LO QUE SOY

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septiembre 24, 2011

A DESTIEMPO (decima parte)




-¿Qué hora es?
-son las dos, es muy temprano, vuelve a dormir
-así no puedo
-¿así como?
-así, sin ti aquí
-estoy aquí
-no, no estás, ni siquiera estas en la cama, ¿Qué haces levantado?
-preparo mis cosas para irme. A ti te gusta dormir, conmigo, o con quien sea, siempre duermes así que seguro vuelves a dormir en un instante.

Karla cerró los ojos y repego su rostro en la almohada, la funda blanca que cubría la almohada haciendo complicidad con Karla absorbió rápidamente una lagrima que intentaba escaparse para gritarle a Gábriel algo, Gábriel prefería clavar su mirada en el abrigo que medio doblaba para colocarlo sobre su maletín, sabía que sus palabras herían a Karla, y no le gustaba ser cruel con ella, pero de vez en cuando el rencor hacia los comportamientos de Karla, le ganaban a su prudencia y un poco de orgullo le afilaba la lengua.

-no es lo mismo, a tu lado puedo soñar, con los demás solo duermo.
-yo soñaba con que pudieras dormir solo conmigo, supongo que estamos a mano.

Karla apretó la almohada contra su rostro, pero parecía no ser suficiente, la ayuda de la funda blanca para contener las lagrimas, Gábriel se había quedado quieto sin querer voltear a la cama, amaba a Karla, la amaba de verdad, pero el coraje que le daban las infidelidades de Karla, lo hacían sentirse poca cosa, amaba a Karla y le dolía comportarse así, ser grosero con ella, dejar que esa poquita dignidad que el tenia, despertara por momentos en forma de reproche cruel, de reclamo hiriente que provocara en ella enfado, así que cuando estaba en medio de un momento así, el solía disculparse inmediatamente por su comportamiento, por sus frases baratas cargadas de coraje, bastaba con mirarla a los ojos, y ver ese poquito de dolor que le dejaban sus palabras a Karla, para pedirle perdón y abrazarla.

De espaldas a la cama y preparando sus cosas, solo sintió el suave golpe de la almohada estrellándose contra su cabeza.

-ya vete, solo vete.

Gábriel pese al almohadazo y pese a haberla escuchado con la voz diferente, no quiso voltear, miro la almohada en el piso y se agacho a recogerla, cuando la toco sintió una humedad que no reconocía, que no había visto desde hacía mucho tiempo, cuando Karla lo fue a buscar una mañana con las alas rotas y el corazón también.

Pese a que Karla en aquellos días no era por completo del agrado de Gábriel, a él nunca le gusto ver llorar a una mujer, y en esos días, a causa de aquellas lagrimas que Karla le permitió secar, Gábriel se había dado cuenta de que Karla era una mujer diferente a lo que ella misma creía ser, y poco a poco ella fue desnudándose de toda su pose de femme fatale, y se mostro llena de ternura, de fragilidad, con más valor del que ella misma creía tener, una mujer que por miedo a ser lastimada se cubría con una coraza de insensibilidad, haciendo creer a todos que para ella la vida era un juego ganado, aunque al jugar de esa manera, estaba perdiendo más de lo que ganaba, porque pese a todo lo que hacía para mantener a carcajada suelta esa pose de despreocupación, por dentro le dolía todo, los besos, los abrazos, las indiferencias, las soledades, las caricias toscas que le rasgaban la piel y que muchas veces ni placer le hacían sentir, pero su juego era ese, jugar a que ganaba, a que siempre ganaba, pese a estar completamente derrotada por dentro.

-¿Por qué me ves así? ¿Por qué me dejas quedarme? ¿Por qué te quedas conmigo?


Gábriel le preguntaba esto a Karla muchas veces, él no le encontraba sentido a que ella se quedara a su lado, pues él era muy diferente a las parejas que habían acompañado a Karla, al lado de cualquiera de ellos Gábriel era nada.

-No lo sé, no sé porque, pero me gusta estar contigo, me gusta lo que me haces sentir cuando estoy contigo, me siento menos vacía, me siento libre para ser como sea, sin miedo a que me taches de boba o banal, además contigo puedo soñar y tenía mucho tiempo que ya no soñaba.
-pero si te gusta dormir, ¿Cómo no vas a poder soñar? Te gusta dormir.
-si, pero es diferente, antes, tenía que tomar pastillas para dormir, y cuando estás conmigo no es necesario, puedo dormir sin miedo, puedo dormir porque tengo sueño y no para evadir la pesadez del día, y la soledad de la noche.
-pero eso no es algo que haga yo, o alguien más, eso es algo que depende de ti, eres tú quien se permite descansar o atormentarse, además Karla, no hay nada en ti que te obligue a gastarte de esa manera, nada de lo que he conocido de ti me parece tan terrible como para que te veas así y te condenes tú sola a ese vacío que te envuelve
-no sé porque me ves así, por más que me miro en el espejo no encuentro ese brillo del que me hablas, me veo diferente es cierto, ya no uso maquillaje y el cabello obscuro no me desagrado tanto, pero sigo viendo muy poco dentro de mí, ¿Por qué te quedas tu conmigo? ¿Por qué no te vas como los demás? ¿Por qué me ves así?

Gábriel podía haber respondido simplemente con un – porque te amo – pero tenía miedo de que ella se asustara y se alejara, tenía miedo de que ella no lo creyera, tenía miedo de que ella lo tomara como cursi o patético, de que se burlara por sentir eso por ella, de lo que no tenía miedo Gábriel, era de que ella le respondiera a eso, diciéndole que ella no, a no ser correspondido no le tenía miedo, si lo hubiera tenido, él no estaría allí con ella.

-cuando tu y yo caminamos por la calle y ves un reflejo, siempre me detienes, y me dices lo mismo, “ves, ves, no quedamos bien juntos, no nos vemos bien” , no sé porque hagas eso, la verdad no tendrías que hacerlo, sé muy bien que juntos no nos vemos bien, se que eres muy bonita, y que yo no soy como ninguno de los chicos con los que sales, sé que no soy ni una decima parte de lo que ellos son, se que tu eres hermosa y yo feo, y en serio, lo sé bien, no tienes que decirlo cada vez que nos paramos frente a un reflejo.
-perdón, no lo hago para hacerte sentir mal, no lo hago por ti, lo hago porque al contrario, muchas veces no entiendo que ves en mí, porque eres así conmigo, porque me tratas así, no es mi intención lastimarte, solo quisiera que abrieras los ojos y me vieras como soy, y no de esa manera especial en que tú me ves.
-te veo como eres, de verdad que tengo los ojos muy abiertos, pero creo que tu aun no alcanzas a ver todo lo que hay en ti, creo que quien aun tiene los ojos cerrados eres tu Karla. Y créeme no me hace sentir mal la verdad que muestran los reflejos, no me molesta, ni me entristece, no soy del tipo de hombre que las mujeres como tu voltean a ver, no soy el tipo de hombre que las mujeres miran, eso lo sé bien, siempre lo he sabido, y parte de lo que me haces sentir es una enorme gratitud hacia a ti, porque me permitiste quedarme a tu lado, no sé cuánto tiempo me dejaras estar aquí contigo, pero te agradezco mucho que me dejes estar, que me hayas dejado verte así, sin maquillaje, sin esa pose que te servía de disfraz, sin ese aire frío e insensible que mostrabas a todos, en serio te agradezco que me dejes estar, y cada una de esas hermosas cositas que hay dentro de ti, tus lagrimas, tus pucheritos al dormir, tu sonrisa sin labial, y esa ternura con que me abrazas cada que despiertas de madrugada y me preguntas la hora.

Karla sonrió al escuchar lo que Gábriel le había dicho, sus mejillas se cubrieron de carmín y bajo la mirada apenada, Gábriel se acerco a ella, le levanto la carita y beso su frente.

-se que no nos vemos bien juntos, pero mírate, dime como podría evitar sentirme fascinado al verte así, como podría no sentirme dichoso de poder ser testigo de tus chapitas, de tu sonrisa, de todo lo que encuentro en ti, no sé porque me dejas quedarme aquí, no sé porque me dejas ser testigo de todo esto, ni se cuanto tiempo será así, pero cada momento que paso contigo, lo atesoro y lo valoro, porque para mí es algo especial, algo único, precisamente por saber y estar consciente, de que no nos vemos bien juntos, de que podrías escoger a cualquier hombre que tu quisieras y dejarle ver todo esto, pero sé que nadie se asombraría tanto como yo al poder ver tus chapitas y tus pucheros, nadie se sentiría más feliz y afortunado como yo, como yo que no encajo en tu mundo, como yo que soy el menos hombre de todos tus hombres. Si me preguntas que porque te veo así, especial, es porque al dejarme ser testigo de tus cotidianidades, y de todo lo extraordinario que hay en ti, me haces sentir especial, porque sé que tan hermosa como eres, podrías escoger a cualquier hombre, y sin embargo, me dejas estar aquí.

La primera vez que quise decirle a Karla que la amaba me frene por miedo a que las cosas cambiaran, sabía muy bien que a Karla le daban miedo los compromisos, y entendía muy bien que a ella le gustaban esas primeras veces, los primeros besos, las primeras miradas, la primera vez que un desconocido se te acercaba y sentías ese escalofrío recorriéndote la espalda, esa pequeña descarga de energía que te hacía saber que aquel desconocido podía ser algo mas, sabía que a Karla le gustaba su libertad, y ese poder aceptar citas sin tener que decir que no porque alguien más la esperaba, me pregunte si las cosas hubieran sido diferentes, si al decirle que la amaba todo hubiera cambiado y ella hubiera hecho a un lado sus manías para quedarse conmigo, para estar solo conmigo, pero sabía que Karla no era así, y que yo nunca fui para ella o para alguien más, aquel tipo que se vuelve el ultimo nombre que pronuncian después de decir te amo, así que preferí callarme, y amarla sin decírselo, seguir en ese juego de ser algo sin nombre, de estar a su lado, tan solo cuando ella deseaba que yo estuviera.

Había días en que las cosas parecían diferentes, y sentía que todo podía ser posible, esa estúpida fe que tenía en el amor, muchas noches me hacía sentir que quizás ella lo había comenzado a sentir por mí, y que esa necesidad de tener más de un nombre se le había terminado, hacia recuento de sus días y me había dado cuenta de que pasábamos ya mucho tiempo juntos, de que ya no mencionaba a nadie más, ni siquiera al tipo que la había dejado en el hotel aquella mañana, en un tiempo solo éramos ella y yo, y nadie más, ella y yo y un te amo que soltaba en las madrugadas cuando se despertaba para abrazarme y que jamás escucho porque el sueño le llego antes.

-tengo que irme Karla, tengo que irme, ya no hay nada entre nosotros, ya no te hago falta, y lo que necesitas, ya no lo encuentras en mi, nos estamos lastimando y no quiero hacerte daño.

Karla seguía boca abajo sobre la cama, Gábriel no tenía el valor para voltear a verla, las lagrimas sobre la almohada estaban haciéndolo dudar, pero sabía que si se quedaba otra noche mas, no habría diferencia alguna, todo seguiría igual, Karla y Gábriel habían llegado al punto en que el miedo les había hecho regresar a sus pasados, Karla había vuelto a ser ella, de nuevo caía en ese círculo que le hacía vaciarse, cada vez que sus alas se rompían regresaba al lado de Gábriel, él la amaba, y sabía muy bien lo él era, y lo que ella era, la amaba porque ella le había dejado ver lo que nadie más había visto, la amaba porque él conocía quien era de verdad, y más allá de verle esa coraza que ella usaba, él la veía especial, pero Karla no podía verse así.

-¿Por qué te quedas conmigo? ¿Por qué sigues aquí? ¿Por qué sigues estando aunque yo no este, aunque este con alguien más?
-porque se quién eres, porque sé que hay mas en ti, porque espero que algún día te veas como yo te veo, y te descubras enorme, hermosa y radiante, sin que tengas que volver a hacerte daño.


Tras cada encuentro que Karla tenia con sus manías pasadas, lloraba, llegaba con Gábriel llorando, él la abrazaba, secaba sus lagrimas besándole los ojos, sin que ella dijera una sola palabra, Gábriel la llevaba al baño, con cuidado le quitaba la ropa mientras ajustaba el agua de la regadera, sin importarle que su ropa se mojara entraba con Karla a la regadera y dejaba que las lagrimas se le secaran del rostro con el agua que escurría por su cabeza, poco a poco Karla dejaba de sollozar, la envolvía en la toalla y la acompañaba a la cama, el único sonido que se escuchaba era el de los tenis de Gábriel que entre chillidos iban dejando charquitos de agua que junto con las gotas que escurrían de su ropa, marcaban el camino del baño a la cama.

Entre las drogas o el alcohol, entre la culpa que ella cargaba por las cosas que se dejaba hacer, entre el asco que muchas veces ella sentía por las caricias que le vaciaban el corazón, y entre esa sensación de saberse con una marca más que la devaluaba, solo podía buscar a Gábriel para salir de aquella espesa obscuridad que le hacía sentirse un bulto.

Gábriel la dejaba sentada en la cama, se cambiaba la ropa mojada y le preparaba algo de comer mientras la ropa de Karla estaba en la lavadora, después al regresar a la habitación siempre la encontraba bajo las sabanas y somnolienta, le besaba la frente y la hacía sentarse para que comiera algo, no le hacía preguntas, porque no le importaban las respuestas, lo único que le importaba era hacerla sentirse bien, encontrar de nuevo una forma de demostrarle a Karla que había mucho mas en ella, de lo que ella misma creía, aunque tras unos días, o semanas, esas huellas de agua que quedaban sobre el piso, se volvieran a notar, lo que pasaba entre esos días quizás solo durara esos días, pero en esos días, Gábriel encontraba siempre, algo nuevo y hermoso en Karla que le hacía olvidarse de todo lo demás, incluso de esas manías que ella tenía.

Gábriel amaba a Karla y por eso le secaba las lágrimas, y por eso le curaba las alas, y por eso, buscaba mostrarle a ella que dentro de si misma, tenía mucho más, y que aquello dentro, era más hermoso que todo lo que por fuera, ella era. No importaba de donde llegaba, no importaba con quien había estado, no le importaba su aliento, ni las manchas en su ropa interior, no le importaba que tuviera que borrar de su teléfono los mensajes que ella dejaba en la contestadora, para avisarle con una voz torpe, que estaba en tal hotel, o en tal esquina, y que necesitaba que fuera a recogerla, no le importaban muchas cosas a Gábriel, le preocupaban los temblores que ella tenía por algunas drogas, le preocupaba saber que seguramente tenía el estomago vacio, le preocupaba que cuando intentaba dormir ella tenía en sueños, los recordatorios de aquellos momentos, y eso la despertaba.

-¿que hora es?
-son las cuatro y veinte, aun hay tiempo para que vuelvas a dormir, anda cierra tus ojitos.
-¿te quedaras?
-si, en un rato te preparare el desayuno, ¿a que hora quieres que te despierte?
-hoy no tengo que trabajar, puedo despertarme tarde, pero no te levantes temprano, quédate aquí conmigo.
-solo me levanto para hacerte el desayuno.
-lo hacemos después juntos, ándale, no te levantes, quédate aquí hasta que me despierte.
-anda vuelve a dormir entonces, ya veremos por la mañana que quieres de desayunar.

Karla como siempre, daba un estirón y se repegaba a Gábriel, lo abrazaba con todo el cuerpo, con toda esa calma que la envolvía en ese instante, Gábriel besaba su frente y sonreía en medio de ese silencio, silencio que se rompía cuando él decía “te amo” pero Karla jamás alcanzaba a escucharlo, y de nuevo la habitación quedaba en silencio.

1 comentario:

  1. Pues como que ya debe decirle un "te amo" que ella escuche ¿No? Ah, mejor no digo nada, porque no se el desenlace de la historia y mejor me quedo con esto en mente, waah. Me voy al otro destiempo.

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