LO QUE SOY

Puedes ver mis manchas en

noviembre 30, 2014

DE GALAXIAS QUE COLAPSAN Y LUNAS SIN COLOR

¿Recuerdas cuando todas las galaxias estallaron y se perdió el color de la Luna?, pues volverá a suceder un día, o una noche, no sé bien cuando, ya sabes que el tiempo no he aprendido a manejarlo, pero sé que pasara.
Eso le dijo él a ella mientras tomaba su mano cuando subían a la montaña donde cada tarde solían esperar a que la Luna asomara el rostro, en aquellos días el saberse juntos era lo único que importaba, aunque dentro de ellos el miedo a las despedidas seguía arrastrándose dejando surcos de vez en cuando al irse a dormir.
Yo los miraba de lejos, jamás tuve el valor para acercarme a ellos, verles amarse tan valientemente me intimidaba y respetaba demasiado los latidos que soltaban y con los que iban pintando nubes de color violeta, sin embargo a quienes se les cruzaban en el camino aquel derroche de colores parecía molestarles o insultarles, muchas veces vi acercárseles serpientes y reyes topos para cuestionar sus latidos, y las serpientes le rozaban a ella la nuca mientras susurraban dentro de su oído todo el veneno que sus glándulas drenaban.
-¿Por qué te deja ir cada noche? ¿Por qué no te habla de todo? ¿Por qué si tiene tantos colores en el bolsillo, no le pone a alguno tu nombre?
Ella por momentos se intoxicaba con aquel veneno, cuestionaba el porqué las manos pequeñas, el porqué la mirada ausente, el porqué los silencios y las despedidas temporales, cuestionaba cada latido, hasta que terminaba por cuestionar los suyos, ¿Por qué le espera cada mañana? ¿Por qué le toma la mano? ¿Por qué le cree si no es más que un nomo? ¿Por qué no puede volar como ella sueña volar? , y entonces le soltaba la mano a él, y miraba los pies de otros, miraba los labios delgados y rosados de príncipes varoniles y gallardos, miraba el calor que emanaban aquellos príncipes y sus brazos tan fuertes y protectores, miraba como volaban tan alto y jugaban con el sol sin que sus alas se derritieran, miraba a todos con las ganas que ya no ponía en los ojos de él.
Llegaban los reyes topos, con su astuta ceguera y tapándole los ojos le hablaban de todas aquellas cosas que estaba dejando de ver por seguir al lado de aquel tonto nomo, le hablaban de otros reyes, de el brillo del oro que cubría sus cabezas, de las reverencias que los súbditos les hacían y de lo bien que se sentía ser rey y pertenecer a aquel gremio de reyes y poderío.
Entonces ella volvía a mirarlo a él y veía sus desgastadas ropas, veía que nada pendía de su cabeza, que no tenía ningún poder sobre nada, que siempre hacia complicidad con todos para poder crear algún color en el cielo, que se juntaba con lacayos y criminales, que lo mismo le daba sentarse en una banca, que en la escalera más alta, que solo veía peldaños cuando se le ponía enfrente el altar de aquellos reyes, lo veía hablando con el viento para elevarla, lo veía hablando con las flores para hacerle coronas a ella, lo veía acariciando el mar, para mecerla por las noches y que soñara cosas bellas, lo veía tan pequeño y tan falto de poder, de riqueza, de gallardía, lo veía tan lejos de aquella imagen con la que hacía mucho tiempo soñó, la idea de pasar los días al lado de un príncipe terminaba empañándole los ojos cuando veía que estaba perdiendo los días al lado de un nomo.
Muchas veces cuando esto pasaba, él se daba cuenta, pues el viento descubría el rostro de ella para que pudieran verse los cristales de sal que le rodaban por las mejillas, entonces él dejaba de apretar su mano, y poco a poco le iba soltando, mientras las estrellas temblaban y las galaxias que habían construido comenzaban a colapsarse, a los pájaros se les caían las plumas, y el mar se hacía tan duro que la Luna no podía salir cada noche de su panza, era entonces que por miedo a que la Luna se ahogara él le sujetaba la mano de nuevo y angustiado por tanto polvo de estrellas que caía sobre las nubes le besaba, y era un beso lo que le regresaba a ella al lado de él, mientras todo el veneno de las serpientes y de los reyes topo caía convertido en pétalos azules bajo sus pies.
Una vez alguien me conto que una noche no fue así, y que todas las galaxias se perdieron, y se perdió el color de la Luna, pues una noche a ella le ganaron las ganas y le soltó la mano a él para correr al lado de un príncipe, una noche a ella le entro tan profundo el veneno que no hubo tiempo de sacarlo antes de que todo aquello se perdiera, una noche él simplemente dejo de ser para ella el latido más fuerte, y se volvió la nada para ella.
Después de aquella implosión de sus latidos, las cosas quedaron vacías por muchos años, se escondió el viento y la Luna dejo de menguar, el mar ya no hizo espuma, y las aves fueron devoradas por serpientes y reyes topos, que envidiosos por no poder volar, decidieron terminar con las alas de cualquier criatura para que nada surcara los cielos, intentaron hasta comerse las nubes, pero ningún árbol quiso crecer tanto para servirles de escalera a aquellas envidiosas criaturas.
Fueron días muy obscuros, y aunque no viví en aquel tiempo, la tristeza de las cosas que me narran aquel terrible momento, me hace saber que fue terrible aquello, y es que nunca vi a un pincel llorar tanto, ni a una hoja teñirse se naranja tan rápido, ni vi jamás al viento enfriarse tan rápido, ni a una piedra desmoronarse con un susurro de esa manera, así que ante tales narraciones uno no puede evitar creer que aquello fue terrible, que aquello debió de dolerle hasta las raíces a los arboles más grandes, pero hacia demasiado tiempo de aquello, habían pasado muchos inviernos desde entonces, y ahora aquel suceso tan trágico servía para que cada vez que a ella le comenzara a subir el veneno de las serpientes y de los reyes topos, él apretara su mano y con un beso le sacudiera el veneno de aquellas criaturas.
Sin embargo después de todo eso, el miedo había dejado una semilla en cada criatura de aquella tierra, y el miedo poco a poco despertaba con cada gotita de veneno, y por mas besos y latidos que él le pintara en el cielo, la semilla del miedo iba creciendo mas y mas, echando raíces en el corazón de ella y de él, a ella cada día le daba más miedo despertar y darse cuenta de que estaba desperdiciando sus días al lado de un nomo, cuando podía estar llenándose de riquezas y poder al lado de un príncipe, a él le daba miedo dejar de soñar para descubrir la realidad de que ella seria más feliz lejos de él, y los dos en un palpitar del miedo preferían quedar en silencio, sin decir nada, sin confesarse nada, ella comenzaba a esconder sus latidos para que él no los viera, esos latidos que a ella le hacían saber que había otros reinos, otros cielos, otros brazos y besos y otros, otros que no eran nomos.
Él se había dado cuenta de aquellos latidos escondidos y había decidido esconder sus lágrimas, y esconder su tristeza y esconder su enfado por ser tan solo un nomo y no aquellos príncipes con los que ella soñaba y deseaba tener al lado.
Ella abría ventanas cada noche para sentir el viento de otros lugares, de otras voces, de otros besos, él dejaba que los colores se secaran mucho antes de que pudieran teñir alguna nube para ella, ella contaba cada noche las plumas de sus alas considerando seriamente las distancias que podría recorrer si echara a volar al salir el sol, él contaba cada noche los pasos que la iban alejando de ella, ella sonreía mientras miraba a lo lejos nuevos horizontes donde el eco murmuraba su nombre, él se daba media vuelta tapándose los oídos para no ver ni escuchar que otras voces nombraban mas dulcemente el nombre de ella.
Aun así, a pesar de aquel miedo que crecía dentro de ellos, cada tarde se tomaban de la mano y subían la montaña para ver brillar la Luna y dibujar de nuevo los latidos que juntos iban creando, nuevas galaxias a las que algún día llegarían, nuevos colores que teñían de luz cada nube que jugaba insomne en sus sueños, nuevos días en que quizás el futuro se volviera presente y fueran memorables todos sus latidos y fueran más fuertes los corazones para que ningún miedo les lograra crecer dentro, e inmunes a cualquier veneno las sonrisas de ella jamás se volvieran cristales de sal.
Hace mucho tiempo que les miro subir a aquella montaña, algunas veces parece que les pesa más subirla, y otras veces apresurados les miro llegar a lo alto, como si algo les esperara en aquella cima, esta noche les veo débiles, y creo que se saben débiles, tan débiles que fue necesario que él le recordara a ella que un día todas las galaxias colapsaron y la luna perdió el color, aunque dudo mucho que recordar todo lo que se perdió, sirva para evitar que suceda de nuevo, dudo mucho que el miedo a perder lo que se tuvo, sirva para no perder lo que se tiene y una noche sin que lo esperemos, todas las galaxias vuelvan a colapsar y la Luna pierda el color para dejarnos de nuevo en completa obscuridad.

julio 21, 2014

MENSAJE DENTRO DE UNA BOTELLA QUE NAUFRAGABA SOBRE UNA NUBE EN FORMA DE FLOR

Cada ciento ocho años sucedía un evento indescriptible y asombroso, que aunque podía llegar a sorprender a varios, solo afectaba a dos. Por alguna extraña razón, y sin que hasta el momento gente estudiada pudiera explicarlo con certeza, una formación de nubes se creaba en el cielo, no era una formación común, nada de elefantes, ni de ositos de felpa, ni siquiera borregos brincando cercas, esta formación de nubes era particular, y solo podía ser vista en un lugar de la tierra a cierta hora y solo cada ciento ocho años, era una flor de seis pétalos y cada uno de los pétalos tenia forma de corazón, hasta el momento ningún científico, ni climatólogo, ni siquiera un ingeniero de patrones polinificadores, encontraba explicación para este fenómeno, durante ciento siete años muchos estudiaban aquel fenómeno sin encontrarle explicación, el año restante lo pasaban buscando en los cielos de todo el planeta el lugar donde aparecía aquella extraña formación de nubes. Este evento solo afectaba directamente a dos personas, que tampoco tenían explicación a esto, porque bien podrían ser cuatro o dieciséis o más, podrían verse afectados todos los que habían pasado los ciento siete años buscando explicación y también podrían verse afectados todos los que pasaban el año ciento ocho en espera de aquella aparición, pero no, solo afectaba a dos personas, dos que incluso desconocían aquel evento, dos que ni siquiera podían estar mirando al cielo, pero que sin duda alguna se veían afectados por aquella extraña formación de nubes.


Es muy difícil conocer a alguien que tenga un lunar en forma de flor, y más si parece ser una flor a la que le quitaron algunos pétalos, si bien podría parecer un crimen arrancarle los pétalos a una flor mientras se le hace la misma pregunta una y otra vez, como si se trata de un preso que es interrogado para sacarle una confesión de la que ya se conoce hasta la razón del crimen y sus cómplices, la fecha exacta y el lugar donde se encontrara el cadáver, sin embargo, pues es así algunas veces, y millones de flores son sometidas a interrogatorios para descubrir crímenes ya cometidos, pero encontrarse a alguien que tenga un lunar en forma de flor y que además, parezca que ya ha sido sometida a interrogatorios aquella flor, era algo inusual. Sin embargo, cada ciento ocho años aquella flor era completada, o más bien, los pétalos secuestrados eran regresados a su lugar de origen, a donde pertenecían, a donde hacían falta,  aquellos pétalos no solo completaban el rompecabezas de lunar que pasaba años sin ser terminado.
Cada ciento ocho años aquel lunar era completado, cuando en el cielo aparecía aquella extraña formación de nubes en forma de lunar de flor, bastaba que él la abrazara con todas sus fuerzas, que pasara sus brazos sobre su espalda, con tanta fuerza que aquellas manchas en su antebrazo se alinearan con las manchas en la espalda de ella, entonces, aquellas manchas en forma de lunar se completaban, aquel lunar en forma de flor volvía a tener todos sus pétalos completos, entonces se reconocían, entonces sabían que tenían que estar juntos, que habían nacido uno para el otro, que se habían hecho falta toda la vida, que sus vidas, hasta aquel abrazo después de ciento ocho años, les completaba, les hacía sonreír y les generaba la sensación de poderse elevar sobre las nubes, sobre una en particular, la que tenía forma de lunar en forma de flor, cada ciento ocho años se formaba aquella nube en el cielo, y se formaba en la tierra una historia entre dos, en alguna cafetería, en algún parque, en algún campo de girasoles o cerca de una alfombra de jacarandás, en cualquier lugar de la tierra podía estar pasando aquel evento que se dibujaba en el cielo cada ciento ocho años.

julio 11, 2014

DESVARIO INSOMNE 4

Tic tac, tic tac, me recuesto mas por el dolor de espalda que por sueño, Morfeo al parecer ha comenzado a caminar sobre mi cama, siento sus paso, sus firmes paso, sus lentos pasos, tan lentos como ese tic tac. Cierro los ojos esperando que por fin después de tantos días logre dormir, aunque sea un poco, aunque sea años.
Espero y espero, me doy vueltas tratando de acomodarme, pero mi cama parece botarme de un lado a otro, se me enredan las sabanas en las piernas y no me permiten moverme, termino por botarlas y quedar libre de su color rojo, acomodo la almohada, acomodo la espalda, acomodo mi alma, tratando desesperadamente de dormir. Sé que Morfeo esta aquí, se que camina sobre mi cama, pero al parecer solo ha venido a burlarse de mí, a sacarme de mis casillas y demostrarme que no soy su favorito, me retuerzo una y otra vez, como si con eso pudiera noquearme y conciliar al menos la inconsciencia de mi mente.
Todo es en vano y termino por levantarme de la cama, la luz azul de la pecera sigue creando sombras sobre los lienzos, sobre los muros, sobre mis manos, que han comenzado a temblar, de ansiedad, de desesperación, piden a gritos que tome el pincel, piden a gritos vaciarse sobre colores, sobre telas, sobre pieles.
Enciendo la lámpara y tomo la paleta lleno de furia, lleno de insolencia, de fuego que está quemando mis manos, solo así consigo calmar su temblor, me acerco al caballete y doy un sorbo a la taza de café que esta sobre la base, un café ya frío, un café ya desabrido, pero que me quita el sabor amargo de la derrota ante Morfeo, si no he de dormir, que así sea.
Comienzo a raspar el pincel sobre el lienzo, comienzo a sacar colores de entre el blanco que aun quedaba en la tela, no es poner más pintura, es rascar, cavar, desenterrar la pintura que la tela ha guardado, ir descubriendo ese secreto que guardaba y que me hacía saber que algo le faltaba al cuadro.
Poco a poco deja de escucharse la bomba de aire de la pecera y las burbujas que revientan en la superficie se van quedando en silencio para poder escuchar ese sonido que viene del pincel frotándose sobre la tela, no se escucha más que eso, no he encendido el estéreo ni la televisión, no se escucha más que ese sonido, retumba dentro de mí, retumba en mi cabeza, retumba en los muros. Froto el pincel en mis brazos para quitar el exceso de pintura el exceso de tela que de tanto arañón se va desgastando, sin embargo como si fuera una costra va cayendo y dejando ver una imagen perdida, escondida, una imagen que solo veo yo y los peces que asombrados se mantienen pegados al cristal esquivando las burbujas que inmóviles también flotan por toda la pecera.
Rasco y rasgo la tela del bastidor, rasco y rasgo mis brazos sobre los que limpio el pincel, así como con el lienzo, mi piel comienza a desprenderse, poco a poco, no hay dolor, no hay sangre, debajo de mi piel solo veo colores, solo veo aceites y solventes, humo y café. Se mancha mi playera, escurre aquel líquido mezcla de todo y de nada sobre mi brazo, hasta que comienza a gotear sobre el piso, cada gota provoca un estruendo que retumba los vidrios de la habitación, cada gota que cae al piso va abriendo un agujero multicolor.
Raspo y rasgo el pincel sobre la poca tela que queda del bastidor, al retirar el ultimo fragmento casi al mismo tiempo que las gotas de mi piel comienzan a retumbar los vidrios, suena la madera balsa como si se tronara, miro el piso con ese liquido perforándolo, me retiro un poco para ver la imagen que se descubre entre el marco que quedo del bastidor. Un paisaje sublime, como una ventana hacia otro mundo, hacia mi mundo.
Mi brazo no deja de escurrir aquella mezcla, coloco la otra mano ejerciendo presión para tratar de detener esa hemorragia multicolor, sin embargo aquella imagen que ha aparecido debajo de la tela que desprendí me tiene cautivado, miro un nomo montando un unicornio, un centauro seduciendo a una sirena, nubes de algodón de azúcar mientras una zarigüeya se balancea de la Luna que felizmente y en silencio emite una luz sonora. Miro manantiales brotando de montañas que parecen caderas femeninas, miro cascadas de cristales, arboles que caminan aventando flores que en el aire se convierten en mariposas, estoy atrapado en aquella visión, estoy sumergido entre el delirio insomne, entre un desvarío que a mi cordura ha asesinado.
Truena la madera balsa del bastidor, las grapas brincan y se clavan en el techo en el piso, con tanta fuerza que hacen brincar el cemento convertido en polvo por el impacto, truena la madera y se va estirando, se va extendiendo sobre el caballete, que no resiste el peso y se viene abajo, la mancha en el suelo se va extendiendo a la par, la imagen cada vez mas y mas muestra ese mundo mágico, ese mundo que siento mío, voltean los personajes que deambulan por aquel paisaje, rostros de tristeza, de soledad, de deseo, de amor, rostros de sentimientos que mediante pinturas fui dándoles cuerpo para hacerlos visibles, rostros de mis fantasmas, de los fantasmas de otros, de todos.
Mi Luna, tiene tantos rostros, es más de uno de aquellos personajes que se mueven por aquella escena, acaricia, se desliza entre las sombras, se cuelga del viento, flota sobre el Mar, se hunde, vuela, y una voltea a mirarme, se acerca hacia mí, se acerca y mira la madera que enmarca aquel cuadro, la acaricia y sonríe, me sonríe, se agacha y cruza su mano aquel mágico umbral, toma entre sus dedos un poco de aquel liquido que me escurrió de adentro de la piel, lo huele, lo acaricia entre sus dedos y me sonríe, estira la mano hacia mí, como si me invitara a sumergirme en aquel extraño portal.
Doy un paso hacia ella, estiro mi mano para alcanzarla, doy un paso, doy uno más y otro, ella me sonríe, pero va echándose hacia atrás, apresuradamente me abalanzo sobre aquel cuadro pero al tocarlo mi mano se estrella sobre la pintura, solo pintura, no siento la tela, no hay tela, solo pintura, espesa, que me presiona los dedos, tan espesa que solo mis dedos poco a poco pueden sumergirse en ella, doy un paso para estar más cerca de aquel rostro de mi Luna, suelto mi herida y con la otra mano acaricio aquel rostro de pintura, mi mano manchada por aquel liquido que brota de mi brazo y que a pesar de la presión me tiene ya humedecido el pantalón y gotea por mis tenis, y escurre y mancha el piso y se extiende, me voy vaciando, me estoy vaciando.
Mi Luna pega el rostro a mi mano, pero no consigo sentirla, es como acariciar a alguien atreves de un cristal, cierra los ojos, y pone su mano al frente, trato de tocarla pero no siento más que pintura, solo pintura.
Sumerjo mis dedos sobre la pintura, trato de meter más que solo mis dedos, trato, trato, empujo, recargo todo mi cuerpo sobre la pintura pero no puedo, solo entran mis dedos, comienzo a desesperarme, mi Luna lo sabe, mi Luna pare hacer lo mismo, trato y trato, se despega del frente y me mira con los ojos llenos de ansiedad que frota su mano al frente pero ya tampoco consigue atravesar aquella barrera invisible que hay entre mi mundo y esta realidad irreal, su mirada cambia y se vuelve triste, sus ojos dejan ver lagrimas, y no quiero verla llorar, estiro mis manos, para tratar de limpiar esas gotas que escurren por sus mejillas, no puedo cruzar, no puedo.
Mi Luna da un paso hacia atrás y se descubre el pecho con una mano, pone la otra mano sobre él y poco a poco mientras la separa va cruzando por su blanca piel un corazón trasparente, luminoso, lo toma con las dos manos, lo acerca a sus labios y lo besa, al tocarlo sus labios el corazón se llena de color, y de una imagen, extiende sus brazos hacia mí y veo la imagen con más claridad, es la imagen de mi corazón, es la imagen de mi alma, dentro del corazón de mi Luna.
Trato con mas desesperación sumergir mis dedos para poder alcanzarlo pero no puedo todo resulta en vano, desespero, trato de gritarle, de decir su nombre pero cada vez que abro la boca sale de mi garganta ese liquido que no deja de escurrir de mi brazo, esa mezcla de color de aceite, de solvente, de café, de humo, no controlo mi cuerpo ni lo que le está pasando, pero no tiene importancia resulta irrelevante ahora, pues mi único deseo es sentir aquel corazón que late pintando mi nombre en el aire, que late sonando notas, sonando a amor.
Desespero y comienzo golpear aquella barrera, la golpeo tan fuerte que salpica por toda la habitación el color, cada gota que se estrella sobre los muros retumba, y va cuarteando las paredes, desprende la pintura, desprende los clavos, desprende el yeso, el cemento, retumba y vibra todo, tiembla el suelo, golpeo una y otra vez y abro la boca y no sale ningún sonido, solo ese liquido que ya me tiene completamente empapado. Golpeo una y otra vez, todo se va desmoronando, menos aquel cuadro, menos mi Luna que me mira sonriendo ahora, desespero por no poder alcanzarla, se acerca el centauro, se acerca el unicornio con el nomo, y cada uno de los personajes que están dentro del cuadro, todos me miran y sonríen, todos me miran desesperado, contemplando como mis muros se derrumban como me lleno de aquel liquido, desespero tratando de sacar un grito, tratando de romper aquella barrera que me aleja de mi mundo, desespero, y comienzan a brotar lagrimas de mis ojos, lagrimas que arden, que parecen quemarme los ojos, me froto los ojos y no son lagrimas sigue siendo aquel liquido que hay dentro de mí, no entiendo nada, no entiendo lo que le paso a mi cuerpo, pero ya no importa mi cuerpo, ya no importa mi piel que ya no es piel, mi sangre que ya no es sangre mis lagrimas que no son más que un liquido multicolor.
Me alejo un poco del cuadro que abarca toda la pared, los veo a todos, mirándome, sonriéndome, se acerca el centauro a mi Luna y le da un reloj, mi Luna me mira sin perder esa sonrisa del rostro, extiende el reloj, un reloj extraño ,con 24 números, 24 números que flotan como las manecillas sobre un paisaje nocturno, la manecilla del segundero avanza tan lentamente que un segundo bien podría ser una hora, un día una eternidad, las otras manecillas giran vertiginosamente que apenas y se les alcanza a ver, aquel reloj pare pulsar ondas que distorsionan el aire, y van dejando una estela circular, se extienden hasta estrellarse sobre la superficie de aquella barrera invisible, haciendo que vibre todo el cuadro, las vibraciones toman más fuerza, las vibraciones van salpicando mas y mas gotas, las vibraciones van sonando con redobles, mas y mas fuerte, mas y mas rápido, todo se salpica, todo se va terminando de derrumbar, caen pedazos del techo, caen pedazos de muros, los muebles han sido devorados por las manchas, ya no hay nada dentro de estas cuatro paredes, ya no hay nada más que aquel cuadro que abarca todo un muro y yo que soy tan solo una mancha mas.
Los pedazos de cascajo que termina de caer del techo y los muros son absorbidos por la pintura, que ya no se distingue de entre mis fluidos, los muros ya no son muros, el suelo ya no es suelo, el techo muestra una mancha obscura, miro fijamente y comienzan a aparecer destellos de luz que parpadean y sueltan chispazos, que encienden mas y mas luces, en el centro se ve un halo de luz, de una luz transparente, pero que va formando un remolino de luces y colores, todo vibra, todo está en constante movimiento, en una armonía melodiosa, en un momento de paz, de sublime paz.
Miro a los espectadores que fijamente me contemplan sonriendo, con los ojos encendidos, mi Luna se acerca con el corazón entre las manos, en un movimiento sutil lo lanza al aire, vibra el corazón y brotan de él un par de alas enormes, demasiado grandes para un corazón de ese tamaño, revolotea dando vueltas por todo el cuadro, revolotea y pasa frente a mis personajes, revolotea y roza el agua, roza las copas de los arboles revolotea y se mantiene sobre la cabeza de mi Luna, entonces agita fuertemente sus enormes alas y se arroja al frente, cruza el cuadro salpicando una vez más toda la habitación que ya no es una habitación, cruza y comienza a revolotear por todos lados me roza el rostro con sus alas, que tienen unas plumas tan filosas que me van cortando lo poco que quedaba de mi piel, cruza una y otra vez de extremo a extremo, comienza a volar en círculos sobre mi cabeza y tan rápido que mi cabello se vuelve una maraña entre mi rostro, gira tan rápido, vuela tan rápido, se va elevando mas y mas alto hasta que de un brinco se embarra en aquel halo de luz que pintaba remolinos sobre el techo, queda flotando mientras su color rojizo se va perdiendo hasta quedarse blanco, brillando, destellando luz, radiante luz, comienza a caer sobre mí una lluvia de chispitas color ámbar, cada chispita me hace cosquillas al tocarme, y no dejan de brillar sobre mí, me cubren por completo volviéndome por un momento una mancha de luz, comienzan a vibrar aquellas chispitas tanto que me hacen sentir como si me estuvieran picando con alfileres, vibran y vibran tan rápido que comienzan a penetrarme hasta que su luz de pierde como absorbida por aquellos colores que ahora me cubren.
Me hacen vibrar por completo, tanto que puedo sentir mi cerebro vibrar dentro de mi cabeza y sacudir mis ojos, no puedo controlarlo, no consigo enfocar la vista, todo por las vibraciones es borroso, siento mi cuerpo adormecido por completo, aturdido, trato de controlar mis manos y enfocar la vista sobre ellas, pero no lo consigo, mientras más trato las vibraciones son más fuertes, no hay nada que pueda hacer, no hay nada que pueda controlar. Así que dejo de luchar por controlar mi cuerpo, mis ojos, los cierro, respiro, y siento mi cuerpo, que ya no controlo.
Poco a poco las vibraciones cesan, poco a poco voy abriendo los ojos, y la vista parece aclararse, parece mostrarme con más nitidez las imágenes que se muestran a mi alrededor, miro hacia el cuadro y todo ha desaparecido, todo menos la Luna, mi Luna que sigue sonriendo, extiende su mano hacia mi llamándome una vez más, sé que no podré atravesar esa barrera, pero no puedo resistirme al llamado de mi Luna, así que me acerco tambaleando aun por las vibraciones, y mis pasos se sienten diferentes, el suelo se siente diferente, mi cuerpo se siente diferente.
Llego hasta aquel cuadro, y estiro la mano que una vez más choca contra una barrera de pintura, hago presión y ahora toda mi mano esta dentro, estiro un poco mas y paso hasta el codo, volteo a ver a mi Luna y sonríe, no hay mas, no me queda más que cruzar……..y cruzo.
Lo que pasa después, es lo que pasa cada vez que tomo un pincel, lo que pasa después es lo que pasa cada vez que respiro, lo que veo después es lo que veo al abrir cada día y cada noche los ojos, lo que escucho después es lo que escucho todo el tiempo, lo que siento al cruzar, lo que siento después de cruzar, es tan solo lo que sienten todos cuando sienten el latido de su corazón.

La realidad para mi es tan solo un lienzo en blanco, sobre el que pinto mi realidad. Solo soy un pincel, un loco pincel de trazos desvariados, una mancha multicolor, pero a fin de cuentas solo un loco…pincel, una mancha de locura.

julio 10, 2014

DESVARIO INSOMNE 3

Tic tac, tic tac, paso la clase contagiando el amor a la pintura a mis alumnas, ellas me contagian el amor a la vida misma, la mayoría de las alumnas que tengo ahora son mujeres de más de 60 años, con enfermedades degenerativas, con enfermedades emocionales, con historias de soledad, de abandono. Aun así no dejan de pintar, no dejan de sonreír y de adoptarme como parte de su vida, aun así me escuchan y me dejan contagiarles el entusiasmo que el arte les regala, soy solo un espectador mas, soy solo un instrumento que entre sus manos crea paisajes, crea amistades, desde que llegué con ellas les dije que no llegaba como maestro, llegaba a sus vidas como amigo pues siempre he pensado que aprendes más de un amigo que de un maestro, así que poco a poco han dejado de llamarme maestro y solo me llaman por mi nombre.


Tic tac, tic tac, pasa el tiempo y regreso a casa, mas de dos horas de viaje, mas de dos horas entre historias ajenas. Tic tac, de sur a norte pasando por el centro, tic tac, solo un camión, tic tac, mmm, aún es temprano, tic tac, bajo en salto del agua, y a planchar el asfalto una vez más.


Recorro las calles, parpadeo y se deforma la realidad, parpadeo y todo vuelve a ser normal, parpadeo y todo es mi mundo, parpadeo y soy solo un extraño mas, parpadeo y…….aprendoooo.
Han comenzado a encenderse las luces del centro, camino por la alameda que a esta hora se ve tan hermosa con las magnolias encendidas y despertándose, decido regresar a casa en el tren, así que no me detengo en Reforma y sigo, por fin después de algunas calles miro el elefante blanco que está al lado de la terminal de Buenavista, entro y no puedo evitarlo, parpadeo, corro de un lugar a otro moviendo gente, tomando letras que voy guardando en mi mochila y las cambio por otras, parpadeo y cambio las plantas de lugar, corro al elefante blanco y armo un castillos con los libros, dibujo con los señalamientos unas alas enormes, tomo los botes de basura y armo una base para colgarlas, descuelgo los letreros de publicidad, trepo por las columnas y cuelgo las alas en medio de las vías, me siento en una de las bancas, enciendo un cigarro y me quedo mirando mis travesuras, termino mi cigarro, parpadeo y todo vuelve a ser normal.


Tic tac, tic tac, espero un par de trenes mas mientras termino de ver la cara de las personas confundidas por lo que dijeron o por encontrarse en un lugar que no reconocían. No evito ser el único en la terminal con una sonrisa en el rostro mientras todos tienen ese gesto de desconcierto.


Tic tac, tic tac, tardo mas en salir de la estación que el tiempo que dure dentro del vagón, falta poco para media noche, el viento me golpea la cara mientras camino al lado del puente, pienso que llegare exactamente en el momento adecuado para seguir con el cuadro que aun no logro descifrar, algo le falta, definitivamente algo le falta, decido pasar al oxxo antes de llegar, creo que un café de rompope no estaría mal para esta hora, además solo me desvío unos pasos.


Me sirvo el café mientras las miradas de los empleados me van siguiendo por el lugar, supongo que es por las ojeras enormes y el semblante ya palidecido que traigo después de tantas noches sin dormir, llego al mostrador y me froto la nariz mientras se acercan los empleados al mostrador con cara de miedo, esbozo una sonrisa y pido unos camel, al meter la mano en la bolsa del pantalón se echan hacia atrás con miedo, entonces río pues me doy cuenta de lo que pasa por sus cabezas, es normal que tengan miedo por los asaltos, no de mis ojeras, je, je, je.

La calle a esta hora es un cementerio, no hay nadie, ni perros, ni sombras, solo hojas secas sobre la calle, así que una vez más parpadeo y todo es un gran lienzo sobre el que comienzo a trazar formas, esta vez pinto un océano agitado sobre el asfalto de la calle y el reflejo de la Luna que esta noche no puede verse de este lado del mundo, termino, subo a una jacaranda que ya está seca, es difícil con el vaso de café, me siento en una rama y enciendo un cigarro, le quito la tapa al café y me quedo mirando cómo se van moviendo las olas que pinte. Me quedo así un rato hasta que el café se termina, parpadeo y el viento en un instante borra todo, sonrío porque es una invitación a seguir de nuevo con un lienzo en blanco, pero esta noche tengo uno que aún le falta algo.


Llego a los muros que conozco, llenos de pintura, de los que cuelgan mas pinturas, todo iluminado por una luz azul que sale de la pecera, y que distorsiona las imágenes, al fondo el lienzo que me tiene preso, que me tiene con una interrogante que no me ha dejado en paz todo el día. Me cambio la ropa y los zapatos, enciendo la lámpara que cuelga encima del caballete y lo miro, aun falta algo, aun falta tanto. Comienzo a dar los primeros pincelazos poco a poco siguen brotando del pincel las plumas de un par de alas, que se van fundiendo a un vestido, poco a poco, una a una, estiro mi mano para alcanzar la taza de café pero no toco nada, había olvidado prepararme uno, así que me levanto a preparar una vez más café soluble, que insisto en que no deshace mis papilas gustativas de la misma manera que el de grano.


Regreso frente al lienzo y enciendo un cigarro mientras sorbo el café, miro el cuadro y las pocas pinceladas que he dado en este momento, algo falta, se que algo falta pero aun no descubro que es, pero algo falta y sé que debo ser paciente y esperar a que el cuadro me hable y me vaya guiando, pero es tan difícil ser paciente con mis pinturas, muchas veces termino por vaciar el aguarrás sobre el lienzo y borrarlas o darle media vuelta a la tela para comenzar de cero.


Mi perro comienza a ladrar y salgo, subo a la azotea para inspeccionar la calle, muchas veces él ha sido quien me alerta de extraños que nada mas andan viendo a quien o que friegan, así que ya es costumbre subir a la azotea cada vez que ladra, miro hacia ambos lados de la calle y no veo nada, el viento sopla mucho esta noche y mantiene el cielo descubierto, desgraciadamente tanta luz sobre la cuidad opaca el brillo de las estrellas, cierro los ojos y siento el viento frío entrar a mi cuerpo, me recorre, una vez más inhalo el frío viento y comienzo a sentir sus historias.


Abro los ojos y las ventanas de las casas aun no dejan salir ni un rastro de luz, creo que aun la noche es muy joven, golpea el viento mi cuerpo y me acerca a la cornisa de la azotea, no resisto y me subo al filo de la cornisa, cierro los ojos una vez mas y dejo que el viento me sacuda, mi cabeza tambalea, me despeina el viento que una y otra vez me golpea en todas las direcciones, lo respiro, lo siento dentro de mi cuerpo llenándome de historias, de colores de sabores, sonrío porqué no puedo soltar carcajadas a esta hora de la noche, sonrío pero el viento puede escuchar mis carcajadas y ríe conmigo girando remolinos y yo en el centro, sonrío abro los ojos y mis pupilas una vez más muestran que mis sentidos están completamente alterados, completamente desquiciados.


Tic tac, tic tac, tic taaaaaaaaaac, parpadeo salgo de la casa y comienzo a recorrer las calles, todo está inmóvil todo está suspendido en el aire, flotando una vez más letras que salen de las ventanas, que salen de debajo de las puertas, parpadeo y las puertas y ventanas son de pintura, los cerrojos se deshacen y basta tan solo empujar las puertas para abrir un lugar, recorro habitaciones, recorro escaleras, encuentro gente dentro de sus camas, sobre sillones, en sillas, gente durmiendo a solas o acompañados, y sobre sus cabezas letras que me relatan lo que están soñando, muchos son anhelos de estar al lado de alguien, de abrazar a alguien, muchas son lagrimas de soledad, de desesperación por no encontrar la manera de estar al lado de alguien, así que no puedo evitarlo una vez mas y comienzo a correr, de un lado a otro, de calle a calle, de estado a estado, arrastrando gente de un lado a otro, sacando a unos de sus camas para meterlos dentro de otras, acomodándolos para que al despertar sientan esos abrazos que están soñando sentir, encuentro a un niño Durazno y lo llevo hasta Veracruz mientras no dejan de salir poemas de su cabeza, poemas para la chica que lo espera cada noche, de Veracruz me voy a Quintana Roo para dejar junto a una muñequita un par de brazos con un corazón que no la hagan sentirse tan lejana de los que ama, de allí pues creo que queda cerca la frontera y corro hasta chile por un pavo congelado, regreso con el pavo hasta que encuentro a la niña rompecabezas que le falta una pieza para ser feliz, y la pieza que traigo dentro de este pavito encaja perfecto en ese rompecabezas, de allí me voy al norte a baja california, a Texas, regreso a Guadalajara y a una extraña le dejo el corazón que le ayude a encontrarse, a mi hermano lo arrastro hasta la cama de su niña que lo tiene tan feliz, tanto que duerme cada noche con una sonrisa a pesar de tanto trabajar.


Regreso al centro y en silencio dejo a una mima, un silencioso corazón con la carita pintada que no deja que el silencio sea un impedimento para decir te amo, de allí me voy a la playa, miro el mar que como está suspendido el tiempo sus moléculas me permiten caminar sobre sus olas, llego hasta España y encuentro una damita a quien le dejo un gran corazón, un corazón enorme que ni el tiempo ha sabido desgastar y que esta noche por fin después de tantos años dormirán juntos, regreso una vez más sobre el mar, que de vez en cuando brinco sobre sus aguas que parecen gelatina, encuentro la Luna a mitad del camino reflejada sobre aquel inmenso Mar, aquí en medio de la nada parece que camino sobre el cielo, pues las estrellas brillan tan intensamente que decido quedarme un momento así, me siento y dejo que mis pies acaricien aquella enorme gelatina, ya a estas alturas me he quedado sin tenis pues de tanto andar de un lado a otro se les terminaron las suelas y he decidido andar descalzo desde hace muchos kilómetros.


Me levanto y sigo corriendo el ardor que me daba el no parpadear ya no me molesta y dejo que mis ojos se resequen, no importa ya el ardor, no importa ya el temblor de mis piernas, no importa ya nada.


Sigo una vez mas y en el camino encuentro más letras que salen de todos lados, mas sueños, mas anhelos, más ganas de estar con alguien, en Yucatán saco una paloma Morenita y la llevo hasta un bosque donde pueda volar con esas enormes alas que tiene. Tabasco, Chiapas, siempre hay gente que espera estar con alguien, siempre hay alguien esperando a alguien, así que no me detengo y sigo arrastrando gente, metiéndolos hasta las camas de quienes los esperan. Oaxaca, Chihuahua, de un lado a otro, encuentro en el centro un par de Alas y les dejo sus ojos hermosos que tanto sueña, llego a Colima y a una niñota le dejo a su niño de labios con miel violeta. De un lado a otro, corriendo cruzando ríos, cruzando asfalto, cruzando puertas y escaleras y todo me tiembla, y mis pupilas arden, pero más arde mi corazón por que quisiera desdoblarme y estar presente para ver las caras de todos cuando despierten al lado de su sueño. Tomo una Uvita y la dejo junto a su gran amor le dejo las letras que salían de su cabeza frente a sus ojos para que al despertar se dé cuenta de lo que siente y no se preocupe por hablar y encontrar las palabras correctas, lo bueno de los sueños es que sobran las palabras dentro de ellos somos un gran diccionario al soñar.


Camino, corro, puf me tiembla todo, me duele todo, encuentro gente y más gente, letras y mas letras, todos esperan a alguien, todos sueñan con alguien, algunas veces ese alguien está cerca y es fácil encontrarlo y arrastrarlo hasta la cama de quien lo está esperando, otras resulta una tarea más difícil pues sueñan con alguien que aun no conocen, entonces recuerdo a alguien que entre sueños esperaba también a alguien así exactamente como él y lo meto dentro de las habitaciones, como con una princesita Vampira que soñaba con su corazón roto pero encontré aun príncipe vampiro cerca de allí que quería soñar con alguien como ella y los deje juntos.


Recorro calles, ciudades, países, y me pierdo muchas veces pues nunca fui bueno para geografía y termino en lugares a donde no tenía pensado llegar, pero siempre encuentro a alguien siempre esperando a alguien más, soñando con alguien más, así que es una búsqueda sin fin, y creo que una noche es muy poco para terminar, además de que mi cuerpo ya está agotado, y me demanda un café y un cigarro mas.


Regreso lentamente al centro, llego hasta bellas artes una vez más, me siento un rato, la espalda ya me duele así que me recuesto sobre el mármol frío de la entrada, tengo aun los pantalones húmedos, los pies creo que ya llenos de callos, y alguna ampolla seguramente, aunque el dolor me tiene adormecido todo el cuerpo, me levanto con una sonrisa solo de imaginar lo que pasara por la mañana, miro el reloj de la torre latinoamericana y marcan las manecillas las dos de la madrugada, aun es muy temprano, aun hay mucho por hacer, pero esta noche decido ya regresar a casa y tratar de seguir con el lienzo que me tiene envuelto en una duda, algo le falta, algo pero aun no sé que es, camino hasta casa con esa idea clavada.


Entro a mi habitación y decido darme un baño, abro la llave del agua caliente pero no sale nada, pienso que se termino el agua así que salgo al jardín y abro la llave de paso pero sigue sin salir agua, me siento ya demasiado cansado, creo que Morfeo esta noche si volteara a verme, pero necesito un baño para poder descansar y el agua no sale, mis ojos intentan cerrarse de sueño y entonces recuerdo, había olvidado parpadear y dejar que la realidad siga normal, sonrío ya con la mirada completamente perdida, parpadeo y una vez más tic tac, tic tac.



El agua salpica mis pies y rápidamente cierro la llave, escucho la regadera gotear, y me preparo para bañarme, al salir mientras me visto sigo mirando el lienzo y las pocas pinceladas que di esta noche pero todo mi cuerpo tiembla y me pide un descanso, me duele la espalda, me duelen los pies, pienso en lo que hice y sonrío y se va el dolor, me recuesto sobre la cama y comienzo a sentir los pasos de Morfeo sobre mi cama, tic tac, tic tac, tic tac.