LO QUE SOY

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noviembre 10, 2011

A DESTIEMPO (quinceava parte)



-¿Estás bien? ¿Estás bien?
-necesitamos su autorización, firme aquí.
-¿sabes que te amo?
-tengo que decirte lo que pasa, te amo demasiado para perderte y te quiero a mi lado, siempre a mi lado.
-Gábriel tienes que reaccionar, déjala ir.
-no puede pasar, espere aquí.
-dime que me amas, dime que regresaremos a casa, ¿me llevaras contigo Gábriel? Dime que me amas.
-Lucía, Lucía!!!
-Te amo



No se cuanto tiempo ha pasado, no se han sido días, semanas o meses, he perdido la noción del tiempo, pero sigo teniendo los mismos sueños en que las imágenes de todo lo que paso caen sobre mi almohada como el agua de una cascada, al principio tenía miedo de dormir, porque creía que así evadiría aquellas imágenes, quizás solo sean un sueño, pero aun con los ojos abiertos aparecen esas imágenes y todo sigue doliendo con la misma intensidad, ya no sé si estoy despierto o dormido, ya no sé si pasan horas o segundos entre una y otra imagen, estoy viviendo a destiempo.


-tengo que explicarle lo que pasa, no puedo perderla así, ella cree que no la amo, ella piensa que hay algo entre nosotros Karla, tengo que decirle la verdad, no puedo perderla así.

-te lo dije Gábriel, aunque me duela hacerme a un lado, es ella a quien le corresponde acompañarte en todo esto, yo seguiré aquí, a tu lado, pero quien debe de estar es ella, porque ustedes se aman, tú me enseñaste que cuando amas a alguien, es con esa persona con quien quieres cruzar todos los cielos, todos los infiernos, todas las vidas y todas tus muertes, debes dejarla estar aquí, merece saber lo que pasa, merece estar a tu lado.

-pero le dolerá, se que le dolerá, comenzara a preocuparse y estará todo el tiempo triste y angustiada, no puedo ser egoísta y jalarla a este abismo.

-así como tú te preocupaste por mí y me sacaste de mi abismo, de la misma manera ella hará lo mismo, eso es el amor, tú lo sabes, tu lo hiciste conmigo, dime ¿te arrepientes de lo que hiciste conmigo?

-no, no me arrepiento, pero es diferente, yo me quede porque quise quedarme, me quede porque te amaba, y me dolía ver cómo te destruías, pero te amaba demasiado como para dejarte caer.

-¿y tú crees que ella te ama menos? ¿Crees que ella te dejara caer? Al final así como tu decidiste quedarte a mi lado, ella también tendrá que tomar una decisión, si quedarse porque te ama, como tú me amaste, o irse porque no aguante, ella decidirá, pero no te corresponde a ti, decidir por ella, y menos, mentirle, u omitir lo que pasa y dejarla marcharse con la idea de que no la amas, debes decirle lo que pasa Gábriel, debes decirle.

-eso es lo que más me pesa, que se esta yendo creyendo que no la amo, que se va sin saber que cuanto la amo, tengo que explicarle lo que pasa, no quiero perderla así, no quiero que se vaya sin que sepa que la amo.



Gábriel había comenzado a sentir que su salud estaba mal, comenzó a bajar de peso y tenía muchos mareos y nauseas, se sentía débil y por las noches le daban dolores en el cuerpo que no lo dejaban dormir, Lucía había notado el aspecto deteriorado de Gábriel, pero él le decía que era por el trabajo, que tenía mucho y que era por eso que se veía ojeroso y demacrado, le sangraba la nariz a cada rato y él decía que era por el sol, ella le había insistido en ir al médico, pero Gábriel ya había ido antes y ya sabía lo que pasaba, sin embargo prefirió decirle a Lucía que iría, dejo pasar unos días y tras la insistencia de ella, el termino por decirla que ya había ido y que el doctor le dijo que era solo exceso de trabajo, que tenía que comer mejor y solo eso, incluso hasta había comprado unas vitaminas que le enseño a Lucía para que se quedara tranquila pensando que aquello era verdad.


La primera vez que fue Gábriel al médico fue solo, la segunda vez que fue, también llego solo, la tercera vez llego con Karla.

Tras unos análisis los médicos temían que Gábriel tuviera leucemia, así que le estuvieron mandando a hacerse varios estudios, incluso uno en que le sacaron un poco de medula de la espalda y al cual, fue solo, lo que le costó un regaño de los médicos porque le explicaron que a ese tipo de análisis se tenía que ir acompañado.

Desde la primera observación del médico y la aparición de la palabra leucemia, Gábriel tuvo miedo, tuvo mucho miedo, de todas sus vidas y todas sus muertes, está en la que vivía, era la primera que conseguía sentirse feliz, por primera vez en todas sus noches, vivía lo que había deseado vivir durante tantas vidas, y tantas muertes, por primera vez, tenía un nombre que decirle al viento, y en el rostro de la Luna, de su eterna Luna, aparecía el rostro de Lucía con el eco de su nombre, como nunca antes lo había escuchado, era feliz, se sentía feliz, y tenía a su lado a una mujer a quien podía hacer feliz, con quien podía compartir su mundo, y aprender del de ella, por primera vez comenzaba a crecer tomando la mano de alguien, por primera vez comenzaban a nacer futuros compartidos, y no mañanas desoladas, por primera vez, vivía los dos lados de la moneda, amaba, y lo amaban.

Tuvo miedo de todo lo que terminaría, tu miedo de todo lo que no podría ver nacer, de todo lo que estaba perdiendo, de todo lo que ya no volvería a tener, tuvo miedo de no poder alcanzar esos futuros que habían comenzado a crear juntos, Lucía y él, tuvo miedo de morir, de morir cuando apenas estaba naciendo.



Dentro de Gábriel habían comenzado a crecer muchos miedos, todos los que la palabra leucemia y los rostros de los médicos al ver sus resultados, podían hacer crecer, pero el miedo que más le pesaba, era el de tener que contarle a Lucía lo que pasaba, y hacerla llorar, nunca le gusto ver llorar a Lucía, pero de todas las lagrimas que le pudo secar, ninguna tenía su nombre, pero sabía que al contarle lo que pasaba, ella lloraría, sabía que esa sonrisa que le encantaba dibujarle a ella en el rostro, desaparecería, y lo que es peor, al recorrer su enfermedad a su lado, la haría sufrir, la pondría triste, y Gábriel solo deseaba hacerla feliz, todo lo que hacía, lo hacía para ella y por ella, por darle esa felicidad que se merecía.
Por esa razón él había preferido ir a buscar a Karla, si bien las cosas con Karla no habían podido funcionar, la única persona que había entrado tanto en su vida, además de Lucía, había sido Karla, y Gábriel creía que Karla por tener esa corteza dura e insensible, podría acompañarlo, pero sobre todo, le ayudaría a levantarse si caía en la autocompasión, si algo nunca daba Karla, era lastima, y necesitaba que alguien le gritara con fuerza que debía ser fuerte y no dejarse caer, aunque fuera de una manera cruda y cruel, como solía decir las cosas Karla.

Mientras fueron pasando los estudios y se confirmaba el diagnostico Gábriel fue tomando una decisión que le dolía mas que su enfermedad, tenía que dejar ir a Lucía, no podía hacerla pasar por todo aquel infierno que sería su enfermedad, no podía ya darle felicidad, no podía ya, ser el hombre capaz de construirle un mundo diferente, porque su propio mundo estaba muriendo, así que decidió dejarla ir, porque quería verla feliz, porque sabía que Lucía merecía toda la felicidad del mundo, merecía un hombre completo, fuerte y sano, y Gábriel, Gábriel ya no podría ser nada de eso para ella, y aunque le doliera, tenía que dejarla ir, para que ella pudiera encontrar toda esa felicidad que el ya no podría darle.


-está bien Lucía, también creo que es lo mejor en este momento, pero quiero pedirte un favor antes de que te vayas, bueno, es más bien una promesa que quisiera que hicieras.
-no puedo prometerte nada en este momento Gábriel.
-lo sé, y lo entiendo, pero aun así, espero que puedas cumplirla un día, quiero que me prometas, que pese a este adiós, que pese a estos últimos días, y que pase lo que pase, nunca dudes que te amo, que te ame, es lo único que quiero que hagas, o que no hagas mas bien, no dudes nunca, nunca, que te amo.
-en este momento no puedo hacer eso Gábriel, no entiendo porque te comportas así, no entiendo porque regresaste al lado de Karla, no entiendo porque me dices adiós, y me dices que me amas, en este momento lo único que puedo creer, es que no es así, que no me amas, no sé si lo hiciste, no sé si te quedaste conmigo tan solo mientras regresaba Karla o si a ella nunca la pudiste sacar de tu corazón, no sé que fui yo para ti, pero todo esto que pasa me dice que no me amas Gábriel.


No puedo dejar que se vaya creyendo que no la amo, tengo que decirle la verdad, si Karla tiene razón, ella se quedara, será su decisión, no me preocupa que se vaya, quiero verla feliz, quiero saberla feliz, pero no quiero que crea que no la amo, que no la ame, no puedo dejar que se vaya así, creyendo que no la amo, será su decisión.


-¿Lucía?
-¿Qué pasa Gábriel?
-tengo que hablar contigo, hay algo que quiero decirte.
-ya nos dijimos todo lo que teníamos que decirnos Gábriel, decidimos decir adiós, y no hay más.
-pero es que hay algo que no sabes, y tienes que saber, ¿podemos vernos?
-voy a salir por la noche a cenar, no tengo mucho tiempo libre Gábriel, y no creo que debamos vernos, me duele lo que paso, me duele tu actitud y ya he llorado mucho como para llorar una noche más.
Dentro de la cabeza de Gábriel pasaron cantidad de posibilidades, desde el creer que aquella noche ella saldría con alguien y que quizás fuese ese alguien que él ya no podría ser, hasta aquella posibilidad de que ella lo escuchara y entendiera todo lo que había pasado y decidiera quedarse a su lado.

-por favor, vamos a vernos, tengo algo que decirte.
Quedaron de verse a las seis con treinta minutos, la cita de Lucía era a las ocho, ella había fijado la hora, pensando que así tendría tiempo de llegar a su cita sin retraso, como era costumbre en Gábriel, llego una hora antes al café que estaba enfrente del parque, muriendo de nervios y de miedo, aun no tenía muy claro que le diría a Lucía, como le explicaría el regreso de Karla a su vida, ni como le confesaría su enfermedad, no estaba ni siquiera seguro de terminar confesándole todo, entre sorbo y sorbo de café buscaba en sus bolsillos su cajetilla de cigarros, pero al lado de Lucía el había dejado de fumar, además los médicos le habían prohibido el cigarro, así que al sacar sus manos vacías de los bolsillos solo las juntaba y tronaba sus dedos, los únicos momentos en que un esbozo de sonrisa le parecía en el rostro era cuando se daba permiso de sentir la emoción por volver a ver la carita de Lucía, sus enormes ojos con ese tono claro, sus chapitas seguramente por el frio, sus cejas espesas y ese labio inferior más grueso que solía morderse cuando algo imaginaba, sentía los mismos nervios y emoción por verla, como cada que la volvía a ver, como si fuera siempre la primera vez, aunque esta vez, también tenía miedo, por primera vez.

De repente el rostro de Gábriel se ilumino cuando reconoció la silueta de Lucía bajando de un taxi, inmediatamente se puso de pie y se acerco a la esquina donde había parado el taxi, estaba a pocos metros del café, por la circulación de las calles ella no había podido bajar del lado de la banqueta, y el vehículo había quedado en doble fila, era una calle que como circuito siempre tenía bastante tráfico, entre motos de los repartidores que tenían algunos locales de comida, y las camionetas que se estacionaban para descargar equipo o materiales, siempre había gente desesperada y hacía sonar una y otra vez la bocina de sus autos tratando de avanzar velozmente cuando la luz verde del semáforo lo indicaba.

Gábriel le hizo una seña a Lucía, quien buscaba en su bolso el dinero para pagar el taxi, él volteaba a mirar la luz del semáforo esperando que pagara rápido Lucía antes de que comenzaran a avanzar los autos, el bolso de Lucía cayó al piso dejando sobre el asfalto sus cosas, Gábriel avanzo aprisa hacia ella para ayudarle a recoger sus cosas, en el parque como era costumbre había chicos jugando futbol, antes de que Gábriel pudiera dar la vuelta al auto para llegar hasta Lucía, la luz del semáforo se puso en verde, una moto y un auto avanzaron apresurados como si les hubieran dado el banderazo de salida en una carrera, un balón cayó frente a la moto haciendo que esta derrapara y el auto que estaba rebasando golpeo al taxi tratando de evitar atropellar al chico de la moto, la moto golpeo a Gábriel, aventándolo hacia el cofre de un auto que estaba frente al taxi, golpeando con la cabeza el parabrisas, el taxi giro hacia el lado donde estaba Lucía, que quedo atrapada entre el costado del taxi y el auto que estaba estacionado al lado.

Cuando Gábriel reacciono se sentía aturdido, no entendía lo que había pasado, estaba recostado aun sobre el cofre del auto y veía borroso, aun así alcanzo a distinguir la silueta de Lucía entre los dos autos, fue levantándose poco a poco mientras escuchaba un zumbido y varias voces diciéndole que no se moviera, que ya habían llamado a las ambulancias, sin decir nada y abriéndose paso entre la gente logro bajarse del cofre y con la frente escurriéndole sangre dando tumbos se acerco a donde estaba Lucía, las personas no dejaban de decirle que se detuviera, que se recostara en el piso, que ya llegaban las ambulancias, pero él no podía hacerles caso, su único objetivo era acercarse a Lucía para ver como se encontraba ella, su visión era aun borrosa y no distinguía bien como estaba Lucía, solo la veía con la cabeza agachada, su cabello revuelto cubriéndole el rostro, sin moverse, sin decir nada.
Gábriel tratada de hablar pero no podía, todo en su cabeza era una maraña, no sabía de dónde venía el dolor, las piernas le temblaban y cada paso era un logro.


-¿Estás bien? ¿Estás bien?

No podía acercarse por completo a ella por la posición de los autos, escucho el sonido de las ambulancias y de un camión de bomberos, Lucía levanto su carita y le vio un gesto lleno de dolor y lagrimas, las mismas lágrimas comenzaron a correr por el rostro de Gábriel, se apoyo sobre uno de los autos intentando subir a él para acercarse a Lucía, pero quizás el peso de las lagrimas fue tanto que cayó desmayado sobre el asfalto.
-¿Gábriel? ¿Gábriel? ¿Me escuchas? ¿Gábriel?

Reconocí la voz de Karla, lo que no reconocía era la habitación en la que desperté, el olor de aquella habitación, el frío que sentía en el cuerpo. Estaba en una sala de hospital, al recordar lo que paso intente ponerme de pie, pero el mareo y una aguja en mi brazo derecho, me lo impidieron, en el brazo izquierdo tenía un yeso, que me estorbaba para tratar de apoyarme.

-Lucía, ¿Dónde está Lucía? Quiero verla, ¿Dónde está Lucía?
-cálmate Gábriel, por favor trata de clamarte, está en cirugía, tiene hora y media dentro.
-¿pero cómo esta Karla? ¿Qué paso? ¿Qué le paso? Tengo que verla, tengo que verla.
Gábriel se quito la aguja del brazo y con el rostro cubierto de lágrimas trataba de ponerse de pie, mientras Karla lo sujetaba para regresarlo a la cama, entre forcejeo y lágrimas, las de Karla y las de Gábriel, ella lo abrazo y él se soltó a llorar sobre su pecho, diciendo una y otra vez el nombre de Lucía.
Minutos después llego la enfermera para colocarle de nuevo la aguja, le explico un poco el estado delicado de Lucía, y que los doctores estaban haciendo todo lo que podían, que en unos minutos más le traerían unos documentos para que autorizara lo que le tendrían que hacer a Lucía, un medico iría a explicarle todo con mas detalles y le explicaría lo que a él le había pasado también.
-tienes que estar tranquilo Gábriel, ten un poquito de esperanza, ella estará bien, saldrán de esto los dos, cálmate por favor.
-no pude hablar con ella, no le pude explicar nada, no sabe lo que me pasa, ella cree que no la amo, ella cree que no la amo Karla.
No sé cuánto tiempo paso, perdí por completo la noción de los minutos y las horas, Karla sujetaba mi mano y acariciaba mi cabeza entre vendajes y sangre seca, lloraba cada que yo lloraba, no podía dejar de pensar que Lucía no sabía nada de lo que pasaba, y que en esos momentos ella tenía aun la idea de que yo no la amaba, me sentía culpable por todas las decisiones que había tomado hasta ese momento, primero la de haberla alejado, la de haberme acercado a Karla, y hasta la de haberla buscado para explicarle lo que sucedía, si no hubiera hecho eso ultimo, ella no estaría en el quirófano.

-¿usted es familiar de la señorita Lucía?
-sí, ¿Cómo esta?
-ya salió del quirófano, esta aun delicada pero ya no podemos hacer nada mas por el momento, esta anestesiada y en unos minutos despertara, puede pasar con ella pero trate de que no se esfuerce mucho, no podemos asegurarle nada pero esperemos que reaccione favorablemente en el transcurso de la noche.
Recuerdo el sonido de las maquinas, el bip, bip, y la salida de aire de un aparato que estaba al lado de su cama, esos sonidos que no eran los de ella al dormir, que no eran los de ella al reírse, al bostezar, ese olor que no era el de su cabello, que no era el que se quedaba escondido en su clavícula y que me encantaba encontrar, recuerdo estar de pie al lado de su cama, acariciando su cabello con la mano derecha, me inclinaba un poco para que el yeso me dejara tomar su manita, recuerdo cuando abrió sus ojitos y me miro, recuerdo sus lagrimitas asomándose y las mías escondiéndose para darle un poquito de fuerza.
-tranquila pequeña, tranquila, todo va a estar bien, no llores por favor, ahora no llores, ya cuando salgamos de aquí lloraremos juntos, pero solo si estamos juntos, ahora no llores por favor, tienes que estar fuerte, no llores.
La mascarilla en su rostro me dejaron verle una sonrisa muy débil, pero al final de cuentas era una sonrisa, me incline para secarle las lagrimitas con besos y me aguante las ganas de llorar frente a ella, movió la mascarilla un poco haciendo señas de que quería decirme algo, me incline a ella y haciendo a un lado la mascarilla me hablo con una voz muy débil
-¿te quedaras conmigo?
-sí, siempre contigo Lucía
-¿y Karla?
- Entre Karla y yo no hay nada, es a ti a quien amo Lucía, tengo que decirte lo que pasa, te amo demasiado para perderte y te quiero a mi lado, siempre a mi lado, cuando salgamos de aquí vamos a estar juntos, vamos a seguir juntos y haremos todo lo que dijimos que haríamos, pero ahora tienes que descansar, ya no hables, anda, descansa.
Su voz era muy débil y parecía costarle trabajo soltar cada palabra, pero asentía con la cabeza expresando que estaba bien
-dime que me amas, dime que regresaremos a casa, ¿me llevaras contigo Gábriel? Dime que me amas.
-te amo Lucía, solo a ti podría amar, eres tú con quien quiero envejecer, solo contigo pequeña, solo eres tú, te amo Lucia, y tienes que perdonarme por ser tan tonto y hacer cosas sin pensar, pero no dudes que te amo, ¿sabes que te amo?, dime, ¿sabes que te amo?

Lucía asintió con la cabeza y tras la mascarilla pude ver una sonrisa con un poco mas de fuerza, sin poder contenerlo más, mis ojos se llenaron de lagrimas, cerro sus ojitos y bese su frente mientras le decía una y otra vez que la amaba, pero las maquinas que estaban en aquella habitación comenzaron a sonar, una enfermera entro corriendo a la habitación mientras sin saber que pasaba me dirigía a ella y a Lucía.
-¿Qué pasa señorita? ¿Qué pasa? ¿Lucía? ¿Lucía?
Entraron varios médicos haciéndome a un lado, me pidieron que saliera de la habitación, yo sujetaba la manita de ella mientras le gritaba su nombre esperando que despertara, pero no despertaba, ya no despertaba, consiguieron arrancarme su mano y me sacaron de aquella habitación.
Recuerdo mi cabeza recargada sobre la puerta de madera, muchas voces y maquinas sonando detrás de aquella puerta, mi mano derecha acariciando la puerta, como si pudieran mis caricias llegar hasta la piel de Lucía, mis ojos clavados en el piso donde miraba estrellarse lagrima tras lagrima, recuerdo mi voz dentro de mi cabeza pidiéndole que luchara, que se aferrara a la vida, que no me dejara solo, recuerdo, recuerdo, recuerdo…




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