LO QUE SOY

Puedes ver mis manchas en

julio 02, 2010

Algunas veces me pareces estar aquí, tan cerca, que el aroma de tu cabello va dejando rastros en los cuadros que descansan en el caballete, es entonces que recuerdo con más fuerza tu cabello, y el primer día en que te vi en aquella sala de espera, entre llegadas retrasadas y partidas en que las despedidas se alargan entre besos y se vuelven interminables las miradas en que uno se resiste a decir adiós, a dejar ir, aunque las ausencias duren un instante, mientras uno recorre el pasillo hasta encontrar su lugar, y coloca en el porta equipaje todos los recuerdos de los días que va dejando atrás, quedándose en el asiento el aliento necesario para aquel largo trayecto hacia un destino incierto, donde lo único que le espera a uno es el ansia por regresar, por volver, por el reencuentro, por los abrazos de bienvenida, por las sonrisas de te extrañe, por los besos de no vuelvas a irte, por la ternura que habita un me hiciste falta.

Ahí te encontré ¿recuerdas? Con esa mirada triste que se deslizaba entre tus dedos vacios, como escurriéndose de a poco sobre la alfombra de aquella terminal, con tu equipaje tan pequeño, con tus sueños tan lejos, con aquella soledad que reconocí, a pesar de que en el bolso colgaba el nombre de alguien más, quizás quien te esperaba, o a quien esperabas que llegara cada vez que volteabas a mirar el reloj de números rojos que sobre el marco de la puerta anunciaba que aun no había quien se apresurara por ti, ¿será que el reloj no me vio mirándote? No lo sé, pero te vi y poco después me viste y me regalaste la primera sonrisa, después me regalaste tu nuca, que al voltear para ver si había mesas libres en la cafetería de la estación me saludo debajo de tu cabello obscuro y corto, tan corto que tu cuello se veía tan largo como los días que pase después recorriéndolo para llegar a tu boca.

Una seña entonces y nos acercamos a la barra, una seña y la mesera se acerco con dos cafés, una seña y supe de tu vida lo necesario para decirte que te quedaras toda mi vida, una seña y sonreíste y te quedaste, incluso sin que ahora estés aquí, una seña ahora y aun siento tu aroma recorriendo los pasillos de mi cotidianidad, una seña y aprendimos juntos, quizás no todo lo que se puede aprender, pero si lo necesario para sonreír cada mañana, cada tarde, cada anochecer y entre sueños cada madrugada, ahora no se si sigues sonriendo cuando sueñas, no sé si tu cabello ha crecido, si aun murmuras cosas entre ronquidos y tu boca siga dibujando sonrisas tímidas a las tres de la mañana para regar la almohada y que sigan brotando sueños detrás de tus parpados, no sé si tu nuca siga sonriendo, si siga siendo el pretexto perfecto para recorrer tu cuello y robarte un beso, o varios, los necesarios para todo aquello que fuera necesario en aquel momento, ese interminable momento que duraba de todo el recorrido de tu nuca a tu clavícula y de ahí a donde fuera.

No estoy seguro de que andarás haciendo ahora, pero estoy seguro de que ahora sigo perdiéndome de madrugada entre los recuerdos que como fantasmas vienen a anidarse a mis pasillos, a mis pinceles, a mis tazas de café que se vacían y se llenan como tu pecho cada que suspirabas, sigo mirando la cama a las tres de la mañana para encontrar tu sonrisa, quizás debajo de alguna arruga de la funda de la almohada, quizás debajo de alguna lagrima que por tu ausencia brota para humedecer el marco de la ventana donde solías esperar a que la luna entrara, y mirarte así tan radiante y hermosa para mí era encarnar la luna en la silueta de tu piel y quedarme en silencio mientras te observaba, sorprendido de que estuvieras aquí junto a mí, tu tan hermosa, yo tan afortunado de poderte encontrar cada mañana debajo de las sabanas.

Pero todo comenzó contigo y ahora termina sin ti, entre esa ausencia que recorro en los pasillos de las salas de esperas, cuando las llegadas y las partidas se retrasan, cuando el café se sirve en vasos de unicel, cuando guardo en los bolsillos de mi abrigo todos los te he extrañado que voy acumulando cada noche, cuando de noche me pareces tan cerca, tan aquí, tan sin saberte lejana y ausente después de tu partida y te espero entre esta ausencia demorada que anuncia que esta noche no llegaras, quedándome una luna mas sin saber de ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario