Tic tac, tic tac, me recuesto mas por el dolor de espalda
que por sueño, Morfeo al parecer ha comenzado a caminar sobre mi cama, siento
sus paso, sus firmes paso, sus lentos pasos, tan lentos como ese tic tac.
Cierro los ojos esperando que por fin después de tantos días logre dormir,
aunque sea un poco, aunque sea años.
Espero y espero, me doy vueltas tratando de acomodarme, pero
mi cama parece botarme de un lado a otro, se me enredan las sabanas en las
piernas y no me permiten moverme, termino por botarlas y quedar libre de su
color rojo, acomodo la almohada, acomodo la espalda, acomodo mi alma, tratando
desesperadamente de dormir. Sé que Morfeo esta aquí, se que camina sobre mi
cama, pero al parecer solo ha venido a burlarse de mí, a sacarme de mis
casillas y demostrarme que no soy su favorito, me retuerzo una y otra vez, como
si con eso pudiera noquearme y conciliar al menos la inconsciencia de mi mente.
Todo es en vano y termino por levantarme de la cama, la luz
azul de la pecera sigue creando sombras sobre los lienzos, sobre los muros,
sobre mis manos, que han comenzado a temblar, de ansiedad, de desesperación,
piden a gritos que tome el pincel, piden a gritos vaciarse sobre colores, sobre
telas, sobre pieles.
Enciendo la lámpara y tomo la paleta lleno de furia, lleno
de insolencia, de fuego que está quemando mis manos, solo así consigo calmar su
temblor, me acerco al caballete y doy un sorbo a la taza de café que esta sobre
la base, un café ya frío, un café ya desabrido, pero que me quita el sabor
amargo de la derrota ante Morfeo, si no he de dormir, que así sea.
Comienzo a raspar el pincel sobre el lienzo, comienzo a
sacar colores de entre el blanco que aun quedaba en la tela, no es poner más
pintura, es rascar, cavar, desenterrar la pintura que la tela ha guardado, ir
descubriendo ese secreto que guardaba y que me hacía saber que algo le faltaba
al cuadro.
Poco a poco deja de escucharse la bomba de aire de la pecera
y las burbujas que revientan en la superficie se van quedando en silencio para
poder escuchar ese sonido que viene del pincel frotándose sobre la tela, no se
escucha más que eso, no he encendido el estéreo ni la televisión, no se escucha
más que ese sonido, retumba dentro de mí, retumba en mi cabeza, retumba en los
muros. Froto el pincel en mis brazos para quitar el exceso de pintura el exceso
de tela que de tanto arañón se va desgastando, sin embargo como si fuera una
costra va cayendo y dejando ver una imagen perdida, escondida, una imagen que
solo veo yo y los peces que asombrados se mantienen pegados al cristal
esquivando las burbujas que inmóviles también flotan por toda la pecera.
Rasco y rasgo la tela del bastidor, rasco y rasgo mis brazos
sobre los que limpio el pincel, así como con el lienzo, mi piel comienza a
desprenderse, poco a poco, no hay dolor, no hay sangre, debajo de mi piel solo
veo colores, solo veo aceites y solventes, humo y café. Se mancha mi playera,
escurre aquel líquido mezcla de todo y de nada sobre mi brazo, hasta que
comienza a gotear sobre el piso, cada gota provoca un estruendo que retumba los
vidrios de la habitación, cada gota que cae al piso va abriendo un agujero
multicolor.
Raspo y rasgo el pincel sobre la poca tela que queda del
bastidor, al retirar el ultimo fragmento casi al mismo tiempo que las gotas de
mi piel comienzan a retumbar los vidrios, suena la madera balsa como si se
tronara, miro el piso con ese liquido perforándolo, me retiro un poco para ver
la imagen que se descubre entre el marco que quedo del bastidor. Un paisaje
sublime, como una ventana hacia otro mundo, hacia mi mundo.
Mi brazo no deja de escurrir aquella mezcla, coloco la otra
mano ejerciendo presión para tratar de detener esa hemorragia multicolor, sin
embargo aquella imagen que ha aparecido debajo de la tela que desprendí me
tiene cautivado, miro un nomo montando un unicornio, un centauro seduciendo a
una sirena, nubes de algodón de azúcar mientras una zarigüeya se balancea de la
Luna que felizmente y en silencio emite una luz sonora. Miro manantiales
brotando de montañas que parecen caderas femeninas, miro cascadas de cristales,
arboles que caminan aventando flores que en el aire se convierten en mariposas,
estoy atrapado en aquella visión, estoy sumergido entre el delirio insomne,
entre un desvarío que a mi cordura ha asesinado.
Truena la madera balsa del bastidor, las grapas brincan y se
clavan en el techo en el piso, con tanta fuerza que hacen brincar el cemento
convertido en polvo por el impacto, truena la madera y se va estirando, se va
extendiendo sobre el caballete, que no resiste el peso y se viene abajo, la
mancha en el suelo se va extendiendo a la par, la imagen cada vez mas y mas
muestra ese mundo mágico, ese mundo que siento mío, voltean los personajes que
deambulan por aquel paisaje, rostros de tristeza, de soledad, de deseo, de
amor, rostros de sentimientos que mediante pinturas fui dándoles cuerpo para
hacerlos visibles, rostros de mis fantasmas, de los fantasmas de otros, de
todos.
Mi Luna, tiene tantos rostros, es más de uno de aquellos
personajes que se mueven por aquella escena, acaricia, se desliza entre las
sombras, se cuelga del viento, flota sobre el Mar, se hunde, vuela, y una
voltea a mirarme, se acerca hacia mí, se acerca y mira la madera que enmarca
aquel cuadro, la acaricia y sonríe, me sonríe, se agacha y cruza su mano aquel
mágico umbral, toma entre sus dedos un poco de aquel liquido que me escurrió de
adentro de la piel, lo huele, lo acaricia entre sus dedos y me sonríe, estira
la mano hacia mí, como si me invitara a sumergirme en aquel extraño portal.
Doy un paso hacia ella, estiro mi mano para alcanzarla, doy
un paso, doy uno más y otro, ella me sonríe, pero va echándose hacia atrás,
apresuradamente me abalanzo sobre aquel cuadro pero al tocarlo mi mano se
estrella sobre la pintura, solo pintura, no siento la tela, no hay tela, solo
pintura, espesa, que me presiona los dedos, tan espesa que solo mis dedos poco
a poco pueden sumergirse en ella, doy un paso para estar más cerca de aquel
rostro de mi Luna, suelto mi herida y con la otra mano acaricio aquel rostro de
pintura, mi mano manchada por aquel liquido que brota de mi brazo y que a pesar
de la presión me tiene ya humedecido el pantalón y gotea por mis tenis, y
escurre y mancha el piso y se extiende, me voy vaciando, me estoy vaciando.
Mi Luna pega el rostro a mi mano, pero no consigo sentirla,
es como acariciar a alguien atreves de un cristal, cierra los ojos, y pone su
mano al frente, trato de tocarla pero no siento más que pintura, solo pintura.
Sumerjo mis dedos sobre la pintura, trato de meter más que
solo mis dedos, trato, trato, empujo, recargo todo mi cuerpo sobre la pintura
pero no puedo, solo entran mis dedos, comienzo a desesperarme, mi Luna lo sabe,
mi Luna pare hacer lo mismo, trato y trato, se despega del frente y me mira con
los ojos llenos de ansiedad que frota su mano al frente pero ya tampoco
consigue atravesar aquella barrera invisible que hay entre mi mundo y esta
realidad irreal, su mirada cambia y se vuelve triste, sus ojos dejan ver
lagrimas, y no quiero verla llorar, estiro mis manos, para tratar de limpiar
esas gotas que escurren por sus mejillas, no puedo cruzar, no puedo.
Mi Luna da un paso hacia atrás y se descubre el pecho con
una mano, pone la otra mano sobre él y poco a poco mientras la separa va
cruzando por su blanca piel un corazón trasparente, luminoso, lo toma con las
dos manos, lo acerca a sus labios y lo besa, al tocarlo sus labios el corazón
se llena de color, y de una imagen, extiende sus brazos hacia mí y veo la
imagen con más claridad, es la imagen de mi corazón, es la imagen de mi alma,
dentro del corazón de mi Luna.
Trato con mas desesperación sumergir mis dedos para poder
alcanzarlo pero no puedo todo resulta en vano, desespero, trato de gritarle, de
decir su nombre pero cada vez que abro la boca sale de mi garganta ese liquido
que no deja de escurrir de mi brazo, esa mezcla de color de aceite, de
solvente, de café, de humo, no controlo mi cuerpo ni lo que le está pasando,
pero no tiene importancia resulta irrelevante ahora, pues mi único deseo es
sentir aquel corazón que late pintando mi nombre en el aire, que late sonando
notas, sonando a amor.
Desespero y comienzo golpear aquella barrera, la golpeo tan
fuerte que salpica por toda la habitación el color, cada gota que se estrella
sobre los muros retumba, y va cuarteando las paredes, desprende la pintura,
desprende los clavos, desprende el yeso, el cemento, retumba y vibra todo,
tiembla el suelo, golpeo una y otra vez y abro la boca y no sale ningún sonido,
solo ese liquido que ya me tiene completamente empapado. Golpeo una y otra vez,
todo se va desmoronando, menos aquel cuadro, menos mi Luna que me mira
sonriendo ahora, desespero por no poder alcanzarla, se acerca el centauro, se
acerca el unicornio con el nomo, y cada uno de los personajes que están dentro
del cuadro, todos me miran y sonríen, todos me miran desesperado, contemplando
como mis muros se derrumban como me lleno de aquel liquido, desespero tratando
de sacar un grito, tratando de romper aquella barrera que me aleja de mi mundo,
desespero, y comienzan a brotar lagrimas de mis ojos, lagrimas que arden, que
parecen quemarme los ojos, me froto los ojos y no son lagrimas sigue siendo
aquel liquido que hay dentro de mí, no entiendo nada, no entiendo lo que le
paso a mi cuerpo, pero ya no importa mi cuerpo, ya no importa mi piel que ya no
es piel, mi sangre que ya no es sangre mis lagrimas que no son más que un
liquido multicolor.
Me alejo un poco del cuadro que abarca toda la pared, los
veo a todos, mirándome, sonriéndome, se acerca el centauro a mi Luna y le da un
reloj, mi Luna me mira sin perder esa sonrisa del rostro, extiende el reloj, un
reloj extraño ,con 24 números, 24 números que flotan como las manecillas sobre
un paisaje nocturno, la manecilla del segundero avanza tan lentamente que un
segundo bien podría ser una hora, un día una eternidad, las otras manecillas
giran vertiginosamente que apenas y se les alcanza a ver, aquel reloj pare
pulsar ondas que distorsionan el aire, y van dejando una estela circular, se
extienden hasta estrellarse sobre la superficie de aquella barrera invisible,
haciendo que vibre todo el cuadro, las vibraciones toman más fuerza, las
vibraciones van salpicando mas y mas gotas, las vibraciones van sonando con
redobles, mas y mas fuerte, mas y mas rápido, todo se salpica, todo se va
terminando de derrumbar, caen pedazos del techo, caen pedazos de muros, los
muebles han sido devorados por las manchas, ya no hay nada dentro de estas
cuatro paredes, ya no hay nada más que aquel cuadro que abarca todo un muro y
yo que soy tan solo una mancha mas.
Los pedazos de cascajo que termina de caer del techo y los
muros son absorbidos por la pintura, que ya no se distingue de entre mis
fluidos, los muros ya no son muros, el suelo ya no es suelo, el techo muestra
una mancha obscura, miro fijamente y comienzan a aparecer destellos de luz que
parpadean y sueltan chispazos, que encienden mas y mas luces, en el centro se
ve un halo de luz, de una luz transparente, pero que va formando un remolino de
luces y colores, todo vibra, todo está en constante movimiento, en una armonía
melodiosa, en un momento de paz, de sublime paz.
Miro a los espectadores que fijamente me contemplan
sonriendo, con los ojos encendidos, mi Luna se acerca con el corazón entre las
manos, en un movimiento sutil lo lanza al aire, vibra el corazón y brotan de él
un par de alas enormes, demasiado grandes para un corazón de ese tamaño,
revolotea dando vueltas por todo el cuadro, revolotea y pasa frente a mis personajes,
revolotea y roza el agua, roza las copas de los arboles revolotea y se mantiene
sobre la cabeza de mi Luna, entonces agita fuertemente sus enormes alas y se
arroja al frente, cruza el cuadro salpicando una vez más toda la habitación que
ya no es una habitación, cruza y comienza a revolotear por todos lados me roza
el rostro con sus alas, que tienen unas plumas tan filosas que me van cortando
lo poco que quedaba de mi piel, cruza una y otra vez de extremo a extremo,
comienza a volar en círculos sobre mi cabeza y tan rápido que mi cabello se
vuelve una maraña entre mi rostro, gira tan rápido, vuela tan rápido, se va
elevando mas y mas alto hasta que de un brinco se embarra en aquel halo de luz
que pintaba remolinos sobre el techo, queda flotando mientras su color rojizo
se va perdiendo hasta quedarse blanco, brillando, destellando luz, radiante
luz, comienza a caer sobre mí una lluvia de chispitas color ámbar, cada
chispita me hace cosquillas al tocarme, y no dejan de brillar sobre mí, me
cubren por completo volviéndome por un momento una mancha de luz, comienzan a
vibrar aquellas chispitas tanto que me hacen sentir como si me estuvieran
picando con alfileres, vibran y vibran tan rápido que comienzan a penetrarme
hasta que su luz de pierde como absorbida por aquellos colores que ahora me
cubren.
Me hacen vibrar por completo, tanto que puedo sentir mi
cerebro vibrar dentro de mi cabeza y sacudir mis ojos, no puedo controlarlo, no
consigo enfocar la vista, todo por las vibraciones es borroso, siento mi cuerpo
adormecido por completo, aturdido, trato de controlar mis manos y enfocar la
vista sobre ellas, pero no lo consigo, mientras más trato las vibraciones son
más fuertes, no hay nada que pueda hacer, no hay nada que pueda controlar. Así
que dejo de luchar por controlar mi cuerpo, mis ojos, los cierro, respiro, y
siento mi cuerpo, que ya no controlo.
Poco a poco las vibraciones cesan, poco a poco voy abriendo
los ojos, y la vista parece aclararse, parece mostrarme con más nitidez las
imágenes que se muestran a mi alrededor, miro hacia el cuadro y todo ha
desaparecido, todo menos la Luna, mi Luna que sigue sonriendo, extiende su mano
hacia mi llamándome una vez más, sé que no podré atravesar esa barrera, pero no
puedo resistirme al llamado de mi Luna, así que me acerco tambaleando aun por
las vibraciones, y mis pasos se sienten diferentes, el suelo se siente
diferente, mi cuerpo se siente diferente.
Llego hasta aquel cuadro, y estiro la mano que una vez más
choca contra una barrera de pintura, hago presión y ahora toda mi mano esta
dentro, estiro un poco mas y paso hasta el codo, volteo a ver a mi Luna y
sonríe, no hay mas, no me queda más que cruzar……..y cruzo.
Lo que pasa después, es lo que pasa cada vez que tomo un
pincel, lo que pasa después es lo que pasa cada vez que respiro, lo que veo
después es lo que veo al abrir cada día y cada noche los ojos, lo que escucho
después es lo que escucho todo el tiempo, lo que siento al cruzar, lo que
siento después de cruzar, es tan solo lo que sienten todos cuando sienten el
latido de su corazón.
La realidad para mi es tan solo un lienzo en blanco, sobre
el que pinto mi realidad. Solo soy un pincel, un loco pincel de trazos
desvariados, una mancha multicolor, pero a fin de cuentas solo un loco…pincel,
una mancha de locura.