Cierro los ojos y te miro entre los parpadeos de luz que quedan atrapados detrás de mis parpados.
Basta tan solo abrir la mano para sentir tus dedos entre los míos, y te vuelves luz y te vuelves color y eres el
Azul y el magenta,
y el cromo,
y el nápoles,
y el bermellón,
y el alizarina,
el siena,
el asfalto,
el mate,
el ocre,
el rojo,
el naranja,
el savia,
el pardo,
el blanco y el negro,
y me encanta como se te ve el fthalo,
y el carmín de tus telas, tan intenso como el fuego que hay dentro de ti.
Pero el color que mejor viste tu piel es con el que apareces entre mis sueños, entre los tuyos.
Y el color de tus caricias, y el color de tus besos, y el de tus bostezos, y el de tu cansancio, el color de tus pasos cuando llenan la sala, y el color de tu cabello al despertar, y el color de tu enfado por el trafico, y el de tu sonrisa que pinto con mis locuras.
El color que veo en ti
no está en mi paleta,
no está entre los tubos de color que tengo en el caballete,
el color que hay dentro de ti lo tengo en el corazón.
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