LO QUE SOY

Puedes ver mis manchas en

mayo 12, 2010

SOBRE UN POEMA DE AMORES A PRIMERA VISTA

Pasaban de las tres de la tarde y tenía ya quince minutos paseando la cuchara dentro del plato, el fideo estaba ya frio y la pechuga empanizada aun esperaba dentro del sartén, yo la verdad no tenia apetito en ese momento, como desde hacía ya varios días en que comía sin apetito, por inercia sin despertar dentro de mi paladar el sabor de aquellas cosas que comía, simplemente comía.
Una sensación extraña me tenia vacilando entre levantarme en ese momento de la mesa o quedarme como otras tardes a comer sin hambre y después tratar de dormir sin sueño y despertar de nuevo entre quejas a un día nuevo, con esa sensación incomprensible dentro de mí, ¿Qué pasa ahora conmigo? ¿Por qué cuando muerdo un higo no siento los granitos de su interior tronando entre mis dientes y esa sensación áspera que es su piel, contrastando con lo suave de su pulpa, porque ese sabor dulzón no me alegra el paladar? ¿Qué pasa que esta soledad ya no me llena, ya no me alcanza para sonreír, para despertar sabiendo que no habrá quejas más que las mías, ni reproches a mis ronquidos? ¿Qué pasa que últimamente solo concilio el sueño cuando abrazo una almohada? ¿Qué pasa que mis sueños ahora se fugaron para musicalizarse con los ronquidos de alguien más?
El fideo seguía frío y esa sensación de vacío estaba sofocándome dentro de casa, había demasiado vacío dentro, tanto que no había ya lugar para mi, así que tome mi abrigo y salí a tomar un poco de aire entre el smog de esta ciudad, el trafico que generan las nuevas obras viales hacían que decidiera no salir de casa a ciertas horas, pero el tráfico era mejor que ese vacío que trate de dejar dentro de casa, y salí sin mí, para tratar de encontrarme.
Llegue al café de siempre, aquel que tiene las bancas afuera, pareciera que no tiene mesas dentro, pues desde que a los fumadores nos marginan de los comercios, adentro siempre esta vacío, sobre todo de los cafés, sobre todo de ciertas calles, de esas en que la melancolía disfrazada de humo inundaba los adoquines que recogían las huellas de navegantes que juraban haber naufragado un millón de labios, un millón de te amos, esas calles donde a sorbos uno bebía el licor de la nostalgia, ese licor que sabia a café, a tristeza, a añoranza, a esperanza y desesperanza, a pérdida total de un corazón sin seguro de gastos mayores, a ojos que duelen porque no miran los horizontes que entre dos se iban creando, a esas calles que eran mis calles y donde me encontré tantas veces acompañando mi café con una rebanada de pastel de chocolate, de ese que sabe a besos, a sonrisas, a suspiros y que incluso algunas veces sabia al sonido de la voz de una mujer diciendo mi nombre.
Sentado en aquella mesa y divagando en el interior de mi taza de café pasaron los minutos, tantos que el café se enfrió y el cigarro se apago, buscaba la razón de aquella sensación de vacío de aquella envidia que me despertaba la taza, por verla tan llena, entonces recordé una frase que había leído,
“…se sorprenderían de saber que ya hace mucho tiempo, la casualidad juega con ellos…”
Era un poema que había llamado mi atención por el título, un titulo que encerraba una historia que guardaba escondidita dentro de los bolsillos de mi abrigo, que escondía en las hojas secas que caían sobre mi cuando caminaba por las calles frías de otoños, mientras yo contenía dentro de mi pecho el frío de todos mis inviernos, una historia que había decidido esconder y no contarle a nadie por lo ilógica que resultaba, tan irracional como suelo ser por las madrugadas mientras escucho que debo de dormir y me callo para comenzar a despertar, tan ilógica como el aceptar que jamás podré volar y que las aceras no son océanos dentro de los que puedo naufragar.
Aquel poema me había dejado con ese vacío, pues ese vacío era lo que me llenaba cada tarde de suspiros mientras vaciaba mi vaso de café vertiendo tinta sobre hojas en blanco, tanto vacío me llenaba en aquellos días, tanto vacío me tenia siempre lleno de sonrisas, tanto vacío y yo tan feliz.
¿En qué momento deje ir ese vacío? O más bien ¿en qué momento lo cambie por ese confort tedioso que me cubría de mediocridades las tardes y las mañanas y las noches, volviéndome el más normal de los subnormales como yo que suelen atarse a historias ridículas y cursis con la esperanza de algún día despertar en medio de aquellos naufragios ¿será que todos nos mentimos al decir que somos felices mientras dormimos sin soñar, y comemos sin saborear y amamos cuando simplemente sentimos un afecto?
¿Dónde quedo mi nostalgia? Quizás si encontraba aquel poema en algún libro el autor haya recordado dejar al final alguna receta para recuperarse después de tan atinadas y naufragantes letras, quizás encuentre en sus letras las indicaciones para regresar a aquel vacío que reconozco como mío, y no a este en que no reconozco ni mis latidos. Pensaba esto mientras armado de valor pedía la cuenta para ir a la librería que había cruzando la calle y buscar algún libro de aquella escritora, un viento frío agito mi abrigo, entrando en los bolsillos para dejarme un rastro de aquella historia que antes era mi tesoro y como en todos los funerales, un sollozo brinco de mis dedos a aquella mesa donde deje un poco de aquel vacío que ya no quería, junto con las cenizas de mis cigarros y una servilleta manchada por mis insípidos labios.
Llegue a aquella librería y como era costumbre en un lugar así, antes de dejarme ayudar por uno de los libreros de aquel lugar decidí babosear un rato entre los estantes, siempre he creído que es mejor entrar a un local así sin la idea de que se busca, y dejar que las letras adecuadas lo encuentren a uno, así que babosee un rato, hojeando los libros de fotografía y los de algunos pintores que me llamaban la atención, después pasee por aquellos pasillos que ya conocía y donde encontraba los libros que algún día tuve y que perdí al prestarlos, dicen que es tonto quien presta un libro, pero es más tonto quien lo regresa, siempre he considerado que tengo amigos muy inteligentes y está bien, al final creo que la idea del autor es que sus letras lleguen a más personas y uno no puede jamás decir este libro es mío, porque nadie es dueño de las palabras, ni de los sentimientos que estas puedan despertar.
Fui recogiendo así algunos libros de cabecera que hacía tiempo dormían en otras cabeceras, o al menos eso quiero pensar, imaginar que alguien guarda uno de mis libros y que lo lee de vez en cuando para recordar un poco a este loco que se lo presto, sería lindo un día enterarse que alguien le recuerda a uno por un poema o una frase en un libro, o incluso por todas las letras que hay dentro de él, sería lindo un día encontrar a alguno de aquellos amigos y que de sus bolsillos sacaran el libro aquel y completamente rayado me enseñaran esos recuerdos que tienen de mi.
Después de tomar aquellos viejos recuerdos fui a preguntarle a uno de los libreros por aquel poema, la verdad mi mala memoria es una constante en mi vida, sobre todo con autores o nombres de canciones o de libros, así que no quedo más que googlearlo pa´ saber el nombre de la escritora, por fin encontramos el poema después de revisar tres poemas que la verdad no reconocí, pero al cuarto reconocí la historia en aquellas letras y con una sonrisa le dije al librero que ese era el poema que buscaba.
-fíjese que no lo tenemos en stock pero si quiere se lo pido
-si, si, si, está bien, ¿y para cuando cree que lo tenga?
-llámeme el viernes y le digo si ya lo tengo o si al menos ya tengo una fecha de entrega
-está bien, pero mejor me doy una vuelta ese día y si lo tiene de una vez me lo llevo, por el momento me llevo estos.
Salí de aquella librería con una bolsita llena de libros, el viento volvió a agitar mi abrigo y me dejo un poco mas de aquella historia mía dentro del bolsillo de mi abrigo, el café que compre en la siguiente calle me supo de nuevo a café, y mis pasos se volvían a perder en el humo de mi cigarro, que no era de mi cigarro, sino humo de nostalgia.
Ya con la obscuridad de la noche reposando sobre las copas de las magnolias y jacarandás de aquel parque me senté a hojear aquellos viejos cómplices que tenía en aquella bolsita y con una pluma nueva comencé a dejar mis huellas de tinta sobre sus hojas.
Volví a casa menos vacío y como había dejado las ventanas abiertas aquel vacío extraño que sentía desde hace varios días inundando la casa ya se había oreado, así que cupe de nuevo en aquel lugar donde ya no me reconocía, pero que ahora de nuevo me dejaba respirar sin sofocarme.
Hace ya dos meses que cada viernes regreso a aquella librería, preguntando siempre por aquel libro, algunas veces salgo con nuevos cómplices, o amigos que habían quedado lejos de mis manos, pero aunque salgo sin ese libro, la sensación de vacío sin mi ya no vuelve, y ahora aunque vacío me siento yo, me siento lleno, cada viernes el viento me deja un poco más dentro de los bolsillos de mi abrigo, ahora cargo con la cajetilla de cigarros en la mano, porque no cabe más que ese recuerdo dentro de mis bolsillos, ahora el fideo sabe a jitomate, la pechuga ya no alcanza a enfriarse antes de que le clave el tenedor, duermo menos porque he vuelto a soñar, pero cuando duermo, duermo con sueño y sonrío solo cuando llega el frío a las cinco de la mañana y disfruto del café y mis pasos vuelven a sonar a nostalgias, a esperas, a recuerdos inciertos y a ese presente vacío de tantas cosas, pero tan lleno de mi y de una historia que sigo escondiendo para que nadie vuelva a convencerme de que es imposible, que prefiero ser ese tipo ridículamente cursi, a ser aquel tipo vacío, tan vacío de mi y de ese latido que guardo como un tesoro y que será la mejor manera de reconocer mi historia, ¿acaso existen más razones para enamorarse, que un latido?

mayo 09, 2010

PARA CONVENCERTE

Y es que cada que te vas me quedan en las manos mil y un razones para convencerte de que sea esta la ultima vez y que te quedes para siempre

Y es que cada que sonríes me llenas de estrellas las madrugadas mientras los sueños ajenos se pierden para llegar a tu lado a soñar entre tus labios y olvidarme de esos ronquidos que mi perro tiende a dibujar sobre el piso.

Y es que cada que me miras y te miro, encuentro que eres todo lo opuesto a lo que otros vieron y me enamoran todas esas cosas que me muestras y que no encontraron antes, quizás porque solo vistes piel y no dejas al descubierto ese brillo que hay bajo tu pecho.

Y es que cada que te encuentro me nacen esas ganas de seguirme perdiendo entre tus pucheros y tus enfados, entre tus dudas y esos silencios que esconden, ahm, no sé qué escondan, pero me gusta perderme pensando que quizás tu silencio me dice que me quede, que estas a gusto, que te hago feliz, aunque eso también me lo dice tu sonrisa cuando me ves llegar, cuando me dejas tomar tu mano y me aprietas como si no quisieras que te soltara y entonces no te suelto y entonces tu silencio me gusta y entonces tu sonrisa me dice todo.

Y es que aunque no estés por días aquí mirándome, yo no dejo de sentirte, no dejo de imaginar a que huele hoy tu cabello, no dejo de pensar en cómo hacer para quitarte el enfado que a estas horas quizás ya te tenga con un dolor en la pancita y me dan ganas de estar ahí, no a tu lado, no, me gustaría estar ahí en tu pancita, meterme debajo de tu blusa y pasearme de puntitas sobre tu pancita para calmarle el dolor y besar tu ombligo gruñón para quitarle lo chípil y frotar mis manos frías para entibiarlas y acariciarte dejando las huellitas tibias de mis mini besos, con mis mini manos y ser tu mini nomo de bolsillo, que me traigas cargando como llaverito y me dejes acompañarte a todos lados, ser tu analgésico de esos días malos, ser quien cambie tus pucheros por sonrisas al hacerte cosquillas es tus costillas con tres o cuatro besos, o los que sean necesarios para hacerte sonreír.

Y es que ya lo ves, mi mejor pretexto para ser tu cursi compañero, es ese genio que tienes por las tardes cuando el tedio llega y entre el trafico y el calor, tu sonrisa se transforma en una mueca que si vieras cuantas veces me ha hecho pensar en un millón de estupideces cursis que te dibujen una sonrisa, o varias, la verdad no espero que sean un millón, porque si no ya no tendría cursilerías que imaginar para hacerte sonreír, y quizás ya no sería yo quien te despierte esa sonrisa mientras caminando te acercas asomando la naricita entre esas olas de gente que salen del gusano naranja que por momentos te devora hasta que te vomita exactamente en el andén donde este cursi te espera, ensordecido por una canción que te hare escuchar mas tarde.

Y es que como no disfrutar tu genio y tu tedio y tu enfado y tus pucheros y ese ceño fruncido con que me haces saber que estas chípil y esa mueca que me gusta borrar con un beso y el calor que te hace sudar la mano cada que la tomo para cruzar una calle y esa maraña que te deja el viento o algún camión que pasa veloz en el semáforo donde me dejas abrazarte y oler cada uno de tus cabellos y como no amar cada detalle, que contrario a lo que en otros provocaron, a mi me provocan amarte tal como eres, y sentirme afortunado de ser tan cursi que me dejas ser tu cursi compañero, hasta que llega la noche y en el marco de tu puerta una vez más nos despedimos, mientras me quedo con ganas de convencerte de que sea la última vez y que te quedes para siempre conmigo .

ES HORA

Mientras pasamos de lo conocido a lo desconocido, me arrastre bajo tu puerta y fui quien resguardaba tus sollozos, mientras entre sueños alguien más resguardaba tu mirada.

Y me entregue por completo a tu ausencia, pues lo único que tenia de ti era esa falta de ti, incluso cuando te veía sentada frente a mí escurriendo la sopa de la cuchara al plato, con el pretexto de enfriarla, pero lo que se enfriaba era el pedazo de corazón cursi que latía para ti dentro de mí.

Y las horas ya no pesaban por la distancia, pesaban por la cercanía, sobre todo en esas tardes en que desparramados sobre el sillón, tú desparramabas tu tedio manchando el tapetito bajo tus pies y yo desparramaba debajo de los cojines los besos y caricias que antes vertía sobre ti.

Ahora venimos los dos dando tropiezos, atragantándonos con sopas instantáneas la garganta, para no dejar que suban las palabras que ya no nos decimos, que de cualquier manera ya no nos escuchamos, mientras el salerito empaca su maleta para huir de la alacena tan vacía como tu pecho, que al igual que la alacena, no sé cuando se vació, no me di cuenta, no lo quise sentir y fingí no saber, asi como tu fingiste saber.

Y salgo a tender las sabanas al jardín, que desde hace varias noches no dejan de estar limpias, pues ahora solo dormimos, ya no soñamos, al menos ya no juntos, pues hasta en sueños te alejas de mi para estar con otro, mientras yo sueño contigo cuando estabas durmiendo aun a mi lado, solamente asi en sueños, te siento, solamente asi en el recuerdo te reconozco, te encuentro y vuelves a ser mía y vuelvo a ser quien te hacia dormir con el cabello enmarañado después de pintarte bajo las sabanas cada letra que encontraba sobre tu piel, ahora despiertas con un bostezo y el cabello peinado, mientras en sueños recuerdo que despertabas con una sonrisa y un te amo.

Nos ha llegado el momento que muchas veces juramos no vivir, ese que ahuyentábamos a diario con sonrisas y con detalles cursis, de esos que se volvieron las canciones de cada mañana, los cafés de medio día y los chocolates de la tarde, mientras llegaba la noche para encontrarnos caminando juntos sobre pasos nuevos, dejando huellas sobre las paredes y los semáforos a los que les contábamos nuestra historia y que bajo las sabanas anidábamos como si fuera la última noche juntos.

Nos pedimos muchas cosas, una noche incluso hasta me pediste que me quedara y me quede, yo te pedí que fueras tú, solo que fueras tú, ahora me parece que sigues siendo tú, pero yo ya no soy quien quieres que te vea, quien quieres que te bese, quien enmaraña tus ideas, quien despierta tus pasiones y te acerca a los paraísos que hay dentro de ti y de un te amo, yo ya no soy con quien sueñas, ya no soy con quien quieres despertar, a quien quieres aguantar, ya no son mis cosas las que te hacen sonreír, ya no soy tan cursi para hacerte suspirar, o quizás sea que mis cursilerías ya no te llenan y que por el contrario, te están sofocando y hay que escapar.

Pero antes de empacar y salir exiliados de este lugar que ya no es nuestro, solo quiero que sepas que cada latido valió la pena, y que aunque me odies y trate de olvidarte, guardare bajo mis uñas todo lo bueno que pasamos juntos y es que se que a dónde vas no te hará falta, hay manos nuevas esperándote dentro del taxi y a mí, a mi me espera el recuerdo de lo que fuimos y el luto por todos aquellos futuros que no nacieron de tu boca, ni de la mía.

Es hora de que sigas volando y que yo vuelva a caminar, sin ese faro que fue tu sonrisa y que me rescato de nuestras soledades y si vuelvo a verte pronto, espero que quien este a tu lado te haya quitado ya el sabor de este vino tan amargo, que es esta despedida y su amor sea tan grande, que me mires sin tanto coraje, o que sea el silencio la voz que nos susurre al oído que estamos en paz.

Es hora de que sigas volando, al lado de quien te hace sentir amor, yo vuelvo a caminar con el recuerdo en los bolsillos de ti que fuiste quien me hizo sentir por primera vez el amor.




mayo 03, 2010

AHORA NUNCA

No pensé que el tiempo se detuviera de esta manera sobre mí, no espere que los suspiros tumbaran los muros dentro de los que me cubrí, o me cubrieron y ahora piedra a piedra van cayendo los miedos, van cayendo las esperas, las desoladas hojas que nacían bajo el colchón, que resguardaban aquellos silencios en donde solo sonaba el nombre de alguien que nunca fui yo, que nunca pude ser yo.

De los veinte nombres que me pusieron solo quería ser uno, el mío, sobre todo cuando lo mencionara un latido, sobre todo cuando los ojos de alguien más dejaban huellas en las sonrisas que yo no despertaba y me nombraron en otras manos y me nombraron en otros labios y me nombraron en otras caricias que jamás fueron nacidas de mis dedos y me nombraron con odio por ser solo yo y me nombraron en dudas y me nombraron en adioses.

Nunca creí perderme de esa manera, ausentarme de mis propios latidos y desgastarme en escondites donde huraño esperaba no ser esperado, no ser encontrado y descubrí que en realidad no había quien me nombrara, a mí, solo a mí, no había quien me buscara, no había quien quisiera encontrarme de verdad, no había quien me esperara nombrándome sin saber quién era yo y aun así esperarme y aun así nombrarme.

Me borre la piel y me volví una mancha de color que dejaba la huella de sus tenis sobre mares de asfalto, me deshuese para no pesarle a nadie, me desvanecí para no ser el fantasma que despierta cada noche con sus latidos retumbando de pared en pared, me quite todo lo que jamás alguien vio, lo que jamás alguien quiso ver y me vacié en pinceladas, solo para saber que aun existía, solo para dejar una huella más profunda que la de mis tenis.

Abrí la jaula y se escaparon mis criaturas, abrí los ojos y mire que no tenia reflejo en ningún lado, abrí la boca y ningún sonido logro hacer eco dentro del corazón de alguien, clave pinceles en mis dedos me drene la sangre de colores, deje de ser piel y hueso, deje de existir si no era en un trazo, en una fantasía, en un sueño, sin ser soñado por nadie, sin ser rozado por nadie.

Ahora no queda nada,

sin embargo el escenario no está vacío,

las paredes no están en blanco y los cuadros escaparon de los marcos,

ahora me miras y tiemblo,

ahora me rozas y laten mis dedos,

ahora soy piel,

hago ruido,

ahora me escuchas,

ahora eres real y sigo soñándote,

ahora soy yo y solo yo

y tu voz dice mi nombre,

ahora vivo

y ahora sé que existo,

cuando miro dentro de tus ojos mi reflejo.