LA REDENCIÓN DE ÍCARO III La mujer que amaba a Ícaro
La mujer que amaba a Ícaro aprendió a soñar con los ojos
cerrados, aprendió a ser pálida por rencor contra el sol por derretirle las
alas a Ícaro, aprendió a coronarse la cabeza con plumas, aprendió a amar al
viento que acariciaba mas a Ícaro que las manos de ella, aprendió de silencios,
de esperas, de paciencia, aprendió a pertenecerle a alguien que pertenecía al
cielo, a las copas de los arboles, a las nubes, a todas las aves, a la nada, la
mujer que amaba a Ícaro de vez en cuando abría un poco la boca para soltar una
plegaria, pidiendo que Ícaro alcanzara las estrellas, que volara muy alto, que
no cayera, pidiendo que regresara a su lado, pidiendo que se quedara con ella,
pidiendo tener alas para alcanzarlo, pidiendo ser una pluma de sus alas,
pidiendo un beso solamente, que le hiciera saber que su Ícaro había regresado,
con las alas rotas de nuevo, pero a su lado…
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