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octubre 04, 2013

Mensaje dentro de una botella con un hilo de telaraña enredado en el corcho


…pero sin razón alguna, así, sin esperarlo, una tarde me encontré con una extraña telaraña en la entrada de aquella estación, una telaraña particular, porque no tenia nada de geometría en su tejido, mas bien parecía hecha al azar, sin preocupaciones sobre retoricas lineales o cosas así que las arañas deben de saber antes de comenzar a tejer sus perfectas líneas, un tipo que estaba sentado en un macetón me detuvo antes de que pudiera desprender los hilos de aquel tejido con mis manos, me explico que no era una telaraña cualquiera, que ni siquiera era una telaraña, porque ninguna araña había tejido aquel enredo, puse atención y me di cuenta de que el material de aquellos finísimos hilos no era común, que la textura de cada hilo era diferente al de el hilo de una araña, el tipo del macetón me conto que aquellos hilos se desprendían de los dedos de las personas cuando se despedían en la estación, pero no cuando eran despedidas cualquiera, no, esos hilos se producían cuando un latido acompañaba aquellas despedidas, entonces se formaban aquellos hilos, desprendiéndose de los dedos de las personas para adherirse a las espaldas en los abrazos, a los labios en los besos, o a las pestañas en las miradas que piden un momento mas antes de decir adiós, aquel tipo me conto que solo en algunos andenes se generaba aquel efecto, él no sabia porque, quizás la temperatura fría de algunos andenes interfería en la química de los latidos y entonces se solidificaban extendiéndose en forma de hilo de araña, algo así podría ser,  me conto también, que hace años en alguna ciudad alguien rebelo la existencia de uno de esos andenes particulares donde los latidos se volvían hilitos que formaban telarañas y la gente dejo de viajar en autos, las terminales y las estaciones de los trenes se saturaban de personas que se abrazaban y se separaban, que se besaban y se deslizaban suavemente las manos al despedirse solo para ver que tan fuertes podrían ser los latidos mirando la resistencia de aquellos hilos, entonces los viajes en aquella ciudad se volvieron cosa común, todo mundo quería viajar sin saber a donde, tan solo para poder poner un pie en algún anden y despedirse, aunque regresara a los pocos minutos para volver a despedirse y dejar sobre aquella estación un latido mas en forma de hilito, quizás lo que buscaban en realidad, era encontrar su hilo rojo… 

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