…pero sin razón alguna, así, sin esperarlo, una tarde me
encontré con una extraña telaraña en la entrada de aquella estación, una
telaraña particular, porque no tenia nada de geometría en su tejido, mas bien
parecía hecha al azar, sin preocupaciones sobre retoricas lineales o cosas así
que las arañas deben de saber antes de comenzar a tejer sus perfectas líneas,
un tipo que estaba sentado en un macetón me detuvo antes de que pudiera
desprender los hilos de aquel tejido con mis manos, me explico que no era una
telaraña cualquiera, que ni siquiera era una telaraña, porque ninguna araña
había tejido aquel enredo, puse atención y me di cuenta de que el material de
aquellos finísimos hilos no era común, que la textura de cada hilo era
diferente al de el hilo de una araña, el tipo del macetón me conto que aquellos
hilos se desprendían de los dedos de las personas cuando se despedían en la
estación, pero no cuando eran despedidas cualquiera, no, esos hilos se producían
cuando un latido acompañaba aquellas despedidas, entonces se formaban aquellos
hilos, desprendiéndose de los dedos de las personas para adherirse a las
espaldas en los abrazos, a los labios en los besos, o a las pestañas en las
miradas que piden un momento mas antes de decir adiós, aquel tipo me conto que
solo en algunos andenes se generaba aquel efecto, él no sabia porque, quizás la
temperatura fría de algunos andenes interfería en la química de los latidos y
entonces se solidificaban extendiéndose en forma de hilo de araña, algo así
podría ser, me conto también, que hace
años en alguna ciudad alguien rebelo la existencia de uno de esos andenes
particulares donde los latidos se volvían hilitos que formaban telarañas y la
gente dejo de viajar en autos, las terminales y las estaciones de los trenes se
saturaban de personas que se abrazaban y se separaban, que se besaban y se
deslizaban suavemente las manos al despedirse solo para ver que tan fuertes
podrían ser los latidos mirando la resistencia de aquellos hilos, entonces los
viajes en aquella ciudad se volvieron cosa común, todo mundo quería viajar sin
saber a donde, tan solo para poder poner un pie en algún anden y despedirse,
aunque regresara a los pocos minutos para volver a despedirse y dejar sobre
aquella estación un latido mas en forma de hilito, quizás lo que buscaban en
realidad, era encontrar su hilo rojo…
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