LO QUE SOY

Puedes ver mis manchas en

abril 12, 2011

A DESTIEMPO (cuarta parte)




Eran las diez con quince minutos de la mañana, cuando sonó el teléfono, los sábados solía quedarme en casa haciendo trabajos personales, aunque muchas veces tenía que salir al trabajo, lo que me daba oportunidad de pasar al centro de la ciudad por la tarde y quedarme un par de horas en la cafetería que esta tras la torre, aquel sábado no había sido requerido así que había pasado la madrugada trabajando y aun conservaba la ropa del día anterior, reconocí el numero en el identificador, era Karla así que respondí.

-¿no te interrumpo?

-hola rubia. No, no, estaba por meterme a bañar, ¿Cómo estás?

-mal Gábriel, estoy mal, ¿puedo pasar a verte?

-si claro, ¿Qué te paso? ¿Estas bien? ¿Dónde estas?

-estoy afuera de tu casa, ¿puedes salir? Necesito hablar con alguien.

-si claro, espérame un momento.

Colgué el teléfono y me puse los calcetines y unos tenis, tenía la ropa y la piel manchada aun, pero me pareció que Karla estaba muy mal como para entretenerme limpiando mis manos y cambiándome la ropa, sonaba muy triste, no la había escuchado así en todo el tiempo que tenia de hablarle, desde que la conocí en aquella cafetería de veinticuatro horas me pareció una mujer bastante fuerte, pese a que muchas veces al hablar con ella pensaba que debajo de esa coraza que usa y esa pose de femé fatal se escondía una mujer frágil y tierna, pero jamás había indagado demasiado en su vida, en parte porque a pesar de que habíamos conseguido mantener una relación cordial, no existía entre nosotros ese lazo de complicidad y confianza que existe entre los amigos, lo que me hacía sentirme un tanto intrigado y sorprendido de que hubiese decidido buscarme estando en un problema.

Al abrir la puerta la vi recargada en su auto, inmediatamente al verle los ojos supe que había llorado, su aspecto era todo lo opuesto al glamur con el que siempre la había visto, su cabello suelto y sin cepillar, un poco enmarañado, su ropa era más de su tipo, pese a ser deportiva, no perdía ese toque de sensualidad que le caracterizaba, un body de licra blanco, sudadera abierta color rosa, y un pantalón de licra rosa a media cadera, entre el body y el pantalón de licra dejaba ver la piel de su vientre y esa perforación que tenía en el ombligo y que yo le había hecho en el estudio de un amigo donde solía trabajar trazando los tatuajes de sus clientes y de vez en cuando haciendo perforaciones.

-¿Qué te paso Karla? ¿Por qué has llorado?

Se acerco a mi rápidamente y me abrazo mientras por su rostro corrían lagrimas, fue raro verla así, y más raro el que me abrazara de esa manera tan intima, le había contado a ella que para la mayoría de mis amigas era su paño de lagrimas y que muchas veces asistían a mí para llorar y dejar que les secara las lagrimas, lo que me gustaba hacer, porque me dejaba saber la confianza que me tenían las personas, pero entre ella y yo había poca relación, y siempre con distancia de por medio, ella y yo éramos de mundos diferentes, y aunque habíamos coincidido algunas veces en un café, no teníamos ese lazo estrecho que existe con los amigos, y mucho menos teníamos un esa confianza de los roces y los abrazos, me costaba mucho trabajo el saludarla de beso cuando nos veíamos, incluso muchas veces hasta intentaba evitar aquel pequeño contacto de mi mejilla y sus labios manteniéndome un poco lejos, pero ella siempre con una risa burlona terminaba por jalarme hacia su rostro y besarme.

Incluso el día que me pidió la perforación en su ombligo me negué para evitar tocarla, pero su cinismo o su orgullo al final ganaron es vez y terminamos en el estudio de mi amigo, no sé si ella notaba el rechazo de mi parte, pero siempre pensé que era un juego el que ella intentara siempre algún contacto, conocía yo a varias mujeres que simplemente no toleran que alguien no las voltee a ver, y que hacen de todo con tal de obtener las miradas y la admiración de cualquier hombre, aunque no les interese él, simplemente lo que buscan es la atención y el saberse por absolutamente todos, deseadas, así que Karla para mí era así, simplemente alguien que no toleraba el tener al lado a un tipo que no quisiera meterle mano y yo la verdad no tenía ningún interés en una femé fatal como ella.

El día de la perforación nos quedamos de ver en un café cerca del centro, ella llego con un saco cruzado y una minifalda, las minifaldas para ella eran ropa cotidiana, aquella mañana, como cada que la veía, su lenguaje y su actitud escandalosa me había provocado pena ajena, así que no tardamos mucho en aquel café, y fuimos al estudio de mi amigo que por la ubicación que tenia, siempre estaba lleno de gente bonita, hasta cierto punto con la misma actitud de Karla, por lo que era yo quien se sentía completamente fuera de lugar aquella mañana.

Aquel estudio tenía tres pequeñas salitas, donde realizábamos los trabajos, le había llamado unos días antes para pedirle que me prestara una sala unos momentos para perforar a Karla, mi amigo me tenía bastante aprecio y no dudo en aceptar, al llegar al estudio tenia las tres salitas ocupadas, así que me pidió que esperara un momento, charlamos un rato mientras me enseñaba algunos diseños de unos tribales en los que había estado trabajando, un dueño de un bar le había pedido el trabajo y le pagarían bien, así que me pidió le ayudara con aquellos diseños, y el tatuaje, le pedí que me llamara en la semana para ponernos de acuerdo, mientras tanto Karla charlaba con una pareja, que al igual que ella, hablaban con el mismo tono escandaloso y vulgar, se desocupo una de las salitas y mi amigo nos acompaño hasta ella, preparo las charolas con las agujas y el antiséptico, lave mis manos y me puse los guantes, Karla mientras tanto miraba aquella salita, con fotos de los tatuajes y perforaciones y un par de pinturas.

-está la conozco yo.

Dijo sonriendo mientras señalaba uno de los cuadros que estaba colgado frente al sillón.

-si, ya tiene muchos años, la había olvidado.

Le dije mientras terminaba de abrir los paquetes de agujas, le indique que se recostara en aquel sillón, me sostuvo la mirada mientras desabrochaba su saco.

-si quieres no te lo quites, solo levántalo un poco.

Mi amigo volteo a verme y después a ella, cuando yo voltee a verla, Karla ya se había quitado el saco quedando simplemente con un bra transparente y una enorme sonrisa mientras me miraba como si intentara retarme a no verla, voltee a ver a mi amigo, que si no fuera por el cubre bocas se notaria que había quedado babeando, una vez él me había confesado que parte del encanto que encontraba en su trabajo era el poder ver precisamente aquel espectáculo que Karla en ese momento le estaba ofreciendo, tosí intentando que mi amigo saliera de su trance y volteándome a ver, salió de la salita diciéndome que no me preocupara por el tiempo y que si necesitaba algo mas, le llamara.

Para mí era fácil desviar la mirada de el cuerpo semi desnudo de Karla, el asombro ante la desnudez para mi, nace de otro lugar más profundo que la piel, y por mi trabajo estaba acostumbrado a mirar mucha piel, y no era piel lo que miraba, siempre era más, así que aquella broma de Karla solo estaba siendo divertida para ella, le perfore lo más pronto posible, debo de confesar que no fui sutil al hacerlo, como para vengarme por aquella broma, pero ella parecía estar más concentrada en llamar mi atención de cualquier manera posible, abriendo las piernas para que su minifalda subiera, o retorciéndose al poner el antiséptico, pero todo lo que hacía simplemente me era indiferente, y hasta cierto punto me molestaba porque me hacía sentir que ella pensaba que yo era como cualquiera de los hombres que guardaba en su colección.

Aquel día me despedí temprano de ella, su broma y las insinuaciones que intentaba hacer después indicando que me había puesto nervioso me tenían molesto, así que nos despedimos antes del anochecer.

Aquel día había entendido que para Karla simplemente era yo como una presa, una que le estaba costando trabajo conseguir, y que por ser este un golpe a su ego o vanidad, se había vuelto en capricho, una mujer como ella podía conseguir a cualquier hombre en su vida, cada vez que la veía, la veía con un hombre diferente, para ella el amor no existía, era algo innecesario, algo que simplemente no quería tener, esa era una de las cosas que marcaban la diferencia entre su mundo y el mío, por su trabajo tenía relación con números, para ella las cosas existían de acuerdo al precio que se podía pagar por ellas, otra de las diferencias entre su mundo y el mío, disfrutaba mas de los lugares por su lujo, que por la compañía que pudiera tener a su lado, se jactaba de ser inteligente, por no sentir, y pensar las cosas siempre racionalmente, cada paso que daba lo tenía calculado y la frialdad con la que hablaba de sus “encuentros” para mí era vacio puro.

Muchas veces me preguntaba yo, que hacia al lado de ella, primero por ser rubia, aunque tenía amigas rubias que quería mucho, pero era porque sus emociones siempre fueron más visibles que aquella piel que dejaba ver Karla con su manera de vestir, sin embargo siempre me pareció que podía haber algo más bajo esa mirada cínica y esa risa escandalosa, quizás por eso era que aceptaba acompañarla, pese a que su mundo y el mío eran opuestos, ella buscaba en los hombres todo lo que yo no tenía, y yo simplemente, buscaba más en la gente, de lo que ella veía.

Siempre había existido esa distancia en nuestra relación, por lo que se me había hecho raro que aquel sábado me buscara y mas llegando en ese estado frágil que no le conocía.

-te vas a manchar la ropa, anda pasa y tranquilízate para que me cuentes que te paso.

Le dije cuando me abrazo porque siempre me daba pena ensuciarle la ropa a la gente con mis manchas.

Le pregunte si quería algo, y me dijo que aun no desayunaba, así que pasamos a la cocina y le prepare algo para que comiera, mientras preparaba su desayuno le ofrecí un café, estaba tan callada que me parecía estar frente a una persona completamente diferente a la Karla que conocía, saco un cigarro ofreciéndome uno, le dije que cuando cocinaba no fumaba porque el aroma del tabaco se quedaba en mis dedos y la comida cambiaba de sabor, así que fumaba ella sola sentada con la mirada triste, mientras yo de pie estaba asombrado por verla así, y dolido también, porque nunca me ha gustado ver a una mujer en ese estado de tristeza.

Le pedí que me contara que había pasado, me conto que había salido temprano de casa porque había ido al gimnasio, pero que recibió una llamada y salió a una cita. En esos momentos, solo dos personas eran recurrentes en la vida de Karla, me sorprendió estar entre esas dos personas, junto con un tipo con el que mantenía una relación desde que estaban en la preparatoria, y que en aquellos días era su novio.

Me conto que hacía tres años él se había casado, que tenía dos hijos y que pese a su matrimonio y su pose de hombre de familia, mantenía una relación con Karla, una relación que los hacía mantener visitas clandestina a hoteles y fines de semana en que él justificando su ausencia con viajes de trabajo, salía con Karla al interior de la república, donde podían salir sin preocuparse por ser descubiertos. Esa mañana él le había hablado al gimnasio y le pido verla, así que quedaron de verse en un hotel al que solían ir, y que conocía su lujo porque Karla muchas veces me lo había descrito, después de hacer lo que solían hacer, él recibió una llamada de su esposa, lo que había propiciado una discusión después entre Karla y ese tipo.

Él le había dicho que no era feliz con su esposa y que pensaba dejarla, al parecer muchas veces le había dicho esto a Karla, pero me conto que contrario a lo que él le contaba, ese tipo se portaba con su esposa de manera afectiva, la llamada que él recibió en el hotel era porque su esposa se había dado cuenta de sus infidelidades y le había llamado de afuera del hotel, él le suplico para que le dejara explicarle aquello y dejo a Karla en aquella habitación mientras salía para seguir a su esposa.

Si bien muchas veces él le había prometido a Karla que dejaría a su esposa, siempre encontraba el pretexto justo, para seguir a su lado, y lejos de Karla, aun así Karla pensaba que un día él la dejaría, y se quedaría al lado de Karla, pero el que saliera buscando a su esposa, sin siquiera voltear a ver a Karla, le había dejado muy claro quien pesaba más en la vida de aquel tipo.

Me conto que se quedo llorando en aquella habitación un rato, esperando que el volviera, creyendo que quizás, antes de salir de aquel hotel, recordaría que Karla estaba en aquella habitación, y encontrado el momento perfecto para dejar a su esposa, tras ser descubierta aquella verdad, regresaría por ella, pero no fue así, y Karla se quedo desnuda llorando sobre las sabanas blancas de aquel hotel.

Sin saber a dónde ir, decidió ir a buscarme.

-se que he sido grosera contigo y que me has aguantado muchas pinches cosas, pero también se que nunca me has mandando a la chingada como todos, y te has quedado con una puta paciencia que ni yo se porque me la tienes, perdóname por buscarte y que tengas que estar aguantando mis pinches chillidos de loca, pero no tengo a nadie más a quien contarle Gábriel.

-no tienes que pedir disculpas por nada Karla, hay muchas cosas que hace y que no me parecen, pero pues no soy nadie para decirte has esto o deja de hacer aquello, nunca me meto en la vida de las personas para decirles que hacer o no hacer, cada quien hace lo que quiere, y aunque sea muy diferente lo que yo hago de lo que los demás hacen, respeto su manera de comportarse, así que contigo no tendría porque comportarme diferente, así que no pidas disculpas que no he tenido que aguantarte nada.

-es que en serio Gábriel, me has demostrado una piche paciencia a mis desplantes y ahora ve cabron, hasta tienes que aguantarme así de chillona, pero es que no mames, no tenía a nadie a quien contarle, no tengo ni un puto amigo Gábriel, soy una mierda.

-no eres eso, y no estás sola, debes de tener varias personas que quieran estar ahí contigo, solo que me parece que tú misma pones muchas barreras para dejar que la gente se acerque a ti, y al contrario, gracias a ti por venir a confiarme lo que te pasa, en serio eso vale mucho para mí Karla.

Aquella barrera de distancia y frialdad que existía entre nosotros se derritió en aquel momento, y al verla así de frágil me di cuenta de que no me había equivocado y que debajo de ese disfraz de femé fatal había mucho mas, y bajo ese comportarse frio y descarado, estaba una mujer que tenía ganas de encontrar, lo que todos los demás buscamos, en cualquiera de sus formas.

La relación entre Karla y Gábriel fue extraña desde el principio, la peculiar manera de presentarse en el baño de una cafetería y después esa misma noche, el haberle prestado su abrigo a Karla cuando su acompañante la dejo, después de haber hecho una escena de novio celoso en aquel lugar, Gábriel sin conocerla, sin saber nada de ella, esa noche salió de la cafetería para prestarle su abrigo a Karla que aventando maldiciones en medio de la calle, tiritaba de frio, y después acompañarla en taxi hasta el departamento donde Karla vivía, al otro lado de la ciudad para que no regresara sola.

Pese a ser completamente diferentes sus mundos, seguían encontrándose para acompañarse, pero siempre manteniendo una línea de distancia entre ellos, marcada mas por Gábriel que por Karla, pero aquel sábado a las dos con veinticuatro minutos de la tarde cuando la risa de Karla sonaba más que la cucharita bailando dentro de su taza de café, aquella barrera que les separaba a Karla y a Gábriel, se había quebrado con las lagrimas que Karla había dejado secar entre las manchas de la ropa de Gábriel por la mañana.





No hay comentarios:

Publicar un comentario