Una noche más sin dormir, ya la cuenta de los días resulta
en vano, las horas, los días, las semanas, los años, todo solo es un tic tac
más. He perdido la cuenta, la importancia de llevar esa cuenta ya no me
interesa, solo sé que ya han sido muchas noches así, solo sé que el resultado
de cada noche me va llenando mas.
Sobre las paredes ya no hay espacio para colgar mas cuadros,
ya no caben y termino apilándolos sobre donde pueda recargarlos, poco a poco me
voy hundiendo mas en pintura, poco a poco mi piel ya no reconoce su color, ya
ni yo sé de qué color tenia la piel, al verme al espejo por las madrugadas es
tan pálida que parece una hoja de papel mantequilla, tan transparente, lo único
que resalta es el rojo que delinea mis ojos, mis ojos que para esa hora se ven
enormes y parece que se tragarían toda la habitación de un parpadeo.
Regreso frente al lienzo que he estado trabajando, un cuadro
nuevo, aunque aún faltaban cuadros por terminar esta imagen no podía sacármela
de la cabeza, además de que las musas son muy demandantes y caprichosas y solo
soy un juguete entre sus brazos, entre sus piernas.
He decidido cambiar la técnica que últimamente estaba
trabajando pues había comenzado a pensar demasiado el cuadro y solo me enfocaba
en la técnica dejando a un lado el contenido, el mensaje del cuadro, lo que de
verdad importa, al menos para mí. Siempre ha sido más importante el mensaje,
que una depurada técnica que al final termina por alimentar tan solo tu ego y
nada más.
Mi ego, ja, mi ego quedo enterrado hace ya muchos años, y
debo de agradecerle a quien lo pisoteo porque me quito una carga de encima.
Ahora puedo ser solo yo, cada día solo yo, quien quiero ser, quien quiera que
sea al final resulto ser yo, sin ego, sin pena, sin gloria, sin nada más que
oculte lo que en verdad soy, no el personaje de una de mis historias, aunque al
final soy todos, no el mar que pinto, aunque al final se agiten mis aguas, no
el caballo que está pintado sobre mi pared, aunque al final escapo cada noche a
trote, no nadie más, solo yo, al final solo yo, sin pretensiones, sin esperar
nada como resultado, pienso que el único resultado es este que me hace sentarme
a pintar, a ser aprendiz de pintor, a ser un juego de letras, no el escritor,
no el artista, no nada más, ni nadie más.
Salgo de vez en cuando al jardín, me paro al lado de mi
Magnolia esperando que aparezca un botón, salgo con la taza de café y el
cigarro, salgo y respiro la noche, respiro el Mar que por más lejos que este la
Luna siempre trae su aroma en su piel. Salgo y miro que no soy el único
despierto, las hormigas trepan por las ramas del durazno y de la noche buena,
salgo y escucho el tren.
De regreso frente al lienzo descubro que aun falta un
detalle pero no logro saber que es, eso pasa cuando uno tiene que echar a volar
la imaginación y llegar hasta el baúl de los recuerdos donde guardo las
imágenes que algunas noches me permitieron contemplar, pero hoy la memoria no
es tan firme y tambalea de una manera que desespero. Me levanto a llenar la
taza una vez mas de café, debo mandar a repara la cafetera porque ya el
instantáneo no me rinde, no deshace mis papilas gustativas como el de grano y
que me recuerda a la chica que me lo regalo, me recuerda su aroma y su sabor, y
a su piel y a sus ojos cuando dijo que tenía que irse pronto, aun recuerdo esa
aventura, cada día iba antes de dar mi clase a esa cafetería me sentaba en la
única mesa que había en la calle y que a la hora ya estaba reservada
esperándome, leía, escribía, escuchaba música, miraba a la gente que paseaba
por el parque, platicaba con el dueño de aquella cafetería y sus amigos que me
enriquecían la imagen de mi país, de un país que fue hace muchos años, de un
país que añoraban y yo junto con ellos. Recuerdo que llego y me pidió la silla
que estaba libre, solo una silla necesito a cualquier lugar, mi soledad se
sienta en mis piernas, tome la silla y la acomode en su mesa, era lo menos que
podía hacer después de regalarme su sonrisa, regrese a mi mesa y termine mi
café, me despedí como siempre de don Juan que era el dueño de la cafetería,
hasta mañana don Juan, hasta mañana profesor, por más que le había dicho que no
me dijera profesor siempre me llamaba así, no soy ningún maestro le dije, solo
soy yo.
Al día siguiente una vez más al café, a mirar todo, a
sentirlo todo, a escribir y leer lo que se dejara leer y escribir, pero para mí
fortuna estaba ella una vez más, y al día siguiente también, así durante una
semana, hasta que por falta de mi valor, el suyo se dio a notar. Llegó así sin
más y se sentó en la silla que estaba libre. Un hola a secas, un hola que con
su sonrisa y su mirada me dijo mas,- no te voy a decir mi nombre ni quiero que
me digas el tuyo, quiero conocer más de ti que solo tu nombre, ¿Quién podría resistirse
a una invitación así? Le sonreí y comenzamos a conocernos, sin nombres, sin
intercambio de números telefónicos, sin acompañar a casa, solo teníamos ese par
de horas antes de mi clase y de las suyas, nos conocimos mucho más que solo por
nombre, conocí su risa, su entusiasmo, su locura y la mía claro, conocí como
besaba, conocí sus suspiros, sus incompletas ganas por que nunca había manera
de completarlas, hasta que un día me dijo que se iría pronto y me dio una bolsa
de café, aun recuerdo que al día siguiente al llegar a la cafetería no la
encontré, y antes de irme a dar mi clase llego una de sus amigas diciéndome que
se había marchado, que había vuelto a su país. Aquel sentimiento no fue de
derrota pues parte del trato había sido que en algún momento se tendría que ir,
y así fue, no sé qué sintió ella, no sé ni que sentí yo en aquellos días, pero
don Juan imagino que si entendía pues cada vez que llegaba a la cafetería me
hacia una charla distinta y bastante banal, supongo que eso hacen los amigos y
la verdad don Juan es un gran amigo.
Pienso que uno de estos días volveré a pasar por la
cafetería para saludarlo, y a tomar café de verdad y no esta broma que es el
café soluble.
Algo falta algo falta…..
No dejo de pensar que algo falta mientras miro el lienzo,
mientras miro como se van descubriendo poco a poco las imágenes, pero algo
falta. Enciendo otro cigarro de vez en cuando vacío el humo de mi boca sobre la
pintura, una maña, una pequeña fantasía. Recuerdo que un cliente al que le
vendí un cuadro me decía que la pintura estaba viva, que cuando llegó el cuadro
a casa lo colgó en la sala y de vez en cuando olía a cigarro su sala, regaño a
su hija pues pensó que había fumado en la sala, hasta que se dieron cuenta que
el olor venia del cuadro, me dijo que aun de vez en cuando huele así, que
estaba vivo el cuadro, me dio mucha risa cuando me contó su historia pues si
tenía razón mis pinturas están vivas, y se descuelgan cada madrugada
buscándome, las escucho gritar mi nombre una y otra vez, supongo que por eso me
cuesta tanto venderlas, por que se que ellas lo pasan mal un rato y hasta
pueden llegar a pensar que he sido malagradecido por venderlas y abandonarlas a
su suerte, pero por eso suelo ir a visitar las casas donde se que hay cuadros
míos, para verlas crecer y decirles que aun me acuerdo de ellas y que las extraño
en mis muros.
Algo falta sigo pensando, mientras recuerdo a aquellas que
estaban antes aquí, algo falta. Tic tac el reloj sigue avanzando, tic tac es
hora de preparar las cosas para salir a dar mi clase.
Tic tac, tic tac… tiiiiiiiiiiiiiiic taaaaaaaaaaaaaaaaaac……………………………………………………..
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