LO QUE SOY

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enero 31, 2010

DEJAR IR




Quizás sea momento de dejarlo ir, después de todo hay cosas que uno carga y terminan por mimetizarse a lo que somos, se vuelven parte de nuestra piel, de nuestros huesos, nos penetran hasta el tuétano dejándonos sudar fluidos de ese algo que cargamos, de ese algo que ya somos, de ese algo que ya soy, y ya no soy más que un fantasma de ese fantasma, deje de sentirme el corazón hace años, deje de escuchar latidos, deje de ver la resequedad en mi piel, los cabellos teñidos, los aromas que pasaron y dejaron huella, y dejaron rastro de eso que persigo.

Pero al final ¿Qué piel tiene un fantasma? ¿Qué aroma? ¿Qué sonido? ¿Qué late dentro?

Y late dentro, o eso es lo que he querido creer durante todos estos años, que lato, que late, que soy y que existe, que es real, que puede materializarse un día y no desvanecerse jamás cuando el viento de la tarde indique que está por salir la Luna

¿Puede un fantasma dejar de ser fantasma? ¿Puede convertirse en huesos? ¿En piel? ¿En un beso? El vacio que descubro entre mis manos me indican que no ha sido así, que quizás no pueda ser así, los rastros de emociones ficticias han desaparecido de las comisuras de mis labios, no tengo rastros más que de mi propia piel entre mis manos, y de oleos, y de aceites, no respiro más que el humo, y el sabor que guarda mi paladar es tan solo el del café, no ha quedado ya huella o rastro alguno de que un día aquel fantasma tuviera piel, o decidiera por fin materializarse, y cambiar la historia, y cambiar mi historia, y que fueran diferentes los finales, y que fueran diferentes los principios, que fuera diferente todo… pero no ha sido así, y quizás sea momento de dejarlo ir.

Soltar amarras y dejar que el barco flote a la deriva, que esta vez naufrague hasta el cofre donde se esconden los latidos que ya no son míos, que jamás fueron míos, ni de nadie, ni de la nada, y que solo fueron esas cadenas que arrastraba un fantasma para dejarse escuchar, para dejarse perseguir, ¿Cómo pretendí retener a un fantasma? ¿Cómo pensaba guardarle, mantenerle, platicarle?

Supongo que la búsqueda me hizo valiente o demasiado pretencioso, tanto así como para dejar a un lado lo que era y volverme simplemente un sabueso que olfateaba rastros de éter, rastros de algo que simplemente jamás pude alcanzar, jamás pude tocar, jamás pude mirar, y que tan solo fue su imagen espejismos sobre dunas blancas tapizadas de lunares, de estrías, de cabellos rozados o lacios, de labios húmedos, de manos tibias que escondían navajas de hielo, de pieles que cobijaban y que al amanecer se desvanecían con el primer rayo de sol, con la primera mirada ajena que les rozaba, que les llamaba.

Quizás perdí hasta la voz, y sea que no tengo fuerza en la garganta para decir lo que hay dentro, lo que veo, lo que descubro, quizás las palabras solo sean eso, palabrería barata, palabrería sin peso, sin noción de saberse algo más que símbolos, que sonidos que no dicen nada, que no se adhieren a nada, que no tienen eco, que jamás tuvieron eco, quizás es mi falta de voz lo que me hace no tener peso, no tener valor alguno para quien le hablo, para quien he latido y soy como esos símbolos como esos latidos sonoros que al final son nada, soy nada, pues nada se decir.

Perdí tanto por buscar un fantasma que termine perdiéndome a mí mismo, ya no tengo identidad, ya no soy más que esa búsqueda de algo inexistente, me volví un fantasma también, hasta para mí.

Quizás es tiempo de dejarle ir, quizás sea tiempo de darme cuenta de la realidad, que nada soy, que nada fui, que por más empeño que puse en entregarme a esa búsqueda nunca fui digno de poder encontrarle, quizás fue defecto de fabricación, quizás no puse en mi maleta todo lo necesario para encontrarle en esta vida antes de nacer, quizás me falto lo principal, quizás simplemente me falto todo, y nada tengo y nada soy, solo un fantasma que se aferro a encontrar a otro fantasma y que mi vida tuviera sentido.

Ahora quizás sea tiempo de despertar, de abrir las cortinas y dejar que entre la luz, y la sombra, y el polvo, el real y no estos rastros y restos que guardo anidando esperanzas, apolillando latidos, disecando el aire para poder creer que dentro hay mas, que afuera hay mas, que soy nada, que no fui nunca más que eso, nada.

Quizás es tiempo de dejarle ir, de dejarme ir, y desaparecer cuando sacuda el viento la estúpida nube sobre la que floto, sobre la que flote, y desvanecerme esta noche que rendido me doy cuenta de lo que no soy y jamás seré y del fantasma que cerró la puerta al salir porque nada encontró que valiera la pena para quedarse.



Quizás en tiempo de partir y…olvidar





...

1 comentario:

  1. no partas aun,
    lo que guardas en las manos es aire,
    espera a que se vacien de aire y se llenen de caricias,
    o espera a que no te queden ni las manos,
    entonces ya sin nada,
    sera tiempo de partir

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