LO QUE SOY

Puedes ver mis manchas en

octubre 30, 2010

ANONIMA

Me gusta no saber nada de ti,

y cuando digo nada, es no saber nada,

desde no saber de ti las cosas mas mínimas,

tener que conocer cómo eres cuando te enfadas,

como frunces el ceño y arrugas la nariz,

tener que aprender a descubrir lo que hay tras tu ceja levantada del lado derecho,

que hace saber que estas de altanera,

no saber cómo encuentra el sol cada mañana tu cabello enmarañado regando la almohada,

no saber cómo caminas descalza mientras te acercas al baño para limpiarte las lagañas antes de que las descubra,

no saber de esa vanidad y pudor que te acompañan infantilmente.

Me gusta no saber cómo eres en tu cotidianidad,

no saber como de paso en paso vas acomodando tus tacones mientras organizas en la cabeza las citas que en tu agenda llevas marcadas,

no saber cómo cortas el huevo del desayuno en pedacitos pequeños para evitar que te salte en la cintura de tu falda el vientre abultadito por esa mala digestión que tampoco conozco,

me gusta no saber de aquellas cosas que vas pensando camino a la oficina,

no saber que no cruzan mis besos en ningún segundo del recorrido,

no tener que enterarme de las sonrisas que regalas coqueta en la oficina,

no tener que saber de esos suspiros que guardas entre un rollo de canela y el té,

mientras lees un mensaje en tu celular detrás de tu escritorio.

Me gusta no saber nada de ti,

irte descubriendo de a poco,

de beso en beso,

no saber nunca como te sonrojas después de uno de esos atrevimientos míos,

en que mis labios tocan tus labios,

ir descubriendo tus lunares bajo el tirante del sostén,

descubrir aquel que está escondido en tu espalda bajo tu falda,

me gusta no saber que te eriza la piel,

recorrerte cada pedacito de piel,

para conocerte,

recorrerte cada sueño para saber quién eres,

me gusta no saber de ti,

nada,

no saber cómo cocinas,

como te lavas los dientes,

como te desnudas antes de meterte a la ducha,

como te vistes después de ella,

como te desvisto cada que te tengo enfrente,

me gusta no saber cómo eres cuando sueñas,

sobre todo cuando no sueñas conmigo,

no saber cómo eres cuando haces el amor,

sobre todo cuando no es conmigo.

Me gusta no saber nada de ti,

no tener que conocer ciertas cosas,

y tener que conocer otras tantas a diario,

para poder saber un poquito de ti,

me gusta no saber nada de ti,

que sigas anónima,

para no dejar de sorprenderme de tus chapitas tras un beso,

de tus pucheros cuando haces berrinche,

de tus gemidos cuando estamos juntos

y de que a pesar de tus antojos clandestinos,

sigues regresando cada noche

donde un desconocido espera a que llegues para conocerte

y reconocerte,

aunque sigas siendo anónima.

octubre 24, 2010

RELATO DE UN LATIDO TERCERA PARTE (BOCETO)

Pasaron varios días en el hospital, pasaron varios estudios, varios pinchazos, pasaron varios médicos, pasaron varios diagnósticos y varias madrugadas aun sentado al lado de tú cama, pasaron muchos cómodos, pasaron muchas charolas de comida insípida que te hacia comer, sabes que te pido perdón por eso, pero en tu estado tenias que comer bien para que tu cuerpo se fortaleciera, no era mi intención darte aquel apestoso pollo que te causaba nausea, o darte las calabazas hervidas sin sabor que te daba de bocado en bocado con el tenedor, sabes también que si por mi fuera te hubiera cocinado algo, ¿recuerdas la vez que te cocine el espagueti? Creo que fue la última vez que comiste en casa.
Era 14 de septiembre el día que por fin te diagnosticaron, recuerdo los nervios y recuerdo que no estaba cuando fueron los médicos, tu mamá había llegado para que pudiera ir a casa a darme un baño, la noche anterior la habías pasado medio triste, recordaste que era mi cumpleaños ese día y lloraste porque tenias planes para hacer ese día a mi lado y festejar juntos, yo te dije que no festejaba ese día, pero que valía la pena estar contento pues lo pasaba a tu lado, pero no te bastaba eso, y te entiendo pues se que el estar dentro de aquel hospital después de tanto tiempo es cansado y tedioso, pero estábamos juntos.
Iba en el camión cuando entro tu llamada, sonabas triste y preocupada, me dijiste que habían pasado los médicos y que te confirmaron lo que tenias, -¿lupus? Pregunte, -aja, fue lo único que me respondiste, sentí miedo de que estuvieras sola, de que estuvieras con ganas de llorar y por tener a tu madre al lado no lo hicieras, así que llegue a casa y solo me cambie de ropa, mi familia al verme no tuvo valor para acercarse a dar los abrazos que el día ameritaban, les dije nervioso lo que había sucedido, mi madre lloro junto con mi tía, no sé si porque entendía lo que significaba el diagnostico, o si lloraban por ser solidarias a mis lagrimas.
Regrese aprisa al hospital, tu mamá aun seguía dentro y no podía pasar a verte, por fin salió tu mamá y subí aprisa para estar a tu lado, para saber cómo te sentías, para abrazarte y decirte que a pesar de todo estaríamos bien, ahora ya sabes que no estaba tan seguro de aquello, y discúlpame por mentirte pero sé que ayudaba un poco el que escondiera mi miedo de tus ojos, te abrace cuando te vi, la habitación se quedo en silencio cuando entre, las otras pacientes con las que compartías la habitación sabían lo que pasaba, pues algunas compartían la enfermedad.
Te abrace y no lloraste al momento, estabas un poco molesta, te tome las manos y poco a poco fui sacudiéndote el enfado, pasamos así el resto del día, entre silencios y sollozos, entre las palabras que de vez en cuando me llegaban de la nada para poderte reconfortar, poco a poco la habitación fue quedándose vacía hasta que solo estábamos tú y yo al final del día, ya estabas más tranquila para ese entonces, y había logrado hacerte sonreír, aunque lo que más te hizo sonreír fueron las peculiaridades de aquel día, ¿las recuerdas? No te preocupes no las mencionare para evitarte el bochorno, pero todo había valido la pena de aquel día, y más cuando al final sonreías mientras decías que habías planeado muchas cosas para mí y que tenía, a manera de burla a todo lo que estábamos pasando, una genial novia que de regalo me había dado un diagnostico en que me decían que se iba a morir, y quizás no era muy gracioso aquello, pero verte tomar las cosas tan a la ligera valía la pena, sobre todo para aquellos días en que ya el aire de la calle tenía tiempo sin rozarte el rostro.
-lo único que me importa es que estoy a tu lado, que estamos juntos, después tendremos muchos días para celebrar, para festejar y despertar juntos, eso te dije aquella noche, después de tu sonrisa, y después de eso soltaste en llanto, y por fin sacaste todo lo que tenias, por fin las lagrimas rodaron como ríos quitándote el peso de su silencio, por fin aceptabas que tenias miedo y coraje, que tenias dudas, que no sabías que pasaría, por fin lloramos juntos esa noche por primera vez.
Lloraste mucho, y recordé el primer día que te había visto llorar, precisamente una noche antes de que entráramos al hospital y en aquel entonces la ignorancia de lo que pasaba me había hecho encontrar las palabras adecuadas para que durmieras tranquila esa noche, afortunadamente una noche más las palabras correctas aparecían y de a poco fuiste calmándote y dejándome estar para ti en aquel instante, una vez más vencíamos un momento difícil, una prueba de la vida, y una vez más estábamos juntos haciéndole frente a lo que pasaba.
Una vez me dijiste que dudabas de mi amor, y te dije que algún día la vida me daría la oportunidad para demostrarte cuanto te amaba, esos días en el hospital me lo habían demostrado y la noche del 14 de septiembre el regalo que me diste fue decirme que creías en todo el amor que te tenia, pese a los diagnósticos, pese a los pinchazos y los moretones y pese al catéter te abrace fuerte y te bese, como te besaba en esos días, o más bien como aun te beso, pero en esos días notaste más fácil que te besaba diferente,-¿Por qué me besas y me abrazas como si fuera la última vez que lo vas a hacer? Solo te sonreía como respuesta, sin decirte que el miedo de todo lo que los médicos decían me había hecho entender que podía perderte en cualquier momento, solo te sonreía como respuesta , sin decirte que el miedo a tu adiós me hacia entender que te perdería tarde o temprano, o por distancia, o por algo mas, pero siempre tuve dentro de mi esa noción de que te perdería, el 14 de septiembre la vida decidió darnos un diagnostico medico que hiciera que todos los días y a cada momento supiera que tenía que decirte y demostrarte cuanto te amo, pues puede ser la última vez que lo haga.
Al día siguiente pasaste a tu primer tratamiento de plasmaféresis, nuevamente a firmar consentimiento en el que asumía la responsabilidad de lo que pudiera pasar, nunca te dije que me pesaba firmar cada uno de esos papeles, porque me hacían sentir que si algo salía mal yo sería el responsable, aun así y como ya era costumbre los médicos y personal del hospital habían asumido para esos días que yo era tu esposo, y cada que había que decidir o hacer algo me buscaban, a ti te daba mucha risa eso, a mi la verdad me hacia inmensamente feliz.
Recuerdo tus nervios ese día y buscando como tranquilizarte me puse a hacer tonterías para hacerte reír, aunque ya eso de hacer estupideces que buscaran tu sonrisa, era costumbre para aquellos días, pero tu risa era lo único que me hacía saber que de algo servía el no despegarme de tu lado, el pasar noche y día, ahí a tu lado, pues a pesar de todo el cansancio que veía en tus ojos por pasar tantos días en el hospital, a pesar del dolor que ya tenias en el cuerpo por los pinchazos y el mismo medicamento que te dejaba noqueada por horas, las nauseas después de cada pulso, los mareos cuando te ayudaba a ir al baño, y lo único que podía hacer para ayudarte un poco era despertar tu sonrisa con mis tonterías, apretarte la mano cuando aparecía el dolor, fingir ser fuerte y hablarte de todo lo que te estaba esperando, de lo mucho que tenias pendiente y de que tenias que recuperarte pronto, aferrarte a la vida para que hicieras todo lo que tenias que hacer, entonces dormías tranquila, entonces la presión se regularizaba y tus análisis arrojaban resultados positivos, cuando vi eso fue cuando más me animaba a hacer mis tonterías para hacerte sonreír, para ayudar un poquito a que mejoraras, o a que aguantaras un día más dentro de aquel hospital.
Pasamos así esos días en que por fin un rayito de luz iba apareciendo en medio de aquella habitación de tripies colgando y sabanas blancas, pasamos los días y tu sonreías mas, pasaron los días y al llegar la noche nos poníamos a platicar y a tratar de aprender juntos de todo aquello, pasaron los días y seguías a mi lado, y seguía sentado al lado de tu cama, pasaron los días y tu cuerpo fue reaccionando, pasaron los días y los médicos hablaban de daños menores a lo que parecía, pasaron los días y me hacia feliz escucharte decir que tenias hambre, y me hacia feliz verte llorar menos, y me hacia feliz como sonreías cuando me veías atravesar la puerta de aquella habitación, pasaron los días y seguía amándote y buscando la manera de demostrarte cuanto te amaba.
Pasaron los días y los médicos y el medicamento y otros pacientes y mas estudios y mas orina que vaciar, pasaron los días y seguíamos descubriendo cosas uno del otro, te conocí tu mal humor, te conociste tu lado más humano, aquel que te hizo olvidar tus idiosincrasias para acercarte a los demás, sin juzgarles, sin cuestionarles algo, sin buscarles una diferencia que te alejara de ellos y al contrario, encontrando en su dolor todo lo que te hacia ser prójima de ellos, ser humana antes que cualquier cosa, me conociste como pocas veces dejo que me conozcan, y te diste cuenta de que era real, de que la mano extendida ahí estaba, de que siempre que hacia algo era para enseñarte algo, aunque la lección fuera cruel, pero al final aprendías, no de mi, aprendías de ti, de todo eso que trataba de enseñarte de ti que no sabías que existía dentro, y aprendías y sonreías.
Pasaron muchas cosas dentro de aquel hospital, pasamos muchas cosas que dolían, pero juntos seguíamos ganando batallas, seguíamos amándonos pese a todos, en contra de todo pronóstico y estadística, en contra de las posibilidades, ahí estábamos tú y yo, y a pesar de todo, cada día era una oportunidad para demostrarnos que estábamos ahí, que estábamos juntos, que quizás era cierto y al final las cosas saldrían bien, aunque te dije que para mí lo único que importaba era que tu estuvieras bien, que estuvieras, pasaron muchas cosas, muchas lagrimas, tuyas y mías, pasaron muchos amaneceres, aunque no en la misma cama pero juntos, ¿alguna vez te dije lo mucho que disfrutaba el despertarte con un beso? Y que tu primer mueca al despertar fuera una sonrisa, si supieras lo feliz que me hacías sentir, si supieras que a pesar de todo, del miedo, del dolor, de la angustia y las lagrimas, aun a pesar de todo y de todos, el haber pasado todo aquello a tu lado es algo que jamás olvidare, y que a pesar de todo fue bello porque lo pase a tu lado, porque me dejaste pasar todo eso a tu lado.
Han pasado muchos días, desde aquella mañana en que llegamos al hospital, pasaron muchas cosas, y sin embargo sigues aquí, sin embargo sigues a mi lado, sin embargo el miedo aun sigue sentado frente a nosotros, pero después de todo lo que hemos pasado juntos ahora tengo un poco de fe en que todo saldrá bien y que tu, tu estarás bien, donde sea que decidas estar.

RELATO DE UN LATIDO PRIMERA PARTE (BOCETO)

Quienes han conocido el verdadero amor, saben que este es intenso, que se tiene que vivir de manera única, especial, quien haya conocido el verdadero amor, sabe que tiene que ser épico, para que sea amor verdadero, quien haya conocido el amor así, entenderá muy bien que algunas veces cuando llega el amor, también llega de la mano el adiós.
La primera vez que él la vio fue la tarde del 6 de agosto, e inmediatamente supo que ella era la historia que hasta ese momento había esperado vivir, lo supo por el miedo enorme que le dio perderse en sus ojos, para descubrir todos los colores del universo, pero aun con miedo e incertidumbre se atrevió a perderse en los ojos de ella, se atrevió a tomarle la mano para comenzar a caminar a su lado, se atrevió a robarle un beso para detener el tiempo y hacerle tambalear todo su mundo a ella, a la vez que el mundo de él se levantaba tan alto como jamás lo había hecho.
Uno cuando habla de amores suele omitir muchas cosas, suele omitir el miedo que da enamorarse, comenzar todo de nuevo, el miedo que da dejar de hacer ciertas cosas, el miedo a dejar de hacer algunas cosas por primera vez, el miedo a conocer a alguien y dejarse conocer, dejarse desnudar hasta de nombre, el miedo que da salir de la zona de confort que el caminar solo suele traer, el miedo a desear ser mejor y no poder hacerlo, no crecer tan alto como ella merece, no ser bueno, no tener el cuerpo adecuado que a ella le haga dejar de ver lo que en sus labios tuvo antes, el miedo a que los suspiros no tengan su nombre, a que al extrañar no sea a uno y sea a otro en quien se piensa, el miedo a muchas cosas, pero al final a pesar del miedo, algunas veces suele ser más grande el amor, y el miedo se vuelve algo cotidiano, mientras el amor se vuelve la razón más firme para asombrarse cada que despiertas al lado de quien amas.
Ellos dos fueron venciendo sus miedos, a ella le dejaron de pesar los pasados de él, le dejaron de pesar sus errores, y comenzó a creerle cuando mirándola a los ojos él le decía que la amaba, aun así de vez en cuando el miedo a perder su libertad le acosaba y corría al lado de alguien más, mientras él daba media vuelta para perderse en su soledad y ella se perdía en el recuerdo de alguien más.
Pasaron algunos días así, mientras ella dudaba del futuro, él fue demostrándole que ella era su futuro, su presente y todos sus pasados, así entre las carreras de ella al lado de otros, él se fue dando cuenta de que el amor era más grande de lo que había imaginado, tan grande que le había comenzado a sentir en la ausencia de ella, sabiendo que para amarla no era menester que ella se quedara a su lado, aprendiendo que para amarla tendría que aprender a decir adiós en algún momento, y entendió que soltarle la mano para que ella fuera feliz al lado de quien quisiera, era la mejor manera de demostrarle cuanto la amaba, aunque tuviera que callarse lo mucho que le dolía no ser ese otro.
Pero el amor es un bichito camaleónico, y suele vestirse de muchas maneras, y ser tan cambiante como el agua que corre por un rio, esos eran los días que él más feliz se sentía, pues el amor de ella cambiaba de piel y se vestía en sus pupilas con el reflejo de él, le tomaba la mano para apretarla fuerte contra su pecho mientras le decía que lo amaba, esos días eran los días en que el futuro en ambos despertaba y se llenaron de promesas y de mañanas distantes e inciertos, que sin saber que traerían consigo, lo único importante era que permanecían juntos, se llenaron de sueños, fueron quitándose las cosas que pesaban de la espalda para poner en libertad sus alas y volar juntos, fueron olvidándose de todos, para ser solo ellos, sin que importara nadie más, ni las voces que le llamaban a ella, ni los miedos que a él le hacían soltarle la mano, fueron volviéndose fuertes, y de noche creían un poquito más, ganándole la batalla al miedo, a lo incierto, a las distancias, al tiempo.
Fueron abriendo sus ojos y se encontraron en lugares donde nunca habían pensado estar, donde jamás habían imaginado pasar las horas, sobre todo ella al lado de él, él al lado de ella, fueron olvidando las despedidas, fueron deseando que el adiós nunca llegara, fueron creyendo que jamás llegaría, que estarían bien, que ahora y siempre estarían bien, fueron días llenos de luz de y de colores, en que ella hacia bailar las luces de él y con sus luces él hacia brillar la sonrisa de ella, fueron días llenos de luz, de sonrisas, de Lunas de fríos, de gotas de lluvia resbalando sobre sus manos juntas, días de esperanza, de mañanas juntos, de futuros nuevos e invencibles, de estadísticas vencidas, días en que todo era posible y noches en que los sueños se volvían realidad, pero no imaginaron que la vida les pondría una prueba de la que sería difícil hacerse a un lado, y que quien haya conocido el verdadero amor, sabrá que es de las pruebas más difíciles de pasar, pero es una de las pruebas en las que se define de manera inminente si se ama o no.

RELATO DE UN LATIDO SEGUNDA PARTE (BOCETO)

Habían pasado varios días juntos, venciendo las distancias y los pasados, venciendo el tiempo y su andar apresurado parecía darles tregua permitiéndoles despertar en un futuro juntos, haciendo efímera la posibilidad de un adiós, de una fecha en la que ella tuviera que partir, de un mañana sin ella a su lado, habían pasado ya muchas cosas, habían crecido tanto como había crecido el amor que había entre ellos, ahora se miraban y se sabían uno parte del otro, se sabían el final de sus esperas, de sus distancias, de su andar sin andar, de su despertar sin latidos y su soñar sin salir de la realidad para encontrarse en medio de un sueño, y así andaban como si todo aquello fuera un sueño vuelto realidad, el sueño más bello que pudieron llegar a imaginar, el sueño que a ella le había parecido innecesario en su vida, el sueño que él creía jamás poder soñar, y soñaron juntos, y despertaron para seguir soñando, porque a diario les hacía falta soñar de nuevo juntos.
Y se dedicaron a seguir soñando, hicieron caso omiso a las voces que decían que aquello no era real que despertarían uno sin el otro tarde o temprano, que era un juego aquello y que al regresar ella dejaría de lado aquello que al lado de él había vivido, y entre criticas y burlas prefirieron apartarse de aquellas voces para seguir juntos sin importarles nada, pues solo quienes hayan conocido el amor verdadero podrían entender al verles que aquello era amor, que aquello era real, que aquello que vivían era más grande y fuerte que lo que quienes reclamaban y se burlaban podían llegar a sentir.
Y volvieron a vencer para seguirse amando, y dejaron de lado todo una vez más, pero una prueba se asomaba en sus días, no sé bien se fue una prueba de la vida para saber si ellos se amaban y merecían estar juntos, o era una prueba de la vida para que ellos se dieran cuenta de lo mucho que se amaban, de lo que implicaba de verdad, caminar juntos, y no soltarse.
El viernes 3 de septiembre tras unos fuertes dolores el médico decide mandarle a hacer unos estudios a ella, fue la primera vez que tuvieron miedo juntos, el mismo miedo corriéndoles al mismo tiempo, el mismo miedo entre sus manos, te cuidare muy bien y regresaras a casa más sana de lo que has llegado, eso le había prometido él a ella al llegar, habían pasado varios días desde aquella promesa, y hasta ese momento él no había faltado a esa promesa, pero la promesa implicaba más que todo lo que había hecho antes.
Los dos se sabían fuertes juntos, se sabían valerosos por todo lo que habían enfrentado, por la manera airosa en que habían vencido ya muchas cosas, pero aunque se miraban y se decían que todo estaría bien el miedo se había comenzado a mudarse y el amor no pudo hacer más que crecer, crecer para ser más fuerte que el miedo, crecer para acompañarles durante el difícil viaje que comenzaban juntos.
El 7 de septiembre tras recibir los resultados de los análisis, él la interna en un hospital de urgencia, sin saber lo que estaba pasando, la gravedad de ella se notaba en las caras de los médicos y en haberla admitido inmediatamente en aquel hospital a pesar de no ser derechohabiente de aquella ciudad, ella parecía entender menos que él lo que pasaba, él fingía no estar preocupado pero corría de una sala a otra, de oficina en oficina para poder conseguir que ella fuera atendida, sabía muy bien lo duro que era estar en hospital, y le preocupaba el dejarla asola en la sala de espera mientras hacia los tramites adecuados y preguntaba a los médicos ¿que estaba pasando?, ¿porque la urgencia, porque tanto medico preguntando por su estado, porque tenía que internarse, porque lo hacían estar lejos de ella? Casi después de diez horas de andar recorriendo con papeles el hospital, por fin le dejaron verla
-su esposa tiene que internarse, así que por favor póngale esta bata, en unos minutos la subiremos a piso para asignarle una cama.
Sin hacer preguntas hizo lo que la enfermera le pidió, el silencio en que el miedo los tenia envueltos de vez en cuando se rompía por alguna tontería, de esas que él trataba de hacer para que ella quitara un poco su carita de miedo, sin saber mucho de lo que sucedía ellos sabían que no era algo fácil, se abrazaron fuerte, él le dio un beso a ella en los labios, después le dio un beso en la frente y le repitió su promesa –te cuidare bien, te cuidare muy bien, entraron los médicos y le pidieron salir de aquel cubículo, una señora tras una ventanilla le pedía que fuera a hacer el último de los tramites, el tuvo que contener el llanto mientras una trabajadora social lo llamaba para hacerle firmar los consentimientos.
Al ver sus dudas la trabajadora social mando a llamar a un médico para que le explicara lo que estaba pasando, el médico pacientemente le informo que ella estaba en riesgo, que si no era atendida moriría y que aun así, con todo y el tratamiento su cuerpo podría colapsar en cualquier momento, su cuerpo estaba en muy mal estado, su cuerpo estaba colapsando, su cuerpo estaba muriendo.
Le preguntaron a él si no se había dado cuenta de su gravedad y él en llanto respondió que hasta hace poco estaba bien, que no era posible que ella estuviera tan mal, que no era posible eso, que no era posible que la estuviera perdiendo, les conto su historia más que otra cosa para hacerles saber que ella no había estado tan mal, para ver si de alguna manera algo en la historia les hacía dudar de su gravedad y darle un poco de esperanza, pero nada en los días pasados les decía a los médicos que las cosas serian diferentes y que saldría bien aquella noche.
Salió de la oficina de la trabajadora social para seguir haciendo los trámites, una enfermera le informo que ya habían comenzado a administrarle medicamento,
-¿puedo verla?
-no, es que en la cama de enfrente están atendiendo a otro paciente y los médicos no permiten el paso de las visitas, espere un poco.
-nada mas déjeme verla, por favor, solo un momento.
-mire espere a que salga un medico para ver si le autoriza el paso, de todas formas en un momento la subiremos a piso y ahí podrá verla.
La enfermera se marcho dejándolo en medio de un pasillo poco iluminado, con más miedo que nunca en su vida, pues lo que le había dicho aquel medico lo había dejado sin saber que hacer, -se me está muriendo, pensaba mientras lloraba sentado en las escaleras de emergencia de aquel hospital, él no era un tipo muy sociable, así que no tenía a nadie a quien llamarle para contarle aquello, no tenía a quien pedirle ayuda o al menos alguien a quien contarle aquella tormenta, estaba solo, solo con ella, solo sin poder ayudarla a ella, sin poder quitarle a ella el dolor de su cuerpo, solo sintiéndose tan pequeño e inútil, mientras la vida de ella se le iba de entre las manos, solo con ella, y sin poder estar a su lado por políticas del hospital.
Espero a que le llamaran para avisarle que ya podía verla, espero mientras trataba de calmar su llanto para que ella no lo viera así, para que el miedo no dejara marcas en sus ojos que ella pudiera reconocer, espero mientras tomaba aire, mientras le pedía a Dios que le diera fuerza a ella, mientras le reclamaba a Dios, porque le había dejado conocerla si de todos modos se la iba a quitar, espero para poder verla a ella.
Por fin le llamaron en la ventanilla, corrió para que le informaran si podía pasar a verla pero antes de que le respondieran, una camilla paso detrás de él y reconoció la mirada de ella, sus ojitos apagados y sin el brillo que le iluminaba todos los horizontes a él, su sonrisa a medias sin ser aquella enorme que a carcajadas hacia bailar las nubes cualquier tarde, su cabello regado sobre una sábana blanca sin moverse al compas del viento, una manguera le salía de debajo de las sabanas, su cuerpo se veía tan pequeño bajo aquella sabana, tan frágil, y sin embargo al verla le volvió el aire a él.
-de una vez suba con ella y espere ahí a los médicos, irán a decirle que le van a hacer.
Corrió para alcanzar la camilla, y acariciarle el cabello a ella, corrió para besarle la frente y decirle que estarían bien, aunque él no estaba tan seguro de eso, corrió para verla y que a pesar de verla apagada y extinguiéndose, le siguiera pareciendo la mujer más hermosa que había visto, corrió para preguntarle cómo se sentía, y que su mirada le respondiera todo el miedo que sentía.
Esa noche los médicos no llegaron, pasaron su primera noche en el hospital en la incertidumbre, hablaron de lo que pasaba, sin saber que pasaba, él no le quiso contar nada de lo que el médico le había dicho, y ella le creyó a su silencio, de vez en cuando una sonrisa iluminaba como flash, aquella habitación obscura, él sentado en una silla al lado de su cama, tomaba su mano mientras le pedía en silencio a Dios que no se la quitara, ella con su mano entre la de él fue durmiéndose, al verla dormida el salió de aquella habitación, porque le dolía verla partir, porque le dolía no poder hacer nada para que ella sanara, porque le dolía no saber que decirle a ella para ahuyentarle el miedo, salió y lloro, lloro poco pues no quería estar lejos de ella, porque le preocupaba el dejarla sola y que se fuera sin tenerlo al lado, así que regreso a la silla al lado de la cama, para pasar la noche a su lado, observándola respirar, observándola tan hermosa y tan frágil, observándola sin saber si todo lo que habían vivido seria la ultima sonrisa de ella al lado de él.
Los médicos fueron llegando en los días siguientes, así como llegaron los diagnósticos podo esperanzadores, análisis de sangre que le dejaban los brazos llenos de moretones, algunas veces tres veces al día, algunas veces más de tres pinchazos para llenar un tubo con muestras, pastillas y bolsas colgando de tripies, pastillas y médicos ordenando análisis nuevos se urgencia, baumanómetros que gritaban mas pastillas, las mangueras en su cuerpo seguían colgando y se habían multiplicado, ahora un catéter salía de su cuello, su cuerpo cada vez parecía más pequeño bajo las sabanas, y él no hacía más que apretar su mano a cada pinchazo, pasaron días así, sin saber lo que pasaba, algunos días ella parecía tener más fuerza, otros días era prioritario bajarla de madrugada para hemodiálisis y transfusiones, pasaron los días y él seguía pasando las noches al lado de su cama, partiéndole la comida, llamando a las enfermeras cuando las bolsas se vaciaban, vaciándole la orina cuando había que hacerle conteo, tapándole el catéter para que no se mojara mientras él la bañaba, pasaron los días y nuevos tratamientos, nuevos medicamentos, y aparecieron los mareos y los vómitos, las nauseas y una debilidad que la tenía todo el día sedada, pasaron los días y algunas veces sonreía ella, y algunas veces no, pasaron los días y parecían no encontrar la puerta que les sacara de aquel infierno y les regresara al sueño que estaban viviendo antes de todo aquello.
Solamente quien ha conocido el verdadero amor podría entender lo doloroso que fueron aquellos días, a ella le dolía el cuerpo y el miedo de ver pasar su vida y el miedo de ya no verla pasar, él le dolía el dolor de ella, el que sentía por los pinchazos, el que sentía por las cosas que había hecho y por las que aun no había hecho, le dolía no poder ser mas para ella, le dolía no poder hacer más para ella, le dolía no poder terminar con todo aquello y volver a verla sonreír, y volver a verla sin dolor y volver a verla feliz, le dolía tener miedo, le dolía no poder quitarle el miedo a ella, solo las personas que han amado de verdad podrían entender que algunas veces, si no es que siempre, uno desea todo lo mejor para una persona, por amor, y se siente muy poco al ver que no hay nada dentro de uno, que pueda hacer que las cosas sean diferentes y saberle a ella feliz.

octubre 16, 2010

CORRE

Corre ahora que apenas amanece,

corre hasta que el viento te eleve muy alto, tan alto que dejes de verme, que deje de verte,

corre sin que mires atrás,

para que no te aten mis brazos,

para que no te aten los recuerdos de nuestros mañanas,

para que no te salen las alas mis lagrimas,

para que no te estorben mis ojos al mirarte esconder lo que no quieres esconder, que si bien algo se ha escondido bajo tus pies es mi nombre,

corre para que abras de par en par todas las ventanas que dejas entreabiertas,

para que cruces todas las puertas que quieras cruzar,

para que mires todos los horizontes que quieras miras sin remordimientos,

corre,

corre tan rápido como puedas, tan rápido como quieras,

cruza los muros, rompe las ventanas, tumba las puertas,

que no te estorbe lo que soy,

que no he sabido ser nada,

que nunca fui nada,

que fui lo que quisieras que fuera a conveniencia,

que fui nada para todos,

y fuiste todo para mi,

corre sin miedo a perder lo que nunca quisiste,

corre libre que tu libertad los dos la quisimos siempre,

corre,

corre,

lejos,

muy lejos,

que no te pese la distancia pues distancia siempre hubo entre nosotros,

corre ya sin desganas, sin vergüenza ni culpa,

corre sin sentir lástima,

sin sentir remordimiento,

sin tener peso sobre tu espalda, ni obligación pendiente de este lado,

que a nada te obligo mi amor por ti,

que a nada quise atarte,

corre sin pensar en consecuencias,

que si esta vertiginosa carrera te hace feliz, no hay consecuencia alguna que deba preocuparte,

corre,

que ya no hay porque disimular tu prisa,

corre que ya no hay porque seguir disimulando tus ausencias y tu lejanía,

corre que nada fui para ti,

corre que no quiero seguir mirando como cubres tus ventanas por miedo,

como abres puertas para sentirte segura,

como te quedas sin quedarte

mientras tus pasos desean correr a todos lados,

corre que no puedo seguir disimulando que no te veo correr,

que no te veo imaginar y desear nuevos soles, nuevos principios, nuevos latidos,

corre por favor,

corre,

corre hasta que te quedes sin piernas,

hasta que dejes sobre la arena de otros tus huellas tatuadas como lo has hecho en mi piel,

corre hasta que tu risa embriague otras madrugadas,

corre hasta que te salgan alas,

hasta que alcances las estrellas que te esperan,

corre tan rápido que tu corazón lleve el ritmo de tus pasos,

que dejes estelas en los asfaltos que cruces,

que despeines el cabello de quien pasas a tu lado como lo hacían tus manos conmigo,

corre,

corre que aún es temprano,

que la madrugada aun puede cubrir con su obscuridad tu huida,

que aun puedo fingir que no te veo correr,

que aun puedo fingir que estoy dormido,

y pretender que al despertar solo te he soñado,

pero corre ahora,

corre ya,

que solamente si sales corriendo con toda tu fuerza,

habrá valido la pena este tiempo que pasaste caminando al lado mío.

octubre 15, 2010

Yo soy tú y tú eres yo, y donde quiera que vayas iré a tu lado, y donde quiera que estés allí estaré, y aunque no me puedas sentir yo te sentiré. No olvides nunca que estoy en todas las cosas que están a tu alrededor, no olvides que soy yo quien despeina tu cabello mientras piensas que es el viento quien te acaricia la cara, no olvides que soy la sonrisa del niño que viajaba a tu lado en el autobús pues quería recordarte que hace un tiempo fuiste muy feliz, no olvides que soy la noche que te cobija para que descanses, y soy también el frio que sientes solo para poder abrazarte. Así te digo entonces que estoy siempre a tu lado, en cada cosa, aunque aun no me veas, aunque aun no me sientas yo he estado aquí sintiéndote y a distancia diciéndote cuanto te amo con cada una de las cosas que están a tu alrededor.

He andado muchos caminos y te digo que en cada uno tú me has acompañado, y cuando el cansancio me pesa recuerdo tus palabras, recuerdo tu aroma y tu mirada tan cálida y es entonces que vuelvo a caminar. Te digo que he andado muchas distancias a tu lado, algunas veces me ves y otras me alejo un poco de tu horizonte y es que quiero enseñarte a que me veas como yo te veo sin que me puedas ver, y no lo hago por mí, lo hago porque en tu inmensa tristeza se que sueles sentirte desolada, pero si aprendes a verme sin verme, a sentirme sin que este mi cuerpo junto al tuyo ,sabrás que siempre estoy a tu lado al igual que toda la gente que te ama y que te extraña, así que no te enfades esta noche si no ves mi sombra junto a la tuya, cierra tus ojos y deja que mis palabras toquen tu piel, deja que tus ojos miren mi corazón, y sabrás que no has caminado sola, y sabrás que estoy junto a ti caminando lo que cada uno de nosotros debe de caminar.

A si te digo entonces que no estás sola y que a tu lado siempre estoy, y que esta ausencia solo es una lección más para ti y para mi, para aprender a sentir más que manos, más que piel, para sentir el ama tuya y mía caminando juntos, y aunque tu horizonte se vea distinto al mío sabrás, sabré que es la misma Luna la que estamos mirando, y esta noche en mi corazón la soledad no tiene cabida pues hay un lugar ocupado con tu recuerdo, y quisiera que dentro de ti mi sombra ocupara el lugar de tu tristeza y tu soledad, y me dejes a distancia iluminarte el corazón y tocar con mis palabras tu bendita alma.




octubre 14, 2010

DE CAFETERÍAS FRÍAS

Muchas veces cuando miro al cielo, es normal que no encuentre las estrellas bailando entre el cabello de mi Luna.

Entonces me preocupo, bastante, o quizás solo un poco. La verdad hay pocas cosas que me suelen preocupar, una de ellas es que a mi Luna se le termine el aire cuando se mete a nadar en el mar, entonces corro hasta el otro lado del mundo para poder asegurarme que logro salir.

Así que cuando no miro las estrellas en el cielo es normal que un pequeño suspiro salga a asomarse y salgo yo entonces a buscarlas, pero resulta difícil caminar por las calles con la mirada fija en el cielo, y tropiezo y choco con un muro que se atravesó por andar igual de distraído que yo, o con un árbol que en su urgencia por escapar de la ciudad no me ve y entonces un golpe nos sacude a los dos, y al nido de las aves a las que les cobra alquiler por la rama en la que hicieron su nido.

Total que después de algunos golpes llego al café del parque y me tomo un descanso y también un moka para llevar, busco una banca donde haya espacio suficiente para que podamos sentarnos mi vasito de café, mis sueños y yo.

Mientras mis sueños se dejan seducir por el aroma del café, yo disimuladamente me ato las agujetas de mis tenis, solo para no ser inoportuno y pues uno sabe que los sueños son muy pudorosos y les cuesta trabajo el dejarse ver tan débiles ante el cinismo del café que con aires seductores los envuelven hasta que se dejan convencer, el café sonsacador y mis sueños tan sonsacables buena pareja hacen.

Así que después de pasar un buen rato desatando y atando mis agujetas unas ocho veces, me reclino sobre la banca y prendo un cigarro, sorbiendo de a poco el café que ya tiene un sabor de sueños.

Esos sueños que mi cama conoce tan bien, a pesar de que haya dejado de ser una cama ya, pues hace muchos años mi cama muto, entonces se volvió escritorio o restirador, y es que quizás ella que me conocía tan bien sabia que mis sueños eran demasiado grandes para caber en ella y prefirió mutar para que cupieran mas sueños, mas de los que cabrían si solo hubiese sido una cama.

Mis sueños, tan pequeños que me acompañan todo el día en mis suspiros, tan grandes que en mi cama jamás cupieron.

Entre sorbo y sorbo y bocanadas voy despejándome del frio que deja el insomnio, y miro una vez más al cielo buscando algún rastro de las estrellas, pero nada, el sol ha comenzado a iluminar el cabello de la Luna y es más difícil verlas.

Entonces miro a mi alrededor y observo a algunos de los arboles con los que choque, sobándose un poco el tronco, mientras las aves reacomodan las ramitas de su nido volteándome a ver con rencor, por haberles desarreglado con el golpe su nido.

Había comenzado a preguntarme si tendría que esperar hasta que anocheciera para ver las estrellas, y al paso del sol que aclara más y más el cabello de la Luna, comencé a planear la retirada de aquel parque.

Pero entonces el efecto del café mezclado con mis sueños hizo efecto en mí, y una avalancha de suspiros escapo de mi pecho, y entre suspiro y suspiro veía tu imagen como fantasma apareciendo frente a mí en aquel parque.

Fue entonces que recordé cuando te conocí, la primera vez que te vi sentada en aquel café.

Esa mañana había salido igual que esta a buscar a las estrellas, pero en ese entonces era más paciente y tardaba varios vasos de café en hacer la retirada, así que había ido a recargar mi vasito a aquella cafetería, que estaba en la esquina del parque, y donde los rostros me eran tan familiares como los arboles contra los que chocaba.

Pero esa mañana además de nuevas aves y nuevos nidos, había un rostro nuevo detrás del mostrador.

Eras tú quien estabas detrás, y detrás de tus ojos estaban las estrellas, cuando me miraste agache la mirada, quizás porque el destello de las estrellas me deslumbro o quizás fue el de tu rostro no estoy seguro, el caso es que no pude sostenerte la mirada y solo logre sonrojarme un poco, o bastante creo porque después de que me miraste sonreíste y también cambio el color de tu rostro, y entre las comisuras de tus labios al sonreír brillaron otras estrellas.

Así que el cada mañana ya no preocupaba cuando en el cielo no podía encontrar las estrellas, y tomaba dos camiones y el metro para llegar hasta la cafetería del parque, donde sabia que se escondían las estrellas detrás de tus ojos y en esa sonrisa que me regalabas cada vez que tu mirada me sonrojaba.

Ahora el efecto del café mezclado con mis sueños, me ayudaron a encontrar de nuevo las estrellas, entre suspiros y tu recuerdo, regreso a casa, regreso a mi cama que no es una cama, regreso con mis sueños en los bolsillos, regreso sin mí, mientras me quedo en aquella banca frente a la cafetería, donde ya no te encuentro, pues así como en mi cama no caben mis sueños, aquella cafetería era demasiado pequeña para los tuyos…

y mi mano mas.