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diciembre 09, 2009

BITACORA DE UN NOMO NAUFRAGO

BITACORA DE UN NOMO NAUFRAGO

Te he estado buscando sin encontrarte, he recorrido esta isla un millón de veces caminando siempre al lado de las huellas que mi pasado dejo, tratando de marcar siempre sobre el asfalto un nuevo par, de mis propias huellas, solo de mis huellas. Pero no llegas, y se bien que no llegaras, se bien que quizás navegas dentro de otro Mar.

Madrugada a madrugada voy a la playa y miro el horizonte buscando tu pequeño barquito salir de entre el Mar, pero no es así, no te veo, no te escucho, han pasado ya muchos años, han pasado así muchas madrugadas, muchas Lunas, en espera de ver sobre aquel horizonte tu pequeño barquito.

La otra noche te diré que pensé que eras tú, vi sobre el Mar un gran barco, esa noche había tormenta y el gran barco parecía estar zozobrando, quedo atorado en el arrecife que rodea la playa de esta isla, nade apresurado hacia los botes que bajaban de aquel gran barco, buscando desesperadamente tu rostro, había hombres, mujeres, de todas las edades, con rostros de distintos rasgos, nade entre los botes buscando tu rostro, nade entre los botes sin poder decir tu nombre.

La noche era muy clara, pues la Luna brillaba en lo alto como hacia muchas noches no brillaba. La tripulación de aquel gran barco se asusto al ver mi rostro bajo la luz de Luna, incluso no falto quien me golpeara con un remo creyendo que era un manatí asesino, quienes más gritaban eran las mujeres de aquel gran barco, -un monstruo, un monstruo. Gritaban una y otra vez, y algunas otras solo se quedaban en silencio trabadas del miedo, así que pude acercarme poco para buscarte en ese momento. Llegaron aquellos botes hasta la playa todos apurados pues yo nadaba detrás de ellos, buscándote, buscando tu rostro. Al salir del agua y dirigirme hacia ellos trate de hablarles y decirles que no era un monstruo, era un naufrago, un nomo naufrago.

Un poco ya menos horrorizados y después de que les encendí una fogata me contaron de donde venían y como a falta de un faro no habían visto la isla así que el gran barco se estrello en el arrecife de corales que rodeaba la isla, -¿pero como no se te ha ocurrido poner un faro? Deberías de hacer aunque sea una fogata para prevenir que otros barcos se estrellen, solo Dios sabe qué clase de monstruos viven en esta isla. Les explique que no había ninguna otra criatura, extrañamente a mi llegada los demás animales abandonaron la isla, los cangrejos subieron a los caparazones de las tortugas, los monos hicieron una balsita, y el hipopótamo se fue nadando. Así como muchos otros animales que no recuerdo ya. – ¿los monos se fueron en una balsa?, así que podremos salir de esta isla. Sin decir más se comenzaron a organizar esa noche para hacer varias balsas con las palmeras que había en aquella isla donde esperaba cada madrugada a que tu barquito apareciera flotando sobre el Mar.

Les ayude en lo que pude a construir sus balsitas, aunque casi siempre mi trabajo principal era estar lejos de aquella tripulación, así que me mandaban por lianas, me ponían a bajar cocos, y cosas que implicaran estar lejos de ellos, sobre todo de las mujeres que sin lugar a duda eran las más horrorizadas al verme. Pasaron así algunos días y noches también, de vez en cuando me mandaban hasta aquel gran barco a que descargara cosas que tenían y que necesitaban, mi contacto más directo era el capitán de aquella tripulación, él era el único con quien hablaba, decían que era un hombre muy valiente y que no le tenía miedo a nada.

Así que después de muchos días y noches también, por fin tenían doce balsitas de mediano tamaño y una muy pequeña, esa noche los tripulantes de aquel gran barco habían estado celebrando pues al amanecer saldrían por fin de aquella isla, el capitán se acerco y me dijo que después de haberles ayudado y de que como al parecer no era una bestia peligrosa, me ofrecía zarpar con ellos por la mañana, -hemos hecho doce balsas para la tripulación y los víveres, pero también hicimos una pequeña para que nos acompañes, entenderás que no es que te tengan miedo mis hombres y las mujeres, has demostrado que no eres un nomo peligroso, pero tu apariencia no ayudara mucho a evitar las nauseas y el mareo que da navegar, entonces puedes venir con nosotros si quieres aunque no te aseguro un buen recibimiento al llegar a tierra firme, así que ¿quieres acompañarnos?.

Lo pensé mucho en serio que lo pensé, pero al amanecer aquellas doce balsitas zarparon sin mí, dejaron la pequeña balsa por si algún día me decidía a zarpar, aun recuerdo aquellas balsitas llenas de personas que con el rostro lleno de alegría se alejaban de esta isla en donde cada madrugada espero que tu pequeño barquito aparezca sobre el Mar.

Esa noche desarme la balsita que me dejaron, y me senté a esperar tu pequeño barquito aparecer sobre el Mar, me dejaron cuatro cajas, una con café, una con tabaco y dos cajas de tazas.

Han pasado algunos días desde aquella madrugada en que doce balsas zarparon de la isla, me queda poco café, y menos tabaco, las tazas, las tazas ya se terminaron, pues cada madrugada lanzaba una taza al Mar con una nota escrita sobre corteza de palmera donde decía que te espero cada madrugada, en una isla que no quise dejar por miedo de que una madrugada fuera por fin a aparecer tu pequeño barco sobre el Mar, y al zozobrar no estuviera yo para sacarte del Mar y decirte que en esta isla hay un nomo naufrago que te espera cada madrugada sentado en la playa

1 comentario:

  1. que cáncer es la espera siniestra, una muerte eterna o la esperanza de vivir un día más..

    yo ni café ni tabaco, que desesperación tengo! haha.

    Un abrazo zombie, nomo! :)

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