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junio 04, 2010

DESPUÉS DE UN ADIÓS

Y aunque las cosas no salieran como esperamos que resultaran, no hay momento ahora para reproches o despedidas entre cristales que arañen lo que un día fue nuestro pasado entre palabras dulzonas y horas cursis, ratitos en que no existía nada más que la inexistente nada que llenábamos con los latidos que nacían de ti y de mi, para ti y para mí.

Ahora ya las distancias nos hacen empequeñecer nuestros latidos, volvemos a nuestros pasados, donde ni tus manos ni las mías eran trazos sobre cielos purpuras que como alfombras servían de descanso para nuestro tedio, que lejos quedaron las jacarandas y las tardes de otoño, el viento que despeinaba tu cabello y mis dedos necios que no se rendían y seguían descubriendo debajo de tu flequillo tu frente, que lejos quedaron tus frías mejillas de mis diciembres, los amaneceres tibios de mis eneros, el frio, que lejos quedo el frio, y tu cuerpo tiritando y mis ganas escapando de mis brazos para emancipar tus temblores y tus crisis y tus pucheros y ese genio tuyo con que llegabas del trabajo y tu sonrisa después de una mañana en una banca tomando café y tu rollo de canela, que lejos quedaste tú, que lejos me aventó tu desprecio y tu tedio a la hora del adiós.

Pero no es culpa tuya el que hubiera una despedida en esta historia, no es culpa de lo que no pensamos sucedería, no es culpa del frio que tenga que llegar el agobiante calor de marzo, no es culpa que después de un hola, después de un después, tengamos que decir adiós.

Ahora las ventanas aun quedan abiertas, para imaginar que un día bajo aquel árbol aparecerá tu silueta de nuevo, con solo tu corazón entre las manos, sin maletas, sin abrigos, sin más papeles que las cartas que te envié en botellas vacías, ahora mi soledad se ha vuelto mi nada personal y tan efímera bosteza cada que tu recuerdo reaparece de entre algún cajón o en aquellas paredes donde queda espacio para una foto tuya, ahora nos sentamos a esperar cada tarde en la banqueta tu almohada y mis colores, tus ilusiones y mis sueños a tu lado, ahora, ahora ya no despierto para no dejar de soñar en ti, y las madrugadas tras tu adiós se han vuelto mi momento preferido de mis días, pues solo de madrugada llega el frio que encontré sobre tu piel.

Ahora voy aceptando que tenias que irte y voy llenándome de esperanzas de un día ser lo que no pude ser y que regreses para ser lo que esta vez no pudimos ser.

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