LO QUE SOY

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junio 14, 2010

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Sin saber a dónde has ido, esta noche empaco lo que queda de mi en los bolsillos de mi abrigo, voy metiendo los beso tuyos esos que sin explicación y sin razón brotaban tan espontáneamente de tus labios para mí y en medio de una sonrisa en la esquina de Bolívar o en Bucareli me dejaban con la duda de que habría hecho para merecerlos, sin embargo si me atrevía a preguntar la misma respuesta me dejaba con más dudas –tenia ganas- eso decías y me preguntaba de que mas tenias ganas.

Voy guardando también los desvelos tuyos, esos que terminaban con los míos y que sin tanta insistencia lograban hacerme entrar en cama para soñar a tu lado, sin preocuparme en qué lugar despertarías, en brazos de quien estarías pasando la madrugada mientras susurrando decías mi nombre y yo aparecía, aparecía bajo la sabana deslavada que solías poner en primavera, por ligera, por fresca, porque el calor de tener un cuerpo al lado te hacia aventar la ropa al piso exiliando almohadas y sabanas y tu pijama y tu sostén y las bragas que siempre lograban salvarse del tapete y terminar colgadas en la codera del sillón, mientras de mi cuello terminabas colgada tú, mientras de mi quedabas colgada tú, con tus muslos enredándose y desenredándose, con tus caderas subiendo y bajando, con mis manos deslizándose por tu espalda mientras mis ojos descubrían tus gestos y tus cicatrices y tus lunares y dos pecas y descubrían en el aire que el sexo no era solo sexo, que los inquilinos de al lado tendrían de que evitar hablar mañana en el desayuno, mientras el esposo le pedía el café a su mujer y su mujer pensaba en su amante que llegaría después de medio día cuando el esposo en la oficina viera a la chica de la fotocopiadora y al descubrirle la pantorrilla recordara que la noche anterior era mi voz quien besaba las tuyas, sin saber ambos si sucumbir a sus tentaciones y hacer cada uno por su cuenta, lo que tú y yo hicimos y que les despertó a la una de la madrugada.

Voy guardando con mucho cuidado, también las lagrimas de tu pasado, esas que me hicieron conocer tu presente, o al menos ese en que te encontré y que de a poco me fuiste descubriendo, mientras de vez en vez una lagrima o dos rodaba por tus mejillas y mis dedos resecos pasaban a recogerlas como trenes sin destino que puntuales aparecían sobre el andén del tiempo cada que esos pasados tuyos le daban un ticket a la nostalgia y a tu tristeza, a los dolores que tuviste, a tus cicatrices internas, a la primera vez que alguien partió de tu vida, a la primera vez que algo te robo la sonrisa y la alegría y el entusiasmo, que aunque sea todo esto tan efímero como un tic tac del reloj, resultaban ser tantos como para saber que fuimos felices juntos.

Voy guardando los planes que escribimos en nuestra escasa memoria, esos que olvidábamos tan seguido cuando en el camino hacia algún lugar encontrábamos algo que nos distraía y planeábamos llegar al sur, pero en la esquina te detenías porque un colibrí paso y entonces íbamos al este para corretearle, tu al colibrí, yo a tu sonrisa y el colibrí a su libertad, planeábamos salir a cenar pero el agua de la regadera te seducía tanto que mientras planchaba tu ropa aparecías con tu bata semiabierta dejando la mitad de tus senos al aire y tus muslos escurriendo humedades y entonces las arrugas de tu blusa sobrevivían un día mas y las de tus sabanas aparecían un día mas y cenábamos cualquier cosa que a las tres de la mañana encontrara en el refrigerador mientras tu encontrabas en mi ausencia sobre tu cama que te amaba y me lo decías con una sonrisa cuando entraba a las tres y cuarto con tu sándwich y mi café reclamándome tanta ausencia, mientras de mi parte no tenía nada que reclamarte, si no todo lo contrario, planeábamos para toda la vida, pero algo apareció y toda la vida se olvido, como se olvida uno del tic tac que el reloj lloro hace tres horas.

Voy guardando en los bolsillos de mi abrigo tantas cosas que quizás sea mejor tomar el directorio y contratar una mudanza, aunque primero debo de saber a dónde voy, donde me he de mudar para terminar de salir de tu vida, sin que esta ausencia tuya me siga gritando que ya no estás, que la casa esta vacía, que las ventanas se han cerrado, que tu paraguas ya no cuelga del perchero, que tus sabanas ya no están remojándose en la lavadora, que no hay mas besos que comer de madrugada porque la alacena está vacía, como vacía esta mi vida ahora que ya no estás y tengo llenos los muros de ti, la cama anidando aun el aroma de tu piel, escurriendo los besos que no te alcance a dar y los ecos de tu risa siguen despertando a los vecinos y tus gemidos ya no les quitan el sueño y tus lagrimas se confunden con las mías, tengo tanto de ti en este espacio vacío que es mi vida tan lejos de ti y pa´mi desgracia, mi memoria funciona mejor, tan bien, que no hago otra cosa más que recordar todo lo que vivimos juntos.

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