LO QUE SOY

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noviembre 13, 2011

A DESTIEMPO Final




Me gusta recorrerle la espalda mientras duerme, me gusta mirarle la nuca asomándose entre esa melena corta que tiene, la forma en que los cabellos más cortos se juntan a la mitad para trazar una flecha hacia el comienzo de su espalda, no sé cuantas veces he recorrido su espalda, pero cada vez me encuentro algo diferente, quizás sea la luz, me gusta sorprenderme como si fuera la primera vez al verle desnuda la espalda, quizás sea el tiempo, quizás sea el amor, pero cada que la miro me parece igual de hermosa, igual de enorme la luz que irradia al entrar a cualquier habitación, a mis vidas, sigue siendo hermosa, quizás ahora más.

¿Por qué se queda conmigo?
¿Por qué se queda conmigo?

El día que Lucía murió, Gábriel dejo de vivir nuevas vidas, y comenzó a vivir todas sus muertes, como Lucía no contaba con familia él tenía que hacerse cargo de los arreglos para su funeral, pero Gábriel no podía, más que por el brazo roto y el dolor que tenía en el cuerpo por los golpes, el dolor que tenía en el corazón por la muerte de Lucía lo tenía en estado de shock, sin poder reaccionar aun ante lo que estaba pasando, Karla fue quien se encargo de hacer los trámites, tanto en el hospital como en la funeraria, por la vida social que ella tenía, pudo hacerse cargo de todo sin despegarse de Gábriel, hacia llamadas, recibía llamadas, firmo papel tras papel, acta tras acta, pero no se alejaba de Gábriel, quien no hacía más que estar en silencio y de vez en cuando mover la cabeza para asentir o negar algún detalle, de vez en cuando sus ojos se nublaban, pero apretaba los labios aspiraba un jalón grande de aire y con temblores en el cuerpo contenía el llanto, Karla al verlo así siempre se acercaba a él con la intención de abrazarlo, cuando él sentía la mano de Karla sobre su espalda, fruncía el ceño y se alejaba sacudiéndose de la espalda la mano de Karla.

Al funeral de Lucía acudió poca gente, pese a que ella conocía a muchas personas, pocas personas la conocían a ella, no como para sentir pena por su muerte, ni mucho menos para ir a su funeral, las pocas personas que fueron al entierro, cada que se acercaban a Gábriel eran rechazadas por él de la misma manera en que rechazaba a Karla, antes de que terminara el entierro el había preferido quedarse afuera del toldo de lona que ponían en el panteón para que gente que acudía al entierro se cubriera del sol, o en el caso de este día, de la lluvia, quizás por la lluvia Gábriel prefirió quedarse al descubierto y alejado de aquella lona, para que con la lluvia no se distinguiera si estaba llorando o solo eran las gotitas de lluvia, Karla lo miraba y quizás solo ella, podía distinguir lo que pasaba sobre el rostro de Gábriel, lluvia o lagrimas, solo ella distinguía.

Cuando arrojaron el último montón de tierra, la gente comenzó a irse, le daban las condolencias a Karla porque Gábriel no se acerco en ningún momento a la pequeño grupo de personas bajo la lona, cuando cerca de aquel montón de tierra mojada solo quedaba Karla, por fin Gábriel se acerco, su rostro no dejaba de estar húmedo, no levantaba la mirada de aquel bulto de tierra, se paró a la orilla de aquel bulto sin decir una palabra, sin siquiera tiritar por el frio y la humedad de su ropa, Karla dio un paso hacia él pero con un ademan que él le hizo, ella se detuvo, se quedo así, inmóvil frente a aquel bulto de tierra, Karla ya al descubierto mojándose por la lluvia igual que Gábriel, también tenía el rostro húmedo, no estaba segura de entender el dolor que él sentía, pero verlo con ese dolor, le dolía a ella.

Tras un momento en silencio bajo la lluvia y frente a aquel bulto de tierra, Gábriel cayó de rodillas estallando todo su llanto, humedeciendo más, aquel bulto de tierra, las manos apoyadas sobre la tierra, la cabeza agachada quizás por el peso de las lagrimas, hundiendo los dedos entre el lodo una y otra vez, de su garganta tan solo salían gimoteos, quizás porque tenía tantas cosas que decir y ninguna pudo salir o no tuvieron ganas de salir, por saber que no estaría Lucía para escucharlas, solo gimoteos que parecían ahogarlo, o quizás lo que lo estaba ahogando eran todas esas palabras que quería decirle a Lucía y ya no escucharía ella, Karla se acerco a Gábriel sin pretensión de tocarlo, sabía que tenía que desahogarse y si ella lo tocaba, Gábriel seguramente se frenaría y la alejaría, así que solo se quedo de pie a su lado, mientras él, casi recostado boca abajo, seguía apretando en sus manos el lodo, como si sus dedos extrañaran la manita de Lucía, su piel, su tibieza, como si la extrañaran tanto, tanto, que la buscaban entre las piedras y el lodo.

-tienes que dejarla ir Gábriel, te estás haciendo daño y aun tu salud no está bien, tienes que dejarla ir, ella no quisiera verte así, déjala ir Gábriel, deja que te acompañe ahora de manera diferente, pero deja que tu dolor no la este atando, tienes que reaccionar Gábriel.

-voy a irme un tiempo Karla…

-¿A dónde? no puedes estar solo ahora, no debes estar solo, ¿Qué pasara con tu tratamiento? No puedes irte Gábriel no te hará bien estar solo.

-tengo que irme Karla, no puedo estar al lado de alguien ahora, mira como te he tratado estos días, no quiero hacerle daño a nadie, y por favor, discúlpame todas mis groserías, perdóname si te he ofendido, en serio sé que no tienes la culpa de nada de lo que paso, y valoro mucho que te hayas quedado todos estos días y antes de que todo esto pasara, pero ahora no soy buena compañía, no le hago bien a nadie y no quiero herir a nadie más, tengo que irme, tengo que alejarme de todo y de todos, no soy buena compañía ahora Karla, tengo que irme.

-pero Gábriel, no puedes estar solo, no puedes aislarte así, y sabes que vayas a donde vayas todo lo que paso seguirá acompañándote, no puedes quedarte solo, y tienes que seguir con tu tratamiento, no puedes estar yendo solo al médico, déjame estar a tu lado, quédate conmigo, no tienes que irte, esta vez no tienes que irte, quédate.

-no puedo Karla, de verdad no puedo quedarme, es mejor que este solo, no quiero hacerte daño, no quiero ofenderte, no quiero parecer mal agradecido contigo, no después de todo lo que me has ayudado, pero ahora no puedo estar con alguien, no quiero estar con alguien, la única persona con la que quisiera estar ya no está, y quiero encontrar donde poner todo lo que implica su ausencia, los planes que hicimos, las promesas que ya no cumpliremos, los futuros que dibujamos y que ya no podrán iluminarle el rostro al cumplirse, no se a donde iré, no sé cuánto tiempo, pero enfrentar su muerte no es algo que quisiera hacer al lado de alguien más, ni siquiera es algo que quisiera hacer, pero sé que no quiero estar al lado de nadie, no soy buena compañía Karla, ahora no puedo estar al lado de nadie, tengo que irme, quiero irme.

-Gábriel…

Habían pasado varios días desde que paso todo aquello, las habitaciones estaban llenas de la ropa cubierta con manchas, de sangre y de lodo, sus zapatos, sus tenis, su traje, solo habían salido al funeral y de vez en cuando a una tienda que había a unas cuadras, todo el tiempo que pasaban dentro Gábriel usaba un suéter que era de Lucía, se lo quitaba y se lo ponía, cuando no los traía puesto lo abrazaba y aspiraba el perfume que quedaba de ella, lloraba, si, lloraba mucho, algunas veces Karla lo acompañaba llorando también, algunas veces solo se quedaba en silencio, cada que ella trataba de acercarse él se alejaba y reprimía su llanto frunciendo el ceño, entonces Karla para dejarlo llorar prefería ya no intentar acercarse a él y dejarlo llorar, hasta que como niño caía dormido en algún rincón, entonces ella preparaba algo de comida, era lo único que podía hacer, una tarde mientras Gábriel dormía ella trato de recoger la ropa y limpiar un poco las manchas del suelo, pero Gábriel despertó y molesto le pidió que dejara todo así, que no moviera nada, desde esa tarde ella solo cocinaba, cuando Gábriel dormía después de llorar, ella cocinaba, aunque al final, ella tuviera que terminarse sola la comida, porque Gábriel no metía en su boca, más que su cigarro.

La noche que Gábriel decidió marcharse, paso toda la madrugada tratando de calmar a Karla para que respetara lo respetara y dejarla un poco tranquila, aunque no muy de acuerdo y sin la tranquilidad que se supone Gábriel buscaba dejarle, al final lo respeto y le hizo prometer que escribiría cada quince días para contarle como estaba, y que si era necesario le llamara, que ella iría a buscarlo a donde fuera que él se encontrara, al principio ella le pidió que le llamara todos los días pero él se negó, y Karla ya había visto durante esos días que él no tenía muchas ganas de hablar, así que no quiso presionar más y solo le pidió una carta cada quince días, la primera vida que se despidieron fue porque él no encontró un lugar en la vida de ella, esta vez se despedía, porque él ya no encontraba lugar en su propio mundo.

-¿solo esa maleta llevarás? ¿Ya empacaste todo?


-si, no necesito mucho, y si necesito algo mas, ya veré como lo consigo

-¿quieres que te lleve a la estación? ¿Ya llevas mi dirección? ¿Regresaras verdad? Dime que regresaras

-no, sabes que no me gustaron nunca las despedidas, y prefiero ir en taxi, si, ya llevo tu dirección y tu numero.

-¿regresaras? Gábriel ¿regresaras?

-no se Karla, ni siquiera sé donde estoy, donde me quede después de todo lo que paso, no sé quién soy, necesito encontrarme de nuevo, aunque lo que más quisiera es encontrarme con ella de nuevo.

Los ojos de Gábriel se empañaron y los de Karla también, a ella se le tensó el corazón pensando que quizás Gábriel haría algo para regresar al lado de Karla y eso le daba miedo, siempre le dio miedo, por eso no se separaba de él, por eso tenía varios días usando la ropa de Gábriel.

Gábriel se mordió los labios y esbozo una ligera sonrisa, le limpio las lagrimas con sus manos a Karla y beso su frente.

-gracias, gracias por todo lo que has hecho por mi Karla, gracias.

Karla lo miro como se mira a alguien que crees no volverás a ver, él le recorría el rostro con la mirada como se mira a alguien que quieres recordar cuando sabes que no le volverás a ver, sonreía apretando sus labios y conteniendo las lagrimas, quizás para dejar un poco tranquila a Karla, quizás para que no lo recordara llorando, quizás solo porque ya no quería hacerla sentir tristeza, Karla lo abrazo y solo le dijo:

-regresa Gábriel, regresa, no importa cuánto tiempo te vayas, solo regresa por favor Gábriel, regresa.

Gábriel se fue de noche, prefería viajar de noche, llegar de madrugada a una ciudad diferente, mientras todos dormían, y al día siguiente aparecer en algún café sin que nadie supiera a qué hora había llegado, o si ya estaba allí desde otras vidas, le gustaba eso a Gábriel, al final las personas por miedo a parecer desinformados lo trataban con familiaridad, como si lo conocieran de muchas vidas atrás, quizás alguien le pudiera decir ahora, quien era él.

-¿Qué hora es?

-es temprano vuelve a dormir, saldré temprano pero te dejare listo el desayuno y tu ropa por si hay tráfico al regresar y tardo un poco.

-¿ya sabes a donde ir hoy?

-sí, preparare las cosas al regresar, es temprano aun, vuelve a dormir.

Ella daba un estirón y se repegaba a Gábriel, lo abrazaba con todo el cuerpo, con toda esa calma que la envolvía en ese instante, Gábriel besaba su frente y sonreía en medio de ese silencio, silencio que se rompía cuando él decía “te amo” , ella levantaba el rostro, lo besaba y le decía

-yo también Gábriel, yo también te amo

No era la primera vez que él pasaba la noche sin dormir, recorriendo con sus dedos los lunares de Karla, sorprendiéndose de cada detalle de su cuerpo, preguntándose el origen de sus cicatrices, delineando sus arrugas, los pliegues bajo su axila, mirando su cuello de la mandíbula a su clavícula para notar el correr de sus sangre, no era la primera vez que sonreía mientras la miraba haciendo muecas al dormir, retirándole el cabello de su oído, extendiéndolo sobre la almohada, no era la primera noche que deslizaba delicadamente sus dedos sobre la piel se su espalda, tan solo para ver erizarse su piel, hacerlo tan suavemente para no despertarla, no era la primera noche que él le decía que la amaba, no era la primera noche que ella le respondía con una mirada y un beso y un “yo también te amo”, no era la primera noche que pasaban juntos para que él la hiciera soñar, pero antes de poder hacer todo de nuevo por primera vez, el silencio que llenaba aquella fue interrumpido por algo más bello, el llanto de un bebe.

-vuelve a dormir, yo la veo

-debe de tener hambre

-le preparare su biberón, vuelve a dormir, Ximena no tardara en dormir también, le gusta que la cargue para hacerla dormir, lo ves, ya comenzó a cerrar sus ojitos, solo es mañosa, como su mamá.

-Gábriel

-shhh, vuelve a dormir, Ximena ya se está durmiendo.

-te amo Gábriel

Habían pasado muchas vidas juntos, cruzaron una muerte juntos, después Gábriel se fue para encontrarse, para recuperar lo que la muerte le quito, o para soltarlo donde debía de soltarlo, fue a hacer uno de esos viajes que se hacen solos, esos viajes que uno guarda para uno, que no cuenta a nadie, porque solo le pertenecen a las calles donde con el paso del tiempo se borran hasta las huellas, fue a hacer uno de esos viajes que uno tiene que hacer cuando el mundo propio se desmorona, cuando ya no queda nada que perder y mucho que no tiene ya lugar, Gábriel fue a hacer un viaje para poder nacer de nuevo, porque ya estaba muriendo bastantes veces seguidas.

Paso mucho tiempo perdido, mucho tiempo encontrándose y reconociéndose a solas, paso mucho tiempo sin saber quién era él, ni con quien estaba, paso mucho tiempo olvidando, y olvidándose, paso mucho tiempo para dejar de extrañar y comenzar a recordar, paso mucho tiempo, pero paso, al final no se detuvo el tiempo, ni ante su enfermedad, ni ante la muerte de Lucía, que había matado muchas cosas de él, paso mucho tiempo y regreso a la ciudad.

De vez en cuando le escribía a Karla para contarle que estaba bien, o más bien para mentirle que estaba bien, algunas veces le llamaba y ella le insistía con seguir su tratamiento, por habérselo prometido, él había buscado la manera de seguir su tratamiento durante su viaje. Al regresar a la ciudad su salud ya estaba mejor, tan mejor que había vuelto a recorrer las noches para encontrarse con los insomnes, esperando, también, encontrarse con Karla alguna de esas madrugadas, desde su regreso no la había visto, sabía que Karla se había vuelto a encontrar con el otro hombre que además de Gábriel habían sido una constante en su vida, aquel que una mañana la dejo desnuda y llorando dentro de una habitación de hotel, para salir corriendo tras su esposa, le preocupaba que Karla hubiera vuelto a sus andadas, por eso recorría las calles por las noches, pensando que quizás, en una de esas noches la encontraría de fiesta.

Una noche tras ir a ver la función como cada año al lago, Gábriel decidió ir a la cafetería que estaba en el centro, tenía muchos años que se había perdido aquella función, pero también tenía muchos años que se había perdido él mismo, así que al regresar a la ciudad y siendo temporada de la obra, había decidido volver a aquel lago, y después a la cafetería, decidió sentarse en una banca que estaba afuera de la cafetería, minutos después de las doce de la noche, esta vez no fue una risa escandalosa la que le hizo voltear a la entrada de aquella cafetería, fue una voz que recordaba, de otras vidas, de otras vidas, de tantas vidas.

Karla y Gábriel se habían vuelto a encontrar en el mismo lugar donde se habían conocido, había muchas diferencias ahora, además del cabello corto y obscuro de ella, también tenía un brillo diferente en el rostro.

Días atrás ella había terminado con aquel hombre, su esposa lo había dejado después de que el dejo a Karla, tiempo después se encontraron y comenzaron a salir, aunque dentro de el corazón de Karla siempre estaba una frase de preocupación por Gábriel, pues fue durante el tiempo que él estuvo lejos, ya no se sentía ella la misma al lado de aquel hombre, y prefirió separarse, días después ella descubrió que estaba embarazada de él, él no reconoció el embarazo, soltó sus dudas y reclamos sobre ella haciéndola sentir mal, pero esta vez Karla no se quedo para suplicar compañía, ahora se sabía una mujer fuerte y no quiso pedirle nada a aquel hombre, decidió ser madre soltera.

Habían pasado apenas unos días de que aquel tipo le gritara a Karla y mientras le contaba lo sucedido a Gábriel dentro de aquella cafetería no soltó ni una lagrima, Gábriel le pidió que lo dejara acompañarla durante el embarazo, que lo dejara cuidarla, y ella acepto, si había alguien con quien ella quisiera cruzar cualquier vida, era con Gábriel, y él muchas vidas atrás, había deseado pasar todas sus vidas al lado de ella, y ahora, la vida le daba la oportunidad de hacerlo.

Durante todo el embarazo Gábriel estuvo al lado de Karla, la acompañaba al médico, la acompañaba con las nauseas, la acompaño el día del parto y fue él quien recibió a la bebe de Karla, una niña hermosa como ella, a quien le pusieron Ximena.

Aprendieron juntos muchas cosas, durante sus vidas pasadas, durante la muerte que cruzaron juntos, durante la vida que ahora cuidaban juntos, Karla escogía las flores que él llevaba a la tumba de Lucia una vez al mes, algunas veces en sus conversaciones se escuchaba el nombre de Lucía, pero era siempre con una sonrisa, Karla ya no se quedaba en silencio cuando Gábriel le decía te amo, y siempre le respondía con una mirada, un beso, y un “yo también te amo”, algunas veces el silencio les cobijaba por las madrugadas, pero desde que Ximena había nacido, el silencio era muy poco, pero eran muchas las sonrisas que inundaban sus vidas, todas sus vidas y todo su amor, el que existía de muchas vidas pasadas, el que les junto para cruzar una muerte y el que ahora nacía de su hija.

Pasaron muchas vidas juntos, muchas muertes, y vivieron a destiempo tantas cosas, quizás todas, pero lo único que jamás fue a destiempo, fue el amor que existía entre ellos, porque siempre su amor latió en el momento que tenía que latir y jamás a destiempo.

1 comentario:

  1. No te encuentro en feisbuc :c :C :C y te desapareciste en dos lados, eso es injusto. Saludo, nomo :3

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