LO QUE SOY

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junio 08, 2010

SOBRE UN FANTASMA

No sé cuantas veces te has cruzado por mi camino, no sé cuantas veces llegaste con los pies firmes, con el empeño envalentonado por terminar de entibiar tu corazón y congelar el mío, quizás fue con una mirada, quizás fue tan solo un roce, una de esas tantas veces en que sin querer levante la mirada y la obscuridad de unos ojos me dejo petrificado, con el tiempo detenido y los suspiros colgados del pasamanos de un autobús llenando el espacio que me rodeaba

¿Cuántas veces fuiste tú? ¿Cuántas veces, por un segundo, fuiste tú? Y sin embargo fui yo, solo ese momento, mas mío que tuyo, mas de mi corazón, de mis ganas, de mis pasados y futuros inciertos, que de todo lo tuyo, y aun asi dejaste todo lo tuyo, todo lo que podías dejar, todo lo que podías entregar en una mirada, en ese momento que duro el tiempo necesario para quedarse grabado en mi memoria y recordarlo por la tarde al regresar de casa mientras las dudas asaltándome me sofocaban ¿serias tú? ¿Y si…? Y no quedaba más de ti más que una duda, y me acompañabas vestida en esa duda, acurrucándote en ese recuerdo, en ese vaso vacio de café, que al final de la tarde quedaba sobre mis rodillas mientras los bolsillos de mi abrigo se llenaban de todas las posibilidades de cambiarle el final a ese recuerdo, a ese momento en que la tarde agonizaba y mis ganas también y mis esperanzas y yo también un poquito o bastante, no sé cuánto puede morir un recuerdo, cuanto puede morir quien recuerda, quien solo recuerda.

No sé cuantas veces fuiste tú, cuantas veces tome tu mano, cuantas veces en un beso fuiste tú, robándose la piel y el nombre de alguien más, mientras yo reconocía en mis latidos lo poco que quedaba de mí, lo poco que quedaba de ti y de nosotros, aunque al terminar el beso te desvanecieras y volviera a no reconocerte, a no encontrarte, a intentar buscarte en unas manos que no guardaban tu frio, en una cabellera obscura el marco perfecto para la luz de tu mirada que no brillaba en esos ojos, en esos ojos que al final decían adiós, en esos ojos que me rendían lo que rinde una mirada, y nada más, y nada mas de ti y nada mas de mi, y perderte de nuevo, sin esperanza , si las ganas de quedarme más tiempo a buscarte, sin las fuerzas de querer engañarme esperando en un beso más que aparecieras y que fueras tú después de una mirada, después de cruzar la calle tomando tu mano y reconocerte del otro lado de la acera en una sonrisa y que siguieras siendo tú, tú por la mañana, tú por la tarde cuando más te recuerdo en esa ausencia que me hace regresar a solas y cansado a casa, tú esperándome, tú nombrándome, tú llegando y yo, yo siendo solo quien podía ser a tu lado, quien más te amaría.

No sé cuantas veces apareciste, cuantas más llegaras y volverás a irte, no sé cuantas veces más te reconoceré solo para volver a desconocerte en una mirada, y encontrarme de nuevo en medio de esta desolación que es andar pateando las banquetas sin el sonido de tus latidos dejando huellas en un muro y en mi corazón, sin preocuparme de que lleguen los vientos del otoño y borren tus sonrisas de mi horizonte, de mis paredes en donde te pinto una y otra vez sin saber nada de ti, sin saber más que cada vez que decidas aparecer te entregare como siempre lo que soy, lo poco que soy, en un latido, en ese momento que dures frente a mí, para quedarte y sentir aunque sea ese momento, aunque sea solo ese momento, lo mucho que te amo.

Una vez leí

“un fantasma es un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez. Un instante de dolor quizás. Algo muerto que parece por momentos vivo. O un sentimiento suspendido en el tiempo como una foto borrosa, como un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma. Eso soy yo."

Ahora que pienso en las veces que te he encontrado tan solo para perderte creo que quizás seas tú mi fantasma

o yo el tuyo.

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