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octubre 26, 2013

LA REDENCIÓN DE ÍCARO VII Sobre los abrazos de Ícaro










LA REDENCIÓN DE ÍCARO VII Sobre los abrazos de Ícaro
Ícaro se abrazaba a su memoria, porque su memoria le hablaba de sus alas, de sus vuelos, del viento y de los latidos, miraba todo de nuevo a través de los ojos de su memoria, ojos de hombre aunque no era hombre, ni humano, ni nada, Ícaro no era lo que escondían sus pupilas de hombre, él era nada, era recuerdo, era anhelo y espera, era deseo y la alegría de tiempos pasados que fueron latidos nuevos, era el viento y las piedras de las que se desprendía arena, era una hoja a punto de desprenderse de una rama en otoño, era las ramas vacías de cada árbol en invierno, y eran también sus manos vacías, sus alas desvaneciéndose y el recuerdo de cada noche que pudo volar, y también de cada amanecer cayendo, Ícaro se abrazaba a su memoria, y miraba a través de los ojos de su memoria que eran de hombre, aunque Ícaro ya había dejado de ser hombre…

octubre 13, 2013

LA REDENCIÓN DE ÍCARO VI Las mutaciones en soledad de Ícaro










LA REDENCIÓN DE ÍCARO VI Las mutaciones en soledad de Ícaro


Ícaro se desdibujaba a solas, se desvanecía como se desvanecían sus alas, en silencio, sin palabras, sin abrazos, sin latidos, sin colores, sin nombres, ni estrellas, Ícaro caía, una, dos, veinte veces, pero seguía volviéndose capullo esperando recuperar la fuerza de su espalda para sostener alas mas grandes, brazos mas fuertes para aprender a abrazar mejor, aunque sea al viento, aunque sea a él mismo, Ícaro mutaba, enterrado en la tierra como semilla, guardado en la yema de los dedos como caricia pendiente de nacer, como beso guardado a distancia en la comisura derecha de unos labios que esperan saliva para vivir, Ícaro se desdibujaba a solas y después regresaba al viento, a sus alas, a la vida…

octubre 06, 2013

LA REDENCIÓN DE ÍCARO III La mujer que amaba a Ícaro










LA REDENCIÓN DE ÍCARO III La mujer que amaba a Ícaro

La mujer que amaba a Ícaro aprendió a soñar con los ojos cerrados, aprendió a ser pálida por rencor contra el sol por derretirle las alas a Ícaro, aprendió a coronarse la cabeza con plumas, aprendió a amar al viento que acariciaba mas a Ícaro que las manos de ella, aprendió de silencios, de esperas, de paciencia, aprendió a pertenecerle a alguien que pertenecía al cielo, a las copas de los arboles, a las nubes, a todas las aves, a la nada, la mujer que amaba a Ícaro de vez en cuando abría un poco la boca para soltar una plegaria, pidiendo que Ícaro alcanzara las estrellas, que volara muy alto, que no cayera, pidiendo que regresara a su lado, pidiendo que se quedara con ella, pidiendo tener alas para alcanzarlo, pidiendo ser una pluma de sus alas, pidiendo un beso solamente, que le hiciera saber que su Ícaro había regresado, con las alas rotas de nuevo, pero a su lado…

LA REDENCIÓN DE ÍCARO IV El sueño de Ícaro









LA REDENCIÓN DE ÍCARO IV El sueño de Ícaro

Despertar a Ícaro no era fácil, porque el sueño no era sueño para él, o mas bien el dormir no era cerrar los ojos, el sueño era besar, abrazar, dejar caricias con latidos al hacer el amor, el sueño era navegar y naufragar, flotar sobre humedades saladas, espumas de suspiros, toda esa tranquilidad que da el océano, y después descansar, cerrar los ojos pero dejar abierto el corazón en cada poro, era no mirarlo varias noches sobre la tela, pero hablarle, no dejar de hablarle y esperar a que poco a poco quisiera irse asomando por la tela, entre el grafito y la pintura, entre el café y bocanadas de otoño…el sueño de Ícaro eran las noches despertando huellas donde anidaran latidos y galaxias nuevas sobre la espalda de quien amaba, que le hicieran entender el universo, aunque siguiera sin entender el milagro que era aquel sueño donde naufragaba...

LA REDENCIÓN DE ÍCARO V La memoria de Ícaro









LA REDENCIÓN DE ÍCARO V La memoria de Ícaro

La memoria de Ícaro se anidaba en el ombligo de una mujer, era el recorrido de todas las huellas que había dejado cada que soñaba, cada que naufragaba, eran los besos, eran los lunares y los pliegues, eran los labios sembrando latidos segundo a segundo, centímetro a centímetro, era detener el tiempo para repetir una y otra vez las noches a medio día, las tardes de madrugada, las manos entrelazadas, las sonrisas despertando del eco para volverse vida, estrellas naciendo entre los muros, la memoria de Ícaro avanzaba lenta, suave, pero dejando huellas tan profundas que servían para atar su corazón a cada recuerdo, a todos sus recuerdos… 

octubre 04, 2013

Mensaje dentro de una botella con un hilo de telaraña enredado en el corcho


…pero sin razón alguna, así, sin esperarlo, una tarde me encontré con una extraña telaraña en la entrada de aquella estación, una telaraña particular, porque no tenia nada de geometría en su tejido, mas bien parecía hecha al azar, sin preocupaciones sobre retoricas lineales o cosas así que las arañas deben de saber antes de comenzar a tejer sus perfectas líneas, un tipo que estaba sentado en un macetón me detuvo antes de que pudiera desprender los hilos de aquel tejido con mis manos, me explico que no era una telaraña cualquiera, que ni siquiera era una telaraña, porque ninguna araña había tejido aquel enredo, puse atención y me di cuenta de que el material de aquellos finísimos hilos no era común, que la textura de cada hilo era diferente al de el hilo de una araña, el tipo del macetón me conto que aquellos hilos se desprendían de los dedos de las personas cuando se despedían en la estación, pero no cuando eran despedidas cualquiera, no, esos hilos se producían cuando un latido acompañaba aquellas despedidas, entonces se formaban aquellos hilos, desprendiéndose de los dedos de las personas para adherirse a las espaldas en los abrazos, a los labios en los besos, o a las pestañas en las miradas que piden un momento mas antes de decir adiós, aquel tipo me conto que solo en algunos andenes se generaba aquel efecto, él no sabia porque, quizás la temperatura fría de algunos andenes interfería en la química de los latidos y entonces se solidificaban extendiéndose en forma de hilo de araña, algo así podría ser,  me conto también, que hace años en alguna ciudad alguien rebelo la existencia de uno de esos andenes particulares donde los latidos se volvían hilitos que formaban telarañas y la gente dejo de viajar en autos, las terminales y las estaciones de los trenes se saturaban de personas que se abrazaban y se separaban, que se besaban y se deslizaban suavemente las manos al despedirse solo para ver que tan fuertes podrían ser los latidos mirando la resistencia de aquellos hilos, entonces los viajes en aquella ciudad se volvieron cosa común, todo mundo quería viajar sin saber a donde, tan solo para poder poner un pie en algún anden y despedirse, aunque regresara a los pocos minutos para volver a despedirse y dejar sobre aquella estación un latido mas en forma de hilito, quizás lo que buscaban en realidad, era encontrar su hilo rojo…