso, porque nadie más la había visto así, porque nadie más se había interesado en mirar mas allá de su piel, de su ropa, de sus modales, de su risa escandalosa y su andar vulgar, no lo entendía, pero se sentía dichoso por ser testigo de todo eso que Karla le dejaba conocer de ella.


Habían pasado muchas vidas perdiéndose y encontrándose, al principio todos aquellos encuentros eran insignificantes, pero la confianza fue creciendo entre ellos, y fueron volviéndose cotidianos sus encuentros, Karla encontraba en Gábriel un refugio donde podía sacudirse el humo y la pesadez de sus pasados, Gábriel encontraba en Karla a alguien que incluso ella misma desconocía, pasaron muchas vidas, pasaron muchas cosas, uno y otro fueron existiendo en un mismo tiempo sin preocuparse por el apresurado andar del mundo, sin importar las diferencias entre sus mundos, juntos, comenzaron a crear un universo diferente lleno de posibilidades, donde pudieran estar, simplemente estar, uno al lado del otro.


Habían crecido juntos, en muchos sentidos, habían crecido, superaron miedos y superaron sus propios complejos, hicieron a un lado los remordimientos y culpas que cargaban por sus pasados, porque al mirarse en los ojos del otro, se daban cuenta de que eran vistos sin tanta carga, sin tanto peso, a final de cuentas, cuando hay un latido palpitando dentro de uno, uno suele ver a la otra persona de esa manera, no miras sus culpas, no miras los errores que pudo cometer, no miras sus fallas, simplemente le miras, y amas todo lo que ves, porque es parte de esa persona, porque hasta esos errores, esos detalles poco brillantes, han hecho a la persona que se ama, lo que es, lo que uno ama.


Así Karla y Gábriel habían crecido, después de muchas vidas, después de muchas noches, después de muchos después, ellos dos habían superado sus propios temores y los que la vida con su apresurado andar va creando, muchas veces uno al otro se preguntaban que hacían juntos, que veía uno en los ojos del otro, nunca encontraban una respuesta clara, nunca resolvían el enigma que significaba estar juntos, en parte porque la pregunta no nacía de dentro de ellos, no, la pregunta llegaba de la voz del otro, porque Karla nunca se preguntaba que hacia ella al lado de Gábriel, ni Gábriel se preguntaba que hacia al lado de Karla, no, no hacían eso, no preguntaban eso, lo que cuestionaban, por su parte Karla, ¿qué hacia Gábriel a su lado?, y por parte de Gábriel, ¿qué hacia Karla a su lado?


Cuando estaban lejos, los reflejos mostraban tan poco, era tan poco lo que Karla miraba en el espejo, cuando estaba lejos de Gábriel, y Gábriel, ni siquiera toleraba su reflejo si no estaba la imagen de Karla a su lado, pero juntos, juntos se sentían más grandes, juntos sentían y vivían ese intercambio de roles que uno pasa cuando está en pareja, ese ser maestro y aprendiz, ese sentirse pequeño y ese sentirse enorme dependiendo de las circunstancias, ese complementarse, ese ser el equilibrio en la balanza cuando de un extremo pesan más las cosas, o son más ligeras, Karla y Gábriel aprendieron a complementarse, aprendieron a ser cómplices, a ser libres uno al lado del otro, poder ser ellos, sin miedos, sin culpas, sin traumas, sin heridas que siguieran abiertas, sin la pesadez del tiempo, del de ellos, y el del mundo.


Pasaron muchas vidas juntos, pasaron muchas noches, pasaron muchos latidos, latidos que fueron creciendo en silencio, o así parecía ser, latidos que llegaron sin previo aviso, porque las diferencias que había entre ellos, en cualquier vida, no daban buenas probabilidades a encuentros, pero ellos se encontraron, ellos se reconocieron, sin saber cómo, y sin saber porque, se vieron, una noche afuera de una cafetería de veinticuatro horas.


A veces sucede que las probabilidades no se equivocan, algunas veces sucede que aciertan y más cuando el bichito más persistente dentro de uno, es el miedo, y aunque algunas veces parecía que sus latidos conseguían anestesiar al bicho y ponerlo a dormir, otras veces el bicho despertaba gritando que estaba vivo, carcomiéndoles las entrañas, y el miedo les alcanzaba hasta hacerles temblar las piernas.


A final de cuentas amar da miedo, siempre da miedo encontrar el amor despertando dentro de uno, y también da miedo cuando le vemos despertar en otra persona, gritando nuestro nombre, es inevitable, amar da miedo, y que a uno lo amen, también, y eso era lo que más miedo le daba a Karla, si Karla era complaciente con muchas personas, era por miedo a defraudarlas y que se alejaran de ella por eso, ella misma se sentía decepcionada de ella, muchas veces tomaba decisiones más que por sentirse bien con ella, por hacer sentir bien a alguien más, sentía que tenía que decir a todo que si, para que la gente no se alejara de ella, si a algo le tenía miedo Karla era a la soledad, por eso complacía siempre a quien la acompañara, sin importar si las cosas que hacia le gustaban o no, solo se trataba de conservar la compañía, a cualquier precio, conservar la compañía.


Algunas noches despertaba de madrugada por el miedo de encontrarse sin Gábriel, pensaba que un día él se aburriría de ella, de estar a su lado, pensaba que un día Gábriel abriría los ojos y la vería como ella se veía a sí misma, tenía miedo de defraudarlo, de verlo despierto pensando qué diablos hacia con ella, así que despertaba de madrugada espantada, no le decía nada de lo que sentía a Gábriel, solo preguntaba la hora, él le respondía y le pedía que volviera a dormir, ella se estiraba, se repegaba a él, y cerraba los ojos, instantes después sentía los labios de Gábriel en su frente, y escuchaba cuatro letras que la hacían soñar, aunque durante el día esas cuatro letras le llenaran de miedo.

-¿Qué hora es?

-no sé, deben de ser como las cuatro y media, vuelve a dormir, aun es temprano

-tengo que llegar temprano al trabajo, tengo junta en la oficina, si te quedas despierto ¿me puedes despertar a las cinco?

-sabes que no duermo cuando me quedo contigo, anda duérmete que yo te despierto a las cinco ¿quieres que te prepare algo de tu ropa?

-no, ya tengo todo listo, solo despiértame, sabes que me cuesta trabajo despertar cuando estoy contigo.

-no sé porque, de verdad nunca he entendido porque no duermes igual cuando no estoy aquí, pero bueno, un día lo averiguaremos, duerme ya, yo te despierto a las cinco.


Karla dio un pequeño estirón, se repego a Gábriel y lo abrazo mientras sus ojos estaban aun cerrados y una sonrisa en el rostro iluminaba aquella habitación, Gábriel beso su cabeza y susurro “te amo”, pero Karla ya estaba dormida y no lo escucho, esa fue la primera vez que Gábriel susurro un te amo con la luz que irradiaba la sonrisa de Karla al dormir, pero también fue la primera vez que ella no lo escucho, y después hubieron muchas primeras veces, y en ninguna de esas veces, ella lo pudo escuchar.

-¿Qué hora es?

-son casi las seis

-¿te irás?

-sí, tengo que irme

- No te vayas, por favor quédate, quédate esta vez, no tienes que irte, esta vez quédate.

-no tiene caso que me quede, da lo mismo si me voy o me quedo, las cosas no pueden cambiar Karla, y no tiene sentido que me quede.

-te necesito, ¿no lo entiendes? Sé que he hecho cosas que te han lastimado, pero eres lo único bueno en mi vida, solo contigo me siento diferente, solo cuando tú me acompañas dejo de tener miedo, solo cuando se que estas tu, vale la pena regresar, y pese a todo he regresado Gábriel, sabes que siempre regreso.

-a mi no me sirve que regreses Karla, sería mejor que no tuvieras que irte, sería mejor que no sintieras esa necesidad de irte, que fuera más grande lo que dices que encuentras a mi lado, que aquello que extrañas de otros y que te hace falta conmigo, tu no me necesitas, necesitas a todos, necesitas los brazos de otros, los besos de otros, las miradas de otros, necesitas sexo con otros, más que hacer el amor conmigo, a mí, a mi no me necesitas Karla, nunca me necesitaste.

-no es así Gábriel, las cosas no son así…

-claro que es así Karla, siempre ha sido así, siempre te hicieron falta cosas a mi lado, siempre fue voltear a verme con las manos vacías de aquello que necesitabas, escucharte hablar de otros, escucharte lo que extrañabas de ellos, escucharte cuando tenias ganas de ellos, escuchar que me contaras las cosas que hacías con ellos, escucharte con el brillo en los ojos cuando les mencionabas, cuando hablabas de sus besos, de sus caricias, escucharte y mirarte así, en brazos de otros, aunque yo estuviera a tu lado. Tengo que confesarte que los admiraba, pese a lo patanes que eran, los admiraba, porque les veía enormes, pensaba “que grandes deben de ser, que sin estar a su lado, ella sigue sintiéndoles en la piel”, de verdad los admiraba Karla, a cualquiera de ellos, y hubiera dado todo por ser un poco de ellos, y que por un momento, me llevaras a tu lado aunque estuviera lejos de ti, pero al final, no puedo ser como ellos, no fui nunca tan grande como ellos, no tuve nada de lo que ellos podían ofrecerte, no me necesitas Karla, a mi no me necesitaste nunca.

-te equivocas Gábriel, de verdad te necesito, me haces falta cuando estoy con ellos, pienso en ti cuando estoy a su lado, y ninguno de ellos me puede dar lo que tú me das… ninguno de ellos me hace sentir que son posibles las cuatro letras que me dices cuando duermo contigo, ninguno de ellos me dice “te amo” para hacerme soñar.


Cada que le decía te amo a Karla, ella parecía estar dormida, nunca me dijo nada, nunca me respondió, nunca hizo siquiera una mueca que me avisara que me había escuchado, y nunca tuve valor para decírselo despierta, me escuchaba decirle te amo, y nunca respondió, me escuchaba decirle te amo y aun así, se iba con otros, la amo, y ella a mí no.


-¿y porque carajos te largas con ellos?, ¿Por qué demonios no te quedaste conmigo? ¿Por qué si me escuchabas decirlo nunca respondiste? ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué prefieres irte con ellos? ¿Por qué son mas grandes ellos que yo? ¿Por qué mi amor no te basta?

-¡tenía miedo Gábriel, tengo miedo! , ¡Mírame! date cuenta de lo que soy, mírame como en verdad soy, no me mires como me ves, no me mires como me has visto sin razón, mírame como soy, como en realidad soy, date cuenta de que soy yo quien no vale nada, date cuenta de que soy yo quien es poca cosa, mírame Gábriel y perdóname por no ser mas para ti, perdóname por no encontrar nada bueno en mi, y ser una cobarde que prefiere seguir revolcándose en la misma mierda porque no se siente capaz de crecer, de ser algo bueno, no puedo quedarme contigo Gábriel, no porque no te corresponda, porque te juro Gábriel que esas cuatro letras que me dices al dormir, también las siento dentro de mí, pero mírame Gábriel, no valgo nada, no merezco esas cuatro letras, no de ti, no puedo, ni quiero hacerte más daño, no sé cómo no hacerte más daño.



¿Cómo puede decir que me ama si siempre se va con otros? ¿Cómo puede decir que lo siente, si prefiere ir a sentir los besos de otros? Karla no me ama, ella nunca lo podrá hacer, desde que regreso sobre sus huellas, le he aguantado mucho, pero la aguante por que la amo, la aguante creyendo que un día volvería a lo que fuimos, a ese ser solo ella y yo, a ese caminar juntos sin otros nombres, ella no me ama, no podría hacerlo, ella necesita más, y su miedo no es a lastimarme, su miedo es a no poder volver a cruzar esas puertas que siempre deja abiertas, su miedo es a no poder seguir abriendo puertas, el amor suele hacer que uno se olvide de las otras puertas, uno deja de buscar, porque lo que necesitaba, lo que buscaba, lo que merecía, todo, todo eso, lo encuentra al lado de la persona que ama, si Karla sintiera amor por mí, no tendría esa necesidad de estar abriendo puertas, no tendría que salir a buscar en otros lo que a mí me hace falta, Karla no me ama, nunca podrá hacerlo, y ya nos estamos haciendo mucho daño, ya no puedo aguantar más, ya no puedo quedarme más tiempo para saber si algún día pasaran las cosas, Karla no me ama y es mejor irme.

-tengo que irme Karla, tengo que irme.

-¿pero que no me escuchaste? No te vayas, por favor no te vayas así, enséñame a no hacerte daño, enséñame a no tener miedo, quédate por favor, no te vayas, te amo pero no se qué hacer, necesito que me enseñes que hacer, por favor Gábriel, no te vayas, quédate.

-tengo que irme Karla, ya nos hemos hecho mucho daño y ya no puedo más, ya no aguanto más, tengo que irme Karla.

-quédate Gábriel, por favor ¡quédate!…