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enero 24, 2010

RELATO DE UN LATIDO CUARTA PARTE (BOCETO)

Solo quien ha conocido el verdadero amor, sabe que muchas veces, hay demasiadas pruebas que vencer para poder acariciarle y reconocerle, o más bien reconocerse envuelto en él, así ellos tuvieron que pasar desde que se encontraron diferentes pruebas, entre distancias y ausencias, entre dudas y las criticas de otros, entre la misma muerte, jamás se soltaron de las manos, uno al otro se sostuvieron, para juntos mantenerse en pie, él le apretaba fuerte cuando el miedo aparecía en los ojos de ella, cuando el ánimo decaía y el cuerpo colapsaba, ella le sonreía y se aferraba a la vida cuando le veía a él flaquear, así pasaron sus días dentro del hospital, entre salidas y entradas, entre altas temporales y el catéter que les recordaba a ambos que aun la batalla seguía, y entre todo y todos, ellos seguían amándose.
Llegaron los días en que la luz brillaba mas, sobre todo dentro de los ojos de ella, y era su brillo el que le hacía a él iluminar su corazón para alumbrar el de ella, llegaron días en que estallaba su sonrisa en medio de la calle, corriendo en libertad por los semáforos y asfaltos de una ciudad que le había comenzado a amar y que la reclamaba cuando su ausencia aparecía mientras la aprisionaba la habitación de aquel hospital, llegaron días en que lo aprendido les hacia querer aprender más, y aprendieron, aprendieron a vivir los instantes que pasaban juntos como únicos, a enfrentar las diferencias sin tener que volverlas discusiones, aprendieron a que el tiempo, quizás no estaba de su lado, y fue apareciendo de nuevo el adiós inevitable.
Pero esta vez el adiós era diferente, pues les ayudo a aprovechar el tiempo, él comenzó a demostrarle a ella que la contemplaba en sus futuros, comenzó a preparar un regreso incierto, una bienvenida aun sin piel, sin fecha, ella aprendió a tomar el pincel, aprendió a volver nuevo algo viejo, a iluminar con colores las horas, e iluminar con su asombro la sonrisa de él, aprendieron que juntos tenían cosas pendientes, nuevos amaneceres, nuevas charlas, aprendieron a seguir venciendo los rumores, las envidias y las dudas de otros, aprendieron a ignorar lo que era necesario ignorar, aunque eso no hacía que dejaran de pesar ciertas cosas, pero el tiempo que les quedaba era muy poco y aprendieron que valía mas la pena matar los segundos amándose, que tratando de resolver lo que por distancia no podía resolverse.
El adiós fue acercándose, los días se convirtieron en segundos, y cada vez mas sonaba el eco del adiós, volviéndose más fuerte, algunas veces tanto, que el silencio les quemaba las manos, el silencio de ausencias prematuras, de inevitables ausencias, junto con la sombra de la soledad dibujada en los marcos de sus puertas, pero aun así, encontraban de nuevo la manera de quedarse juntos, aunque fuera en el recuerdo, aunque sea en promesas que no se habían cumplido, aunque sea en colores bailando dentro de un baúl, aunque sea en los restos que dejaban sus sueños en la almohada.
El amor es muy grande, y suele vestirse de muchas maneras, hay amores que son de carne y versos, otros de huesos y ausencias, pero el amor, amor es, y ellos estaban por descubrir que el amor consistía en mas que tenerse uno junto al otro.
A ella le aparecieron los fantasmas de su pasado, recordó las puertas abiertas y se dio cuenta de apoco de todo lo que había latido antes, y esto era lógico que pasara, pues su mundo se había derrumbado, y haciendo recuento de los daños fue descubriendo que tenía muchas cosas pendientes lejos de él, descubrió que el amor no le era tan ajeno, que si bien se había negado el derecho de vivirlo, no significaba que dentro de ella existiera, descubrió que necesitaba muchas cosas para ser feliz, que había muchas cosas que deseaba para ser feliz, como vivir todo lo que deseaba vivir, y la vida ahora le había demostrado que el tiempo jamás estaba de su lado, como para desperdiciarlo aguantándose las ganas de algo, descubrió que había otros horizontes que deseaba recorrer, que tenia mas mares que deseaba navegar para naufragar, descubrió que había dragones a los que deseaba enfrentar, descubrió que quería vivir, vivirlo todo.
El descubrió que la amaba demasiado, tanto que al ver las ganas de ella de mas, no lloro, ni se sintió mal, descubrió que el haber pasado todo aquello a su lado seria en vano si la ataba a vivir a su lado, sin poder tener todo aquello que ella buscaba y que encontraba en otros, descubrió más que nunca que amar no era amarrar, y que las alas de ella eran para volar, la descubrió más grande y hermosa que nunca, y consciente de lo pequeño que él era, supo que ella merecía lo mejor, y lo mejor no lo tenía él, descubrió que para poder hacer que todo valiera la pena tenía que dejarla partir, y que si quería mantener su promesa de cuidarla y hacerla feliz tendría que soltarle la mano para que ella pudiera volar hasta donde su corazón se encontraba.
Es cierto que las despedidas duelen, pero solo el momento necesario en que dejamos de ser egoístas, y él dejo de ser egoísta y por el amor que le tenía supo que no podía obligarla a quedarse a su lado, ella supo que no podía ser egoísta y quedarse a su lado sin ser completamente feliz solo para no sentirse mala persona, y poco a poco se fueron despidiendo, ella sincerándose con él, descubriendo las ventanas que tenia escondidas bajo la cama, mostrándole que comenzaba a ver los latidos que había latido, enseñándole que las razones para despedirse no eran simples y vanas, él se despedía con su sonrisa, demostrándole a ella que le entendía, y demostrándole que aquello era un gran comienzo pues entonces las cosas que habían pasado valían la pena, pues ella había comenzado a levantar su mundo, para ser feliz, para buscar su felicidad.
Esto quizás pocas personas lo entiendan, pues uno por egoísmo suele querer ser todo para una persona, pero algunas veces no puede serlo, y si en verdad deseamos ver feliz a alguien hay que saber aceptar cuando la felicidad de alguien no está en nuestras manos, y este era el caso, pues no importaba lo mucho que se amaran, pues aun había cosas que él no tenía, y que ella necesitaba, así que el quedarse juntos tarde o temprano traería reproches y culpas, traería frustraciones y reclamos de cosas que se dejaron de hacer o cosas que se tuvieron que hacer y que pesaban, él no quería ser una carga para ella, y deseaba con todo su amor que ella fuera feliz, ella lo amaba y sabia que no era justo quedarse a su lado sin amarle por completo, y teniendo otros latidos sin vivir, así que juntos ahora comprendían que el adiós, el adiós no era tan malo, si llegaba para que todo lo que habían vivido juntos valiera la pena.
Así que entendieron que la despedida era inminente, que era en vano ignorar lo que dentro de ella existía por otros, y que más injusto era quedarse por gratitud al lado de alguien que si bien era cierto que lo amaba, no lo amaba como para dejar de voltear a ver las puertas abiertas que tenia, ella no quería lastimarlo, y él tuvo que enseñarle que el único dolor llegaría, si ella no era completamente feliz, y ambos sabían que a su lado no podría ser completamente feliz, y fueron dejando escapar las letras que tiene el adiós, esta vez la vida no era quien les separaba, quien les obligaba a decirse adiós, esta vez era el amor que se tenían, el amor que juntos habían descubierto en medio de todo lo que había pasado, y por amor, por amor tuvieron que decirse adiós.
Así una vez más enfrentaron una batalla, una de la que salieron de nuevo intactos, pues a pesar de todo el amor era más grande y brillaba ahora de una manera más pura, una manera en que entendía que no era necesario tenerse al lado para amarse, una manera en que descubrieron que el amor llegaba sin necesidad de besos y caricias, una manera en que el amor se volvía incondicional y en que al final era el mismo amor que desde el principio se habían tenido, quizás mas grande, tan grande como ahora le parecía ella a él, grande y hermosa como siempre, como nunca antes, el amor seguía siendo amor, el amor era ahora en la vida de los dos la razón de todo, la razón para aferrarse a la vida, la razón para descubrir nuevos futuros, la razón para un nuevo trazo, la razón para crear de la nada todo un mundo nuevo, la razón incluso, hasta para decirse adiós.
Al final, los dos entendían que el amor bien valía la pena para dejarse ir, para que ella extendiera sus alas y volara como nunca antes había volado, para que ella llegara tan alto, para ella latiera por fin en libertad todos los latidos que tantos años se había callado, para que ella creciera con la sonrisa a cada día por conseguir lo que deseaba, por tener al lado todo lo que necesitaba, por ser feliz, y vivir todo lo que deseaba vivir, sin pendientes, sin reclamos, sin reproches, ni culpas, pues su amor era tanto que no había espacio para nada de eso, y se despidieron por amor, y aunque con miedo a lo incierto, la aventura de ella apenas comenzaba y ahora ella sabía que pasara lo que pasara si necesitaba algún día un latido sincero para llenarse de fuerza, bien podía contar con los latidos de él, que se quedo latiendo todo su amor, para verla feliz, para hacerla feliz, aunque tuviera que decirle adiós, un adiós en que el escondía un te amo.

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