LO QUE SOY

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agosto 16, 2010

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO

Uno suele creer que el infierno es un lugar lejano, tan lejano como el tiempo que se detiene entre un beso que despierte los rencores que se acumulan por las faltas y las equivocaciones que por torpeza o por ignorancia uno comete, y andamos sin pensar que ese tiempo llegara, sin pensar que ese odio se consumirá.

Hace varias noches que no existo, hace varios días nublados en que el frio ya no se siente corriendo por mi desolada alma para abrigarme de las indiferencias de un momento que no comprendo, de un mundo que no entiendo por sus realidades, pero que desmorono o solía desmoronar a pinceladas, hace tiempo que no hay hambre de nada dentro de mí, ni hambre de pan y carne, ni hambre de comerme una realidad absurda en que solo existe lo que se ve, lo que se toca, sin darle cabida a lo intrínseco, a lo etéreo, a lo que existe sin necesidad de pruebas que constaten su presencia dentro o fuera de nosotros, hace tiempo que simplemente no hay nada dentro.

Pasan los días y las noches entre falsedades, entre fingir que todo está bien, que las sonrisas son sinceras, que los latidos se despiertan, que los mañanas al lado de alguien son posibles, pero lo que resulta más complicado es fingir la voz de lo que soy o no soy, quebrantar el silencio con lamentos, con suspiros que apenas y se vuelven un granito de color en una arena que ha terminado por desteñirse, pasan los días mis manos fingiendo que no tiemblan por las noches, por esas benditas noches, ahora ausentes, en que no había esta piel, ni estos dientes, ni estas venas por donde corre el humo de veinte cigarros diarios, estas lagrimas saladas ahora que antes se contenían por el sabor a las n tazas de café que tomaba durante el día, estos sueños que a ojos abiertos gritaban su libertad, su existencia.

Hace varios días que todo duerme en estas paredes, las que hay fuera de mi y las que hay dentro, el caballete ya no se mueve, ya no bailan los tubos de pintura sobre una cama que no es cama, ya no hay imágenes detrás de mis parpados que me susurren caricias a un lienzo donde mi luna se deshacía en mimos y ternuras, de esas que solo para mi soltaba, mi luna, ¿Dónde quedo mi luna?, ya no pueden mis manos acariciarla, mis manos tiemblan cuando tomo el pincel, mis manos tiemblan cuando tomo la taza de café, mis manos tiemblan cuando pongo sobre el teclado de esta máquina las lagrimas silenciosas de aquello que ya no habita dentro de mí, ¿Dónde está mi luna? ¿A dónde se fueron los colores que para ella gritaban un te amo? ¿Dónde quedaron las pinceladas tras las que escondía las caricias que le guardaba para cuando quisiera llegar? ¿Dónde quedaron las miradas tras mis parpados eternamente abiertos para contarle con mis ojeras que pase más de mil y una noches despierto soñando con ella aunque ella soñara con alguien más? ¿Dónde quede yo? ¿Dónde me encuentro después de estar consciente de que no soy nada si no soy en un lienzo, en una letra, en una mancha de color?

Ya no queda nada sobre el escenario, el teatro esta vacio y no encuentro los interruptores que enciendan de nuevo las alegres luces, esas pequeñas luces, pero que se volvían mis alegrías cotidianas, mi frio, mi lluvia, mi noche, mi luna, un beso de la vida en la mejilla cuando un cristal de viento me golpeaba las mejillas para hacerme sentir frio, mis dedos helados torpemente sosteniendo el cigarro de la mañana, mientras de camino al camión me sorprendía una luna en cielo claro, una nube cerrando el cielo pa´ decirme que llovería, que sería uno de esos días en que por perseguir la alegría terminaría en la banca de un parque con un café sobre las piernas y mi cigarro entre los dedos, y un latido en el corazón esperando a que mi luna apareciera, mientras la espera me hacía saber que no llegaría pero aun así le esperaba entre fríos, nublados, entre cielos que se apagaban de a poquito, entre trafico de una ciudad que entendía por regalarme cotidianidades que me hacían sonreír.

Hace días que estoy enfermo, tan enfermo que me siento la piel y los huesos, tan enfermo que no soy yo, que no sé que soy, cuando en una mancha de pintura encontré lo único que soy, y que ahora las manos me tiemblan para decirme que ya no soy yo, y me paso la noche esperando que mi Luna regrese, aunque sea para decirme que vuelva a esperarla, pero pasa la noche y en este infierno que es no ser quien soy, cuando no hay nadie que me vea, para ser en libertad quien sé que soy, quien se que existe, cuando existo en una mancha sobre un lienzo., pero en este infierno de no ser nada más que yo, no he encontrado aun, un latido que me diga que vuelvo a ser yo, pero no se escucha nada, más que mis pasos cuando regreso al rincón donde he preferido esconderme por no tener más que piel para mostrar y saber que existo, aunque así, solo con eso, ya no exista.

Hace días que la muerte vino a quedarse para dejarme una temporada en este infierno.

1 comentario:

  1. Qué bonito, tan melancólico y esa amargura que todos llevamos dentro alguna vez, que nos asfixia y a la vez nos impulsa para de una vez por todas sacarla.

    La frase de cierre esta increíble...

    Saludos.

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