LO QUE SOY

Puedes ver mis manchas en

noviembre 13, 2011

A DESTIEMPO Final




Me gusta recorrerle la espalda mientras duerme, me gusta mirarle la nuca asomándose entre esa melena corta que tiene, la forma en que los cabellos más cortos se juntan a la mitad para trazar una flecha hacia el comienzo de su espalda, no sé cuantas veces he recorrido su espalda, pero cada vez me encuentro algo diferente, quizás sea la luz, me gusta sorprenderme como si fuera la primera vez al verle desnuda la espalda, quizás sea el tiempo, quizás sea el amor, pero cada que la miro me parece igual de hermosa, igual de enorme la luz que irradia al entrar a cualquier habitación, a mis vidas, sigue siendo hermosa, quizás ahora más.

¿Por qué se queda conmigo?
¿Por qué se queda conmigo?

El día que Lucía murió, Gábriel dejo de vivir nuevas vidas, y comenzó a vivir todas sus muertes, como Lucía no contaba con familia él tenía que hacerse cargo de los arreglos para su funeral, pero Gábriel no podía, más que por el brazo roto y el dolor que tenía en el cuerpo por los golpes, el dolor que tenía en el corazón por la muerte de Lucía lo tenía en estado de shock, sin poder reaccionar aun ante lo que estaba pasando, Karla fue quien se encargo de hacer los trámites, tanto en el hospital como en la funeraria, por la vida social que ella tenía, pudo hacerse cargo de todo sin despegarse de Gábriel, hacia llamadas, recibía llamadas, firmo papel tras papel, acta tras acta, pero no se alejaba de Gábriel, quien no hacía más que estar en silencio y de vez en cuando mover la cabeza para asentir o negar algún detalle, de vez en cuando sus ojos se nublaban, pero apretaba los labios aspiraba un jalón grande de aire y con temblores en el cuerpo contenía el llanto, Karla al verlo así siempre se acercaba a él con la intención de abrazarlo, cuando él sentía la mano de Karla sobre su espalda, fruncía el ceño y se alejaba sacudiéndose de la espalda la mano de Karla.

Al funeral de Lucía acudió poca gente, pese a que ella conocía a muchas personas, pocas personas la conocían a ella, no como para sentir pena por su muerte, ni mucho menos para ir a su funeral, las pocas personas que fueron al entierro, cada que se acercaban a Gábriel eran rechazadas por él de la misma manera en que rechazaba a Karla, antes de que terminara el entierro el había preferido quedarse afuera del toldo de lona que ponían en el panteón para que gente que acudía al entierro se cubriera del sol, o en el caso de este día, de la lluvia, quizás por la lluvia Gábriel prefirió quedarse al descubierto y alejado de aquella lona, para que con la lluvia no se distinguiera si estaba llorando o solo eran las gotitas de lluvia, Karla lo miraba y quizás solo ella, podía distinguir lo que pasaba sobre el rostro de Gábriel, lluvia o lagrimas, solo ella distinguía.

Cuando arrojaron el último montón de tierra, la gente comenzó a irse, le daban las condolencias a Karla porque Gábriel no se acerco en ningún momento a la pequeño grupo de personas bajo la lona, cuando cerca de aquel montón de tierra mojada solo quedaba Karla, por fin Gábriel se acerco, su rostro no dejaba de estar húmedo, no levantaba la mirada de aquel bulto de tierra, se paró a la orilla de aquel bulto sin decir una palabra, sin siquiera tiritar por el frio y la humedad de su ropa, Karla dio un paso hacia él pero con un ademan que él le hizo, ella se detuvo, se quedo así, inmóvil frente a aquel bulto de tierra, Karla ya al descubierto mojándose por la lluvia igual que Gábriel, también tenía el rostro húmedo, no estaba segura de entender el dolor que él sentía, pero verlo con ese dolor, le dolía a ella.

Tras un momento en silencio bajo la lluvia y frente a aquel bulto de tierra, Gábriel cayó de rodillas estallando todo su llanto, humedeciendo más, aquel bulto de tierra, las manos apoyadas sobre la tierra, la cabeza agachada quizás por el peso de las lagrimas, hundiendo los dedos entre el lodo una y otra vez, de su garganta tan solo salían gimoteos, quizás porque tenía tantas cosas que decir y ninguna pudo salir o no tuvieron ganas de salir, por saber que no estaría Lucía para escucharlas, solo gimoteos que parecían ahogarlo, o quizás lo que lo estaba ahogando eran todas esas palabras que quería decirle a Lucía y ya no escucharía ella, Karla se acerco a Gábriel sin pretensión de tocarlo, sabía que tenía que desahogarse y si ella lo tocaba, Gábriel seguramente se frenaría y la alejaría, así que solo se quedo de pie a su lado, mientras él, casi recostado boca abajo, seguía apretando en sus manos el lodo, como si sus dedos extrañaran la manita de Lucía, su piel, su tibieza, como si la extrañaran tanto, tanto, que la buscaban entre las piedras y el lodo.

-tienes que dejarla ir Gábriel, te estás haciendo daño y aun tu salud no está bien, tienes que dejarla ir, ella no quisiera verte así, déjala ir Gábriel, deja que te acompañe ahora de manera diferente, pero deja que tu dolor no la este atando, tienes que reaccionar Gábriel.

-voy a irme un tiempo Karla…

-¿A dónde? no puedes estar solo ahora, no debes estar solo, ¿Qué pasara con tu tratamiento? No puedes irte Gábriel no te hará bien estar solo.

-tengo que irme Karla, no puedo estar al lado de alguien ahora, mira como te he tratado estos días, no quiero hacerle daño a nadie, y por favor, discúlpame todas mis groserías, perdóname si te he ofendido, en serio sé que no tienes la culpa de nada de lo que paso, y valoro mucho que te hayas quedado todos estos días y antes de que todo esto pasara, pero ahora no soy buena compañía, no le hago bien a nadie y no quiero herir a nadie más, tengo que irme, tengo que alejarme de todo y de todos, no soy buena compañía ahora Karla, tengo que irme.

-pero Gábriel, no puedes estar solo, no puedes aislarte así, y sabes que vayas a donde vayas todo lo que paso seguirá acompañándote, no puedes quedarte solo, y tienes que seguir con tu tratamiento, no puedes estar yendo solo al médico, déjame estar a tu lado, quédate conmigo, no tienes que irte, esta vez no tienes que irte, quédate.

-no puedo Karla, de verdad no puedo quedarme, es mejor que este solo, no quiero hacerte daño, no quiero ofenderte, no quiero parecer mal agradecido contigo, no después de todo lo que me has ayudado, pero ahora no puedo estar con alguien, no quiero estar con alguien, la única persona con la que quisiera estar ya no está, y quiero encontrar donde poner todo lo que implica su ausencia, los planes que hicimos, las promesas que ya no cumpliremos, los futuros que dibujamos y que ya no podrán iluminarle el rostro al cumplirse, no se a donde iré, no sé cuánto tiempo, pero enfrentar su muerte no es algo que quisiera hacer al lado de alguien más, ni siquiera es algo que quisiera hacer, pero sé que no quiero estar al lado de nadie, no soy buena compañía Karla, ahora no puedo estar al lado de nadie, tengo que irme, quiero irme.

-Gábriel…

Habían pasado varios días desde que paso todo aquello, las habitaciones estaban llenas de la ropa cubierta con manchas, de sangre y de lodo, sus zapatos, sus tenis, su traje, solo habían salido al funeral y de vez en cuando a una tienda que había a unas cuadras, todo el tiempo que pasaban dentro Gábriel usaba un suéter que era de Lucía, se lo quitaba y se lo ponía, cuando no los traía puesto lo abrazaba y aspiraba el perfume que quedaba de ella, lloraba, si, lloraba mucho, algunas veces Karla lo acompañaba llorando también, algunas veces solo se quedaba en silencio, cada que ella trataba de acercarse él se alejaba y reprimía su llanto frunciendo el ceño, entonces Karla para dejarlo llorar prefería ya no intentar acercarse a él y dejarlo llorar, hasta que como niño caía dormido en algún rincón, entonces ella preparaba algo de comida, era lo único que podía hacer, una tarde mientras Gábriel dormía ella trato de recoger la ropa y limpiar un poco las manchas del suelo, pero Gábriel despertó y molesto le pidió que dejara todo así, que no moviera nada, desde esa tarde ella solo cocinaba, cuando Gábriel dormía después de llorar, ella cocinaba, aunque al final, ella tuviera que terminarse sola la comida, porque Gábriel no metía en su boca, más que su cigarro.

La noche que Gábriel decidió marcharse, paso toda la madrugada tratando de calmar a Karla para que respetara lo respetara y dejarla un poco tranquila, aunque no muy de acuerdo y sin la tranquilidad que se supone Gábriel buscaba dejarle, al final lo respeto y le hizo prometer que escribiría cada quince días para contarle como estaba, y que si era necesario le llamara, que ella iría a buscarlo a donde fuera que él se encontrara, al principio ella le pidió que le llamara todos los días pero él se negó, y Karla ya había visto durante esos días que él no tenía muchas ganas de hablar, así que no quiso presionar más y solo le pidió una carta cada quince días, la primera vida que se despidieron fue porque él no encontró un lugar en la vida de ella, esta vez se despedía, porque él ya no encontraba lugar en su propio mundo.

-¿solo esa maleta llevarás? ¿Ya empacaste todo?


-si, no necesito mucho, y si necesito algo mas, ya veré como lo consigo

-¿quieres que te lleve a la estación? ¿Ya llevas mi dirección? ¿Regresaras verdad? Dime que regresaras

-no, sabes que no me gustaron nunca las despedidas, y prefiero ir en taxi, si, ya llevo tu dirección y tu numero.

-¿regresaras? Gábriel ¿regresaras?

-no se Karla, ni siquiera sé donde estoy, donde me quede después de todo lo que paso, no sé quién soy, necesito encontrarme de nuevo, aunque lo que más quisiera es encontrarme con ella de nuevo.

Los ojos de Gábriel se empañaron y los de Karla también, a ella se le tensó el corazón pensando que quizás Gábriel haría algo para regresar al lado de Karla y eso le daba miedo, siempre le dio miedo, por eso no se separaba de él, por eso tenía varios días usando la ropa de Gábriel.

Gábriel se mordió los labios y esbozo una ligera sonrisa, le limpio las lagrimas con sus manos a Karla y beso su frente.

-gracias, gracias por todo lo que has hecho por mi Karla, gracias.

Karla lo miro como se mira a alguien que crees no volverás a ver, él le recorría el rostro con la mirada como se mira a alguien que quieres recordar cuando sabes que no le volverás a ver, sonreía apretando sus labios y conteniendo las lagrimas, quizás para dejar un poco tranquila a Karla, quizás para que no lo recordara llorando, quizás solo porque ya no quería hacerla sentir tristeza, Karla lo abrazo y solo le dijo:

-regresa Gábriel, regresa, no importa cuánto tiempo te vayas, solo regresa por favor Gábriel, regresa.

Gábriel se fue de noche, prefería viajar de noche, llegar de madrugada a una ciudad diferente, mientras todos dormían, y al día siguiente aparecer en algún café sin que nadie supiera a qué hora había llegado, o si ya estaba allí desde otras vidas, le gustaba eso a Gábriel, al final las personas por miedo a parecer desinformados lo trataban con familiaridad, como si lo conocieran de muchas vidas atrás, quizás alguien le pudiera decir ahora, quien era él.

-¿Qué hora es?

-es temprano vuelve a dormir, saldré temprano pero te dejare listo el desayuno y tu ropa por si hay tráfico al regresar y tardo un poco.

-¿ya sabes a donde ir hoy?

-sí, preparare las cosas al regresar, es temprano aun, vuelve a dormir.

Ella daba un estirón y se repegaba a Gábriel, lo abrazaba con todo el cuerpo, con toda esa calma que la envolvía en ese instante, Gábriel besaba su frente y sonreía en medio de ese silencio, silencio que se rompía cuando él decía “te amo” , ella levantaba el rostro, lo besaba y le decía

-yo también Gábriel, yo también te amo

No era la primera vez que él pasaba la noche sin dormir, recorriendo con sus dedos los lunares de Karla, sorprendiéndose de cada detalle de su cuerpo, preguntándose el origen de sus cicatrices, delineando sus arrugas, los pliegues bajo su axila, mirando su cuello de la mandíbula a su clavícula para notar el correr de sus sangre, no era la primera vez que sonreía mientras la miraba haciendo muecas al dormir, retirándole el cabello de su oído, extendiéndolo sobre la almohada, no era la primera noche que deslizaba delicadamente sus dedos sobre la piel se su espalda, tan solo para ver erizarse su piel, hacerlo tan suavemente para no despertarla, no era la primera noche que él le decía que la amaba, no era la primera noche que ella le respondía con una mirada y un beso y un “yo también te amo”, no era la primera noche que pasaban juntos para que él la hiciera soñar, pero antes de poder hacer todo de nuevo por primera vez, el silencio que llenaba aquella fue interrumpido por algo más bello, el llanto de un bebe.

-vuelve a dormir, yo la veo

-debe de tener hambre

-le preparare su biberón, vuelve a dormir, Ximena no tardara en dormir también, le gusta que la cargue para hacerla dormir, lo ves, ya comenzó a cerrar sus ojitos, solo es mañosa, como su mamá.

-Gábriel

-shhh, vuelve a dormir, Ximena ya se está durmiendo.

-te amo Gábriel

Habían pasado muchas vidas juntos, cruzaron una muerte juntos, después Gábriel se fue para encontrarse, para recuperar lo que la muerte le quito, o para soltarlo donde debía de soltarlo, fue a hacer uno de esos viajes que se hacen solos, esos viajes que uno guarda para uno, que no cuenta a nadie, porque solo le pertenecen a las calles donde con el paso del tiempo se borran hasta las huellas, fue a hacer uno de esos viajes que uno tiene que hacer cuando el mundo propio se desmorona, cuando ya no queda nada que perder y mucho que no tiene ya lugar, Gábriel fue a hacer un viaje para poder nacer de nuevo, porque ya estaba muriendo bastantes veces seguidas.

Paso mucho tiempo perdido, mucho tiempo encontrándose y reconociéndose a solas, paso mucho tiempo sin saber quién era él, ni con quien estaba, paso mucho tiempo olvidando, y olvidándose, paso mucho tiempo para dejar de extrañar y comenzar a recordar, paso mucho tiempo, pero paso, al final no se detuvo el tiempo, ni ante su enfermedad, ni ante la muerte de Lucía, que había matado muchas cosas de él, paso mucho tiempo y regreso a la ciudad.

De vez en cuando le escribía a Karla para contarle que estaba bien, o más bien para mentirle que estaba bien, algunas veces le llamaba y ella le insistía con seguir su tratamiento, por habérselo prometido, él había buscado la manera de seguir su tratamiento durante su viaje. Al regresar a la ciudad su salud ya estaba mejor, tan mejor que había vuelto a recorrer las noches para encontrarse con los insomnes, esperando, también, encontrarse con Karla alguna de esas madrugadas, desde su regreso no la había visto, sabía que Karla se había vuelto a encontrar con el otro hombre que además de Gábriel habían sido una constante en su vida, aquel que una mañana la dejo desnuda y llorando dentro de una habitación de hotel, para salir corriendo tras su esposa, le preocupaba que Karla hubiera vuelto a sus andadas, por eso recorría las calles por las noches, pensando que quizás, en una de esas noches la encontraría de fiesta.

Una noche tras ir a ver la función como cada año al lago, Gábriel decidió ir a la cafetería que estaba en el centro, tenía muchos años que se había perdido aquella función, pero también tenía muchos años que se había perdido él mismo, así que al regresar a la ciudad y siendo temporada de la obra, había decidido volver a aquel lago, y después a la cafetería, decidió sentarse en una banca que estaba afuera de la cafetería, minutos después de las doce de la noche, esta vez no fue una risa escandalosa la que le hizo voltear a la entrada de aquella cafetería, fue una voz que recordaba, de otras vidas, de otras vidas, de tantas vidas.

Karla y Gábriel se habían vuelto a encontrar en el mismo lugar donde se habían conocido, había muchas diferencias ahora, además del cabello corto y obscuro de ella, también tenía un brillo diferente en el rostro.

Días atrás ella había terminado con aquel hombre, su esposa lo había dejado después de que el dejo a Karla, tiempo después se encontraron y comenzaron a salir, aunque dentro de el corazón de Karla siempre estaba una frase de preocupación por Gábriel, pues fue durante el tiempo que él estuvo lejos, ya no se sentía ella la misma al lado de aquel hombre, y prefirió separarse, días después ella descubrió que estaba embarazada de él, él no reconoció el embarazo, soltó sus dudas y reclamos sobre ella haciéndola sentir mal, pero esta vez Karla no se quedo para suplicar compañía, ahora se sabía una mujer fuerte y no quiso pedirle nada a aquel hombre, decidió ser madre soltera.

Habían pasado apenas unos días de que aquel tipo le gritara a Karla y mientras le contaba lo sucedido a Gábriel dentro de aquella cafetería no soltó ni una lagrima, Gábriel le pidió que lo dejara acompañarla durante el embarazo, que lo dejara cuidarla, y ella acepto, si había alguien con quien ella quisiera cruzar cualquier vida, era con Gábriel, y él muchas vidas atrás, había deseado pasar todas sus vidas al lado de ella, y ahora, la vida le daba la oportunidad de hacerlo.

Durante todo el embarazo Gábriel estuvo al lado de Karla, la acompañaba al médico, la acompañaba con las nauseas, la acompaño el día del parto y fue él quien recibió a la bebe de Karla, una niña hermosa como ella, a quien le pusieron Ximena.

Aprendieron juntos muchas cosas, durante sus vidas pasadas, durante la muerte que cruzaron juntos, durante la vida que ahora cuidaban juntos, Karla escogía las flores que él llevaba a la tumba de Lucia una vez al mes, algunas veces en sus conversaciones se escuchaba el nombre de Lucía, pero era siempre con una sonrisa, Karla ya no se quedaba en silencio cuando Gábriel le decía te amo, y siempre le respondía con una mirada, un beso, y un “yo también te amo”, algunas veces el silencio les cobijaba por las madrugadas, pero desde que Ximena había nacido, el silencio era muy poco, pero eran muchas las sonrisas que inundaban sus vidas, todas sus vidas y todo su amor, el que existía de muchas vidas pasadas, el que les junto para cruzar una muerte y el que ahora nacía de su hija.

Pasaron muchas vidas juntos, muchas muertes, y vivieron a destiempo tantas cosas, quizás todas, pero lo único que jamás fue a destiempo, fue el amor que existía entre ellos, porque siempre su amor latió en el momento que tenía que latir y jamás a destiempo.

noviembre 10, 2011

A DESTIEMPO (quinceava parte)



-¿Estás bien? ¿Estás bien?
-necesitamos su autorización, firme aquí.
-¿sabes que te amo?
-tengo que decirte lo que pasa, te amo demasiado para perderte y te quiero a mi lado, siempre a mi lado.
-Gábriel tienes que reaccionar, déjala ir.
-no puede pasar, espere aquí.
-dime que me amas, dime que regresaremos a casa, ¿me llevaras contigo Gábriel? Dime que me amas.
-Lucía, Lucía!!!
-Te amo



No se cuanto tiempo ha pasado, no se han sido días, semanas o meses, he perdido la noción del tiempo, pero sigo teniendo los mismos sueños en que las imágenes de todo lo que paso caen sobre mi almohada como el agua de una cascada, al principio tenía miedo de dormir, porque creía que así evadiría aquellas imágenes, quizás solo sean un sueño, pero aun con los ojos abiertos aparecen esas imágenes y todo sigue doliendo con la misma intensidad, ya no sé si estoy despierto o dormido, ya no sé si pasan horas o segundos entre una y otra imagen, estoy viviendo a destiempo.


-tengo que explicarle lo que pasa, no puedo perderla así, ella cree que no la amo, ella piensa que hay algo entre nosotros Karla, tengo que decirle la verdad, no puedo perderla así.

-te lo dije Gábriel, aunque me duela hacerme a un lado, es ella a quien le corresponde acompañarte en todo esto, yo seguiré aquí, a tu lado, pero quien debe de estar es ella, porque ustedes se aman, tú me enseñaste que cuando amas a alguien, es con esa persona con quien quieres cruzar todos los cielos, todos los infiernos, todas las vidas y todas tus muertes, debes dejarla estar aquí, merece saber lo que pasa, merece estar a tu lado.

-pero le dolerá, se que le dolerá, comenzara a preocuparse y estará todo el tiempo triste y angustiada, no puedo ser egoísta y jalarla a este abismo.

-así como tú te preocupaste por mí y me sacaste de mi abismo, de la misma manera ella hará lo mismo, eso es el amor, tú lo sabes, tu lo hiciste conmigo, dime ¿te arrepientes de lo que hiciste conmigo?

-no, no me arrepiento, pero es diferente, yo me quede porque quise quedarme, me quede porque te amaba, y me dolía ver cómo te destruías, pero te amaba demasiado como para dejarte caer.

-¿y tú crees que ella te ama menos? ¿Crees que ella te dejara caer? Al final así como tu decidiste quedarte a mi lado, ella también tendrá que tomar una decisión, si quedarse porque te ama, como tú me amaste, o irse porque no aguante, ella decidirá, pero no te corresponde a ti, decidir por ella, y menos, mentirle, u omitir lo que pasa y dejarla marcharse con la idea de que no la amas, debes decirle lo que pasa Gábriel, debes decirle.

-eso es lo que más me pesa, que se esta yendo creyendo que no la amo, que se va sin saber que cuanto la amo, tengo que explicarle lo que pasa, no quiero perderla así, no quiero que se vaya sin que sepa que la amo.



Gábriel había comenzado a sentir que su salud estaba mal, comenzó a bajar de peso y tenía muchos mareos y nauseas, se sentía débil y por las noches le daban dolores en el cuerpo que no lo dejaban dormir, Lucía había notado el aspecto deteriorado de Gábriel, pero él le decía que era por el trabajo, que tenía mucho y que era por eso que se veía ojeroso y demacrado, le sangraba la nariz a cada rato y él decía que era por el sol, ella le había insistido en ir al médico, pero Gábriel ya había ido antes y ya sabía lo que pasaba, sin embargo prefirió decirle a Lucía que iría, dejo pasar unos días y tras la insistencia de ella, el termino por decirla que ya había ido y que el doctor le dijo que era solo exceso de trabajo, que tenía que comer mejor y solo eso, incluso hasta había comprado unas vitaminas que le enseño a Lucía para que se quedara tranquila pensando que aquello era verdad.


La primera vez que fue Gábriel al médico fue solo, la segunda vez que fue, también llego solo, la tercera vez llego con Karla.

Tras unos análisis los médicos temían que Gábriel tuviera leucemia, así que le estuvieron mandando a hacerse varios estudios, incluso uno en que le sacaron un poco de medula de la espalda y al cual, fue solo, lo que le costó un regaño de los médicos porque le explicaron que a ese tipo de análisis se tenía que ir acompañado.

Desde la primera observación del médico y la aparición de la palabra leucemia, Gábriel tuvo miedo, tuvo mucho miedo, de todas sus vidas y todas sus muertes, está en la que vivía, era la primera que conseguía sentirse feliz, por primera vez en todas sus noches, vivía lo que había deseado vivir durante tantas vidas, y tantas muertes, por primera vez, tenía un nombre que decirle al viento, y en el rostro de la Luna, de su eterna Luna, aparecía el rostro de Lucía con el eco de su nombre, como nunca antes lo había escuchado, era feliz, se sentía feliz, y tenía a su lado a una mujer a quien podía hacer feliz, con quien podía compartir su mundo, y aprender del de ella, por primera vez comenzaba a crecer tomando la mano de alguien, por primera vez comenzaban a nacer futuros compartidos, y no mañanas desoladas, por primera vez, vivía los dos lados de la moneda, amaba, y lo amaban.

Tuvo miedo de todo lo que terminaría, tu miedo de todo lo que no podría ver nacer, de todo lo que estaba perdiendo, de todo lo que ya no volvería a tener, tuvo miedo de no poder alcanzar esos futuros que habían comenzado a crear juntos, Lucía y él, tuvo miedo de morir, de morir cuando apenas estaba naciendo.



Dentro de Gábriel habían comenzado a crecer muchos miedos, todos los que la palabra leucemia y los rostros de los médicos al ver sus resultados, podían hacer crecer, pero el miedo que más le pesaba, era el de tener que contarle a Lucía lo que pasaba, y hacerla llorar, nunca le gusto ver llorar a Lucía, pero de todas las lagrimas que le pudo secar, ninguna tenía su nombre, pero sabía que al contarle lo que pasaba, ella lloraría, sabía que esa sonrisa que le encantaba dibujarle a ella en el rostro, desaparecería, y lo que es peor, al recorrer su enfermedad a su lado, la haría sufrir, la pondría triste, y Gábriel solo deseaba hacerla feliz, todo lo que hacía, lo hacía para ella y por ella, por darle esa felicidad que se merecía.
Por esa razón él había preferido ir a buscar a Karla, si bien las cosas con Karla no habían podido funcionar, la única persona que había entrado tanto en su vida, además de Lucía, había sido Karla, y Gábriel creía que Karla por tener esa corteza dura e insensible, podría acompañarlo, pero sobre todo, le ayudaría a levantarse si caía en la autocompasión, si algo nunca daba Karla, era lastima, y necesitaba que alguien le gritara con fuerza que debía ser fuerte y no dejarse caer, aunque fuera de una manera cruda y cruel, como solía decir las cosas Karla.

Mientras fueron pasando los estudios y se confirmaba el diagnostico Gábriel fue tomando una decisión que le dolía mas que su enfermedad, tenía que dejar ir a Lucía, no podía hacerla pasar por todo aquel infierno que sería su enfermedad, no podía ya darle felicidad, no podía ya, ser el hombre capaz de construirle un mundo diferente, porque su propio mundo estaba muriendo, así que decidió dejarla ir, porque quería verla feliz, porque sabía que Lucía merecía toda la felicidad del mundo, merecía un hombre completo, fuerte y sano, y Gábriel, Gábriel ya no podría ser nada de eso para ella, y aunque le doliera, tenía que dejarla ir, para que ella pudiera encontrar toda esa felicidad que el ya no podría darle.


-está bien Lucía, también creo que es lo mejor en este momento, pero quiero pedirte un favor antes de que te vayas, bueno, es más bien una promesa que quisiera que hicieras.
-no puedo prometerte nada en este momento Gábriel.
-lo sé, y lo entiendo, pero aun así, espero que puedas cumplirla un día, quiero que me prometas, que pese a este adiós, que pese a estos últimos días, y que pase lo que pase, nunca dudes que te amo, que te ame, es lo único que quiero que hagas, o que no hagas mas bien, no dudes nunca, nunca, que te amo.
-en este momento no puedo hacer eso Gábriel, no entiendo porque te comportas así, no entiendo porque regresaste al lado de Karla, no entiendo porque me dices adiós, y me dices que me amas, en este momento lo único que puedo creer, es que no es así, que no me amas, no sé si lo hiciste, no sé si te quedaste conmigo tan solo mientras regresaba Karla o si a ella nunca la pudiste sacar de tu corazón, no sé que fui yo para ti, pero todo esto que pasa me dice que no me amas Gábriel.


No puedo dejar que se vaya creyendo que no la amo, tengo que decirle la verdad, si Karla tiene razón, ella se quedara, será su decisión, no me preocupa que se vaya, quiero verla feliz, quiero saberla feliz, pero no quiero que crea que no la amo, que no la ame, no puedo dejar que se vaya así, creyendo que no la amo, será su decisión.


-¿Lucía?
-¿Qué pasa Gábriel?
-tengo que hablar contigo, hay algo que quiero decirte.
-ya nos dijimos todo lo que teníamos que decirnos Gábriel, decidimos decir adiós, y no hay más.
-pero es que hay algo que no sabes, y tienes que saber, ¿podemos vernos?
-voy a salir por la noche a cenar, no tengo mucho tiempo libre Gábriel, y no creo que debamos vernos, me duele lo que paso, me duele tu actitud y ya he llorado mucho como para llorar una noche más.
Dentro de la cabeza de Gábriel pasaron cantidad de posibilidades, desde el creer que aquella noche ella saldría con alguien y que quizás fuese ese alguien que él ya no podría ser, hasta aquella posibilidad de que ella lo escuchara y entendiera todo lo que había pasado y decidiera quedarse a su lado.

-por favor, vamos a vernos, tengo algo que decirte.
Quedaron de verse a las seis con treinta minutos, la cita de Lucía era a las ocho, ella había fijado la hora, pensando que así tendría tiempo de llegar a su cita sin retraso, como era costumbre en Gábriel, llego una hora antes al café que estaba enfrente del parque, muriendo de nervios y de miedo, aun no tenía muy claro que le diría a Lucía, como le explicaría el regreso de Karla a su vida, ni como le confesaría su enfermedad, no estaba ni siquiera seguro de terminar confesándole todo, entre sorbo y sorbo de café buscaba en sus bolsillos su cajetilla de cigarros, pero al lado de Lucía el había dejado de fumar, además los médicos le habían prohibido el cigarro, así que al sacar sus manos vacías de los bolsillos solo las juntaba y tronaba sus dedos, los únicos momentos en que un esbozo de sonrisa le parecía en el rostro era cuando se daba permiso de sentir la emoción por volver a ver la carita de Lucía, sus enormes ojos con ese tono claro, sus chapitas seguramente por el frio, sus cejas espesas y ese labio inferior más grueso que solía morderse cuando algo imaginaba, sentía los mismos nervios y emoción por verla, como cada que la volvía a ver, como si fuera siempre la primera vez, aunque esta vez, también tenía miedo, por primera vez.

De repente el rostro de Gábriel se ilumino cuando reconoció la silueta de Lucía bajando de un taxi, inmediatamente se puso de pie y se acerco a la esquina donde había parado el taxi, estaba a pocos metros del café, por la circulación de las calles ella no había podido bajar del lado de la banqueta, y el vehículo había quedado en doble fila, era una calle que como circuito siempre tenía bastante tráfico, entre motos de los repartidores que tenían algunos locales de comida, y las camionetas que se estacionaban para descargar equipo o materiales, siempre había gente desesperada y hacía sonar una y otra vez la bocina de sus autos tratando de avanzar velozmente cuando la luz verde del semáforo lo indicaba.

Gábriel le hizo una seña a Lucía, quien buscaba en su bolso el dinero para pagar el taxi, él volteaba a mirar la luz del semáforo esperando que pagara rápido Lucía antes de que comenzaran a avanzar los autos, el bolso de Lucía cayó al piso dejando sobre el asfalto sus cosas, Gábriel avanzo aprisa hacia ella para ayudarle a recoger sus cosas, en el parque como era costumbre había chicos jugando futbol, antes de que Gábriel pudiera dar la vuelta al auto para llegar hasta Lucía, la luz del semáforo se puso en verde, una moto y un auto avanzaron apresurados como si les hubieran dado el banderazo de salida en una carrera, un balón cayó frente a la moto haciendo que esta derrapara y el auto que estaba rebasando golpeo al taxi tratando de evitar atropellar al chico de la moto, la moto golpeo a Gábriel, aventándolo hacia el cofre de un auto que estaba frente al taxi, golpeando con la cabeza el parabrisas, el taxi giro hacia el lado donde estaba Lucía, que quedo atrapada entre el costado del taxi y el auto que estaba estacionado al lado.

Cuando Gábriel reacciono se sentía aturdido, no entendía lo que había pasado, estaba recostado aun sobre el cofre del auto y veía borroso, aun así alcanzo a distinguir la silueta de Lucía entre los dos autos, fue levantándose poco a poco mientras escuchaba un zumbido y varias voces diciéndole que no se moviera, que ya habían llamado a las ambulancias, sin decir nada y abriéndose paso entre la gente logro bajarse del cofre y con la frente escurriéndole sangre dando tumbos se acerco a donde estaba Lucía, las personas no dejaban de decirle que se detuviera, que se recostara en el piso, que ya llegaban las ambulancias, pero él no podía hacerles caso, su único objetivo era acercarse a Lucía para ver como se encontraba ella, su visión era aun borrosa y no distinguía bien como estaba Lucía, solo la veía con la cabeza agachada, su cabello revuelto cubriéndole el rostro, sin moverse, sin decir nada.
Gábriel tratada de hablar pero no podía, todo en su cabeza era una maraña, no sabía de dónde venía el dolor, las piernas le temblaban y cada paso era un logro.


-¿Estás bien? ¿Estás bien?

No podía acercarse por completo a ella por la posición de los autos, escucho el sonido de las ambulancias y de un camión de bomberos, Lucía levanto su carita y le vio un gesto lleno de dolor y lagrimas, las mismas lágrimas comenzaron a correr por el rostro de Gábriel, se apoyo sobre uno de los autos intentando subir a él para acercarse a Lucía, pero quizás el peso de las lagrimas fue tanto que cayó desmayado sobre el asfalto.
-¿Gábriel? ¿Gábriel? ¿Me escuchas? ¿Gábriel?

Reconocí la voz de Karla, lo que no reconocía era la habitación en la que desperté, el olor de aquella habitación, el frío que sentía en el cuerpo. Estaba en una sala de hospital, al recordar lo que paso intente ponerme de pie, pero el mareo y una aguja en mi brazo derecho, me lo impidieron, en el brazo izquierdo tenía un yeso, que me estorbaba para tratar de apoyarme.

-Lucía, ¿Dónde está Lucía? Quiero verla, ¿Dónde está Lucía?
-cálmate Gábriel, por favor trata de clamarte, está en cirugía, tiene hora y media dentro.
-¿pero cómo esta Karla? ¿Qué paso? ¿Qué le paso? Tengo que verla, tengo que verla.
Gábriel se quito la aguja del brazo y con el rostro cubierto de lágrimas trataba de ponerse de pie, mientras Karla lo sujetaba para regresarlo a la cama, entre forcejeo y lágrimas, las de Karla y las de Gábriel, ella lo abrazo y él se soltó a llorar sobre su pecho, diciendo una y otra vez el nombre de Lucía.
Minutos después llego la enfermera para colocarle de nuevo la aguja, le explico un poco el estado delicado de Lucía, y que los doctores estaban haciendo todo lo que podían, que en unos minutos más le traerían unos documentos para que autorizara lo que le tendrían que hacer a Lucía, un medico iría a explicarle todo con mas detalles y le explicaría lo que a él le había pasado también.
-tienes que estar tranquilo Gábriel, ten un poquito de esperanza, ella estará bien, saldrán de esto los dos, cálmate por favor.
-no pude hablar con ella, no le pude explicar nada, no sabe lo que me pasa, ella cree que no la amo, ella cree que no la amo Karla.
No sé cuánto tiempo paso, perdí por completo la noción de los minutos y las horas, Karla sujetaba mi mano y acariciaba mi cabeza entre vendajes y sangre seca, lloraba cada que yo lloraba, no podía dejar de pensar que Lucía no sabía nada de lo que pasaba, y que en esos momentos ella tenía aun la idea de que yo no la amaba, me sentía culpable por todas las decisiones que había tomado hasta ese momento, primero la de haberla alejado, la de haberme acercado a Karla, y hasta la de haberla buscado para explicarle lo que sucedía, si no hubiera hecho eso ultimo, ella no estaría en el quirófano.

-¿usted es familiar de la señorita Lucía?
-sí, ¿Cómo esta?
-ya salió del quirófano, esta aun delicada pero ya no podemos hacer nada mas por el momento, esta anestesiada y en unos minutos despertara, puede pasar con ella pero trate de que no se esfuerce mucho, no podemos asegurarle nada pero esperemos que reaccione favorablemente en el transcurso de la noche.
Recuerdo el sonido de las maquinas, el bip, bip, y la salida de aire de un aparato que estaba al lado de su cama, esos sonidos que no eran los de ella al dormir, que no eran los de ella al reírse, al bostezar, ese olor que no era el de su cabello, que no era el que se quedaba escondido en su clavícula y que me encantaba encontrar, recuerdo estar de pie al lado de su cama, acariciando su cabello con la mano derecha, me inclinaba un poco para que el yeso me dejara tomar su manita, recuerdo cuando abrió sus ojitos y me miro, recuerdo sus lagrimitas asomándose y las mías escondiéndose para darle un poquito de fuerza.
-tranquila pequeña, tranquila, todo va a estar bien, no llores por favor, ahora no llores, ya cuando salgamos de aquí lloraremos juntos, pero solo si estamos juntos, ahora no llores por favor, tienes que estar fuerte, no llores.
La mascarilla en su rostro me dejaron verle una sonrisa muy débil, pero al final de cuentas era una sonrisa, me incline para secarle las lagrimitas con besos y me aguante las ganas de llorar frente a ella, movió la mascarilla un poco haciendo señas de que quería decirme algo, me incline a ella y haciendo a un lado la mascarilla me hablo con una voz muy débil
-¿te quedaras conmigo?
-sí, siempre contigo Lucía
-¿y Karla?
- Entre Karla y yo no hay nada, es a ti a quien amo Lucía, tengo que decirte lo que pasa, te amo demasiado para perderte y te quiero a mi lado, siempre a mi lado, cuando salgamos de aquí vamos a estar juntos, vamos a seguir juntos y haremos todo lo que dijimos que haríamos, pero ahora tienes que descansar, ya no hables, anda, descansa.
Su voz era muy débil y parecía costarle trabajo soltar cada palabra, pero asentía con la cabeza expresando que estaba bien
-dime que me amas, dime que regresaremos a casa, ¿me llevaras contigo Gábriel? Dime que me amas.
-te amo Lucía, solo a ti podría amar, eres tú con quien quiero envejecer, solo contigo pequeña, solo eres tú, te amo Lucia, y tienes que perdonarme por ser tan tonto y hacer cosas sin pensar, pero no dudes que te amo, ¿sabes que te amo?, dime, ¿sabes que te amo?

Lucía asintió con la cabeza y tras la mascarilla pude ver una sonrisa con un poco mas de fuerza, sin poder contenerlo más, mis ojos se llenaron de lagrimas, cerro sus ojitos y bese su frente mientras le decía una y otra vez que la amaba, pero las maquinas que estaban en aquella habitación comenzaron a sonar, una enfermera entro corriendo a la habitación mientras sin saber que pasaba me dirigía a ella y a Lucía.
-¿Qué pasa señorita? ¿Qué pasa? ¿Lucía? ¿Lucía?
Entraron varios médicos haciéndome a un lado, me pidieron que saliera de la habitación, yo sujetaba la manita de ella mientras le gritaba su nombre esperando que despertara, pero no despertaba, ya no despertaba, consiguieron arrancarme su mano y me sacaron de aquella habitación.
Recuerdo mi cabeza recargada sobre la puerta de madera, muchas voces y maquinas sonando detrás de aquella puerta, mi mano derecha acariciando la puerta, como si pudieran mis caricias llegar hasta la piel de Lucía, mis ojos clavados en el piso donde miraba estrellarse lagrima tras lagrima, recuerdo mi voz dentro de mi cabeza pidiéndole que luchara, que se aferrara a la vida, que no me dejara solo, recuerdo, recuerdo, recuerdo…




noviembre 09, 2011

A DESTIEMPO (catorceava parte)



Gábriel, con un cigarro en la mano, recorría el departamento como si buscara algo, en todos los rincones encontraba restos de lo que había pasado días atrás, se detenía mirando los rincones daba una bocanada y seguía de un lado a otro, Karla lo seguía sin despegarle la mirada del rostro, pero Gábriel parecía tratar de evadir su mirada, entro en la recamara y se sentó a la orilla de la cama donde vio sus tenis y su ropa aun llena de manchas y de lodo.

-¿ya desayunaste algo?- Le preguntó a Karla mientras se ponía los tenis sosteniendo el cigarro en la boca.
-¡Esperanza!
-puff, que clase de desayuno es ese, vamos por un café.
-Esperanza en que todo cambie Gábriel, en que tu despiertes y dejes de hacerte daño, quizás no sea el mejor desayuno, pero lo único que quiero es tener esperanza en que estés bien Gábriel, no puedes seguir así, no puedes seguir evadiendo lo que paso, mírate, no has salido de aquí en días, no te has bañado, no te has rasurado, no has comido en días, no quiero seguir mirándote así, sin saber qué hacer para que dejes de destruirte.
-sabes que puedes irte cuando quieras, no te he pedido que estés a mi lado, nunca te lo pediría, se quién eres Karla y se cómo eres, no te quedes aquí si no quieres, no necesito que estés aquí.
-estoy aquí porque te amo, quizás creas saber quién soy y lo que soy, pero lo que nunca supiste, ni quisiste ver es que te amo, se que yo tengo la culpa porque fue más mi miedo que darme la oportunidad de vivir por primera vez lo único bueno que me ha pasado, y por eso estoy aquí acompañándote, porque estoy aquí deseando encontrar algo que te pueda dar para que mejores, por eso me preocupo, por eso me duele verte así, porque te amo, y aunque digas que no me necesitas, no pienso irme, no pienso dejarte así.
Amor, lo pronunciaba tan fácil, pero Karla nunca supo lo que era amar, prefirió evadirlo con sus manías y sus intoxicante poses, prefirió destender todas las camas serpenteando sobre sabanas donde dejaba solo polvo, donde recogía solo polvo y caricias huecas, prefirió regalar besos a todo lo que tuviera labios, hasta quedarse sin labios, prefirió vaciarse, prefirió sexo que amor, prefirió esa basura de creer que era deseada o admirada, cuando en realidad para los hombres con quienes estaba ella solo era su sexo, no mas, ninguno de ellos vio mas, ninguno de ellos quiso ver más, si hubieran visto más, si hubieran visto lo que yo vi en ella, no buscarían tan solo sus muslos, buscarían eso que ella esconde bajo la piel, si hubieran visto mas, le habrían desnudado el alma y no solo quitado las ropas, amor, Karla no tiene idea de lo que es el amor.

-¿Por qué no te trajiste un abrigo?
-ya no tengo abrigos en tu casa Gábriel y con todo lo que ha pasado no he salido por ropa, para no dejarte solo.


Cerca de donde vivía Gábriel estaba el café con los muros de madera y los techos altos, como ya no dejaban fumar dentro, Gábriel solía sentarse en las mesas de afuera para poder fumar, solamente entraba cuando iba acompañado, por cortesía, y porque sus compañías solían comer, y como las mesas de afuera estaban al lado de dos avenidas, era poco agradable estar con el plato sobre la mesa espolvoreándose de polvo, así que solo entraba cuando había platos sobre la mesa.

-toma ponte mi abrigo que estas temblando y no pienso tomarme mi café sin fumar este día.
Karla traía un pantalón de pans que era de Gábriel, y una playera de cuelo redondo que también era de él, traía el cabello sujetado con una liga, la coleta que se le hacía era diminuta pues desde hacía mucho tiempo traía el cabello corto y teñido de negro, desde hacía mucho tiempo había dejado de ser rubia, desde un día que cocino para Gábriel como regalo de cumpleaños. Sentada del otro lado de la mesita cruzaba los brazos para tratar de no temblar tanto por el frío, y pese al comportamiento osco de Gábriel no dudo ni puso pero cuando él le ofreció su abrigo, Karla era demasiado friolenta.

-¿qué vas a pedir? Le pregunto Gábriel a Karla mientras encendía otro cigarro.
-nada, solo vine a acompañarte, además es la primera vez que sales desde lo que paso.
-¿Qué? ¿Por qué no pedirás nada? ¿Has vuelto a hacer dieta? ¿Sigues con tus complejitos para mantener tu figura de diva? Deberías de saber ya que a los hombres les da igual si subes de peso o no, solo quieren acostarse contigo y para eso no necesitan que estés delgada o pasada de peso, eso no les importa.
Los ojos de Karla se empañaron cuando Gábriel hizo su último comentario, y le sostuvo la mirada pero Gábriel al verle con los ojos así evadió aquellas lagrimas que se asomaban buscando al mesero, ya una vez Karla había llorado por él, y tampoco tuvo el valor de verla en aquel entonces, cuando le dijo adiós, cuando dejo de interpretar el papel del tipo que la amaba, porque sintió que era un papel que nunca podría interpretar del todo bien, así que en aquellos días, y tras varias vidas, y mucho más muertes el había decidido dejar de buscar un lugar en la vida de Karla, se había dado cuenta de que sus mundos eran diferentes y de que por mas momentos en que consiguieran formar puentes entre uno y otro, nunca podrían conseguir hacer un mundo nuevo donde lejos de todo y de todos, pudieran ser ellos, los que nunca nadie quiso ver, encontrándose uno en el otro.

A Gábriel le costó trabajo entender porque no podía ser él, quien despertara todos los días al lado de ella, le costó trabajo entender porque ella no encontraba nada bueno en él, porque no bastaba lo que él le daba, porque tenía ella que buscar más, porque parecía no importarle a Karla lo que él sentía, porque ella no se fijaba en las ganas que tenia Gábriel de que ella se viera diferente, como él la veía, con todo eso que ella escondía y que nadie más que Gábriel, conseguía sacar a la luz, le costó trabajo cansarse de recibir dadivas, de conformarse con las migajas de tiempo y de todo lo que Karla le aventaba como por lastima, o por mantenerlo cerca, como una de esas puertas abiertas que ella solía dejar en cada hombre que conocía.

A Gábriel le costó trabajo entender muchas cosas para poder decir adiós, y en realidad, aunque no entendió nada, dijo adiós porque se canso de no tener dignidad, y lo único claro que tuvo, fue que para Karla, él solo era uno más, ni especial, ni diferente, simplemente uno más.
-voy a pedirte algo y me vale que estés a dieta, te lo comes, y deja de mirarme así que no te dije nada para que te ofendas, solo fui sincero, así como tú lo fuiste muchas veces conmigo, así que no me mires así y al contrario, deberías de estar orgullosa porque este alumno te aprendió bien al menos algo.
-¿nunca vas a perdonarme verdad?
-¿Qué?
-todo, lo que paso entre nosotros, lo que no pude hacer, lo que no pudimos hacer.
-si no te hubiera perdonado, no estarías aquí, no te hubiera buscado cuando comenzaron las cosas, no te hubiera dejado acompañarme.
-aun no entiendo eso, y ahora menos, con tu actitud no lo entiendo, no te entiendo Gábriel.
-¿Qué no entiendes?
-¿Por qué me buscaste? ¿Por qué me dejaste estar a mí y no a Lucía? ¿Por qué fui yo y no ella?
-siempre te quejaste que porque Lucía y no tú, y ahora te quejas de porque tú y no ella, soy yo quien no te entiende.
-sabes que quiero decir, no te hagas el gracioso, sabes bien a que me refiero ¿Por qué me buscaste a mí, en lugar de contarle las cosas a ella?

Gábriel encendió otro cigarro y le sostuvo la mirada a Karla como si tratara de encontrar dentro de sus ojos algo, ella lo miraba esperando una respuesta, no entendía porque por primera vez en su historia juntos, y después de que Lucía apareciera, ella había vuelto a ocupar un lugar en la vida de Gábriel, no entendía porque la había buscado

-tu dijiste hace rato que estabas a mi lado porque me amabas, la verdad lo dudo, no creo que me ames, no sé porque te quedes a mi lado pero no es por amor, si supieras lo que es el amor, si tuvieras un gramo de noción de lo que es el amor, entenderías el porque me acerque a ti y no a ella, entenderías porque no pude decirle nada a ella, entenderías porque tuve que decirle adiós, porque me calle, porque …
-¿Porque, qué?
-nada, en serio no creo que lo entiendas, tendrías que conocer lo que es el amor para entenderlo, y seamos sinceros Karla, el amor es algo que no te intereso nunca conocer.
-si no me hubiera interesado conocer el amor, como dices, no me hubiera quedado a tu lado todo el tiempo que pasamos juntos, no me hubiera quedado a tu lado cuando fuiste a buscarme, no estaría aquí, ahora, para poder estar a tu lado.
-pero te fuiste, siempre te fuiste, te fuiste tantas veces, te fuiste todas las veces que quisiste irte, yo solo me fui una vez, cuando me di cuenta de que no valía nada para ti, y que por eso te ibas, todas las veces.
-no es así Gábriel, no lo entendiste, y sé que hice mal, pero no es así…
-claro que es así Karla, siempre fue así, no hubo más, no quisiste ver más, ni pude yo darte mas, siempre fue así, solo me dejabas quedarme cuando te hacía falta sentir un poquito, solo me buscabas cuando necesitabas sentirte persona y no solo un bulto al que todo mundo le metía mano, solo me dejabas estar cuando te sentías insegura y necesitaba de alguien que te dijera que eras especial, que eras bonita, que podías ser diferente a como te sentías, solo fui eso para ti, un objeto que usabas cuando lo necesitabas, no mas, no me dejaste ser mas, no quisiste ser mas, me usabas y después me aventabas al rincón donde me quedaba esperando a que regresaras y poder sentirme útil a tu lado, creer que podía ofrecerte algo, pero no pude, no lo que te hacía falta, aunque no sé si sepas que te hace falta de verdad.
-nunca entendí porque me veías así, porque te quedabas esperando algo que no podía darte, porque con lo mierda que fui contigo, seguías allí, acompañándome, cuidándome, ni cuando tuve familia se preocupaban tanto por mí como tú lo hiciste, nunca entendí porque me viste como nadie me vio, ni siquiera yo.
-porque te amaba Karla, por eso, porque cuando amas a alguien amas también sus imperfecciones, sus manías, sus defectos, a mi no me importaba que fueras rubia, o que tuvieras el cabello largo, nunca te pedí que te cortaras el cabello, ni que te lo tiñeras, nunca me importo si subías de peso, si te quejabas por tu vientre inflamado porque decías que te veías mas llenita, para mí nunca importo lo que tu piel era, ni los vellitos al crecer de tus piernas, ni tus parpados hinchados al despertar, no importaba tu aliento por la mañana, siempre ame despertarte con un beso, cuando amas a alguien nada de eso importa, y pese a eso, y con todo eso, le sigues amando, pero tú no lo entendiste, no lo viste, yo no pedía nada de lo que tus hombres te pedían, no te pedía nada, simplemente, nunca te pedí nada, ni siquiera que te quedaras, esperaba que si lo hacías fuera como lo que hiciste con tu cabello, simplemente porque quisiste hacerlo, así, que te quedaras porque querías quedarte, solo eso.
-¿nunca tuviste miedo de amar? ¿Nunca te asusto el que alguien te amara?
-la verdad no, o bueno, sí, pero cuando amas, siempre, siempre, el amor es más grande que el miedo, o debe de ser así, nunca se puede dejar que el miedo sea mayor, porque si no, te quedas con algo que no te corresponde.
-¿Cómo?
-si, si me hubiera dado miedo amarte, no te habría dado nada de lo que nacía por ese amor, ni los cuidados, ni la atención, ni siquiera los besos o las tardes juntos, todo eso no era mío, esa de los dos, eran momentos que nacían de ti y de mi, si me hubiera guardado el amor que te tenia por el miedo que sentía, no tendría lugar para guardar todo eso que quise hacer contigo y por ti, si te cuide, si me preocupe por ti, si te escuche, si deje que me escucharas, si deje que me acompañaras, si compartimos horas, noches, días, fue porque al final, el amor que sentía por ti era más grande que el miedo, y me atreví a vivir todo eso que quería vivir a tu lado, contigo.
-bajo esa lógica, entonces, sabias que te amaba.
-no, eso no lo sabía, y simplemente no me interesaba saberlo, me hubiera gustado sentirlo, no te lo negare, de verdad me hubiera gustado sentirlo, tener esa certeza de que algo sentías tu por mí, pero nunca fue así.
-¿Por qué no puedes creerme cuando te digo que te amaba?
-porque si me hubieras amado te hubieras quedado, si me hubieras amado como te ame, ese miedo que según tú te hacía correr, hubiera sido pequeño, y al final no te hubieras ido a buscar a alguien más para llenarte de eso que no encontrabas en mi.
-si te ame Gábriel, si te amo, si no, no estaría aquí, ya te lo dije, y siento raro, cuando te escucho hablar del amor en tiempo pasado, ¿descubriste la mortalidad del amor?
-no, si fuera así, si creyera que el amor muere, no estaría así de jodido como estoy ahora, ¿no crees?

Se quedaron mirándose en silencio un momento, uno buscaba en el otro encontrar algo, respuestas o más preguntas, pero encontrar algo, reconocer algo, se quedaron así en silencio un momento, hasta que Gábriel encendió otro cigarro

-¿Por qué me buscaste? ¿Por qué me dejas estar aquí? ¿Por qué fue a mí y no a Lucía?
-por el único miedo que debe de ser mayor cuando amas a alguien, el miedo a lastimar a quien amas, el miedo a hacerla sufrir, ese miedo debe de ser mayor, porque solo así, buscas ser mejor persona para quien amas, para no tener que hacerle daño nunca, eso no lo entenderás, porque tu miedo, hizo en mi todo lo contrario, la manera en que te alejabas para encontrarte con otros me lastimaba, me dolía, pero preferiste eso, que crecer, que dejar de hacerlo para no lastimarme, ¿ves porque dudo de tu amor?

Karla agacho la cabeza para meter la mirada dentro de su taza de café, sabía muy bien que le había hecho daño a Gábriel, pero también es cierto que no lo hizo por maldad, para Gábriel Karla fue todo, y le dio todo sin pedirle nada, sin pedirle siquiera que se quedara a su lado, para Karla Gábriel fue la historia que nunca creyó merecer, y precisamente por eso, ella sentía que no podía dejarlo quedarse, porque ella no encontraba en ella, nada que valiera la pena, nada que le dijese que el estar al lado de Gábriel, era algo que ella merecía, si se porto como se porto con él, fue porque así se sentía ella, así había aprendido, ella, que era, eso sentía ella que valía, y prefirió alejar a Gábriel, siendo eso que todos veían en ella, para no ser lo que Gábriel encontraba en ella.

Gábriel se acerco a Karla porque tenía miedo de hacer sufrir a Lucía, porque no creía que Lucía mereciera pasar lo que tenía que pasar Gábriel, tenía miedo de hacerla llorar, tenía miedo de que lo viera con miedo, por eso busco a Karla para que lo acompañara, y no a Lucía. Karla alejo a Gábriel porque tenía miedo de decepcionarlo, porque tenía miedo de no ser lo suficiente para él, porque tenía miedo de que un día el despertara a su lado sin saber porque estaba con ella, lo alejo para no lastimarlo, para no hacerle más daño con lo poquito que ella se encontraba frente al espejo, al final, aunque Gábriel no lo viera, Karla entendía muy bien porque ella y no Lucía lo habían acompañado.


-¿crees que Lucía lo entendió?

Pregunto Karla a Gábriel, pero ahora eran los ojos de él los que se empañaban y sus manos comenzaron a temblar haciendo que la ceniza de su cigarro cayera sobre la mesa

-no sé si lo entendió, pero quisiera saber que me perdono.

La voz de Gábriel se quebró y las lágrimas comenzaron a salir, Karla busco en la bolsa del pantalón su cartera, y le hizo señas al mesero para pedir la cuenta, Gábriel levanto la cabeza y se tallo los ojos.

-¿Qué te pasa? Nunca he dejado que pagues y no voy a dejar que lo hagas ahora, además, te debo mucho por estar aquí aguantándome, y más por lo grosero que se, me he portado contigo, créeme que pese a mi actitud, estoy consciente de todo, y sé que no debería de ser así de grosero contigo, no es contigo con quien tengo este coraje, y espero que me perdones un día, por todo lo mal que me he portado contigo, sé que no es tu culpa nada de lo que paso, ni entre nosotros, ni entre Lucía y yo.
-no tengo nada que perdonarte Gábriel, y si estoy a tu lado es porque te amo, y ojala un día me lo creas.

No sabía que creer ya, todo mi mundo se había quebrado, no entendía ya nada del mundo, no entendía siquiera porque estaba Karla a mi lado, tampoco entendía porque no veía esta vez todo lo que ella estaba haciendo por mí, y en su lugar dejaba salir mi coraje por un pasado que ya no nos pertenecía, no entendía porque me había aguantado todos esos días, a mí y a mi estúpido humor, no entendía porque me tenia paciencia ella a mí, ya no entendía nada.

-¿no puedes dejar de temblar verdad? Desde que nos fuimos de la cafetería no has dejado de temblar, ni cuando tome tu mano dejaste de temblar.
-estoy bien, en un rato se me pasa, siempre se me pasa.
-si Gábriel, se te pasara, pero debes dejar salir todo, no puedes seguir contendiéndote así, te está haciendo daño guardarte las cosas, déjame ayudarte, por favor déjame ayudarte.
-ya lo haces, el que estés aquí me ayuda, en serio que me ayuda el que estés aquí, y gracias por no dejarme solo, no te vayas ahora, por favor no te vayas ahora, no me dejes solo ahora, después podrás irte, pero ahora no, por favor ahora no, no quiero estar solo, no a solas con todo esto.

La voz de Gábriel volvió a quebrarse, esta vez con más fuerza y las lagrimas corrieron sin ningún aviso, estaban sentados en el sillón, Gábriel atrincherado en un extremo como esos días solía hacer, Karla en el otro extremo porque cada que ella intentaba acercarse, el se atrincheraba mas, algunas veces hasta terminaba por ponerse de pie y daba vueltas alrededor de la sala mientras lloraba o maldecía, esta vez Karla rompió la barrera y se acerco a él para abrazarlo, Gábriel se abrazo a su pecho y soltó todas las lagrimas que habían roto su mundo, abrazaba a Karla con fuerza como se abraza un naufrago a un madero para mantenerse a flote, Karla lo abrazaba con la misma fuerza tratando de no llorar al verlo así de destruido.
Le dolían las lagrimas de Gábriel, le dolía verlo tan cubierto de ruinas, le dolía porque lo amaba, y porque lo amaba, contenía el llanto, para que Gábriel le tuviera confianza y la dejara ayudarlo, para que ella se sintiera un poco útil a su lado, para poderle dar un poco de todo lo que él le dio a ella cuando se quedaba en ruinas, contenía el llanto para ser fuerte porque lo amaba, porque quería ayudarlo, porque quería volver a verlo de pie.

Gábriel lloró hasta quedarse dormido abrazado del pecho de Karla, se quedaron así en el sillón, Karla pasaba sus dedos entre el cabello de Gábriel, él de vez en cuando se sacudía, seguramente por tener en sueños las visiones de todo lo que había pasado días atrás, entonces Karla lo abrazaba fuerte para hacerlo sentir en sus sueño que no estaba solo, parecía que él la sentía y volvía a quedarse quieto durmiendo, entonces Karla besaba su frente y dejaba salir un suspiro en el que vivían las cuatro letras que Gábriel muchas veces le dijo a ella para hacerla soñar y ella soñaba, solo al lado de él, ella soñaba, pero ahora Gábriel, ya no podía soñar, y ese suspiro con cuatro letras, nacía de la esperanza que tenia Karla de poder hacerlo soñar de nuevo.





octubre 19, 2011

A DESTIEMPO (treceava parte)

-Sabes, a veces también pienso que no me crees cuando te digo que te amo…

-¿cómo podría ser? Prácticamente todo sucedió muy rápido.

-Lo sé, pero he de confesarte que poco a poco, me hiciste sentir algo… es difícil explicarlo, una necesidad de darte algo, ¿afecto? ¿Cariño? ¿Amor? y no por lástima, como estoy segura que pensarás.

-Has aprendido a conocerme bien

-Si, eres fácil de descifrar, aunque es dificil quitarte todas las corazas que tienes, pero bueno, una noche, cuando me hablaste de esa parte de tu vida, sentí necesidad de darte algo y no por lastima, sino porque sentí que eras como yo. Había algo en ti que también yo tenía. Y algo despertó en mí… me gusto lo que provocaste esa noche, me gustaste cuando vi por primera vez tu rostro en aquella foto, me gustaste aún más cuando te vi en persona sentado en aquella fuente, mucho antes de que tuviera valor para acercarme, mucho antes de que tu amigo se fuera. Y todo lo que provocabas en mí, ¡dios! abrazas bien, tus abrazos transmiten tantas emociones. Por vez primera después de mucho tiempo volví a sentirme tan dichosa ¡como cuando tenía 8 años!, entre tus brazos dejaba de ser yo y me sentía una parte de ti. ¿Era verdad?, ¿en realidad yo podía hacer feliz a otra persona? era increíble que existiera esa persona, me encantaba que fueras tú ese alguien.

-A mi me encantaba ser ese alguien que pudiera demostrarte que podías ser feliz, que merecías ser feliz, pero sobre todo, ser ese alguien que te amaba.

-Gábriel, tu sabes que no creo en el amor a primera vista, sabes que me costaba mucho trabajo simplemente creer en el amor, creer, tan solo eso, creer. Yo me enamoré de ti antes de tenerte frente a mí, me enamore de lo que podía percibir a través de tus palabras, de lo poco que dejabas ver de ti mismo en tu fantasía, me enamore de lo que creabas y cuando te conocí simplemente confirme que no eras un sueño que tenia cada noche cuando descolgaba el teléfono para escucharte, que respirabas, que caminabas, que eras real. Así te amo, por lo que eres, porque estás, no conmigo, pero estás!, te amo porque eres como un niño pequeño, porque conoces el dolor y parece que entiendes el mío, te amo porque das, porque sientes, te amo porque siento que eres como yo.

-Estoy contigo, lo he estado desde la primera vez que llamaste por la madrugada, pero siento que me quede esperando un momento, y que fuera mi nombre el que latías, y no el de esos pasados que no pudieron ser, entiendo que tengas miedo, que hayas marcado limites por esos otros que te lastimaron, pero nunca me acerque a ti con la intención de lastimarte, nunca quise hacerte daño, y cada oportunidad que tuve para demostrártelo, lo hice, pero solo pedía que dejaras de ver tus pasados en mi, y me vieras sin el nombre o el rostro de uno de esos fantasmas que sigues guardando, quería volver realidad todos esos planes que teníamos, pero que fueran como sueños nuevos, y no solo opciones por si las cosas no te salían bien en otro lugar.

-Gábriel, tú crees que te amo por tratar de corresponderte, insistes en decir que eres “el premio de consolación”, ¡por Dios! Me duele que pienses eso, y mucho, pero sé que tuve la culpa, se que muchas veces me frene, y otras corrí, se que debí desesperarte al verme avanzar y después esconderme, y si, se que al principio temía que fueras a ser como cualquiera de esos fantasmas pero, jamás me había enamorado de alguien como lo estoy de ti, nunca había sentido tampoco esa correspondencia de afecto. Pero es imposible tratar de explicarlo con palabras, eso simplemente se siente y punto. Es obvio que no te hago sentir amado, mucho menos feliz. Y aquí podría darte la razón, porque siempre te lo dije Gábriel no sé amar, no sé amarte. ¿No te hago feliz, cierto?

-Lucía me haces feliz, como no creí poder serlo al lado de alguien, y menos al lado de alguien como tú.

-¿Qué pasa entonces Gábriel? ¿Qué nos está pasando? Extraño tus historias para hacerme dormir, extraño tus fantasías llegando a despertar las mías, extraño tantas cosas ahora Gábriel, ¿Qué nos está pasando?

-¿te hacían soñar aun?

-Siempre, incluso en esas noches en que no me las cuentas, o en que hablas de cosas que esconden tu pasado o esos secretos que no me compartes, que no me dejas tocar. Justo en este momento hay mucha melancolía en ti, como cuando se extraña a alguien amado. ¿Estas enamorado de alguien más? ¿Regreso Karla a tu vida? Aunque no lo digas se que ella te busca aun y sé que ella conoce cosas de ti que yo no. ¿Es ella? ¿Es por ella que estas así? ¿Estas enamorado?

-No, no es ella, o más bien, no es eso Lucía, sabes que el amor para mí no es así, sabes que es más grande.

-Gábriel tu estas enamorado de todos, hasta de los seres que solo existen en tus cuentos y todos, a su manera, corresponden a ese tipo de amor, si quieres llamarle así. Pero he concluido que yo no sé amar, te lo dije muchas noches, no conozco el amor, y mucho menos he sabido amarte, y no tengo felicidad que ofrecerte, así que he decidido alejarme de ti para aprender a hacerlo. Para aprender a ser feliz conmigo misma pues injustamente te confié mi felicidad como si fuera una misión en tu vida.

-Lucía, por favor no es así como pasan las cosas.

-Gábriel, me alejo sobre todo para amarme un poquito más, para aprender a verme como tú me ves, para dejar de creer que soy insignificante a tu lado, para dejar de sentirme incapaz de dar amor, para aprender eso muy tuyo que es no esperar nada a cambio de algo, para no pensarte con tristeza y desilusión, para tratar de recuperar un poco de lo que yo era antes de conocerte, tú lo llamaste conformismo pero justo ahora necesito un poco de ello, extraño mi tranquilidad, mi paz… extraño despertar por las mañanas pensando en cosas reales, extraño desbaratar mentalmente mi desorden mientras voy rumbo al consultorio, extraño llegar a casa quejándome de mi día, extraño, me extraño, y demasiado.

-Te lo dije muchas veces, tu mundo y mi mundo son muy diferentes, pero el trato era crear uno nuevo, uno en el que pudieras dejar de quejarte de tus cotidianidades, uno en el que no hubiera pucheros al despertar y que aun después de la ducha, siguieras soñando, te lo dije muchas veces Lucía, no puedo hacerle bien a nadie, y el amor en el que creo duele por falta de entendimiento, de ese razonamiento que tu usas para todo y que no existe dentro de mí, pero precisamente, sin razonarlo, sin pensarlo debes de saber que te amo, que pese a lo diferentes que somos me enamore de ti, desde antes de encontrarte me enamore de ti, y aunque no lo creas eres lo que jamás creí merecer para ser feliz, te amo por todo lo que eres, incluso por eso que no puedes ver aun, te amo con todo y tu racionalidad, con todo y esa forma tan calculadora de analizar cada paso que darás, amo tu agenda en la que de poco en poco fuiste llenado renglones de horarios con mi nombre, amo tus despistes selectivos que mañosamente hacen que olvides desayunar, amo llegar a tu consultorio antes de que llegues para dejarte el desayuno con la recepcionista, amo imaginar la cara que pones cuando pasa eso, amo que cuando te pregunto si crees en el amor, agaches la mirada y te quedes en silencio, porque así tengo nuevas oportunidades para enseñarte que es real, pero sobre todo, que si crees, amo todo de ti Lucía, de verdad te amo tal como eres y no me sentía tan feliz al lado de alguien como me siento contigo.

-No digas mas Gábriel, ya no digas mas, me has hecho muy feliz, no miento cuando te digo que hace años que mi corazón no latía de la forma que lo has hecho latir, me diste cuerda, me diste vida estos últimos meses a tu lado, gracias por atraer vida para mí. Gracias por los sueños, por haber sido mi sueño hecho realidad, por tus historias para hacerme dormir y que amo, por cada canción y cada poema que me dejas escuchar por la bocina y que me acercan cada noche a ti, para soñar contigo aunque no durmiera a tu lado, cada expresión tuya que me hacía caminar entre nubes rosas, por los besos y abrazos que hicieron sentirme viva, gracias por estos meses que me has dejado estar contigo y que me han hecho conocer que el amor es más grande de lo que había escuchado, gracias por todo, ¿puedo pedirte algo? No dejes de ser mi amigo, ahora no puedo verte como tal pero prometo que puedo hacerlo, así como Karla, también puedo aprender a quedarme a tu lado y verte como mi amigo. Sé que no tiene sentido lo que te estoy pidiendo, crees que es una contradicción ¿no? Lo que deseo es que me permitas ser tu amiga, algún día y por qué no, la más cercana, más que Karla. Ahora quiero liberarte del título de novio, no quiero que pienses en mí como la mujer que moriría por ti sino como la que moriría contigo.

Gábriel al escuchar esa última frase sintió un escalofrío recorrerle la espalda, y sintió miedo, miedo de estar viviendo lo que estaba viviendo en ese momento, y un par de días atrás, era cierto, Gábriel había visto a Karla, pero no porque ella regresara a su vida buscando continuar la historia que él se negó a continuar escribiendo, si Lucía creía que no sabía amar, Karla ni siquiera había tenido el valor para intentarlo, para ella Gábriel había sido un juego, pero la complicidad que había gracias a ese juego habían hecho que fuera Gábriel quien la buscara en lugar de acercarse a Lucía, no porque no le tuviera confianza a Lucía, más bien porque no quería que ella lo viera con tanto miedo encima.

Karla podía ofrecer muchas cosas a cualquier persona, pero algo que no ofrecía, era lastima, y Gábriel en aquellos momentos necesitaba esa frivolidad con que Karla se movía, con que ella se comportaba, necesitaba que no lo miraran con condescendencia, necesitaba no ver miedo ni tristeza en los ojos de quien lo viera, y pensaba que Lucía al saber lo que pasaba, tendría miedo, y sentiría tristeza, y no quería hacerla sentir nada de eso, no quería que ella pasara por todo eso, bastante miedo y tristeza tenia él.

En aquel momento en que Lucía soltó esa última frase Gábriel supo que estaba perdiendo todo, su vida, su amor y todas las vidas que había esperado para mirarse en los ojos de ella, y todas las vidas que había guardado en su pecho, para vivir al lado de ella, los planes de futuros que creaba al lado de Lucía, las ilusiones de nuevos horizontes, de nuevos mañanas, todo lo comenzaba a perder, la única persona con la que él había imaginado un mañana, se iba, la tenía que dejar ir, porque no podía hacerla vivir lo que Gábriel estaba viviendo en esos días.

-Gábriel, necesito encontrar equilibrio no pretendo olvidarme de ti, eso no podré hacerlo. Pienso en ti con solo mirar la Luna. ¿Sabías que ella y yo manteníamos un romance desde hace mucho tiempo? Cuando te conocí descubrí que la Luna te ama más a ti. Muero de celos, prefiero verte realmente feliz al lado de Karla o alguien más, alguien mejor que ella, pero muy bonita, que sea además la mujer que pueda hacerte inmensamente dichoso. Hoy no me lo digas, hoy no me digas que te has enamorado de otra mucho más de lo que alguna vez creíste estarlo de mí porque lloraré. Lloraré toda la noche y el día siguiente y el siguiente, ¿cuántos días son suficientes para guardar luto? ¿Un mes? ¿Dos? Probablemente después podrás decírmelo, y te odiaré, también odiaré mi vida porque si fuera justa, sería yo quién caminaría tomada de tu mano sin complejos ni temores. Nos odiaría menos de un par de semanas porque no soy rencorosa. Cuando eso suceda me habré resignado a oírte hablar de ella y de lo feliz que eres a su lado. Y te amaré, con un latido escondido en el bolsillo, por el resto de mi existencia o hasta que olvide recordar.

Quería contarle todo en ese momento, quería decirle lo que pasaba, desmoronarme en sus brazos y confesarle que tenía miedo, que tenía mucho miedo, que no quería morir, quería contarle todo, quería llorarle todo, pero sabía que no era justo, sabía que no podía hacerla pasar por todo aquello que me espera, sabía que no era justo lastimarla con mis dolores, con mi miedo, con la muerte de todas nuestras vidas juntos, hasta las que aun no vivíamos, sabía que no quería hacerla pasar por todo eso, ni yo quería pasar por todo eso, quería contarle todo, quería gritarle todo, quería llorarle todo, pero sobre todo, quería decirle que la amaba, como solo a ella podía llegar a amar, como jamás creí que merecería amar y sentirme amado, que la única persona con la que quisiera morir era ella, quería decirle todo, pero las lagrimas que comenzaron a salir de mis ojos me impidieron hablar.

-no llores Gábriel, mira que yo no lloro, no porque no tenga ganas, pero no quiero que me recuerdes así, llorando, no llores Gábriel, es lo mejor para los dos, además, ¿recuerdas que cuando te hablaba de alguna persona que había amado, me decías que había historias que no tenían final, que solo eran pequeñas pausas para crecer y que después, quizás, nos volveríamos a encontrar? ¿Recuerdas eso? Pues ahora debes de tener más fe en eso, y pensemos que solo es una pausa, que sin que tú ni yo lo sepamos, la vida nos tiene deparadas nuevas mañanas, juntos, nuevas noches, nuevas sonrisas, y aun juntos, anda Gábriel no llores, que me haces sentir mal, ya lo decidí y no quiero arrepentirme ahora, en serio es lo mejor para los dos, y dijiste que respetarías siempre mis decisiones, así que deja de llorar y dime adiós, para que pueda seguir creyendo que siempre me dijiste la verdad, y que respetas mi decisión, aunque duela, aunque no la entiendas, pero ni yo la entiendo, y también a mi me duele.

-no quiero decirte adiós, no puedo decirte adiós Lucía.

-por favor Gábriel, necesito dejar de sentirme así, necesito estar en paz, necesito…

Algunas veces amamos tanto a alguien que no quisiéramos nunca verle con dolor encima, algunas veces amamos tanto a una persona que desearíamos que todos sus días despertara con sonrisas en el rostro, algunas veces amamos tanto, pero tanto a una persona, que no quisiéramos nunca hacerla sufrir, ni siquiera por algo que nos pase a nosotros, y es que todo aquel que ha amado, sabe que al amar se comparte todo, al amar uno siente lo que la otra persona siente, si esa persona esta triste, sentimos esa tristeza, si esa persona es feliz, sentimos esa felicidad, Gábriel amaba a Lucía de esa manera, desde que se habían encontrado él había buscado la manera de apagarle las tristezas a Lucía, y de encenderle en su vida una luz en que ella tenía poca fe, pero a cada momento que pasaban juntos, él se encargaba de alimentar sea flamita, y poco a poco Lucía fue defendiendo ese brillo dentro de ella, incluso hasta de ella misma, de sus pasados, de sus complejos.

Lucía y Gábriel habían conseguido hacer un puente entre sus mundos, entre sus vidas, cada uno de ellos tumbo los muros tras los que se escondían por separado, y que los alejaban, siempre hubo algo presente entre ellos, algo que sin que lo pudieran percibir iba creciéndoles dentro, ese algo que les hacia sonreír cuando un ligero detalle en sus cotidianidades les hacia recordar uno al otro, las llaves de casa, un cajón en la oficina, un roce del viento en mitad de la calle mientras esperaban la luz verde, se hacían presentes, uno en la vida del otro, aun estando lejos, aun sin estar juntos, se encontraban en esos detalles que formaban ese puente entre sus vidas.

Poco a poco fueron extrañándose, fueron volviéndose una razón para sonreír, o para hacer a un lado las cosas que pesaban de sus días, se fueron rescatando sin saberlo, si algo salía mal en sus días, bastaba recordar que existía el otro para que las cosas se vieran mejor, por las noches Gábriel esperaba a que Lucía regresara del consultorio para que tomara el teléfono y le contara de su día, había aprendido a reconocer su estado de ánimo por el tono de su voz, entonces, si algo estaba mal, antes de que Lucía le contara lo que pasaba, Gábriel hacia algo, o decía algo, le contaba algún cuento, le describía algún rincón salpicado de color, eso hacía que la flamita que ella tenía dentro, brillara un poco más fuerte, Lucía suspiraba, y al exhalar el aire, dejaba escapar todo el tedio y la pesadez de aquel día, entonces más tranquila le contaba a Gábriel lo que había salido mal.

Era fácil hacer sonreír a Lucía, pero más que nada era adictivo, ella escondía en sus labios, millones de maneras de sonreír, y todas le resultaban a Gábriel hermosas, conocía varias, pero también muchas de esas sonrisas que Lucía tenia, Gábriel las veía por primera vez, razón por la cual cada sonrisa que ella le regalaba, era como si fuera la primera, y bastaba eso, tan solo eso, para que Gábriel encontrara una nueva sonrisa que amar de ella, y un detalle nuevo de Lucía, que lo enamoraban, si pudiera decirse, un poco más.

Cuando uno ama, cada mirada es nueva, cada sonrisa, cada mueca, cada puchero, cada ceño fruncido es nuevo, Gábriel así veía a Lucía, y cada momento que pasaba a su lado era algo nuevo, era algo hermoso que le hacía sentir la felicidad que no pensó poder llegar a conocer, desde la primera vez que escucho su voz en el teléfono, sintió esa necesidad de hacerla sonreír, por ella, y por él, porque a él le gustaba su sonrisa, verla, escucharla, e imaginarla, Lucía tardo un poco más en darse cuenta de que le gustaba regalarle sus sonrisas a Gábriel, ponerle una etiqueta con su nombre en la comisura del labio izquierdo, para que no se confundiera y supiera que esa sonrisa era para él, no hay nada mejor que se le pueda regalar a quien se ama que una sonrisa, y Lucía le regalaba todas sus sonrisas a Gábriel, no hay nada que exprese mejor cuanto uno ama a alguien que despertarle una sonrisa, y a Gábriel le encantaba despertarle sonrisas a Lucía, cuando no había razón, cuando había razón, cuando caminaban por la tarde bajo lluvias de ocre, cuando sentados en alguna banca en un parque, un puchero y una lagrima por su pasado se dibujaban en el rostro de Lucía, en cualquier momento él encontraba una oportunidad de despertarle una sonrisa a Lucía.

Gábriel amaba ver sonreír a Lucía, descubrirle nuevas sonrisas, y volver a ver algunas que sin ser repetidas, le seguían pareciendo hermosas, amaba verla sonreír, amaba verla feliz, tanto, que no podía contarle a ella lo que pasaba ahora en sus días, y que le hacían alejarse, y que le habían hecho acercarse a Karla, y que le hacían, como consecuencia de todo eso, tener que decirle adiós a Lucía, porque la amaba, porque no quería verla triste, porque no quería verla preocupada ni con miedo, porque lo que más quería Gábriel, era hacerla feliz, y la amaba tanto, que sabía que en esos momentos, él no podía hacerla feliz y tenía que dejarla ir.

-está bien Lucía, también creo que es lo mejor en este momento, pero quiero pedirte un favor antes de que te vayas, bueno, es más bien una promesa que quisiera que hicieras.

-no puedo prometerte nada en este momento Gábriel.

-lo sé, y lo entiendo, pero aun así, espero que puedas cumplirla un día, quiero que me prometas, que pese a este adiós, que pese a estos últimos días, y que pase lo que pase, nunca dudes que te amo, que te ame, es lo único que quiero que hagas, o que no hagas mas bien, no dudes nunca, nunca, que te amo.