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abril 17, 2009

RESCATE SOBRE UN BARQUITO DE PAPEL 2


He llegado a esta isla desde hace mucho tiempo, he perdido la cuenta de de los días y de las horas, me han parecido muchos años.

Cada mañana voy hasta la playa a escribir sobre la arena mensajes de ayuda, pero por la tarde cuando la marea sube los va borrando y traza con sus olas tu nombre.

Por las noches subo a un peñasco que hay en esta isla y he descubierto que están vestigios de un faro, así que tomo un caracol y meto dentro mi corazón encendido, y dirijo la luz hacia el horizonte oscuro que en las noches sin Luna cubre al mar.

Y me quedo así toda la madrugada esperando volver a ver tu barquito por primera vez, he de decirte que muchas veces solo la luz agita a los fantasmas de buques antiguos, cargados de piratas y de historias que me viene a contar.

Una de esas noches vino tu fantasma a platicar conmigo y me conto que flotabas a la deriva mar adentro, que tu barco naufrago y estabas aferrada a un madero que tenía mi nombre escrito, me dijo que hacía muchos años también habías salido en busca de mi tras encontrar flotando sobre el mar una botella con uno de mis mensajes esos donde suelo escribir que te amo y que te espero en esta isla donde naufrague hace muchos años.

Pero me conto tu fantasma que una tormenta de realidades y de miedos te ataco y provoco la zozobra de tu frágil embarcación, así que aquel pequeño barco quedo hecho añicos y flotando a la deriva estabas tú aferrándote al madero que tenía mi nombre.

No supe que hacer en ese momento inmediatamente me eche al mar, y nade contracorriente desesperadamente sin saber hacia dónde ir, pues mi brújula la había aventado hace muchos días al mar.

Así que nade sin dirección, sin norte ni sur, sin brújula, tan solo con la esperanza de encontrarte al llegar hasta el horizonte interminable donde seguías si aparecer.

Y nade toda la noche, y nade hasta que el sol salió, y nade hasta que perdí de vista mi isla, y nade hasta perder el conocimiento, un par de sirenas me trajeron de regreso a esta isla y curaron las quemaduras que las anemonas me dejaron en la piel cuando trataban de hundirme. Se quedaron un tiempo cuidándome pero los tritones se enfadaron y mandaron por ellas y volví a quedarme solo en esta isla, mirando como las olas escribían tu nombre una y otra vez sobre la arena del mar.

Planeaba hacer una balsita con algunas palmeras y le pedí a un cangrejo ermitaño que me ayudara a cortar los troncos, pero me dijo que era inútil hacer una balsa con palmeras si lo que quería era rescatarte del naufragio.

Me senté sobre la arena mirando aquel horizonte, con una desesperación tan inmensa como el Mar, pero con la certeza de saber que estabas allí, que flotabas a la deriva sobre un madero que tenía mi nombre, así que tenía que llegar hasta ti.

El cangrejo se acerco, me dio una palmada con su tenaza y se quito la concha que traía cargando encima, me dijo que escuchara y que dentro de aquella concha escucharía lo que tenía que hacer.

Tome la concha y la puse en mi oído y al escuchar dentro de ella sonreí.

Comencé entonces a escribirte por última vez una carta bastante larga, trace un pequeño mapa donde te ponía las indicaciones de cómo llegar a esta isla basado en la posición de las estrellas y la Luna, comencé a doblar aquella hoja hasta que se volvió un barquito saque mi corazón una vez mas y lo subí a l barquito, el cangrejo entonces llego con un par de remitos que había hecho con la corteza suelta de una palmera.

Ya para esa hora el cielo se cubría de estrellas y una radiante Luna se reflejaba sobre el Mar, tome aquel barquito y nade mar adentro hasta donde la Luna flotaba sobre la espuma del inmenso Mar.

Así entonces en aquel punto en medio de la nada y con mi isla aun detrás de mí puse el barquito a flote, mi corazón comenzó a remar y poco a poco fue encendiéndose para iluminar el horizonte.

Yo me quede mirando cómo se perdía en el horizonte su luz, y regrese a la playa de mi isla, me senté sobre la arena mientras miraba como la Luna iba avanzando poco a poco, sobre el cielo y sobre el Mar.

De aquella noche han pasado ya muchas más, y la esperanza de mirarte flotar sobre aquel horizonte me mantiene despierto día a día, noche a noche.

Hoy, hoy sobre el horizonte apareció una ostra, llego hasta la playa montada sobre una ola, vi entre sus conchas salía un pedazo de papel, al abrirla encontré mi barquito de papel maltrecho y una carta.

En la carta me contabas como un tritón te había rescatado del naufragio y te había sanado las quemaduras por el sol, me contabas que estabas viviendo en una isla con aquel rey marino, me contabas que curiosamente se llamaba como yo, pero que él había sido quien te rescato, me agradecías por los mensajes y por el esfuerzo pero ahora eras feliz al lado de tu tritón.

Saque el barquito maltrecho de la ostra y debajo había algo que pensé que era una perla negra, arrugada pero fue lo primero que pensé al ver aquella bolita negra.

Se trataba de mi corazón que después de encontrarte al lado de alguien no tuvo muchas fuerzas para regresar, venia insolado, deshidratado, en muy mal estado, difícilmente creerías que aquella arrugada bolita negra podría ser un corazón.

Sin que se me ocurriera nada mas deje aquella bolita dentro de la ostra, escribí esta carta y la coloque junto con los restos de mi barquito dentro de la ostra, le puesto sobre una ola esperando que las corrientes marinas lleven a la pequeña ostra hasta las manos de una sirena, para que así como me sanaron a mi puedan hacer algo con mi corazón.


Hace ya tanto tiempo de eso, y sigo sentándome sobre la arena a ver como las olas escriben un nombre, ya no subo al peñasco donde están los restos del faro porque no tengo con que alumbrar el horizonte, sin embargo ahora ya no te espero, lo que espero es que regrese mi corazón sobre un barquito de papel que traiga un nuevo mensaje.


2 comentarios:

  1. hola pues estaba revisando tu blog
    es muy bueno
    y tus letras me agradan
    seguire tu blog mas de serca
    y aunque soy nuevo en este asunto supongo que aqui tambien tienes a tus favoritos y ya estas en los mios

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  2. Creo que la apariencia y el color de nuestro corazon puede variar, pero no la escencia, el regresará o renacerá, sólo necesita un nuevo pincel y otro tono de rojo para traerlo de vuelta en aquel barco de papel que es sumamente resistente q no se pierde ni naufraga...

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