LO QUE SOY

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abril 08, 2010

CUENTITO DE UNA MAÑANA

He olvidado cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que naufragué.

…………. no se si han pasado cinco años, tres meses, dos semanas, cuatro días, o si han sido tan solo unas horas, un par de días.

He naufragado tantas veces,

……… siempre,

……………….nunca.

…………………me parece que es el único resultado que me espera después de navegarte, después de tensar las velas y soltar amarras, hacia ti, hacia un nuevo océano, donde buscare los tesoros que han dejado naufragios anteriores.

Pero pasa que las tormentas que hay ocultas detrás de tu horizonte siempre me aguardan y golpean mi pequeño barquito de papel, hasta que la zozobra me deja a la deriva flotando en aquel agitado mar que eres tú.

Así que término siempre sobre arenas nuevas, islas solitarias que al caminarlas una y otra vez van quedando más solas,

Arenas de asfalto, donde palmeras de concreto se elevan hasta el cielo, donde nadan peces en solitario, peces que van dejando a un lado el cardumen, y entre ellos nado a contracorriente.

………… voy escribiendo tu recuerdo sobre muros,

…………….. Que es igual que escribir mensajes de auxilio sobre la arena de una playa, y esperar a que la marea suba para borrarlos,

………..y lanzo botellas con mensajes que flotan y se pierden entre microbuses y el metro, mensajes sin firmar, mensajes que solo dicen tu nombre en diferentes letras, con diferentes acentos, con voces nuevas.

Pero cuando vuelvo por las tardes esperando que un barco aparezca en el horizonte, no veo más que tu ausencia,

…………….y te diré que hace tiempo he dejado de esperarte,

……………..y te diré que cuando las corrientes traen hacia estas islas un barco apago el fuego y me escondo y espero a que pase de largo y vuelva a perderse en ese horizonte naranja.

Ya ves me va gustando eso de ser tu naufrago, de recorrer océanos de tiempo y de distancia solo para buscarte sin encontrarte,

………..y tener el corazón encendido como un faro, y escribirte sobre muros mensajes, y lanzarme de nuevo al mar para navegar y naufragar y no esperar que me rescates,

……………por que se,

…………………. se que estas aun perdida en un mar de otro tiempo, a kilómetros de esta isla donde naufrago y ya no espero un rescate, solo espero que el eco de un grito sea tan fuerte que rompa el silencio que se anida en estas palmeras de concreto y que retumbe por toda la isla mi voz gritando tu nombre,

……………….gritando un TE AMO.

Arranque la hoja y la deje sobre aquella banca, aquella a la que regresaba todos los días…

Regrese a casa con la desgana de los días pasados, con un poco más, ese poquito más que queda al terminar el día sin saber de ti, ese poquito más que al paso del tiempo va dejando nata de polvo sobre los muebles que habitan dentro de mí, aquella cabecera que tiene tu nombre, los cuadros sin marco que cuelgan de los muros con imágenes de ti con rostros diferentes, aquel buro que descansa siempre un poco de té para cuando te sientas mal, aquel librero donde están todos los cuentos que hablan de ti, donde guardo en orden alfabético cada uno de los naufragios que te he escrito.

Regreso a casa, regreso a mi isla, regreso más naufrago que otros días, regreso sin ti, regreso sin mí

Pase la madrugada nadando entre óleos, fumando Lunas, bebiéndome tu nombre en el jardín, en espera de ver la luz de tu faro, pero la noche no te trajo, y fue hora de volver a salir.

…………

El tipo de siempre llego a la misma banca de siempre, como siempre con su vaso de café en la mano, como siempre deja su mochila a un lado y saca sus cigarros, los de siempre, después de un rato como siempre saca su cuaderno y se pone a escribir, supongo que las mismas letras de siempre, después hará lo de siempre, arrancara la hoja y la dejara sobre aquella banca.

Una vez por curiosidad me acerque a recoger aquella hoja, después de leerla la volví a dejar sobre aquella banca, supongo que aun se pierden sus letras en el bote de la basura, pues de vez en cuando, cuando regreso a este sitio lo veo con la cara de siempre, quizás la tristeza que tienen sus ojos sea diferente, pero puede ser también que el no duerma como yo y que esos días en que se ve más triste su mirada sea por no haber dormido, o por dormir.

Todo pasaba como siempre, ya ves, la misma gente a mi alrededor, la misma banca, las mismas palomas cagando la iglesia, las mismas risas de los niños que correteaban a las ardillas, la misma espera, las mismas esperas, la de aquel tipo sentado enfrente con sus mismas cosas, y la mía de este lado donde te escribo contándote como avanzan los mismos días sin ti.

Pero este día pasó algo diferente, que no esperaba que pasara y que el tipo de enfrente tampoco esperaba.

Mientras escribía como siempre, una chica se sentó en la banca de enfrente, y disimuladamente lo miraba una y otra vez, la chica se veía ahm como nerviosa o algo asi, pero él la verdad no la vio, o al menos no le prestó demasiada atención y no dejaba de escribir, la chica lo miraba y lo miraba, pero él escribía y escribía, yo pues, ahm ya estaba demasiado intrigado por la cara de aquella chica asi que había dejado de escribirte, y disimuladamente hacia como si estuviera leyéndote, pero que va, si vieras la cantidad de cosas que pensé que eran la causa de los nervios de aquella chica, hasta pensé que quizás estaba enferma del estomago o algo asi porque de verdad se veía muy nerviosa.

Aquel tipo dio un ultimo sorbo a su café, guardo su pluma, la de siempre, y arranco la hoja como siempre, entonces la chica lo volteo a ver de manera diferente, los ojos parecían brillarle y apretó fuerte el bolso que tenia sobre las rodillas, fue muy raro.

El se levanto tomo su vaso de café, ya vacio, y antes de dejo la hoja como siempre doblada sobre aquella banca comenzó a caminar en la misma dirección de siempre, sin ver a la chica que después de arrancar la hoja no le quito los ojos de encima, él camino sin verla a ella, ella se levanto después de que él se alejo un poco y se acerco a la banca donde recogió la hoja de aquel tipo, la leyó, y sus ojitos se nublaron, volteo hacia donde había caminado aquel chico, él aun se veía pues había puestos de una feria y al parecer andaba baboseando entre la gente, asi que la chica apurada camino hacia él.

Yo no sabía qué hacer, ahm, aunque ya sabes que soy demasiado curioso o chismoso para esas cosas raras que suelen pasar en las calles, asi que me puse de pie y me acerque un poco para ver qué pasaba.

Ella lo alcanzo y tocándole el hombro hizo que él se detuviera, el volteo con cara de asustado, ella nerviosa sonreía sin decirle nada, él la miraba con cara de duda, ella sonreía con cara de tener una respuesta

-¿sabes yo vengo a este parque todos los días?

-¿en serio?, no te había visto

-si, lo que pasa es que suelo venir más tarde, pero hoy quise venir un poco más temprano

-con razón no te había visto, yo siempre vengo de paso a tomarme un café antes de ir al trabajo

-a pues mira, yo vengo un poco después de haber entrado a la oficina por un café y me quedo un rato nada mas

-¿trabajas cerca de aquí?

-si en una oficina que está a un par de cuadras

-¿veniste por un café?

-bueno en realidad aun no llego a la oficina, quise pasar primero al parque

-ah, ¿llegaras tarde?

-no en realidad lo que pasa es que, pues mi hora de entrada es mas tarde, pero me gusta llegar temprano para hacer mis cosas y poder venir al parque

-¿por café?

- si claro por café, pero aun no he ido ahora, en realidad pues fíjate que hace rato te vi sentado en la banca de enfrente y pues

-¿estabas sentada en la banca de enfrente?

-si, si, en aquella enfrente de donde estabas

-no te vi

-si es que lo que pasa es que, pues estabas escribiendo y yo la verdad pues, este, nada mas estaba un ratito allí sentada y te miraba atento a lo que escribías

De pronto el vio que ella tenía en la mano la hoja que él había dejado en aquella banca, se le quedo mirando a la hoja y se sonrojo, ella se dio cuenta de que había visto que tenia la hoja en sus manos y también se sonrojo.

Se quedaron en silencio, a mi me pareció que toda la plaza se había quedo en silencio, hasta creo que las palomas dejaron de cagar la iglesia, esperando que algo rompiera esa tensión nerviosa que había entre ellos, y fue él entonces quien miro su reloj, sonrió y le dijo

-aun no has ido por tu café ¿verdad?

-este, yo, es que mira esto debe de parecerte raro pero…

-ven vamos por un café

La tomo del brazo y comenzaron a caminar

-oye pero ¿Qué no tenias que ir a tu trabajo?

-ahm, puedo llamarle a mis alumnas y decirles que paso lo que querían que pasara y no llegare, ¿tienes tu tiempo aun?

-yo, yo, creo que me reportare enferma y tampoco llegare

Siguieron caminando y pues yo no podía hacer más que seguirlos, ya estaba bastante emocionado con aquello y necesitaba saber el final asi como toda la plaza que al parecer íbamos detrás de ellos sin que se dieran cuenta, llegamos hasta la fila del café que ese día fue más larga que de costumbre, y ellos seguían charlando, ya un poco más relajados, se dijeron sus nombres, un tal Rodrigo no se qué, y ella, ahm de ella no alcance a escuchar bien el nombre porque iba pasando el camión de la basura y no me dejo escuchar, ni a ninguno de los que estaba atrás de mi atentos a conocer el final de aquella historia.

De regreso al parque que para ese momento estaba completamente lleno de gente había solo una banca vacía, aquella donde él se sentaba a escribir, toda la plaza de aquel parque estaba abarrotada hasta parecía fin de semana, total un montón de gente sentada hasta en el piso alrededor de aquella banca vacía, que hasta parecía que la tenían reservada para ellos dos.

Ella sonreía cada vez que él la miraba, él agachaba la mirada cada que ella sacaba valor y le sostenía la mirada, la gente, la gente los miraba y de vez en vez después de alguna frase alguien por ahí suspiraba, yo, yo la verdad tenía una sonrisa de idiota porque aquello era como sacado de alguna de esas películas cursis que sabes que suelo ver.

Asi pasaban los minutos que se fueron haciendo horas, y la gente ahí seguía, como si no hubiera nada más importante que ser testigo de aquella historia tan rara, de pronto ella se vio más nerviosa y menciono algo de aquella hoja, él se irguió y sonrojado clavo la mirada en el piso.

-perdón se que parece raro, pero es una costumbre de hace tiempo, debes de creer que soy patético o un tipo raro.

-no es que, precisamente, este, quería decirte que he leído la carta.

- sí pero debe de parecerte una locura

- no, la verdad no me lo ha parecido, desde la primera que leí me ha gustado lo que sientes

Él levanto la mirada con cara de duda, ella sonrió con mirada de respuesta

-¿la primera?

Ella entonces abrió aquel bolso que antes había apretado sobre sus rodillas y saco una carpeta bastante gruesa, la apretó contra el pecho y se la dio a él

Él la abrió y desde la primera hoja se le nublaron los ojos, a muchos que estaban en aquella plaza les paso lo mismo, hasta diría que eso parecía ser una especie de alergia por el polen de la temporada de primavera, o algo asi, quizás todos en aquella plaza pertenecíamos a alguna convención de cursis o algo por el estilo, total.

-he venido mucho tiempo a este parque, y muchas veces había sido cuando mas sola me sentía, pero el día que el dolor y el desamor más me habían pesado me encontré tu carta en esta banca, la guarde porque me pareció una señal, aunque en aquellos días no sabía de que, al día siguiente regrese y encontré una mas, asi pasaron los días viniendo a recoger estas cartas que escribías para nadie, y perdóname si las pensaba escritas para mí, pero asi las sentía, cada día venia con la esperanza de que aun estuviera una hoja sobre esta banca, llena de temor de que alguien más la tomara y no poder leer esos mensajes que dejabas, pero siempre corrí con suerte y muchas veces alcanzaba a ver si alguien la tomaba y corría para alcanzarle y pedirle que me la regresara, inventándole que la había olvidado o algún pretexto tonto, pero pude conservarlas todas, pude leerlas todas, y las he ido guardando, ya ves, y suelo leerlas por las noches imaginando que son para mí, aun asi, tenía miedo de venir a buscarte.

Este día por fin tuve el valor de venir temprano y te encontré sentado en esa banca, no sabía si eras tú quien las escribías, fue hasta que la arrancaste de tu cuaderno que supe que eras tú a quien había estado leyendo todo este tiempo, y perdóname por favor, quizás las escribiste para alguien más, no lo sé, pero he querido guardarlas porque significaron mucho para mí, y cada vez que naufragaba, como sueles escribir, eran estas cartas las que siempre me llevaban a tierra segura, y dormía tranquila, y sentía de nuevo una luz en mí que me hacía sentir tibio el corazón, perdóname si me atreví a recogerlas todas, perdóname si esperabas que alguien más las encontrara, perdóname si te ha molestado esto que hice.

El pasaba cada una de las hojas de aquella carpeta sin mirarla a ella, sus ojos seguían empañados, y sus labios se apretaban de vez en cuando, toda la gente una vez más se quedo en silencio mientras ella le contaba como había coleccionado día tras día aquellas cartas, aquellos mensajes que el dejaba, yo, yo pensaba quizás en ti, quizás más que otras veces, quizás más, más que en otros minutos de aquel día.

-si te he molestado con esto de verdad discúlpame, no fue mi intención, puedes quedarte con la carpeta, después de todo son tus cartas, y no quisiera seguir quitándote mas, no después de lo que cada carta me ha dado, perdóname de verdad yo solo quería que supieras que alguien había leído lo que escribiste y que me gusto mucho cada letra, y que me ha ayudado mucho cada uno de tus mensajes, pero perdóname, no quise molestarte, yo solo quería …

Ella tomo su bolso y se puso de pie, su voz se había cortado, quizás por las lagrimas que recorrían por su rostro, él no hacia más que ver la carpeta apretándola entre sus manos, la gente en silencio dejaba escapar de vez en cuando un sollozo, yo, yo no recuerdo que hacía.

Ella comenzó a caminar y apretando su bolso contra el pecho, que ahora sin la carpeta dentro se veía más pequeño, tan pequeño que parecía llenarse con las lagrimas que a ella le escurrían del rostro, él sentado con la mirada en el piso, no sé que pasaría por su cabeza en aquel momento, no imagino lo que sentía al haber escuchado cada palabra de ella, pero si se, si se que hubiera hecho lo mismo que él, y creo que todos en aquella plaza hubiéramos hecho lo mismo.

Se puso de pie sin voltear a ver a nadie, tomo su mochila y corrió hacia ella con la carpeta en las manos, le tomo del brazo y la volteo hacia él, ella con los ojos humedecidos puso cara de duda, él con una sonrisa le tomo las manos colocándole la carpeta y le dio todas las respuestas.

-toma es tuya, es tu carpeta.

-¿pero son tus cartas?

-pero las escribí para ti

Ella sonrió, sonrió tanto que se le ilumino el rostro haciendo que las lagrimas que tenia sobre sus mejillas parecieran cristalitos que como estrellas parpadeaban sobre su cara, él sonrió como nunca antes lo había visto sonreír desde que lo vi por vez primera sentado en la banca de siempre, con su mismo vaso de café y los cigarros de siempre, escribiendo las mismas letras de siempre, para la chica que sin saberlo él, era la que siempre las leía.

Aquella plaza sonrió y a pesar de ser un día entre semana, parecía día feriado pues algo en el rostro de aquella chica nos había dejado con una sensación extraña, o será que todos los que estábamos ahí éramos demasiado cursis, no lo sé, yo regrese a la banca de siempre, a escribirte como siempre, esperando como siempre, a que llegues.

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