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octubre 24, 2010

RELATO DE UN LATIDO PRIMERA PARTE (BOCETO)

Quienes han conocido el verdadero amor, saben que este es intenso, que se tiene que vivir de manera única, especial, quien haya conocido el verdadero amor, sabe que tiene que ser épico, para que sea amor verdadero, quien haya conocido el amor así, entenderá muy bien que algunas veces cuando llega el amor, también llega de la mano el adiós.
La primera vez que él la vio fue la tarde del 6 de agosto, e inmediatamente supo que ella era la historia que hasta ese momento había esperado vivir, lo supo por el miedo enorme que le dio perderse en sus ojos, para descubrir todos los colores del universo, pero aun con miedo e incertidumbre se atrevió a perderse en los ojos de ella, se atrevió a tomarle la mano para comenzar a caminar a su lado, se atrevió a robarle un beso para detener el tiempo y hacerle tambalear todo su mundo a ella, a la vez que el mundo de él se levantaba tan alto como jamás lo había hecho.
Uno cuando habla de amores suele omitir muchas cosas, suele omitir el miedo que da enamorarse, comenzar todo de nuevo, el miedo que da dejar de hacer ciertas cosas, el miedo a dejar de hacer algunas cosas por primera vez, el miedo a conocer a alguien y dejarse conocer, dejarse desnudar hasta de nombre, el miedo que da salir de la zona de confort que el caminar solo suele traer, el miedo a desear ser mejor y no poder hacerlo, no crecer tan alto como ella merece, no ser bueno, no tener el cuerpo adecuado que a ella le haga dejar de ver lo que en sus labios tuvo antes, el miedo a que los suspiros no tengan su nombre, a que al extrañar no sea a uno y sea a otro en quien se piensa, el miedo a muchas cosas, pero al final a pesar del miedo, algunas veces suele ser más grande el amor, y el miedo se vuelve algo cotidiano, mientras el amor se vuelve la razón más firme para asombrarse cada que despiertas al lado de quien amas.
Ellos dos fueron venciendo sus miedos, a ella le dejaron de pesar los pasados de él, le dejaron de pesar sus errores, y comenzó a creerle cuando mirándola a los ojos él le decía que la amaba, aun así de vez en cuando el miedo a perder su libertad le acosaba y corría al lado de alguien más, mientras él daba media vuelta para perderse en su soledad y ella se perdía en el recuerdo de alguien más.
Pasaron algunos días así, mientras ella dudaba del futuro, él fue demostrándole que ella era su futuro, su presente y todos sus pasados, así entre las carreras de ella al lado de otros, él se fue dando cuenta de que el amor era más grande de lo que había imaginado, tan grande que le había comenzado a sentir en la ausencia de ella, sabiendo que para amarla no era menester que ella se quedara a su lado, aprendiendo que para amarla tendría que aprender a decir adiós en algún momento, y entendió que soltarle la mano para que ella fuera feliz al lado de quien quisiera, era la mejor manera de demostrarle cuanto la amaba, aunque tuviera que callarse lo mucho que le dolía no ser ese otro.
Pero el amor es un bichito camaleónico, y suele vestirse de muchas maneras, y ser tan cambiante como el agua que corre por un rio, esos eran los días que él más feliz se sentía, pues el amor de ella cambiaba de piel y se vestía en sus pupilas con el reflejo de él, le tomaba la mano para apretarla fuerte contra su pecho mientras le decía que lo amaba, esos días eran los días en que el futuro en ambos despertaba y se llenaron de promesas y de mañanas distantes e inciertos, que sin saber que traerían consigo, lo único importante era que permanecían juntos, se llenaron de sueños, fueron quitándose las cosas que pesaban de la espalda para poner en libertad sus alas y volar juntos, fueron olvidándose de todos, para ser solo ellos, sin que importara nadie más, ni las voces que le llamaban a ella, ni los miedos que a él le hacían soltarle la mano, fueron volviéndose fuertes, y de noche creían un poquito más, ganándole la batalla al miedo, a lo incierto, a las distancias, al tiempo.
Fueron abriendo sus ojos y se encontraron en lugares donde nunca habían pensado estar, donde jamás habían imaginado pasar las horas, sobre todo ella al lado de él, él al lado de ella, fueron olvidando las despedidas, fueron deseando que el adiós nunca llegara, fueron creyendo que jamás llegaría, que estarían bien, que ahora y siempre estarían bien, fueron días llenos de luz de y de colores, en que ella hacia bailar las luces de él y con sus luces él hacia brillar la sonrisa de ella, fueron días llenos de luz, de sonrisas, de Lunas de fríos, de gotas de lluvia resbalando sobre sus manos juntas, días de esperanza, de mañanas juntos, de futuros nuevos e invencibles, de estadísticas vencidas, días en que todo era posible y noches en que los sueños se volvían realidad, pero no imaginaron que la vida les pondría una prueba de la que sería difícil hacerse a un lado, y que quien haya conocido el verdadero amor, sabrá que es de las pruebas más difíciles de pasar, pero es una de las pruebas en las que se define de manera inminente si se ama o no.

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