LO QUE SOY

Puedes ver mis manchas en

octubre 24, 2010

RELATO DE UN LATIDO TERCERA PARTE (BOCETO)

Pasaron varios días en el hospital, pasaron varios estudios, varios pinchazos, pasaron varios médicos, pasaron varios diagnósticos y varias madrugadas aun sentado al lado de tú cama, pasaron muchos cómodos, pasaron muchas charolas de comida insípida que te hacia comer, sabes que te pido perdón por eso, pero en tu estado tenias que comer bien para que tu cuerpo se fortaleciera, no era mi intención darte aquel apestoso pollo que te causaba nausea, o darte las calabazas hervidas sin sabor que te daba de bocado en bocado con el tenedor, sabes también que si por mi fuera te hubiera cocinado algo, ¿recuerdas la vez que te cocine el espagueti? Creo que fue la última vez que comiste en casa.
Era 14 de septiembre el día que por fin te diagnosticaron, recuerdo los nervios y recuerdo que no estaba cuando fueron los médicos, tu mamá había llegado para que pudiera ir a casa a darme un baño, la noche anterior la habías pasado medio triste, recordaste que era mi cumpleaños ese día y lloraste porque tenias planes para hacer ese día a mi lado y festejar juntos, yo te dije que no festejaba ese día, pero que valía la pena estar contento pues lo pasaba a tu lado, pero no te bastaba eso, y te entiendo pues se que el estar dentro de aquel hospital después de tanto tiempo es cansado y tedioso, pero estábamos juntos.
Iba en el camión cuando entro tu llamada, sonabas triste y preocupada, me dijiste que habían pasado los médicos y que te confirmaron lo que tenias, -¿lupus? Pregunte, -aja, fue lo único que me respondiste, sentí miedo de que estuvieras sola, de que estuvieras con ganas de llorar y por tener a tu madre al lado no lo hicieras, así que llegue a casa y solo me cambie de ropa, mi familia al verme no tuvo valor para acercarse a dar los abrazos que el día ameritaban, les dije nervioso lo que había sucedido, mi madre lloro junto con mi tía, no sé si porque entendía lo que significaba el diagnostico, o si lloraban por ser solidarias a mis lagrimas.
Regrese aprisa al hospital, tu mamá aun seguía dentro y no podía pasar a verte, por fin salió tu mamá y subí aprisa para estar a tu lado, para saber cómo te sentías, para abrazarte y decirte que a pesar de todo estaríamos bien, ahora ya sabes que no estaba tan seguro de aquello, y discúlpame por mentirte pero sé que ayudaba un poco el que escondiera mi miedo de tus ojos, te abrace cuando te vi, la habitación se quedo en silencio cuando entre, las otras pacientes con las que compartías la habitación sabían lo que pasaba, pues algunas compartían la enfermedad.
Te abrace y no lloraste al momento, estabas un poco molesta, te tome las manos y poco a poco fui sacudiéndote el enfado, pasamos así el resto del día, entre silencios y sollozos, entre las palabras que de vez en cuando me llegaban de la nada para poderte reconfortar, poco a poco la habitación fue quedándose vacía hasta que solo estábamos tú y yo al final del día, ya estabas más tranquila para ese entonces, y había logrado hacerte sonreír, aunque lo que más te hizo sonreír fueron las peculiaridades de aquel día, ¿las recuerdas? No te preocupes no las mencionare para evitarte el bochorno, pero todo había valido la pena de aquel día, y más cuando al final sonreías mientras decías que habías planeado muchas cosas para mí y que tenía, a manera de burla a todo lo que estábamos pasando, una genial novia que de regalo me había dado un diagnostico en que me decían que se iba a morir, y quizás no era muy gracioso aquello, pero verte tomar las cosas tan a la ligera valía la pena, sobre todo para aquellos días en que ya el aire de la calle tenía tiempo sin rozarte el rostro.
-lo único que me importa es que estoy a tu lado, que estamos juntos, después tendremos muchos días para celebrar, para festejar y despertar juntos, eso te dije aquella noche, después de tu sonrisa, y después de eso soltaste en llanto, y por fin sacaste todo lo que tenias, por fin las lagrimas rodaron como ríos quitándote el peso de su silencio, por fin aceptabas que tenias miedo y coraje, que tenias dudas, que no sabías que pasaría, por fin lloramos juntos esa noche por primera vez.
Lloraste mucho, y recordé el primer día que te había visto llorar, precisamente una noche antes de que entráramos al hospital y en aquel entonces la ignorancia de lo que pasaba me había hecho encontrar las palabras adecuadas para que durmieras tranquila esa noche, afortunadamente una noche más las palabras correctas aparecían y de a poco fuiste calmándote y dejándome estar para ti en aquel instante, una vez más vencíamos un momento difícil, una prueba de la vida, y una vez más estábamos juntos haciéndole frente a lo que pasaba.
Una vez me dijiste que dudabas de mi amor, y te dije que algún día la vida me daría la oportunidad para demostrarte cuanto te amaba, esos días en el hospital me lo habían demostrado y la noche del 14 de septiembre el regalo que me diste fue decirme que creías en todo el amor que te tenia, pese a los diagnósticos, pese a los pinchazos y los moretones y pese al catéter te abrace fuerte y te bese, como te besaba en esos días, o más bien como aun te beso, pero en esos días notaste más fácil que te besaba diferente,-¿Por qué me besas y me abrazas como si fuera la última vez que lo vas a hacer? Solo te sonreía como respuesta, sin decirte que el miedo de todo lo que los médicos decían me había hecho entender que podía perderte en cualquier momento, solo te sonreía como respuesta , sin decirte que el miedo a tu adiós me hacia entender que te perdería tarde o temprano, o por distancia, o por algo mas, pero siempre tuve dentro de mi esa noción de que te perdería, el 14 de septiembre la vida decidió darnos un diagnostico medico que hiciera que todos los días y a cada momento supiera que tenía que decirte y demostrarte cuanto te amo, pues puede ser la última vez que lo haga.
Al día siguiente pasaste a tu primer tratamiento de plasmaféresis, nuevamente a firmar consentimiento en el que asumía la responsabilidad de lo que pudiera pasar, nunca te dije que me pesaba firmar cada uno de esos papeles, porque me hacían sentir que si algo salía mal yo sería el responsable, aun así y como ya era costumbre los médicos y personal del hospital habían asumido para esos días que yo era tu esposo, y cada que había que decidir o hacer algo me buscaban, a ti te daba mucha risa eso, a mi la verdad me hacia inmensamente feliz.
Recuerdo tus nervios ese día y buscando como tranquilizarte me puse a hacer tonterías para hacerte reír, aunque ya eso de hacer estupideces que buscaran tu sonrisa, era costumbre para aquellos días, pero tu risa era lo único que me hacía saber que de algo servía el no despegarme de tu lado, el pasar noche y día, ahí a tu lado, pues a pesar de todo el cansancio que veía en tus ojos por pasar tantos días en el hospital, a pesar del dolor que ya tenias en el cuerpo por los pinchazos y el mismo medicamento que te dejaba noqueada por horas, las nauseas después de cada pulso, los mareos cuando te ayudaba a ir al baño, y lo único que podía hacer para ayudarte un poco era despertar tu sonrisa con mis tonterías, apretarte la mano cuando aparecía el dolor, fingir ser fuerte y hablarte de todo lo que te estaba esperando, de lo mucho que tenias pendiente y de que tenias que recuperarte pronto, aferrarte a la vida para que hicieras todo lo que tenias que hacer, entonces dormías tranquila, entonces la presión se regularizaba y tus análisis arrojaban resultados positivos, cuando vi eso fue cuando más me animaba a hacer mis tonterías para hacerte sonreír, para ayudar un poquito a que mejoraras, o a que aguantaras un día más dentro de aquel hospital.
Pasamos así esos días en que por fin un rayito de luz iba apareciendo en medio de aquella habitación de tripies colgando y sabanas blancas, pasamos los días y tu sonreías mas, pasaron los días y al llegar la noche nos poníamos a platicar y a tratar de aprender juntos de todo aquello, pasaron los días y seguías a mi lado, y seguía sentado al lado de tu cama, pasaron los días y tu cuerpo fue reaccionando, pasaron los días y los médicos hablaban de daños menores a lo que parecía, pasaron los días y me hacia feliz escucharte decir que tenias hambre, y me hacia feliz verte llorar menos, y me hacia feliz como sonreías cuando me veías atravesar la puerta de aquella habitación, pasaron los días y seguía amándote y buscando la manera de demostrarte cuanto te amaba.
Pasaron los días y los médicos y el medicamento y otros pacientes y mas estudios y mas orina que vaciar, pasaron los días y seguíamos descubriendo cosas uno del otro, te conocí tu mal humor, te conociste tu lado más humano, aquel que te hizo olvidar tus idiosincrasias para acercarte a los demás, sin juzgarles, sin cuestionarles algo, sin buscarles una diferencia que te alejara de ellos y al contrario, encontrando en su dolor todo lo que te hacia ser prójima de ellos, ser humana antes que cualquier cosa, me conociste como pocas veces dejo que me conozcan, y te diste cuenta de que era real, de que la mano extendida ahí estaba, de que siempre que hacia algo era para enseñarte algo, aunque la lección fuera cruel, pero al final aprendías, no de mi, aprendías de ti, de todo eso que trataba de enseñarte de ti que no sabías que existía dentro, y aprendías y sonreías.
Pasaron muchas cosas dentro de aquel hospital, pasamos muchas cosas que dolían, pero juntos seguíamos ganando batallas, seguíamos amándonos pese a todos, en contra de todo pronóstico y estadística, en contra de las posibilidades, ahí estábamos tú y yo, y a pesar de todo, cada día era una oportunidad para demostrarnos que estábamos ahí, que estábamos juntos, que quizás era cierto y al final las cosas saldrían bien, aunque te dije que para mí lo único que importaba era que tu estuvieras bien, que estuvieras, pasaron muchas cosas, muchas lagrimas, tuyas y mías, pasaron muchos amaneceres, aunque no en la misma cama pero juntos, ¿alguna vez te dije lo mucho que disfrutaba el despertarte con un beso? Y que tu primer mueca al despertar fuera una sonrisa, si supieras lo feliz que me hacías sentir, si supieras que a pesar de todo, del miedo, del dolor, de la angustia y las lagrimas, aun a pesar de todo y de todos, el haber pasado todo aquello a tu lado es algo que jamás olvidare, y que a pesar de todo fue bello porque lo pase a tu lado, porque me dejaste pasar todo eso a tu lado.
Han pasado muchos días, desde aquella mañana en que llegamos al hospital, pasaron muchas cosas, y sin embargo sigues aquí, sin embargo sigues a mi lado, sin embargo el miedo aun sigue sentado frente a nosotros, pero después de todo lo que hemos pasado juntos ahora tengo un poco de fe en que todo saldrá bien y que tu, tu estarás bien, donde sea que decidas estar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario